LA EDIFICACIÓN DEL CUERPO DE CRISTO
Andar En Amor
Semana 7 - El Ministerio De Juan Y La Venida Del Señor
Lunes
Leer con oración:
Jn 15:12; 21:22; Ap 6:1-2, 4-5, 8
“Hermanos, no os escribo mandamiento nuevo, sino el mandamiento antiguo que habéis tenido desde el principio; este mandamiento antiguo es la palabra que habéis oído desde el principio. Sin embargo, os escribo un mandamiento nuevo, que es verdadero en él y en vosotros, porque las tinieblas van pasando, y la luz verdadera ya alumbra” (1 Jn 2:7-
. “Si sabéis estas cosas, bienaventurados seréis si las hiciereis.”(Jn 13:17)
El Nuevo Mandamiento Es Practicar La Palabra
La renuncia del papa al comienzo de este año, pruebas nucleares en Corea del Norte y la caída de un meteorito en Rusia generaron zozobra e indicaron que tanto el mundo religioso, como el mundo político y físico están sufriendo modificaciones significativas. Debemos hacer una lectura espiritual de estos hechos y percibir que la venida del Señor es inminente. Podemos incluso decir que esas cosas están ocurriendo porque la predicación del evangelio del reino avanzó.
En Apocalipsis, vemos que la predicación del evangelio, representada por la salida del caballo blanco, es la señal que sigue a la apertura del primer sello, y es seguida por la guerra, el hambre y la muerte, representadas consecutivamente por los caballos bermejo, negro y amarillo como resultado de la apertura del segundo, tercer y cuarto sellos (Ap 6:1-2, 4-5,
. Por tanto, la predicación del evangelio del reino es el factor que desencadena los demás factores. El fin de los tiempos se acerca porque el evangelio del reino está siendo predicado en toda la tierra habitada (Mt 24:14). Frente a esto, somos más alentados a participar de esta obra y a no ser simples espectadores.
En Juan 21:22, el Señor Jesús nos muestra que el ministerio de Juan permanecerá hasta Su venida. Aunque recibió la revelación de las cosas que van a suceder, en sus epístolas el apóstol Juan no enfatizó las verdades doctrinales, que era la comisión de Pablo, sino que enfatizó la vida y el tener la realidad de esas verdades en nuestro vivir, pues su meta era conducirnos a practicar aquello que ya hemos oído desde el principio (1 Jn 2:7). En Segunda de Juan 5-6 también escribió: “Ahora te ruego, señora, no como escribiéndote un nuevo mandamiento, sino el que hemos tenido desde el principio, que nos amemos unos a otros. Y este es el amor, que andemos según sus mandamientos. Este es el mandamiento: que andéis en amor, como vosotros habéis oído desde el principio”.
Estos versículos de arriba indican que la meta de Juan no radicaba en disertar nuevas enseñanzas, pues la novedad presentada por su ministerio se centraba en la práctica de esas verdades. Así, cuando practicamos el mandamiento, éste se vuelve nuevo para nosotros. Por tanto, cuando el mandamiento se hace real en nuestro vivir, la verdadera luz que está en nosotros brilla y disipa las tinieblas (1 Jn 2:
. ¡Aleluya!
El encargo de Juan era recordarnos las palabras que el Señor ya había hablado, a fin de que las practiquemos (Jn 15:12). Siguiendo esta línea de pensamiento, el apóstol Pedro dijo lo siguiente: “Por esto, yo no dejaré de recordaros siempre estas cosas, aunque vosotros las sepáis, y estéis confirmados en la verdad presente” (2 P 1:12). Cuando practicamos aquello que ya hemos recibido, las palabras del Señor se vuelven nuevas para nosotros.
Punto Clave:
Practicar las verdades para cooperar con la venida del Señor.
Pregunta:
¿Cuál es el resultado de practicar las enseñanzas que recibimos desde el principio?
