EL SIGNIFICADO Y EL PROPÓSlTO DE LA LEY
Muchos cristianos son lanzados de repente a la experiencia de Romanos 7 y no saben por qué. Se imaginan que Romanos 6 es bien suficiente. Habiéndolo entendido claramente, piensan que no puede haber más cuestión de fracaso, y entonces con gran sorpresa se encuentran repentinamente en Romanos 7, ¿Cuál es la explicación? No conocen la liberación de la ley. Romanos 7 nos Es dado para explicar y llevarnos a la experiencia de la verdad de Romanos 6:14: “El pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia”. ¿Cuál, pues, es el significado de la ley?
La gracia significa que Dios hace algo a mi favor; la ley significa que yo hago algo para Él. Ahora, si la ley significa que Dios demanda algo de mí, la liberación de la ley quiere decir entonces que Él ya no lo demanda de mí, sino que Él mismo lo provee. La ley implica que Dios me requiere que haga algo para Él; la liberación de la ley implica que Él me exime de hacer cosa alguna para Él, y que en gracia Él mismo lo hace en mÍ. Yo (el hombre “carnal” de Ro. 7:14) no necesito hacer nada para Dios: esto es liberación de la ley. La dificultad en Romanos 7 es que el hombre en la carne trató de hacer algo para Dios. Al momento que procuras agradar a Dios, entonces te pones bajo la ley y la experiencia de Romanos 7 empieza a ser la tuya. Cuando un hombre ve que es libertado de la ley, entonces proclama: “Yo no trataré de hacer cosa alguna para Dios”. ¡Qué doctrina! ¡Qué formidable herejía! Pero la. liberación de la ley significa justamente esto, que yo cese de tratar de agradar a Dios (esto es en la carne).
Debemos aclarar que la ley no tiene la culpa de nuestro fracaso. Pablo dice: “La ley a la
verdad es santa, y el mandamiento santo, justo y bueno” (Ro. 7:12). ¡No! No hay nada mal en la ley, pero hay algo indudablemente mal en mi. Las demandas de la ley son justas, pero la persona de quien las demanda es injusta. El problema no consiste en que las demandas de la ley son injustas, sino en que yo no puedo cumplidas. El gobierno puede estar en su derecho al demandarme el pago de $ 100, pero ¡lo malo es si yo sólo tengo $ 10 para satisfacer esa demanda!
Dios sabe quién soy. Él sabe que desde la cabeza hasta los pies estoy lleno de pecado. Él sabe que soy la debilidad encarnada, que nada puedo hacer. El problema es que yo ignoro esto. Admito que todos los hombres son pecadores y por consiguiente soy pecador; pero me imagino que no soy tan pecador, sin esperanza, como algunos. Dios debe traemos al lugar donde veamos que somos completamente débiles e incapaces. Mientras decimos eso, no lo creemos del todo, y Dios tiene que hacer algo para que estemos plenamente convencidos del hecho. Si no fuese por la ley, nunca hubiéramos conocido cuán débiles somos. Pablo aclara esto en Romanos 7:7: “Yo no conocí el pecado sino por la ley: porque tampoco conociera la codicia, si la ley no dijera: No codiciarás”. Cualquiera hubiera sido su experiencia con el resto de la ley, fue el décimo mandamiento, que traducido literalmente es: “No desearás... “, el que lo encaró. Entonces, él se vio cara a cara con su total incapacidad y fracaso. Cuanto más tratamos de guardar la ley, tanto más se manifiesta nuestra debilidad, hasta que se demuestra claramente que somos tan débiles que, en nosotros mismos, no nos queda esperanza alguna. Dios lo sabía antes pero no nosotros, y así Dios tuvo que traernos por experiencias dolorosas al reconocimiento del hecho. Necesitamos que nos sea demostrado, más allá de toda discusión, que somos tan débiles. Es por eso que Dios nos dio la ley.
Así, con reverencia, podemos decir que Dios nunca nos dio la ley para guardada; ¡Él nos dio la ley para quebrarla! Él sabía muy bien que nosotros no podíamos observarla. Somos tan malos que Él no nos pide favor alguno ni hace demandas. Ningún hombre ha logrado hacerse aceptable a Dios por medio de la ley. En ninguna parte del Nuevo Testamento dice que la ley fue dada para ser guardada; pero sí dice que la ley fue dada para que hubiera trasgresión. “La ley se introdujo para que el pecado abundase... (Ro.5:20). ¡La ley fue dada para manifestarnos como quebrantadores de la ley! Indudablemente soy pecador, “pero yo no conocí el pecado sino por la ley... porque sin la ley el pecado está muerto.... pero venido el mandamiento, el pecado revivió y yo morí” (Ro. 7: 7-9). La ley es la que expone nuestra verdadera naturaleza. ¡Ay! somos tan vanidosos, nos conceptuamos tan fuertes, que Dios tiene que darnos algo para probar cuán débiles somos. Al fin lo vimos y confesamos: “Soy un pecador ciento por ciento, y no puedo hacer nada para agradar a Dios”.
Así, la ley no fue dada en la esperanza de que la guardaríamos: fue dada en el pleno conocimiento de que la quebrantaríamos, y cuando la hayamos quebrantado tan completamente que seamos convencidos de nuestra absoluta necesidad, entonces la ley habrá servido su propósito. Ha sido nuestro ayo para llevamos a Cristo para que Él pueda guardarla en nosotros (Gá. 3:24).
Tomado de: “La Vida cristiana normal”
W. Nee
Ningún verdadero siervo del Señor debe permitir que sus pensamientos y emociones actúen independientemente. Cuando su hombre interior requiera liberación, el hombre exterior deberá proporcionarle un canal por el cual el espíritu pueda salir y llegar a otros. Si no hemos aprendido esta lección, nuestra efectividad en la obra del Señor será muy limitada.
“Señor, por el bien de la iglesia, por el avance del evangelio, para que Tu tengas libertad de actuar y para que yo mismo pueda avanzar espiritualmente, me entrego a Ti total e incondicionalmente. Señor, con gusto y humildemente me pongo en Tus manos. Estoy dispuesto a que te expreses libremente por medio de mí”.
“Señor, doblega a la iglesia para que salves al mundo” Evan Roberts
¡Jesús es el Señor! - Jesus is Lord - Jesus ist der Herr - Yeshua adonai - Gesù è il Signore - Jésus est Seigneur - Ιησους ειναι ο Λορδος - Иисус – Господь - يسوع هو الرب - 耶稣是主 - 主イエスは - Jesus é o Senhor - Jesus är Herre
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