LIBERADOS PARA SERVIR A DIOS (semana
LUNES
Lectura bíblica:
Ex 30:23-24, 30; 1 S 16: 13; Sal 133; Hch 1:8; 1 Jn 2:27
Leer con oración:
"Pero vosotros tenéis la unción del Santo, y conocéis todas las cosas" (1 Jn 2:20).
UNGIDOS PARA SER MINISTROS DEL NUEVO PACTO
Dios nos incumbió para que hagamos Su voluntad en la tierra. Desde el Antiguo Testamento, Él comisionó a Sus escogidos por medio de la unción. Por ejemplo, Él le ordenó a Samuel que ungiera a David con aceite, para que fuera rey (1 S 16:13). Moisés también ungió a Aarón y a sus hijos para que desempeñaran el oficio sacerdotal (Ex 30:30).
En el Salmo 133, vemos que el óleo utilizado para ungir a Aarón era precioso porque, además del aceite de oliva, le fueron añadidas cuatro especias aromáticas.
El libro de Éxodo nos muestra la composición del aceite sagrado de la unción: cuatro especias adicionadas a un hin de aceite de olivas, que representa al Dios único. La primera medida era de quinientos siclos de mirra excelente (líquida), que simboliza la muerte, pues era utilizada en la antigüedad para embalsamar. La segunda medida estaba compuesta por doscientos cincuenta siclos de canela aromática y doscientos cincuenta siclos de cálamo aromático. En la tercera medida, había quinientos siclos de casia. Notemos que la segunda y la tercera especias forman, juntas, quinientos siclos. Así, tenemos cuatro especias en tres medidas de quinientos siclos (Ex 30:23-24).
El número cuatro representa a la criatura, y el número tres representa al Dios Triuno: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. El número tres mezclado con el cuatro revelan que la naturaleza divina se mezcló con la naturaleza humana, en la persona del Señor Jesús, y el resultado de Su obra es el Espíritu todo inclusivo. Por eso el aceite sagrado de la unción, hoyes el Espíritu todo inclusivo. En Él está el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. La primera y la tercera medida de quinientos siclos apuntan al Padre y al Espíritu Santo. La segunda medida, que fue partida en dos mitades, representa al Hijo, que fue partido por nosotros al ser crucificado por nuestros pecados.
En el Nuevo Testamento, también hay ministros ungidos por Dios. La diferencia es que no somos ungidos con aceite, sino con el Espíritu. Cuando creímos en el Señor con el corazón e invocamos Su nombre, el Espíritu todo inclusivo entró en nosotros y nos dio la vida divina. Por medio de Su Espíritu y de Su vida, Él nos hace competentes para ser ministros de un nuevo pacto (2 Co 3:6). Además, la unción que recibimos no es sólo exterior (Hch 1:
, sino principalmente interior (1 Jn 2:20,27). Ella nos guía a hacer la voluntad de Dios, no sólo en las reuniones de la iglesia, sino en todas las necesidades de la obra del Señor y también en nuestro diario vivir.
Punto clave: El aceite de la unción hoyes el Espíritu todo inclusivo.
Mi punto clave:
Pregunta: ¿Cómo podemos afirmar que hoy somos ungidos y cuál es el proceso para ello?
MARTES
Lectura bíblica: Ex 26:31-33; Mr 15:38; Jn 14:23; 1 Co 15:45
Leer con oración:
"Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo, por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne" (He 10:19-20).
EL CAMINO NUEVO Y VIVO
Nuestro Dios es único, pero en Su obra Él trabaja como el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. A partir del momento en que creímos y recibimos al Señor, podemos relacionamos con Dios como el Padre, porque tenemos al Espíritu todo inclusivo en nuestro espíritu. Por tanto, el Padre mora en nosotros Jn 14:23). Cuando clamamos al Padre, en las reuniones de la iglesia o en nuestras oraciones individuales, Él está accesible, pues mora en nuestro espíritu. ¡Aleluya!
Igualmente, la obra del Hijo es maravillosa. Cuando estudiamos sobre el tabernáculo, la habitación de Dios en el Antiguo Testamento, vimos varios aspectos de su edificación, con un importante significado espiritual para nosotros, los ministros del nuevo pacto.
