La mente no renovada en relación con Dios
Nuestra vida cristiana no es necesariamente la misma con respecto a Dios. En el caso de un creyente cuya mente no ha sido renovada, podemos ver las siguientes características con respecto a Dios: no puede confiar en Dios, no puede conocerlo de la misma manera que conoce al Señor Jesús como su Salvador, y tiene muchas dudas. Duda del poder, la sabiduría y la bondad de Dios. Estos tres aspectos constituyen su actitud hacia Dios: duda del poder de Dios, pues piensa que Dios no puede; duda de Su sabiduría, ya que le parece que Dios está equivocado; y duda de la bondad y el amor de Dios, puesto que se imagina que El no quiere amarnos.
Además, dicha persona no entiende las Escrituras, ni las enseñanzas de Dios, debido a que su mente está confusa y no puede ser iluminada por Dios. Es verdad que este individuo fue iluminado en el momento de su conversión; pero si su mente se hubiese mantenido abierta a Dios cada día, su condición no sería tan pobre ni se dedicaría a criticar. Si todos nosotros abrimos nuestra mente, recibiremos mucha iluminación, pero si no somos más que mensajeros que pasan a otros lo que han recibido sin recibir nada directamente de Dios, nuestra mente estará equivocada. Si dependemos de otros para recibir lo que ellos han recibido y luego transmitimos lo poco que recibimos, no seremos muy útiles. No digo que no necesitemos recibir ayuda de los demás, sino que si no recibimos algo directamente de Dios, algo debe de estar mal en nuestra mente. A mí me agrada recibir ayuda de los demás. Mientras que la persona que esté hablando haya recibido la iluminación de Dios en su mente, podrá iluminar la mente de los demás y ayudarlos. Precisamente por eso digo que cada uno de nosotros necesita recibir algo de Dios en su propia mente.
Una persona cuya mente no ha sido renovada, no podrá conocer la voluntad de Dios. Es posible que razone con lógica, pero no podrá conocer la voluntad de Dios en su mente. Es necesario conocer la voluntad de Dios de la misma manera que se conoce a Cristo como Hijo de Dios y que se reconoce la salvación el mismo día de la conversión de uno. Conocer la voluntad de Dios debe ser una experiencia directa. Con respecto al conocimiento de la voluntad de Dios, es posible que en muchas ocasiones solamente sepamos que cierto asunto es la voluntad de Dios, y no podamos explicarlo. Esto es como poner a un campesino recién convertido para que debata con un inconverso intelectual. Podrían debatir por dos o tres horas y posiblemente el campesino no pueda formular ningún argumento razonable limitándose sólo a decir que él sabe que es salvo. Esto es similar al conocimiento de la voluntad de Dios.
Muchas personas hoy no conocen la voluntad de Dios, debido a que no tienen el órgano con el que se conoce la voluntad de Dios. Hoy es domingo, que puede considerarse el día más activo para las estaciones de radio de todo el mundo. Las principales denominaciones de los países occidentales tienen programas radiales que transmiten sus mensajes. Estas ondas radiales llevan el sonido muy lejos, pero nosotros no las podemos detectar si no tenemos un radio. De la misma manera, la voluntad de Dios debería ser obvia; pero si uno carece del órgano indicado, no puede reconocerla. Debería ser tan fácil para nosotros reconocer su voluntad como distinguir entre el trigo y la cizaña. ¿Por qué no conoce una persona la voluntad de Dios? Porque no tiene el órgano receptor, es decir, no tiene una mente renovada. En el momento en que fuimos salvos, nuestra mente llegó a ser una mente nueva, y recibimos la revelación de Dios. Pero al poco tiempo, perdió esa novedad.
¿Qué podemos decir de nuestros pensamientos? Estos se han corrompido. Después de ser salvos pensamos que como creyentes debemos tener un corazón bueno. Pensamos que si albergamos odio en nuestro corazón, si pecamos o si cometemos fornicación, ofendemos a Dios. Sabemos que debemos evitar que nuestros motivos sean inapropiados. Sin embargo, olvidamos que nuestros pensamientos también deben ser rectos. ¿Son nuestras intenciones, nuestras palabras y nuestros pensamientos iguales a los que teníamos antes de ser salvos? No hablaré de los motivos ni de las intenciones del corazón; sólo quisiera examinar la condición de nuestra mente después de ser salvos. Es sorprendente ver que un hombre antes de ser salvo tiene una mente muy desorganizada y que después de ser salvo, su mente permanece igual. Su manera de hablar y sus pensamientos no han cambiado desde que fue salvo. Si no podemos vencer nuestros pensamientos fracasaremos en todo lo demás.
En una carta dirigida a la señorita Dora Yu, la señorita Barber escribió las siguientes palabras: “Si Satanás puede controlar nuestros pensamientos, puede controlar toda nuestra vida”. Este es un hecho. No piense que estas palabras fueron expresadas gratuitamente. Ella había tenido ya más de cincuenta años de experimentar a Dios profundamente, antes de escribir esas palabras. Hermanos, no piensen que si nuestros motivos son buenos, todo estará bien. A pesar de haber cambiado nuestra percepción con respecto a las personas y a las cosas, si nuestros pensamientos y nuestra percepción con respecto a los demás son los mismos que antes de ser salvos, estaremos todavía tomando decisiones de la misma manera que antes. Si no podemos vencer nuestros pensamientos, estaremos en las manos de Satanás y no podremos vencerlo. Continua… Tomado de: La renovación de la mente W. Nee