LA PALABRA SANTA Y EL ESPIRITU SANTO
2 Tim 3:16a
Tenemos que dar gracias al Señor que en esta tierra dos grandes dones han sido dados a la humanidad y al pueblo escogido de Dios. Uno de estos es la Palabra, la Biblia. En este universo y en esta tierra, hay tal libro que se llama “el Libro”. Biblia es una palabra latina que significa “el Libro”. Este es “el Libro”, el libro único. Si hoy día no existiera la Biblia, la tierra estaría llena de tinieblas. La Biblia es uno de los más grandes dones del Señor a la humanidad.
Nuestro Dios también nos ha dado otro don, el Espíritu Santo. El Señor Jesús como el mismo Dios pasó por los procesos maravillosos de la encarnación, el vivir humano, la muerte todo-inclusiva, la resurrección y la ascensión. A través de todos estos procesos maravillosos y excelentes, El finalmente hizo dos cosas. Primeramente, El sopló el Espíritu de vida dentro de Sus discípulos en el día de Su resurrección. (Juan 20:22) Luego dio otro paso para derramar el Espíritu sobre Sus discípulos en Su ascensión. En Su resurrección El sopló el Espíritu dentro de nosotros, y en Su ascensión derramó el Espíritu sobre nosotros. De esta manera nos bautizó a todos nosotros en un solo Cuerpo. Tenemos la Biblia, las Escrituras Santas, y el Espíritu, el Espíritu Santo. Estos son los dos más grandes dones que tenemos hoy día.
No obstante, nosotros siempre descuidamos estos dos dones. Podemos tener la Biblia en nuestro estante o aun en nuestro bolsillo, pero nunca ha entrado en nosotros como debiera. Además, muchas veces contristamos al Espíritu Santo. Efesios 4:30 dice: “Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención”. La palabra griega “para” implica “con una meta que alcanzar”. Esto significa que el sellar no es una vez por todas, sino que continúa, que todavía sigue adelante. Estamos todavía bajo este sellar durante todo el día. El Espíritu nos sella hasta que alcancemos la meta de la redención de nuestro cuerpo. Sin embargo, la situación verdadera es que la mayor parte del tiempo no nos preocupamos por el Espíritu Santo ni por la Palabra santa. Principalmente sólo nos preocupamos por nosotros mismos. Como cristianos hemos sido salvos por el Señor, y se nos ha dado Su gracia. Hoy día estamos buscando a El y le amamos, sin embargo principalmente nos preocupamos por nosotros mismos y no por la Palabra santa ni por el Espíritu Santo. Necesitamos un cambio completo para preocuparnos por estos dos dones. Tenemos que disfrutar estos dos dones hora tras hora, día tras día.
Tenemos que tomar la palabra de la Biblia hasta que tengamos un depósito rico. Entonces cuando vamos a la reunión con tal depósito, en cualquier momento podemos extender un cheque de cien dólares, de mil dólares o hasta de un millón de dólares. Cuando ustedes vayan a la reunión con un depósito de la palabra viviente y rica, seguramente el Espíritu les distribuirá a ustedes la profunda palabra de sabiduría y la rica palabra de conocimiento. La manera de guardar tal depósito es por medio de laborar en la palabra de Dios. Así como no tenemos razón de no comer la comida física, sin hacer caso de cuán ocupados estemos, no tenemos razón por no tomar la comida espiritual. Los cristianos hoy día son tan débiles, tan pobres y tan bajos sólo por causa de la inanición espiritual. No comen la comida espiritual. Ellos no toman la Palabra con regularidad. Aun entre nosotros percibo todavía que existe tal inanición. Si ustedes están resueltos con el Señor para servirle, y si le aman de verdad, tienen que amar Su palabra. El Señor Jesús dijo claramente: “El que me ama, mi palabra guardará” (Juan 14:23). Debemos tomar Su Palabra diariamente. Aprendan a tomar la Palabra y ganar un depósito. Entonces cuando ustedes vayan a la reunión, les será fácil recibir alguna distribución del Espíritu, ya sea la palabra de sabiduría o la palabra de conocimiento. De esta manera ustedes hablarán por el Espíritu. Para esto deben tener un espíritu que ora.
Tengo muchas experiencias en conformidad con esto, porque hablo tanto. Recientemente, antes de una reunión sentía que yo no tenía más remedio que orar mucho. El sentir interior me intimó que orar sólo un poco no sería adecuado. Eso sería como alguien que va a la gasolinera para inflar las llantas, pero sale antes de que las llantas estén llenas. Ustedes tienen que orar. No sólo eso, cuando ustedes vayan a la reunión, deben ir con un espíritu que ora. Entonces mientras hablan, hablarán con un espíritu que ora. Mientras estoy hablando, yo oro. Estoy confiando en el Señor. Creo que mientras estoy hablando, El es un espíritu conmigo. De esta manera ustedes tendrán espontáneamente la percepción, la seguridad, de que están hablando la Palabra santa con el Espíritu Santo. Entonces tendrán el denuedo. Necesitamos esta clase de hablar. Necesitamos que los santos hoy día hablen la palabra viviente y rica por un espíritu que ora. Entonces por medio de este espíritu que ora, ustedes seguramente participarán en el Espíritu, quien es el denuedo de ustedes.
Witness Lee
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