En el interior del tabernáculo estaba el templo, que se dividía en dos partes: el Lugar Santo y el Lugar Santísimo. La división entre esos dos recintos era hecha por un velo bordado con figuras de querubines, que estaba fija sobre cuatro columnas (Ex 26:31-33). Si no existiera el velo, habría tres entradas entre las cuatro columnas del templo: la primera entrada, corresponde al Padre, la segunda al Hijo y la tercera, al Espíritu Santo.
Por causa del velo las entradas estaban cerradas. Esto muestra que el acceso a la gloria de Dios en el Lugar Santísimo estaba prohibido en el periodo del Antiguo Testamento, por causa del pecado del hombre, pues sería fulminado frente a la santidad y al fulgor de la presencia divina. Únicamente una vez al año, el sumo sacerdote podía entrar al Lugar
Santísimo, pasando por el velo, siempre y cuando hubiera satisfecho una serie de exigencias. Esto fue lo determinado por Dios en aquella época.
Cuando el Señor Jesús murió en la cruz, el velo del templo se rasgó en dos partes, de arriba abajo (Mr 15:38). De esa manera, fue abierta la segunda entrada, indicando que por la muerte de Jesús, por la obra del Hijo, Él nos proveyó una libre entrada a la gloria de Dios. ¡Aleluya!
En la cruz, el Señor Jesús fue partido por nosotros. En Su muerte, por el derramamiento de Su sangre preciosa, Él no sólo nos salvó de nuestros pecados, sino también nos abrió
un camino nuevo y vivo hacia la presencia de Dios mismo (He 10:20). Esto sucedió porque Jesús satisfizo las justas exigencias de Dios. Al haber sido aprobado, Él resucitó y se hizo el Espíritu vivifican te (1 Co 15:45). Hoy, por tener el Espíritu morando en nuestro espíritu, podemos disfrutar de la entrada libre a la gloria de Dios. ¡Aleluya!
Al solucionar el problema del pecado y abrimos un camino nuevo y vivo, el Señor Jesús mostró que Dios desea nuestra presencia todos los días. Por eso volvamos nuestro corazón con sinceridad al Señor, en comunión cara a cara con Él, invocando profundamente Su nombre. ¡Oh Señor Jesús!
Punto clave: Tenemos libre entrada a la gloria de Dios.
Mi punto clave:
Pregunta: ¿Cómo el Señor nos proveyó esta libre entrada?
Explique detalladamente.
MIERCOLES
Lectura bíblica: Ex 25:21-22; He 9:3-4, 7; Ap 5:8
Leer con oración:
“Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro" (He 4:16).
SIN SEPARACIÓN ENTRE EL LUGAR SANTO Y SANTÍSIMO
En el Antiguo Testamento, sólo el sumo sacerdote entraba en el Lugar Santísimo una vez al año, para hacer expiación por sus pecados y por los del pueblo (He 9:7). El procedimiento para obtener el perdón era rígido, pues el sumo sacerdote necesitaba entrar a la presencia de Dios, y para eso tenía que cumplir varios requisitos.
El Lugar Santísimo era un lugar muy especial, muy santo y glorioso, pues era la habitación de Dios mismo. Allí había varios elementos, como el Arca del pacto, sobre la cual estaban esculpidos dos querubines, y el propiciatorio, que era la tapa del arca. El arca representa a Dios mismo; los querubines, la gloria de Dios; y el propiciatorio era el lugar en donde Dios y el hombre, representado por el sumo sacerdote, se encontraban cara a cara (Ex 25:21-22).
En el Lugar Santo estaba el altar del incienso, de donde el sumo sacerdote sacaba fuego para ponerlo en el incensario, antes de entrar al Lugar Santísimo. Al levantar el velo, llevaba el incensario de modo que el humo del incienso cubriera el propiciatorio y él mismo no fuera inmediatamente fulminado por la gloria divina. Envuelto por el humo, el sumo sacerdote no era visto por los querubines, los guardianes de la santidad de Dios. Así, su vida era preservada en aquel lugar lleno de la gloria de Dios.
Él también llevaba la sangre de un novillo, que rociaba sobre el propiciatorio para obtener el perdón de sus pecados; después rociaba la sangre de un buey, como ofrenda por los pecados del pueblo.
