Recibimos a otros con sencillez
Romanos 15:7
El mayor beneficio que recibimos no consiste en que nuestros errores son corregidos, sino en que nuestro espíritu se abre y se libera por medio del quebrantamiento del hombre exterior. Esto nos hace aptos para recibir de otros la provisión del espíritu, y así podemos aceptar con sencillez la ayuda espiritual de cualquier hermano. Pero si nos resistimos al quebrantamiento, no podremos aceptar la ayuda de nadie. Supongamos que un hermano tiene un intelecto muy cultivado que le ha impedido ser quebrantado; esto hará que cuando asista a las reuniones le sea difícil recibir edificación o ayuda, a menos que se encuentre con otro que sea tan intelectual como él. Siempre analizará las palabras del que comparte y, por lo general, las menospreciará, calificándolas como pobres e incoherentes. Su destreza mental le impide recibir ayuda, y así puede pasar largos meses y años. Su mente será como una cáscara impenetrable que le impedirá recibir edificación espiritual; él sólo aceptará ayuda en la esfera intelectual. Pero después de que el Señor se ocupe de su caso y le dé las lecciones necesarias quebrantando su punto fuerte, la dura corteza de su mente se desmoronará, y él reconocerá lo inútil de sus muchos razonamientos; se volverá sencillo como un niño y podrá fácilmente escuchar a los demás. De ahí en adelante, no volverá a despreciar la conversación de los demás hermanos, ni se dedicará a buscar fallas en su pronunciación ni en sus enseñanzas, ni buscará ambigüedades en sus palabras. Por el contrario, podrá tocar con su espíritu el espíritu del orador. Cuando el Señor dirija el espíritu del que ministra, el espíritu del oyente será avivado, y él recibirá edificación. Si el espíritu de un creyente ha sido quebrantado, cuando otros liberen su espíritu recibirá edificación. No me refiero a la edificación en cuanto a doctrina, pues eso es un asunto diferente. Cuanto más quebrantado esté el espíritu, más lo estará el hombre exterior y más ayuda recibirá. Como resultado, al moverse el Espíritu de Dios en un hermano, la persona quebrantada aceptará la ayuda de éste y dejará de criticar y analizar la presentación, exactitud, pronunciación, elocuencia y coherencia del orador. La condición de nuestro espíritu determina cuánta ayuda podemos recibir. Aunque haya hermanos en nuestro derredor, a veces no podemos tocar su espíritu ni recibir edificación de su parte debido a la dureza de nuestra corteza.
¿Qué es la edificación? No es la acumulación de conceptos, ideas o doctrinas, sino un contacto del Espíritu de Dios con el nuestro. El Espíritu de Dios puede brotar de cualquier hermano. Ya sea en una reunión o en privado podemos tener la experiencia de ser alimentados y reconfortados, tan pronto como el Espíritu de Dios se activa en otros. Podemos decir que nuestro espíritu es como un espejo. Cada vez que recibimos edificación, es como si alguien puliera nuestro espíritu y lo hiciera brillar un poco más. La edificación se lleva a cabo cuando nuestro espíritu es tocado por el espíritu de los hermanos o por el Espíritu Santo. Lo que fluye del espíritu de los hermanos nos enciende tan pronto lo tocamos. Nos podemos comparar con una lámpara eléctrica que brilla al pasar por ella la electricidad, independientemente del color de la pantalla y el color de los cables. Nuestro interés no está en el color de la pantalla de la lámpara, sino en que la electricidad circule, y en el hecho de que seamos reconfortados, avivados y nutridos ante Dios. Agradecemos a Dios que podemos experimentar esto y ser personas dispuestas a recibir ayuda. A muchos les resulta difícil recibir ayuda. Si tenemos el deseo de ayudarles, tenemos que orar por ellos para que permitan ser ayudados. Sólo aquellos que son dóciles están dispuestos a recibir ayuda.
