LA PARABOLA DE LOS TALENTOS
La segunda parábola de Mateo veinticinco, la parábola de los talentos, refleja el mismo principio. Todos son esclavos; sin embargo, a algunos de ellos no se les permite participar de la manifestación del reino de los cielos. Leamos a partir del versículo 22: “Acercándose también el que había recibido dos talentos, dijo: Señor, dos talentos me entregaste; mira, otros dos talentos he ganado. Su señor le dijo: Bien, esclavo bueno y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor. Pero acercándose también el que había recibido un talento, dijo: Señor, te conocía que eres hombre duro, que siegas donde no sembraste y recoges donde no aventaste; por lo cual tuve miedo, y fui y escondí tu talento en la tierra; mira, aquí tienes lo que es tuyo. Respondiendo su señor, le dijo: Esclavo malo y perezoso, sabías que siego donde no sembré, y que recojo donde no aventé. Por tanto, debías haber entregado mi dinero a los banqueros, y al venir yo, hubiera recobrado lo que es mío con los intereses. Quitadle, pues, el talento, y dadlo al que tiene diez talentos. Porque a todo el que tiene, le será dado, y tendrá en abundancia; pero al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado. Y al esclavo inútil echadle en las tinieblas de afuera; allí será el llanto y el crujir de dientes”. Los esclavos fieles fueron invitados a entrar en el gozo del Señor; pero el esclavo perezoso fue reprendido por el Señor y echado en las tinieblas de afuera, donde llorará y crujirá los dientes. El esclavo perezoso fue castigado a fin de ser perfeccionado y madurar en vida.
UNA SERIA ADVERTENCIA
El reino de los cielos es el gobierno celestial, el régimen celestial, del Señor Jesús. Después de haber sido regenerados, debemos estar sujetos a Su gobierno. Si nos sometemos a Su gobierno, seremos victoriosos; estaremos en la realidad del reino de los cielos y participaremos en su manifestación, donde reinaremos con el Señor. Pero si somos cristianos derrotados, cuando el Señor Jesús regrese sufriremos pérdida y seremos castigados para que maduremos. Cuando el Señor regrese, seremos recompensados o disciplinados conforme a la medida de nuestro ejercicio en el reino. Si nuestra práctica ha sido apropiada y estamos en la realidad del reino de los cielos, el Señor nos recompensará permitiéndonos participar de la manifestación del reino. Pero si no estamos en la realidad del reino de los cielos, el Señor nos someterá a cierto tipo de disciplina o castigo cuando se manifieste el reino de los cielos. Esto no significa que pereceremos, sino que sufriremos pérdida a fin de madurar.
Somos los hijos del Señor, somos Su mies y Su labranza (1 Co. 3:9). Por ser Su mies, debemos llegar a la madurez, ya sea en esta era o en la siguiente. Si no estamos dispuestos a madurar en esta era, cuando el Señor Jesús regrese nos disciplinará y seremos obligados a madurar en la siguiente era. Por una parte, tenemos la seguridad de que somos salvos eternamente, pues una vez hemos sido salvos, lo somos eternamente. Pero por otra, se nos hace una grave advertencia. Hoy, el Señor nos da el reino de los cielos como un ejercicio en el cual somos puestos a prueba. Cuando El regrese, ha de otorgarnos el reino de los cielos como recompensa, siempre y cuando nos hayamos ejercitado apropiadamente en dicha práctica. De otro modo, nos someterá a cierto castigo que nos permitirá pagar el precio necesario para madurar y ser perfeccionados. Que el Señor nos conceda Su gracia hoy. Continua…
W. Lee
¡Jesús es el Señor!