En el Nuevo Testamento, la sangre de Cristo ya fue derramada por nosotros. Si el Señor Jesús no hubiera muerto por nosotros en la cruz, derramando Su sangre y habiendo rasgado partido el velo, no tendríamos ningún camino hacia la presencia de Dios. Esto es muy significativo y muchas veces no nos damos cuenta. La manera como estos hechos ocurrieron no fue sencilla y cada vez que tratamos este asunto, debemos percibir su profundidad.
Hay un camino abierto que nos lleva, directamente al Padre. Hoy, el propiciatorio es el trono de la gracia, al cual podemos acercamos confiadamente, porque el problema de los pecados ya fue solucionado (He 4:16). Por causa de la sangre del Señor, fuimos justificados, podemos entrar en el Lugar Santísimo y tener comunión cara a cara con Dios. ¡Aleluya!
Además, el velo que separaba el Lugar Santo del Lugar Santísimo ya fue rasgado, de modo que ambos lugares se volvieron uno solo. No existe más separación. En la descripción de Hebreos, el altar del incienso, que representa las oraciones, ya no pertenece al Lugar Santo, sino al Lugar Santísimo (9:3-4). Por consiguiente, nuestras oraciones pueden tener una gran eficacia. Necesitamos aprender a orar en el espíritu, de manera que Cristo sea añadido a nuestras oraciones como el suave aroma del incienso ofrecido a Dios (Ap 5:
.
Punto clave: Acercarnos al trono de la gracia constantemente.
Mi punto clave:
Pregunta: ¿Por qué hoy, cuando entramos al Lugar Santísimo, no corremos más el riesgo de ser rechazados por Dios?
JUEVES
Lectura bíblica: Mt 6:33; 24: 14; Ro 8:26-27; Ap 11: 1-2
Leer con oración:
"Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra" (Mt 6:9-10).
LA PRIORIDAD DE LA ORACIÓN
Somos guardados por el poder de Dios cuando estamos en oración, porque al orar, estamos en Su templo (Ap 11: 1-2). Hoy el templo de Dios es nuestro espíritu, en donde debemos permanecer, a fin de ser guardados por Dios en nuestro diario vivir. Si tenemos un vivir de oración, Cristo será añadido a nosotros.
Por otra parte, a medida que buscamos la oración, percibimos que no sabemos orar como conviene (Ro 8:26). Por causa de nuestra debilidad, al orar, hablamos con Dios de manera general, superficial e incluso distante. Esto en el caso de que no le presentemos una lista de peticiones relacionadas con nuestros propios intereses. Es importante que le presentemos nuestras necesidades al Señor, pero nuestras oraciones no se limitan a eso.
De manera práctica, podemos comenzar a orar invocando profundamente el nombre del Señor. En nuestro. interior, reconocemos que realmente no sabemos orar. Pedimos al Señor que nos revele la mente del Espíritu, pues Él escudriña los corazones y nos ayuda a orar conforme a la voluntad de Dios (v. 27). En realidad, es el Espíritu quien ora en nuestro lugar e intercede por nosotros. Así, nuestras necesidades no estarán en primer lugar en las oraciones. Podemos y debemos orar por ellas, pero debemos buscar, en primer lugar, el reino de Dios y Su justicia (Mt 6:33).
Al orar, permitamos que el Espíritu interceda por nosotros y ore en nuestro lugar. La oración no debe ser influenciada por el afán o por nuestros propios pensamientos. El Señor ya nos dijo que no anduviéramos afanosos, pues, si Él cuida incluso de las aves y las flores, que ni siquiera tienen la capacidad de orar, mucho más cuidará de nosotros. De hecho, Él es nuestro Dios.
Buscar la justicia de Dios no es sólo dejar el pecado, sino vivir conforme a Su determinación, Su propósito. Actualmente, la necesidad de Dios es la predicación del evangelio del reino en todo el mundo, pues la venida del Señor está cerca (Mt 24:14). Debemos tener la carga de orar por eso activamente, anhelando la justicia de Dios, que vendrá por la manifestación del reino del Señor Jesús.