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Semana 7 - El Ministerio De Juan Y La Venida Del Señor
Martes
Leer con oración:
1 Jn 1:1-3; Ap 1:10a, 12a
“Yo estaba en el Espíritu en el día del Señor, y oí detrás de mí una gran voz como de trompeta (…).Y me volví para ver la voz que hablaba conmigo; y vuelto, vi (…).”(Ap 1:10, 12a)
Oír, Volverse, Ver Y Practicar
El ministerio de Juan abarca los evangelios, las epístolas y toda la Biblia, pues será usado por el Señor para terminar esta era. Esto revela la importancia que Dios le da a este último ministerio, el cual tiene como propósito prepararnos para el fin de los tiempos. Pero ¿Le damos la misma importancia que el Señor le da? Necesitamos valorar y darle importancia a las palabras proferidas por Juan. Aunque tratan sobre enseñanzas sencillas, éstas son profundas y nos ayudan a percibir lo que el Señor espera de nosotros con respecto a Su venida. Por eso el ministerio de Juan es importante no solamente para nosotros los cristianos, sino para toda la tierra, pues involucra las cosas que van a suceder en todo el mundo.
Por la misericordia de Dios, hemos sido injertados en el mismo encargo que el Señor le encomendó a Juan. Por eso, cuando oímos Su palabra en el espíritu, no permanecemos siendo los mismos, sino que nos arrepentimos, y nuestra condición cambia. Esta fue la experiencia que tuvo Juan, al recibir la revelación para escribir el libro de Apocalipsis: “Yo estaba en el Espíritu en el día del Señor, y oí detrás de mí una gran voz como de trompeta (…).Y me volví para ver la voz que hablaba conmigo; y vuelto, vi (…)” (Ap 1:10, 12a).
Juan oyó la voz del Señor, se volvió y vio quien hablaba con él. Tras oír al Señor, él cambió de dirección, obedeciendo a Su palabra. De igual forma, hoy el Señor nos está hablando, y también debemos volvernos para verlo. En otras palabras, oír al Señor nos lleva al arrepentimiento, y a obedecerlo, practicando Sus enseñanzas. Cuando esto ocurre, no es posible que sigamos siendo los mismos (1 Jn 1:1-3).
El Señor nos concedió la revelación con respecto al ministerio ulterior de Juan para que podamos seguirlo y practicarlo. Valoremos este ministerio y practiquemos lo que ya hemos recibido, para participar activamente de la venida del Señor. ¡Aleluya!
Punto Clave:
Oír la palabra del Señor en el espíritu y arrepentirnos para recibir Su dirección.
Pregunta:
¿Por qué podemos decir que Dios le da suma importancia al ministerio de Juan?
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Miércoles
Leer con oración:
1 Jn 1:3-4; Ap 1:1, 3, 9
“Yo Juan, vuestro hermano, y copartícipe vuestro en la tribulación, en el reino y en la paciencia de Jesucristo, estaba en la isla llamada Patmos, por causa de la palabra de Dios y el testimonio de Jesucristo.”(Ap 1:9)
Testificar La Palabra Junto Con Los Compañeros
Dios desea conceder a todos Sus siervos la revelación de Jesucristo. Él quiere mostrarnos lo que está en Su corazón. Sin embargo, para ello, Él necesita que estemos preparados, aptos para recibir la revelación. Juan fue un vaso preparado por Dios, pues aprendió a estar en el espíritu y a negarse a sí mismo. De esa manera, él pudo obtener la revelación de Jesucristo y transmitirla a los demás siervos de Dios (Ap 1:1).
Muchos hijos de Dios aún no conocen el evangelio del reino, y nuestro testimonio es importante para que ellos también obtengan la revelación. El apóstol Juan transmitió la revelación que recibió, al dar testimonio de Jesús, conforme a lo que leemos: “Yo Juan, vuestro hermano, y copartícipe vuestro en la tribulación, en el reino y en la paciencia de Jesucristo, estaba en la isla llamada Patmos, por causa de la palabra de Dios y el testimonio de Jesucristo” (Ap 1:9). Recibir la revelación no significa acumular el conocimiento de la Palabra, pues Dios requiere que la practiquemos, a fin de dar un testimonio que corresponde a la palabra que recibimos. El encargo principal del ministerio de Juan es que la palabra de Dios llegue a ser un testimonio vivo, es decir, que vivamos la Palabra.
