LOS DOS ASPECTOS DE LA VERDAD: (6)
EL SUBJET IVO Y EL OBJETIVO
Jn. 3:16; 14:16; 15:4-5; 14:17; 6:47; 4:14; 1 Jn. 2:8; Fil. 1:20-21; 1 Co. 1:30; Col. 1:27
Sin embargo, si sólo nos fijamos en el aspecto objetivo de la verdad y no en su aspecto subjetivo, somos como pájaros que procuran volar con una sola ala. No debemos centrarnos en un aspecto y descuidar el otro. Efesios 2:6 declara que fuimos resucitados juntamente con Cristo Jesús. Por otro lado, Efesios 1:19-20 dice: “Y cuál la supereminente grandeza de Su poder para con nosotros los que creemos, según la operación del poder de Su fuerza, que hizo operar en Cristo, resucitándole de los muertos”. Si bien los creyentes efesios fueron resucitados juntamente con Cristo, el apóstol Pablo todavía deseaba que ellos conocieran la supereminente grandeza de Su poder. El versículo 19 menciona la grandeza de este poder, y el versículo 20 dice que dicho poder es el poder de la resurrección. En otras palabras, aun cuando ya hemos sido resucitados, todavía necesitamos conocer el poder de la resurrección. Uno no puede decir: “Mi mal genio ya ha sido crucificado, pero todavía puedo enojarme cuando quiera”. Objetivamente, nuestro mal genio ya ha sido crucificado; pero subjetivamente, todavía tenemos que hacerlo morir por medio del Espíritu. Por lo tanto, desde un punto de vista subjetivo, todavía necesitamos ser fortalecidos por el Espíritu para rechazar el mundo y obedecer la voluntad de Dios. Junto a la realidad del aspecto objetivo, aún necesitamos las experiencias subjetivas. Lo que sucede con algunas personas, y que es muy negativo, es que no creen en los hechos objetivos sino que sólo se esfuerzan por tener experiencias subjetivas; sin embargo, hay otros que sólo creen en los hechos objetivos, pero ignoran por completo toda experiencia subjetiva. Según la Biblia, si uno carece de fe, nunca podrá experimentar liberación espiritual; y si uno no obedece, tampoco experimentará liberación espiritual. La fe debe estar puesta en lo que Cristo ha realizado, mientras que la obediencia debe centrarse en aquello que el Espíritu ha de llevar a cabo. La fe debe estar orientada hacia la persona de Cristo, mientras que la obediencia debe centrarse en el Espíritu. Por tanto, es crucial creer y obedecer.
Filipenses 3:10 dice: “A fin de conocerle, y el poder de Su resurrección”. Pablo afirmó que él estimaba todas las cosas como pérdida con el fin de conocer el poder de la resurrección. No dijo que quería conocer la resurrección, pues cuando uno cree, ya ha sido resucitado. Pero en cuanto al aspecto subjetivo de esta realidad, Pablo aún necesitaba estimar todo como basura a fin de conocer el poder de Su resurrección. Entre las grandes verdades del Nuevo Testamento, la última en cumplirse fue la ascensión.
Algunas de las grandes verdades bíblicas son la encarnación, la crucifixión, la resurrección y la ascensión del Señor. Con respecto a la ascensión del Señor, no se imaginan cuánto tiempo pasé, poco después de haber sido salvo, considerando cuán bueno sería poder sentarme diariamente en los lugares celestiales teniendo mis pecados bajo mis pies. Yo era semejante a un avión que volaba por los cielos pero que no podía permanecer siempre allí. A menudo le suplicaba al Señor que un día yo pudiera estar sentado en los lugares celestials permanentemente, para así romper el ciclo de mis frecuentes ascensiones. Hasta que un día leí Efesios 2:6: “Y juntamente con El nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales en Cristo Jesús”. Entonces me di cuenta de que cuando los creyentes fueron resucitados juntamente con Cristo, también fueron sentados en los lugares celestials juntamente con El. Esto no sucedió por la diligencia de ellos ni por sus oraciones, sino porqueCristo le s llevó consigo a los lugares celestiales cuando El ascendió. Puesto que El ya está en los lugares celestiales, yo también estoy juntamente con El en los lugares celestiales. Sin embargo, aún tengo que permitir que el poder de la ascensión del Señor se manifieste en mí.
Por otro lado, Colosenses 3:1-3 dice: “Si, pues, fuisteis resucitados juntamente con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Fijad la mente en las cosas de arriba, no en las de la tierra. Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios”. Esto es algo que experimentamos subjetivamente. La ascensión significa que nuestra vida ha sido escondida con Cristo en Dios. Debido a que nosotros hemos muerto, resucitado y ascendido, debemos buscar las cosas de arriba y diariamente fijar nuestra mente en dichas cosas. Supongamos que un pecador escucha que el Señor Jesús ha muerto por él y deduce que, puesto que el Señor ya murió en su lugar, él puede continuar pecando. Todos sabemos que esto no es correcto. Ciertamente, la ascensión es nuestra posición; sin embargo, si continuamente fijamos nuestra mente en las cosas terrenales, dicha posición no nos servirá de nada. Si creemos en la ascensión de Cristo y, al mismo tiempo, continuamente fijamos nuestra mente en las cosas de arriba y no en las de la tierra, el hecho de que estamos en los lugares celestiales no sólo será una realidad objetiva, sino que también será nuestra experiencia subjetiva.