LA MEJOR FORMA DE RECIBIR GRACIA
Desde el primer día que una persona es salva, Dios empieza Su obra de edificación en ella, al impartirle Su gracia. La gracia de Dios puede ser suministrada de muchas maneras. Podemos llamar a estas maneras los medios para recibir gracia. Por ejemplo, orar es un medio para recibir gracia, porque podemos acudir a Dios y recibir gracia allí. Escuchar mensajes es otro medio por el cual recibimos la gracia de Dios. Estos se pueden describir como “medios por los cuales se recibe gracia”, o simplemente “medios de gracia”. La iglesia ha usado esta expresión por siglos. Estos medios son canales que Dios usa para brindarnos Su gracia. Desde el comienzo de nuestra vida cristiana hasta hoy, hemos recibido mucha gracia por muchos medios: las reuniones, los mensajes de la Palabra, la oración, entre otros. Pero quisiera hacer énfasis en el medio más eficaz por el cual recibimos la gracia y el cual no debemos desatender; me refiero a la disciplina del Espíritu Santo. Este es el principal medio de gracia para todo creyente. Ningún otro se le puede comparar: ni la oración, ni el estudio de la Palabra, ni las reuniones, ni escuchar mensajes, ni esperar, ni meditar en el Señor, ni alabarle. Ninguno de éstos es tan importante como la disciplina del Espíritu Santo, la cual es el medio por excelencia que nos trae gracia.
Si revisamos nuestra experiencia con respecto a los diferentes canales por los cuales recibimos la gracia, nos daremos una idea de cuánto hemos avanzado con Dios. Si nuestro progreso espiritual sólo se basa en la oración, los sermones y la lectura de las Escrituras, nos hemos desviado del principal medio por el cual recibimos gracia. Todo lo que experimentamos diariamente con nuestra familia, en la escuela, en el trabajo o en la rutina diaria, ha sido preparado por el Espíritu Santo para nuestro beneficio. Si no lo aprovechamos y permanecemos ignorantes y cerrados a este canal de la gracia, sufriremos una enorme pérdida. La disciplina del Espíritu Santo es crucial, puesto que es el principal medio por el que recibimos gracia durante toda la vida cristiana. La disciplina del Espíritu Santo no puede ser reemplazada por el estudio de la Palabra, la oración, las reuniones, ni por ningún otro medio de gracia. Por supuesto, debemos orar, estudiar la Biblia, escuchar mensajes y utilizar estos medios, pues todos son valiosos e indispensables; pero ninguno de ellos puede reemplazar a la disciplina del Espíritu Santo. Si no aprendemos las lecciones básicas, no podemos ser creyentes apropiados ni podremos servir a Dios. Escuchar mensajes puede nutrir nuestro ser interior; orar puede avivarnos interiormente; leer la Palabra de Dios puede reconfortarnos; y ayudar a otros puede liberar nuestro espíritu. No obstante, si nuestro hombre exterior no ha sido quebrantado, otros verán contradicciones en nosotros, y notarán que nuestro corazón no es muy puro. Por un lado, detectarán nuestro celo; pero por otro, percibirán un conflicto de intereses. Por una parte, verán que amamos al Señor, pero también verán que aún nos amamos a nosotros mismos. Podrán decir: “Este es un hermano querido” y añadirán: “Pero algo necio”. Esto sucederá si nuestro hombre exterior no ha sido quebrantado. Así, aunque la oración, los mensajes y la lectura de la Biblia nos edifican, la más grande edificación proviene de la disciplina del Espíritu Santo.
Debemos cooperar con Dios consagrándonos totalmente, pero no debemos suponer que la consagración puede reemplazar la disciplina del Espíritu Santo. La función de la consagración es proporcionar al Espíritu de Dios la oportunidad de trabajar en nosotros sin impedimento. Debemos orar así: “Señor, me entrego en Tus manos y te cedo mi vida para que obres sin obstáculos en mí y me des lo que Tú veas necesario”. Si nos sujetamos a lo que el Espíritu Santo ha dispuesto, indudablemente cosecharemos el beneficio. El simple hecho de someternos nos traerá mucho provecho espiritual. Pero si en lugar de tomar esta actitud, argumentamos con Dios y hacemos nuestra propia voluntad, erraremos el camino. Lo más crucial es que nos consagremos al Señor incondicionalmente y sin reservas. Una vez que entendamos que todas las situaciones que nos rodean fueron ordenadas por Dios, y que aun las que nos parecen más desagradables nos benefician, seremos dóciles a Su disciplina y veremos obrar al Espíritu Santo en nosotros de muchas maneras
Ningún verdadero siervo del Señor debe permitir que sus pensamientos y emociones actúen independientemente. Cuando su hombre interior requiera liberación, el hombre exterior deberá proporcionarle un canal por el cual el espíritu pueda salir y llegar a otros. Si no hemos aprendido esta lección, nuestra efectividad en la obra del Señor será muy limitada.
“Señor, por el bien de la iglesia, por el avance del evangelio, para que Tu tengas libertad de actuar y para que yo mismo pueda avanzar espiritualmente, me entrego a Ti total e incondicionalmente. Señor, con gusto y humildemente me pongo en Tus manos. Estoy dispuesto a que te expreses libremente por medio de mí”.
Watchman Nee
¡Jesús es el Señor! - Jesus is Lord - Jesus ist der Herr - Yeshua adonai - Gesù è il Signore - Jésus est Seigneur - Ιησους ειναι ο Λορδος - Иисус – Господь - يسوع هو الرب - 耶稣是主 - 主イエスは - Jesus é o Senhor - Jesus är Herre
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