Además,si guardamos la Palabra, somos bienaventurados: “Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía, y guardan las cosas en ella escritas; porque el tiempo está cerca” (v. 3). Por tanto, no basta leer y oír la palabra del Señor; también necesitamos guardarla, es decir, practicarla.
Practicar la Palabra nos lleva a ser hermanos y compañeros los unos de los otros, en la tribulación, en el reino y en la paciencia. Juan era así; se presentaba ante los hermanos como coparticipe, un compañero. Como cualquier otro hermano, Juan pasaba por sufrimientos y también necesitaba ser apacentado por sus hermanos y compañeros. Ser compañero es compadecerse de la situación de los hermanos, es decir, si un hermano sufre, nosotros también sufrimos. Cuando servimos al Señor, nosotros lo hacemos juntos y, cuando necesitamos ayuda, somos ayudados mutuamente. Hoy no servimos más a Dios aisladamente, sino que somos restringidos y bendecidos por la ayuda de unos y otros. Si pasamos juntos por la tribulación, obtendremos paciencia y en el futuro alcanzaremos nuestro destino: el reino. ¡Aleluya!
Punto Clave:
Dar testimonio y ser coparticipes en la tribulación, en el reino y en la paciencia.
Pregunta:
¿Qué debemos hacer cuando obtenemos la revelación?
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Jueves
Leer con oración:
Mt 28:19-20; Mr 16:15; 2 Jn 6-8
“Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado, y palparon nuestras manos tocante al Verbo de vida (…) lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros; y nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo” (1 Jn 1:1, 3). “Escribe en un libro lo que ves, y envíalo a las siete Iglesias.”(Ap 1:11)
Anunciar Lo Que Hemos Visto Y Oído
El Señor no desea que sólo un grupo específico de personas obtenga revelación. Por eso le ordenó a Juan que escribiera la revelación en un libro y la enviara a las iglesias (Ap 1:11), pues Su deseo es que la Palabra alcance a muchas personas.
Las palabras que hemos recibido no deben quedarse sólo entre nosotros, sino que deben ser transmitidas a los demás consiervos (1 Jn 1:3-4). Los libros espirituales que poseemos no deberían estar almacenados en un estante, sino que deben ser distribuidos a quienes los necesitan (vs. 1, 3). Siguiendo este principio, el Señor nos ha mostrado dos instrumentos de los cuales podemos echar mano para transmitir a otros la palabra revelada: el colportaje y el BooKafé. De esa manera, los libros no se quedarán guardados; en lugar de ello, estarán en las manos de las personas, para que oigan la voz del Señor y conozcan la revelación que Él desea darles.
Juan obtuvo la revelación de Jesucristo, y esto produjo en él una reacción. En Apocalipsis 22:20, él escribió: “El que da testimonio de estas cosas dice: Ciertamente vengo en breve. Amén; sí, ven, Señor Jesús”. Frente a esta palabra revelada, ¿cuál ha sido nuestra reacción? ¿Somos aquellos que, pese a decir “amén”, aún esperan pasivamente la venida del Señor, o nos levantamos para cooperar activamente con Su voluntad? En el caso de Juan, incluso siendo un anciano, él se levantó para predicar el evangelio del reino. Nosotros también debemos reaccionar y participar activamente en la predicación del evangelio del reino.
Juan fue enviado por Dios a servir a la iglesia en Éfeso. En aquella época, la situación de la iglesia no era sencilla, pues habían dejado el primer amor. Pese a ello, puesto que el apóstol tenía en el corazón el anhelo por la venida del Señor y por Su reino, fue a servir a la iglesia en aquella ciudad. En su servicio, Juan no se preocupó de corregir a los hermanos o discutir con ellos, sino en ministrarles Espíritu y vida. Como resultado, ellos comenzaron a practicar lo que ya habían recibido de parte del apóstol Pablo. De la misma forma, cuando somos enviados por el Señor a otros lugares, debemos preocuparnos sólo de ministrar Espíritu y vida.