Aunque nuestras oraciones aún no sean tan adecuadas, lo importante es que tengamos la carga de dar prioridad a la voluntad del Señor. Así, el Espíritu ciertamente conducirá nuestras oraciones y Cristo será añadido a nosotros. Si oramos de esta manera, poniendo en primer lugar los intereses de Dios, al final de la oración ya no seremos los mismos, pues tendremos más de Cristo y Él será constituido en nuestra persona. En consecuencia, seremos más útiles al Señor, cooperando para el cumplimiento de Su voluntad. "¡Venga Tu reino! ¡Hágase Tu voluntad!" ¡Amén!
Punto clave: Orar con carga por la predicación del evangelio.
Mi punto clave:
Pregunta: ¿De qué manera podemos buscar la justicia de Dios?
VIERNES
Lectura bíblica: Jn 1:1,14; 14:1-4; 16-18,28; 17:24
Leer con oración:
"La revelación de Jesucristo, que Dios le dio, para manifestar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto; y la declaró enviándola por medio de su ángel a su siervo Juan" (Ap 1:1).
LA REVELACIÓN CONCEDIDA AL APÓSTOL JUAN
Si efectivamente deseamos cooperar con el Señor, ciertamente nos revelará Su propósito. Esto fue lo que sucedió con el apóstol Pablo, a quien Dios le reveló Su economía neo testamentaria. El punto principal de esta revelación es la fe: el Dios Triuno, como el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, siendo dispensados hacia dentro del hombre tripartito.
Esta revelación también le fue concedida al apóstol Juan conforme a lo que él mismo testificó (Ap 1:1). En el primer capítulo del evangelio de Juan, vemos que Dios, como la Palabra, se hizo carne en la persona del Señor Jesús (1:1, 14). Para cumplir Su plan, Dios mismo se encarnó y vivió en la tierra por treinta y tres años y medio. En el Señor Jesús, el Dios invisible podía ser visto y oído, tocado y contactado. ¡Qué glorioso!
Sin embargo, como hombre, Jesús aún estaba limitado por el tiempo y el espacio. Las personas de otros lugares y de otras épocas, como nosotros, no tendrían la oportunidad de conocer a Dios. Asimismo, como hombre, Jesús no podía dispensar la vida divina a Sus discípulos. Por esa razón, era necesario que muriera en la cruz y resucitara, a fin de transfigurarse, haciéndose el Espíritu vivificante. ¡Qué bendición!
En Juan 14, al hablar sobre Su muerte, el Señor Jesús consoló a los discípulos con las siguientes palabras: "No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí. En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis. Y sabéis a dónde voy, y sabéis el camino" (vs. 1-4).
En esta porción, la ida del Señor se refiere a Su muerte. Por tanto, Su regreso fue la resurrección. No se trata de Su segunda venida, sino de Su regreso como el Espíritu, también mencionado como el Consolador y el Espíritu de realidad (vs. 16-18).
Como el Espíritu, el Señor estará para siempre con nosotros. Y no sólo eso, Él también nos preparó lugar junto al Padre. En Su muerte, el Señor Jesús fue al Padre y nos preparó lugar en Dios Jn 14:28; 17:24).
¡Qué gran gracia y misericordia! Nosotros, que antes éramos pecadores sin acceso a la gloria de Dios, fuimos perdonados y hoy podemos morar en Dios, nuestro Padre. Cada vez que ejercitamos nuestro espíritu para contactar al Espíritu de Dios experimentamos este hecho. ¡Gracias al Señor! Que en este día disfrutemos del amor de nuestro Padre, pues nuestro lugar, es estar hoy junto a Él.
Punto clave: El Señor estará para siempre con nosotros.
Mi punto clave:
Pregunta: ¿Cuál debe ser, de manera práctica, nuestra actitud para morar en el padre?
SABADO
Lectura bíblica: Is 53:11; Jn 1:51; 14:17; 1 Co 15:45
Leer con oración:
"Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí" Jn 14:6).
