ALIMENTO DIARIO SEMANA 3 – LUNES Y MARTES

ALIMENTO DIARIO SEMANA 3 – LUNES Y MARTES
El Ministerio que Seguimos y Practicamos
Semana 3 – Jesucristo es ungido (Mt 3:16-17).
Lunes -- Lectura Bíblica -- (Gn 2:15-17; 3:1-7, 22-24; Mt 3:1-6, 13-17).
Leer con oración:
“Porque somos sepultados juntamente con Él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucito de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva” (Ro 6:4).
LA NECESIDAD DEL BAUTISMO
¡Alabado sea el Señor por el bautismo! Antes estábamos usurpados por Satanás, Quién usaba el mundo de la idolatría, el pecado y el mundo del sustento, para aprisionarnos. Después de creer en el Señor, vimos que necesitamos ser bautizados, pues por medio del bautismo sepultamos todas las cosas relacionadas con la usurpación que nos tenía hecha Satanás.
Esa usurpación comenzó en el Edén. La serpiente, que era más astuta que todos los animales del campo que Dios había creado, se aprovechó de la ausencia de Adán y con un hablar seductor y persuasivo, despertó la emoción de Eva y la condujo al árbol de la ciencia del bien y del mal; de esta manera, la indujo a comer de su fruto. Eva tomó de su fruto y comió; y dio también a su marido, el cual comió así como ella (Gn 3:1,4-6).
El hombre creado por Dios fue hecho con un alma que posee tres partes: mente, emoción y voluntad. Si Adán hubiera puesto la mente en el espíritu, su conciencia habria subyugado la emoción, y él habría decidido en su voluntad no comer del árbol de la ciencia. No obstante, el hombre comió del fruto prohibido. En aquel momento, su espíritu quedó amortecido y su comunión con Dios fue interrumpida. De este modo, nació la vida del alma, una vida independiente de Dios.
Adán y Eva fueron expulsados del huerto de Edén para que no tuvieran más acceso al árbol de la vida. Conforme al registro del libro de Génesis, Adán vivió novecientos treinta años, y finalmente murió. Él no tuvo una muerte instantánea, pero por causa de su desobediencia, el pecado y la muerte pasaron a todos los hombres (Ro 5:12).
La semana anterior vimos que Dios envió a su Hijo para solucionar este problema. Pero antes de que Jesús comenzara Su ministerio, vino Juan el Bautista para preparar Su camino, conduciendo a las personas al arrepentimiento y bautizándolas en agua (Mt 3:2-6). Por lo tanto, el bautismo implica hacer morir la naturaleza terrenal, a fin de vivir conforme a la voluntad de Dios. Esto indica que aquel que se arrepiente está dispuesto a no vivir más por su vida del alma, sino por la voluntad de Dios.
El Señor Jesús se dirigió al Jordán para que Juan lo bautizara (v. 13). Entonces, “después que fue bautizado, subió luego del agua; y he aquí los cielos fueron abiertos y vio al Espíritu de Dios que descendía como paloma, y venía sobre Él” (16). Después de Su bautismo, el Señor fue ungido por el Espíritu de Dios. Todo aquel que es ungido recibe una comisión especial de Dios. El Señor Jesús fue ungido para dar inicio al Ministerio del Nuevo Testamento.
Busquemos llenarnos del Espíritu a fin de cumplir el propósito del Señor y no caer en el engaño del enemigo.
Punto clave: Llenarse del Espíritu para hacer la voluntad de Dios.
Mi punto clave:
Pregunta: ¿Por qué necesitamos ser bautizados?
ALIMENTO DIARIO SEMANA 3 - MARTES
El Ministerio que Seguimos y Practicamos
Semana 3 – Jesucristo es ungido (Mt 3:16-17).
Martes -- Lectura Bíblica -- (Gn 2:16-17; 3:17-24; Nm 20:7-13; Dt 3:23-29).
Leer con oración:
“Hijitos míos, estas cosas os escribo para no que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo. Y Él es la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo” (1 Jn 2:1-2)
LA CONSECUENCIA DEL ERROR DE ADÁN Y DEL ERROR DE MOISÉS
Dios le había dicho claramente al hombre que no comiera del árbol de la ciencia del bien y del mal (Gn 2:16b-17). Tras la desobediencia del hombre a Dios al comer del fruto de este árbol, el Señor tuvo que juzgarlo y expulsarlo del huerto del Edén, pues no podía dejar de lado la ofensa de Adán y permitir que éste comiera del árbol de la vida en esa condición (3:22-24).
En el huerto del Edén, los árboles producían alimento espontáneamente. Antes, el hombre tenía alegría, paz y seguridad, porque contaba con la presencia de Dios. Al desobedecer la orden de Dios, la naturaleza del pecado entró en el hombre, y Adán tuvo que sufrir las consecuencias de su acción. Por haber actuado sin depender de Dios, Adán ahora tenía que labrar la tierra para obtener el sustento (vs. 17-19). Además de eso, tuvo que sufrir el mayor daño como consecuencia de su acción: perder la presencia del Señor.
Ciertamente, Adán quedó triste, pero Dios no podía ir en contra de Sí mismo. Adán no podía ser introducido nuevamente en el huerto, pues había sido corrompido por la naturaleza del pecado. Cuando Dios determina algo, Él no puede ir en contra de Su palabra.
También podemos ver esto en la historia de Moisés. Él fue un gran líder usado por Dios para libertar al pueblo de Israel de la usurpación del mundo del sustento, representado por Egipto. Además del mundo del pecado y de la idolatría, Satanás también usa el mundo del sustento para usurpar al hombre de Dios. Moisés fue levantado para poner fin al cautiverio del pueblo de Dios, conduciéndolo en la travesía del mar Rojo (Ex 14:21-22). Esto representa nuestro bautismo, por medio del cual somos liberados de todo lo que nos separa de Dios.
Moisés fue usado por Dios para conducir al pueblo por el desierto. Esta no fue una tarea fácil. Muchas veces él intercedió a favor del pueblo de dura cerviz. Aunque fue considerado el hombre más manso de la tierra, hubo una ocasión en la que Moisés falló. Cierta vez, él debía Santificar el nombre del Señor, hablándole a la peña para que le diera agua al pueblo para beber, pero él no lo hizo como Dios le había determinado, pues al ser provocado por la Impaciencia de los israelitas, airó e hirió la peña dos veces. Por este motivo, Dios lo reprendió (Nm 20:7-13). Como resultado, a Moisés se le impidió entrar en la buena tierra de Canaán, incluso después de haberle insistido con muchos ruegos al Señor (Dt 3:25-26).
Alabado sea el Señor porque estamos en la era del Nuevo Testamento y podemos arrepentirnos, recibir perdón de Dios y ser restaurados para acercarnos a Su presencia (He 4:16; 1 Jn 1:1-2).
Punto clave: ¡Podemos ser restaurados a la presencia de Dios!
Mi punto clave:
Pregunta: ¿Cuál fue la consecuencia del error de Adán y de Moisés?