Existen tres aspectos en nuestra comisión. En primer lugar, cuando somos comisionados, el Señor nos envía en Su nombre, y salimos por causa del Nombre, como lo describe Juan en la siguiente porción: “(Los hermanos) los cuales han dado ante la iglesia testimonio de tu amor; y harás bien en encaminarlos como es digno de su servicio a Dios, para que continúen su viaje. Porque ellos salieron por amor del nombre de Él, sin aceptar nada de los gentiles. Nosotros, pues, debemos acoger a tales personas, para que cooperemos con la verdad” (3 Jn 6-
.
En segundo lugar, al ser comisionados, nos volvemos mensajeros de las iglesias y de la gloria de Cristo, de acuerdo con Segunda de Corintios 8:23: “En cuanto a Tito, es mi compañero y colaborador para con vosotros; y en cuanto a nuestros hermanos, son mensajeros de las iglesias, y gloria de Cristo”. Esto indica que el ministerio del Espíritu y la vida producen mensajeros de las iglesias, que son la gloria de Cristo.
En tercer lugar, al ser enviados, tenemos el privilegio de exponer nuestra vida por el nombre del Señor, según Hechos 15:25-26: “Nos ha parecido bien, habiendo llegado a un acuerdo, elegir varones y enviarlos a vosotros con nuestros amados Bernabé y Pablo, hombres que han expuesto su vida por el nombre de nuestro Señor Jesucristo”. Somos enviados por amor al Señor y por amor a los hermanos. ¡No permanezcamos pasivos, sino aprovechemos las oportunidades para ser enviados del Señor, por amor a Su nombre!
Punto Clave:
Ser enviado en el nombre del Señor.
Pregunta:
¿Cuál fue la reacción de Juan delante de la revelación que recibió? Y ¿Cuál ha sido nuestra reacción?
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Viernes
Leer con oración:
Ro 14:1; Ef 6:17-18;1 Jn 1:1-2
“En esto hemos conocido el amor, en que él puso su vida por nosotros; también nosotros debemos poner nuestras vidas por los hermanos (…). Hijitos míos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad.”(1 Jn 3:16, 18)
Amar De Hecho Y En Verdad
Por medio del ministerio de Juan, muchas cosas que antes permanecían en el aspecto doctrinal se volvieron realidad en las iglesias. De hecho, en su madurez, Juan condujo a los hermanos a practicar todo aquello que Pablo les había transmitido en el pasado.
Al leer la Biblia, percibimos que existe una correlación entre la Epístola a los Efesios y los escritos de Juan. Al inicio de su evangelio, él revela claramente que la Palabra es vida, y no letra muerta. Dios es la Palabra, y la Palabra es luz para los hombres. Por ejemplo, si tenemos conocimiento bíblico y guardamos la Palabra sólo en nuestra mente, podemos engañarnos con respecto a nosotros mismos, pensando que el simple conocimiento de estas informaciones nos hace mejores que los demás. Pero, si vivimos la Palabra, si ésta se vuelve vida para nosotros, seremos iluminados; frente a la luz divina, nos arrepentiremos y así, tendremos la aprobación de Dios.
De hecho, la comisión que Dios le dio a Juan fue que la Palabra llegara a ser concreta y real en la vida de los hermanos a quienes él ayudó (1 Jn 1:1-2). Para que la Palabra sea tan real en nosotros, al punto de que las personas la toquen, necesitamos tener un vivir en el cual buscamos la realidad de la Palabra. En este vivir, jamás deberíamos usar una doctrina, ni siquiera una práctica, para juzgar y condenar a los demás. El vivir de la iglesia es una esfera en la cual ejercitamos el espíritu, buscamos la realidad en nuestro vivir y el resultado de eso es la expresión práctica del amor de Dios para con todos Sus hijos.
En el libro de Efesios, Pablo igualmente habló sobre andar en amor (5:1-2). En su primera epístola, Juan definió que Dios es amor (4:
. Además de eso, él nos mostró la práctica de ese amor: “Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso. Pues el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto?” (v. 20). De igual modo, dice: “Hijitos míos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad” (3:18).
