¿QUE ES LA MENTE?
¿Qué es exactamente la mente de la que habla el Nuevo Testamento? Podemos verla desde tres ángulos diferentes. Los seres humanos tenemos el cerebro, que se relaciona con el aspecto fisiológico. También tenemos la mente, que está en la esfera psicológica, y además tenemos la intuición, que habla del aspecto espiritual. Lo que está relacionado con el aspecto físico se circunscribe al cerebro; lo que se relaciona con el aspecto intelectual, se ubica en la mente. Sin embargo, no me atrevo a decir que la mente sea exactamente equivalente a los pensamientos, aunque éstos constituyen en su mayor parte la mente. Nuestro espíritu recibe el sentir de Dios por medio de la intuición. En ese momento, nuestra alma por medio de la mente nos hace sensibles a la intuición. Aunque conocemos la voluntad de Dios por medio de la intuición, ésta carece de raciocinio y de orden. Por lo tanto, necesitamos la mente para expresar lo que la intuición conoce.
Seamos más exactos. El hombre tiene tres facultades por medio de las cuales obtiene información. (1) El cerebro, que es parte del cuerpo; (2) la intuición, que es parte del espíritu; (3) la mente o nous, que es parte del alma. Sin embargo, la mente también es controlada por la intuición. Sabemos que cuando el cerebro es expuesto en una cirugía, no vemos más que una masa gris y blanca. Este es el cerebro. ¿Qué podemos decir de la intuición? A veces sentimos que la tenemos, otras veces no. Por momentos sentimos que algo nos insta a actuar y otras veces algo nos detiene. Esta es la intuición. Nuestra mente está entre nuestro cerebro y nuestra intuición. La mente expresa lo que la intuición quiere decir y permite que el cerebro piense y exprese ideas. Independientemente de cuán fuerte sea la intuición de un creyente, y cuán bueno sea su cerebro, si tiene algún problema con su mente, vivirá sin ningún principio. Aun en sus predicaciones, no podrá expresar lo que lleva dentro. Vivirá todo el día neciamente, lo cual es fruto de una mente no renovada.
LA MENTE DE LOS PECADORES
Quisiera mencionar la mente de los pecadores. Romanos 1:28 dice que Dios los entregó a una mente reprobada; Efesios 4:17 dice que tienen una mente vana. Colosenses 2:18 dice que tiene una mente carnal. En 2 Timoteo 3:8 dice que tienen un entendimiento corrupto. Tito 1:15 dice que tiene una mente contaminada. Esta es la condición de la mente de un pecador. Desde que usted fue salvo, salió de esa condición. Trate de recordar cuán lejos estaba de Dios antes de ser salvo. ¿Cuál es la condición de la mente de un pecador ante Dios? Supongamos que tenemos delante de nosotros al peor pecador, el cual no sabe nada de nada. Cuando usted le hable de Dios, él tendrá muchos argumentos. Alegará que usted está equivocado en algo; dirá obstinadamente que Dios no existe. Esta persona sacará a relucir muchos argumentos refutando la existencia de Dios. Esto se debe a que su corazón está entenebrecido. Su mente también está entenebrecida y muerta. Además, su espíritu también está muerto. El no tiene manera alguna de conocer a Dios y desconoce por completo la verdad de Dios. Sin embargo, tiene muchos argumentos porque su mente es reprobada, corrupta, contaminada y llena de vanidad. Tal es la condición de una persona necia. Por otro lado, si usted habla acerca de Dios con aquellos que son sabios y filósofos, es posible que ellos entiendan y sean versados en muchas cosas, pero no conocen a Dios. Ellos puede también tener muchas razones lógicas con las cuales argumentar. Tanto los sabios como los necios se oponen a Dios. A pesar de que estas dos clases de personas difieren en su intelecto y son opuestas en muchas cosas, tienen la misma mente y el mismo sentir en cuanto a negar la existencia de Dios. La única razón por la cual niegan la existencia de Dios es que su mente está entenebrecida y su espíritu está muerto. Debido a que su mente está entenebrecida, ellos no pueden ver la luz de Dios. Sus pensamientos están desviados y no tienen ningún rumbo. Por lo tanto, Dios dice que los ojos de los incrédulos han sido cegados por el dios de este siglo. Sus corazones están entenebrecidos, de manera que la luz del evangelio no puede brillar sobre ellos. Aunque ellos conocen la filosofía, no saben nada de Dios. Quizás conozcan alguna enseñanza bíblica según la letra, pero no pueden profundizar en el significado de la misma ni pueden conocer a Dios de una manera definida.
LA MENTE Y LA SALVACION
¿Qué significa ser salvo? Significa conocer a Dios. “Y ésta es la vida eterna: que te conozcan a Ti, el único Dios verdadero y a quien has enviado, Jesucristo” (Jn. 17:3). La vida eterna es la facultad de conocer a Dios. ¿Qué significa ser salvo? No es la habilidad de hablar de ciertas doctrinas, sino de conocer a Dios. Si invitamos a la persona más culta del mundo a hablar con un recién convertido, la persona educada puede presentar muchísimos argumentos en contra de la existencia de Dios. El creyente no podrá rebatirle los argumentos, pero podrá decir: “Yo sé que tengo vida eterna y que soy salvo”. Esta es la gran diferencia entre los dos. La mente de la persona que no es salva está velada y no tiene luz. Una vez que la persona es salva, su mente recibe luz, y sólo entonces puede conocer a Dios. Cuando las personas escuchan por primera vez la predicación del evangelio con poder, sus ojos son abiertos y se dan cuenta de que son pecadores y que Jesucristo es el Salvador. Pese a que ellos todavía no entienden completamente con su mente, tienen cierto conocimiento y pueden decir: “Yo sé que he recibido una gran luz, sé que soy pecador y que Jesucristo es mi Salvador; sé que soy salvo”. Este conocimiento lo obtiene la mente.
Todo lo que Dios quiere darnos por medio de la intuición se transmite al cerebro por medio de la mente. Una vez que Dios actúa en la intuición de una persona espiritual que vive delante de El, la mente inmediatamente detecta esa acción, de tal manera que el cerebro puede entenderla. Después de ser salvos, conocemos a Dios. Estas tres partes: la intuición, la mente y el cerebro, se conectan y trabajan simultáneamente. Hablamos de ellos por separado sólo para analizarlos. Continua…
Tomado de: La renovación de la mente W. Nee