EL ESPIRITU SOBRE NOSOTROS
Y DENTRO DE NOSOTROS PARA NUESTRO HABLAR
Juan 20:22. Según el principio revelado en las Escrituras, para hablar Dios, para emitir Cristo, y para hablar por Cristo, seguramente necesitamos el Espíritu. Sin el Espíritu, no hablaríamos, y aun si habláramos, nos sentiríamos avergonzados. Cuando uno habla acerca de la ciencia, la geografía, la historia o la situación política, mientras más habla, más orgulloso se siente uno. No hay restricción ni frustración al hablar de estas cosas. Pero cada vez que uno habla de Jesús, el sentimiento de vergüenza sigue inmediatamente. Parece dificultoso abrir la boca para hablar de Jesús a la gente. A menos que tengamos el Espíritu, nos es bastante difícil hablar Cristo. Pero cuando somos llenados con el Espíritu, nos gusta hablar cosas acerca de Cristo a la gente.
Por esta razón, en el Antiguo Testamento, cuando los setenta iban a profetizar, el Espíritu de Dios descendió sobre ellos. Como cristianos genuinos, creyentes en Cristo, ¿necesitamos todavía que el Espíritu de Dios descienda sobre nosotros? Si ustedes dicen que sí, entonces están en el Antiguo Testamento. En el Antiguo Testamento no fueron efectuadas la encarnación y la crucifixión. No existía la resurrección de Cristo y no había ascensión, no estaba el soplar del Espíritu procesado que da vida dentro del pueblo de Dios, y no estaba el derramamiento del Espíritu sobre el pueblo de Dios. Sin embargo, en el Nuevo Testamento, la encarnación, la crucifixión, la resurrección y la ascensión han sido completamente efectuadas. Hoy día nuestro Señor es el Dios procesado. El pasó por todos los procesos necesarios, y en Su resurrección, El se sopló a Sí mismo como el Espíritu que da vida dentro de Sus discípulos, dentro de nosotros. El no necesita hacerlo de nuevo. El murió una vez por todas por nosotros. No necesita volver a morir por ustedes y por mí particularmente; tal pensamiento es incorrecto. Del mismo modo, El no necesita soplarse dentro de ustedes y de mí particularmente, porque El se sopló dentro de todos Sus discípulos en el día de resurrección (Juan 20:22). ¡Aleluya! No sólo eso, en Su ascensión El se ha derramado como el Espíritu procesado y económico sobre todos los miembros de Su Cuerpo. Todos los miembros de Su Cuerpo, en la época antigua o moderna, sean griegos o judíos, esclavos o libres, fueron bautizados una vez por todas en un solo Espíritu. Fuimos bautizados en un solo Espíritu y ahora se nos da a beber de este Espíritu (1 Co. 12:13).
Casi todos nosotros tenemos fe en que el Espíritu está en nosotros. Cuando ustedes van a discutir con su esposa, alguien dentro de ustedes no les permitirá hacerlo. Esa persona es el Espíritu residente. Sabemos que el Espíritu está en nosotros y tenemos la fe para decir esto. También necesitamos la seguridad de que el Espíritu está sobre nosotros. El impacto para hablar procede del Espíritu que está ahora mismo sobre nosotros. Si yo no tuviera la seguridad de que tengo el Espíritu sobre mí, no estaría hablando ahora. Yo creo que el impacto de mi hablar procede de este Espíritu que está ahora mismo sobre mí.
Hace más de cuarenta años yo predicaba mucho en las grandes reuniones evangélicas. Una mañana cuando hablaba a una congregación grande, dije algo a los estudiantes de secundaria. Les dije que aunque ellos consideraban que no habían cometido pecado, por lo menos en una ocasión alguien había robado tiza de su escuela y la había llevado a casa. Yo no sabía que mientras hablaba había un estudiante allí que había hecho exactamente eso. Más tarde, descubrí que en la reunión había un muchacho joven de cerca de trece años de edad, hijo de una hermana viuda. Este muchacho, aunque era bastante inteligente, no quería escuchar a su madre para poder creer en el Señor Jesús. Pero fue a la reunión esa mañana, y cuando me oyó hablar, pensó para sí mismo: “Eso no es nada”. Luego pregunté: “¿Eso no es nada?” Era bastante extraño que yo hubiera hablado de esa manera. Dije: “Dibujaste círculos en el suelo con la tiza que robaste”. Eso lo asombró. El pensó: “¿Quién le dijo a este hombre que hice esto?” Lo que había dicho fue exactamente una descripción clara de lo que él había hecho. Fue por medio de esto que se arrepintió. ¿Piensan ustedes que era yo? En realidad, esto muestra que cuando yo estaba hablando, el Espíritu no sólo estaba dentro de mí, sino también sobre mí para llevar a cabo el hablar. Esto sucedió en mi hablar varias veces.
Witness Lee
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