Aparte de la oración personal
Tercera. Aparte de la oración personal, ¿a qué otra clase de oración debemos atender de acuerdo a la Palabra de Dios? Debemos tener oración colectiva, que es la oración de la iglesia.
Cuando hablamos de la oración de la iglesia, no por eso dejamos de ocuparnos con la oración privada ni de creer en la importancia de la oración personal. Pero veamos que es una regla en el reino de Dios, que lo que una persona no puede hacer en ciertos aspectos, debe ser hecho con la mutua ayuda de la comunidad. Sobre todo en el campo de la oración, es necesaria la ayuda mutua. Todos los que siguen al Señor de cerca, ven con frecuencia la necesidad de orar unidos con otros creyentes. A veces sentimos lo inadecuado de nuestra propia oración.
Especialmente al orar por asuntos tan colosales como el reino de Dios, se requiere la fuerza de toda la iglesia. "Mi casa", dice el Señor, "casa de oración será llamada" (Mateo 21:13). A esta podemos añadir: "…la cual casa somos nosotros" (Hebreos 3:6).
"Otra vez os digo", declara el Señor, "que si dos de vosotros se pusieren de acuerdo en la tierra acerca de cualquiera cosa que pidieren, les será hecho por mi Padre que está en los cielos. Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos" (Mateo 18:19,20). Tanto los hechos como la experiencia nos dicen que la porción de Cristo es más grande cuando los creyentes se reúnen en el nombre del Señor, que en cada individuo, pues el Señor está en medio de la iglesia, mientras que no puede estar en medio de un individuo (no puede estar "en medio de" un individuo, porque el Señor está en el individuo. La porción de Cristo en medio de la iglesia es lo que no puede tener una persona individualmente).
Cuando verdaderamente nos reunimos en el Señor, qué amplitud de horizontes experimentamos al orar, qué mucho más fuertes nos sentimos para la batalla de la oración. Todavía más, en una reunión de oración a menudo recibimos la revelación de la mente de Dios por medio del Espíritu Santo, que nos hace sentir una urgencia y también nos da las palabras para orar. Sin duda que son muchas las cosas que podemos decir sobre la oración de la iglesia, pero quizá sea suficiente decir sólo una palabra importante: que la oración de la iglesia nunca puede substituir a la oración privada, aunque también hay que considerar que la oración personal siempre abarcará menos que la oración de la iglesia y nunca tendrá su alcance.
Cuarta. En la obra de la oración, ¿cuáles son los aspectos que necesitan más atención? Hay unos pocos aspectos a los cuales hemos de poner especial atención, y entre ellos están los siguientes:
(1). Tengamos comunión con el Señor en todas las cosas. Debemos poner todas las cosas de nuestra vida ante el Señor, pues en la vida cristiana no hay nada común ni insignificante.
Tener comunión con el Señor en todas las cosas debe ser nuestro hábito natural y diario (véase Filipenses 4:6).
(2). Pidamos y sigamos pidiendo, pues el Señor se goza en que le pidamos. El es rico y dadivoso y por eso quiere que los hombres le pidan. "Si a alguno de vosotros tiene falta…, pida a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada. Pero pida con fe, no dudando nada" (Santiago 1:5,6). "No tenéis lo que deseáis, porque no pedís. Pedís, y no recibís, porque pedís mal" (Santiago 4:2,3). El pedir incluye la confianza y el deseo. Si el motivo de nuestra petición es puro, no hay nada mejor.
(3). Meditemos e intercedamos. Nos presentamos ante el Señor para orar por otros. Verdaderamente esto es colaborar con el Señor en su función de sumo sacerdote, pues El intercede incesantemente por su pueblo en sus necesidades (Hebreos 7:25; Colosenses 4:12).
(4). Oremos sin cesar. Al hablar de orar importunamente necesitamos, ante todo, rechazar el concepto equivocado que nos dice que nuestro Dios no está dispuesto a contestar las oraciones. El orar insistentemente significa solamente que, después de haber visto con claridad lo que Dios necesita, seguimos orando. ¿Por qué el Señor no contesta inmediatamente? ¿Por qué se prolongan los días de su silencio? Aquí hay, por lo menos dos
razones: (a) que Dios necesita una reacción completa de su pueblo en lo que se refiere a las cosas que a El le importan y en las que tiene gran interés; y (b) que algunas veces la oración
constante es necesaria por causa de cierta clase de necesidad: porque por las fortalezas que Satanás ha levantado, hace falta oración más intensa para destruirlas (veamos Mateo 7:7,8; Marcos 9:28,29).
(5). Oración ejecutiva. Como estamos unidos al Señor que se sienta en el trono (pues es Señor de todo), podemos orar en su nombre que es sobre todo nombre (Filipenses 2:9).
(6). Oración combativa. Por medio de la oración presentamos la victoria de la cruz aplicándola a todas las cosas. La táctica de la oración está tomada de la victoria del Señor (véase Efesios 6:10-20).
(7). La oración de fe. En determinadas circunstancias el Espíritu Santo nos imparte la seguridad interior que nos hace conocer la voluntad de Dios. Entonces veremos que nuestras oraciones son instantáneamente concedidas (véase Hechos 9:40).
(
. Urgencia de oración. Esta oración es como el dolor y la congoja de un nacimiento espiritual, que consiste en participar de los sufrimientos de Cristo, con el corazón del Padre y con los gemidos indecibles del Espíritu Santo, hasta el día de gloria (veamos Gálatas 4:19).
W. Nee