LOS DOS ASPECTOS DE LA VERDAD: EL SUBJET IVO Y EL OBJETIVO (1)
Jn. 3:16; 14:16; 15:4-5; 14:17; 6:47; 4:14; 1 Jn. 2:8; Fil. 1:20-21; 1 Co. 1:30; Col. 1:27
Con cierta frecuencia hemos tratado el tema de las verdades subjetivas y las verdades objetivas. En realidad, todas las verdades contenidas en el Nuevo Testamento se clasifican en estas dos categorías, y algo similar sucede con las verdades del Antiguo Testamento. A fin de que entendamos claramente este asunto, quisiera explicar primero el sentido que aquí le doy a las palabras objetivo y subjetivo. En el idioma chino, la palabra objetivo literalmente significa “desde el punto de vista del visitante” y la palabra subjetivo significa “desde el punto de vista del anfitrión”. Así pues, ser objetivos es simplemente ver las cosas desde la posición de visitante o desde afuera; mientras que ser subjetivos es observar las cosas desde la posición de anfitrión o desde adentro. Ver las cosas desde afuera es ser objetivos, y observar las cosas desde adentro, es ser subjetivos. Todo lo que ocurre en los demás, es algo objetivo; y todo lo que ocurre en mí, es algo subjetivo. Todas aquellas verdades que no están en mí, es decir, que aún no he experimentado, son verdades objetivas; mientras que todas aquellas verdades que están dentro de mí, es decir, que experimento subjetivamente, son verdades subjetivas. Todas las verdades que están fuera de mí, son verdades objetivas para mí; siguen siendo verdades, aun cuando están fuera de mí. Pero aquello que experimentamos en nuestro interior es subjetivo para nosotros, y también constituye una verdad. La Biblia le da la misma importancia a ambos aspectos de la verdad. Ahora quisiera darles algunos ejemplos.Juan 3:16 dice: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a Su Hijo unigénito...”. Y Juan 14:16 dice: “Y Yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador...”. Es lamentable que muchos de los que recitan Juan 3:16 con tanto ánimo, no puedan recitar Juan 14:16, pues, en realidad, estos dos versículos son igual de valiosos. En ellos vemos que Dios realiza dos “entregas”. Según Juan 3:16, Dios nos dio a Su Hijo, y de acuerdo con Juan 14:16, El nos dio el Espíritu Santo. Dios dio Su Hijo a los pecadores y dio el Espíritu Santo a aquellos que creen en Su Hijo. Dios dio Su Hijo al mundo para que éste fuera salvo por medio de El, y dio el Espíritu Santo a aquellos que creen en Su Hijo a fin de que ellos fuesen fortalecidos para vencer. Una cosa es dar el Hijo, y otra, dar el Espíritu Santo. Todo lo que fue realizado por el Hijo, es una verdad objetiva para nosotros; y todo cuanto es realizado en nosotros mediante la operación del Espíritu Santo, constituye una verdad subjetiva para nosotros, una verdad que experimentamos subjetivamente. Cuando el Señor fue crucificado en la cruz, nosotros fuimos crucificados juntamente con El; ésta es una realidad objetiva para nosotros. Si escudriñamos dentro de nosotros mismos procurando descubrir si en realidad hemos muerto, ciertamente no sentiremos haber muerto. Asimismo, si le predicamos el evangelio a un pecador, diciéndole que es un pecador y que Cristo murió por él, tal persona, ¿podrá percatarse de que ha muerto con Cristo? No hay nada que esté en Cristo que sea subjetivo para nosotros. Todo lo que está en Cristo es objetivo para nosotros, y todo lo que el Espíritu Santo realiza en nuestro ser es subjetivo para nosotros. El Espíritu Santo no opera sobre Sí mismo, sino que toda la obra del Espíritu Santo se realiza en nuestro interior. Lo que Cristo ha realizado está en El mismo, y lo que el Espíritu Santo realiza tiene lugar en nosotros. Siempre y cuando una obra haya sido realizada en Cristo, es objetiva para nosotros; y siempre que algo sea llevado a cabo por el Espíritu Santo, se trata de algo subjetivo para nosotros. Recordemos esto: lo que es objetivo para nosotros está en Cristo, y lo que experimentamos subjetivamente se realiza en nuestro interior.