LA ENTRADA A LA VIDA DIVINA
Cristo es el camino nuevo y vivo que nos lleva a la presencia de Dios. Él es el camino, la verdad y la vida (Jn 14:6). Él es la escalera que une la tierra a los cielos (1:51). No se trata sólo de una verdad doctrinal, sino de un hecho que podemos experimentar, pues el Señor, como el Espíritu, nos trajo la realidad de encontrarnos con el Padre. ¡Cristo hace a Dios tan real para nosotros! Asimismo, Él también es el Espíritu de realidad (14: 17). ¡Todo lo que necesitamos está en el Espíritu!
Este Espíritu es todo inclusivo, pues hace posible que el Dios Triuno sea dispensado hacia dentro de nosotros. El Padre está en Él, el Hijo está en Él, el Espíritu Santo también está en Él. Cuando el Señor estaba en la tierra habló sobre eso con los discípulos, pero ellos no lo comprendieron en aquel momento. Juan oyó al Señor, pero sólo recibió la revelación de esas palabras muchos años después, en su madurez.
En el Evangelio de Juan encontramos la revelación del plan divino. Dios es eterno e inmutable, pero, en la persona del Señor Jesús, se sometió a un trabajoso proceso a fin de llegar a ser el Espíritu vivificante para dispensarse a nosotros (Is 53: 11; 1 Co 15:45). La encarnación del Señor, Su vivir humano, Su muerte, resurrección y transfiguración fueron etapas de ese maravilloso proceso para proveernos una entrada libre a la vida divina y a la naturaleza de. Dios. ¡Aleluya!
Ciertamente, en el periodo de los veinte años de exilio, Juan tuvo comunión con Dios en el espíritu, a tal punto de recibir la revelación acerca de Su propósito eterno. Mientras más comunión tenemos con Dios, más revelación tenemos de Su palabra y más reconocemos cuánto necesitamos del Espíritu. ¡Valoremos el Espíritu todo inclusivo que el Señor nos concedió ricamente!
Punto clave: La comunión con Dios nos trae revelación.
Mi punto clave:
Pregunta: ¿Usted podría, de manera resumida, describir el plan eterno de Dios?
DOMINGO
Lectura bíblica: 1 TI 1:3; 2: 13
Leer con oración:
"Pero la unción que vosotros recibisteis de él permanece en vosotros, y no tenéis necesidad de que nadie os enseñe; así como la unción misma os enseña todas las cosas, y es verdadera, y no es mentira, según ella os ha enseñado, permaneced en él" (1 Jn 2:27).
LA FINALIDAD DE LA UNCIÓN
Por medio del Espíritu, el Señor añadió la fe a nuestro espíritu. Esta fe objetiva necesita llegar a ser nuestra fe subjetiva. Esto significa que las palabras que oímos del Señor necesitan ser practicadas en nuestro vivir. De lo contrario, nuestra relación con la fe será sólo objetiva y no habrá un real cambio en nuestro vivir.
Como vimos, fuimos habilitados para ser ministros del nuevo pacto. Para desempeñar nuestra función, la fe necesita operar en nosotros con eficacia (1 Ts 1:3; 2: 13). El ministro del nuevo pacto debe transmitir el Espíritu vivificante a las personas, no un simple conocimiento bíblico. Existen muchas prácticas que nos ayudan en este sentido. Por ejemplo, al invocar el nombre del Señor, somos llevados al espíritu; al trabajar la Palabra, en oración, extraemos Espíritu y vida de ella. Llevar la fe, dispensando la vida de Dios a otros, es nuestro objetivo en las reuniones de la iglesia, en las oraciones y en el apacentamiento a los hermanos.
El Señor nos capacitó para eso, pues el Espíritu ya está en nuestro espíritu y tenemos entrada libre al Lugar Santísimo. Además, la unción nos enseña todas las cosas. Fuimos
ungidos por Dios y podemos ser enviados adonde el Señor desee, a fin de que hagamos Su voluntad y cooperemos con Su propósito. No tengamos temor de ser enviados, porque en la oración somos guardados por el poder de Dios en toda situación. ¡Aleluya!
Punto clave: Transmitir el Espíritu vivificante a las personas.
Mi punto clave:
Pregunta:¿Cuál debe ser nuestro principal objetivo en las reuniones de la iglesia?
Lectura de apoyo:
"Levítico - comunión, servicio y vivir" - cap. 17 – DongYu Lan.