Existen dos enfoques diferentes en cuanto a la edificación. Uno es completamente externo y se basa en conceptos, doctrinas y exposición de las Escrituras. Algunos afirman haber recibido ayuda desde este ángulo. El otro enfoque es completamente diferente, pues se basa en el contacto del espíritu de los hermanos. Cuando el espíritu de un creyente toca el de otro, ambos creyentes reciben ayuda. La verdadera edificación cristiana se efectúa de esta manera. Si todo lo que sabemos es escuchar mensajes, entonces puede suceder que si escuchamos un buen mensaje hoy y el siguiente domingo oímos el mismo mensaje, nos aburriremos y estaremos ansiosos por irnos. Pensamos que con escuchar una enseñanza una sola vez es suficiente, pues creemos que la vida cristiana gira en torno a doctrinas. Sin embargo, debemos entender que la edificación se relaciona con el espíritu y no con las doctrinas. Si un hermano comparte un mensaje liberando su espíritu, nos conmoverá, producirá cambios en todo nuestro ser y seremos lavados y vivificados. Si volviéramos a escuchar al mismo hermano predicar y liberar su espíritu, recibiríamos ayuda una vez más. Tal vez el tema nos parezca familiar y las enseñanzas sean las mismas, pero cada vez que libere su espíritu seremos purificados y lavados. Debemos recordar que la edificación se basa en el contacto del espíritu de otros con el nuestro, y no en un aumento de conocimiento. La edificación es un intercambio entre los espíritus de los creyentes, y no tiene nada que ver con las doctrinas ni las enseñanzas del hombre exterior. Lo mejor que podemos decir de las doctrinas y las enseñanzas que no guardan ninguna relación vital con el espíritu es que son letra muerta.
Cuando nuestro hombre exterior ha sido quebrantado, recibimos edificación fácilmente y una abundante provisión de muchas direcciones. Por ejemplo, al brindar ayuda a alguien que se nos acerca en busca de soluciones, nosotros mismos recibimos edificación. Cuando un pecador que busca al Señor acude a nosotros, mientras oramos con él, también nosotros recibimos edificación. Si alguna vez el Señor lo conduce a uno a exhortar a algún hermano que se haya desviado, cuando toquemos su espíritu, recibiremos edificación. Sentiremos que todo el Cuerpo trae la provisión que nos corresponde. Cualquier miembro, sin excepción alguna, nos podrá traer la suministración que necesitemos. Siempre estaremos dispuestos a recibir ayuda. La iglesia en su totalidad será nuestra provisión. ¡Qué caudal de riquezas descubriremos! Podremos decir que las riquezas de Dios, depositadas en Su Cuerpo, vienen a ser nuestras en la práctica. ¡Cuán diferente es esta experiencia de la simple acumulación de doctrinas y conocimiento! ¡La diferencia es enorme!
Cuanto más quebrantado haya sido el hombre natural de un creyente, mayor será su capacidad de recibir y más amplia la esfera del suministro que se le proporcionará. Los que no reciben ayuda de los demás no son necesariamente más fuertes; lo que sí indica su habilidad natural es que la corteza que los rodea es tan dura que no están dispuestos a recibir ayuda de los demás. Para que puedan recibir la ayuda vital de parte de toda la iglesia, primero es necesario que el Señor en Su misericordia, les dé grandes dosis de disciplina y quebrantamiento por medio de Sus efectivos y variados métodos. Todos deberíamos revisar nuestra experiencia y preguntarnos: ¿Somos capaces de recibir ayuda de otros? Si nuestra corteza natural todavía está intacta, no podremos detectar el espíritu de los hermanos cuando éste brota juntamente con el Espíritu Santo. Pero si somos quebrantados, recibiremos ayuda siempre que el espíritu de cualquier hermano actúe. No importa si el espíritu del hermano ejerce su función con extraordinaria fuerza o casi imperceptiblemente, el caso es que lo toquemos, pues tan pronto como lo hacemos, somos reavivados y edificados. Hermanos, debemos darnos cuenta de lo crucial que es el quebrantamiento de nuestro hombre exterior; es un requisito fundamental para poder servir al Señor y para recibir el suministro y la edificación de Dios.
“El quebrantamiento del hombre exterior y la liberación del Espiritu. Pags.108-111”
Ningún verdadero siervo del Señor debe permitir que sus pensamientos y emociones actúen independientemente. Cuando su hombre interior requiera liberación, el hombre exterior deberá proporcionarle un canal por el cual el espíritu pueda salir y llegar a otros. Si no hemos aprendido esta lección, nuestra efectividad en la obra del Señor será muy limitada.
“Señor, por el bien de la iglesia, por el avance del evangelio, para que Tu tengas libertad de actuar y para que yo mismo pueda avanzar espiritualmente, me entrego a Ti total e incondicionalmente. Señor, con gusto y humildemente me pongo en Tus manos. Estoy dispuesto a que te expreses libremente por medio de mí”.
Watchman Nee
¡Jesús es el Señor! - Jesus is Lord - Jesus ist der Herr - Yeshua adonai - Gesù è il Signore - Jésus est Seigneur - Ιησους ειναι ο Λορδος - Иисус – Господь - يسوع هو الرب - 耶稣是主 - 主イエスは - Jesus é o Senhor - Jesus är Herre
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