Antes declarábamos el amor a los hermanos, pero muchas veces dejamos de recibir a aquellos que tenían – y aún tienen – prácticas diferentes a las nuestras. En cambio hoy, el Señor nos ha llevado a quebrar todas las barreras, recibiendo a los hijos de Dios, es decir, amándolos de hecho y no sólo de palabra. Cuando practicamos el colportaje y contactamos a las personas en el BooKafé, estamos expresando el amor de Dios de una manera práctica, y no teórica. Por eso utilicemos estas herramientas para recibir a todos los que Cristo recibió, sin hacer acepción de personas.
Punto Clave:
Ejercitar el espíritu, tener realidad en nuestro vivir y amar a las personas.
Pregunta:
¿Cuál es la diferencia entre buscar el conocimiento bíblico y tener una realidad en nuestro vivir?
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Sábado
Leer con oración:
1 Co 8:1b; Ef 4:15-16; 5:8; 1 Jn 1:5-7
“Pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado” (1 Jn 1:7). “Habiendo purificado vuestras almas por la obediencia a la verdad, mediante el Espíritu, para el amor fraternal no fingido, amaos unos a otros entrañablemente, de corazón puro; siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre.”(1 P 1:22-23)
La Práctica De Andar En La Luz Y En Amor
Pablo le recomendó a los efesios que anduvieran como hijos de luz (Ef 5:
. Juan, por su parte, enseña que Dios es luz (1 Jn 1:5) y muestra la práctica de andar en la luz: “Si decimos que tenemos comunión con él, y andamos en tinieblas, mentimos, y no practicamos la verdad; pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado” (vs. 6-7). Consecuentemente, la práctica que testifica que Dios es luz y tener comunión con Él se refiere a tener comunión los unos con los otros. Por lo tanto, andar en la luz es algo muy práctico y nos lleva a tener comunión de verdad con los hermanos en Cristo.
Además, esa comunión en la vida divina produce el amor entre los hermanos. Pedro, en su madurez, también transmitió la revelación de que si tenemos la vida de Dios, expresamos el amor. Esto es lo que leemos en Primera de Pedro 1:22-23: “Habiendo purificado vuestras almas por la obediencia a la verdad, mediante el Espíritu, para el amor fraternal no fingido, amaos unos a otros entrañablemente, de corazón puro; siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre”. Para Pedro, la palabra de Dios no es letra muerta, sino viva, semejante a una simiente. Esta fue la semilla que recibimos en la regeneración y por eso, hoy la vida de Dios está creciendo en nosotros. El resultado de este crecimiento es un amor entrañable, no fingido, entre los hermanos. En Segunda de Pedro 1:5-7 también vemos el amor (ágape) como la expresión máxima de este crecimiento. Puesto que el fin de todas las cosas está cerca, debemos ser sobrios y velar en las oraciones y tener un amor intenso los unos por los otros, porque el amor cubre multitud de pecados (1 P 4:7-
.
Cuando amamos a los hermanos, la vida de Dios opera en nosotros, y comenzamos a preocuparnos por ellos. Efesios 4 habla sobre el perfeccionamiento de los santos, pero eso sólo es posible cuando existe amor, porque la edificación del Cuerpo de Cristo se da en amor (v. 16). El conocimiento envanece, pero el amor edifica (1 Co 8:1a). Si amamos a los hermanos, dejamos de tener como centro nuestros intereses particulares, y el propósito de Dios pasa a ser el centro. Ya que el propósito de Dios es alcanzar a las personas con el evangelio del reino, salimos a predicar el evangelio del reino. Esta es la expresión práctica de que estamos andando en amor.
Punto Clave:
Tener comunión los unos con los otros.
Pregunta:
¿Qué significa, en la práctica, andar en la luz y andar en amor?
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Domingo
Leer con oración:
Ap 1:5b-6
“Con vuestra paciencia ganaréis vuestras almas” (Lc 21:19). “Porque os es necesaria la paciencia, para que habiendo hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa. Porque aún un poquito, y el que ha de venir vendrá, y no tardará.”(He 10:36-37)
Paciencia Y Aliento Para El Reino
En muchas ocasiones, Juan aprendió lecciones por observar los errores de los otros discípulos. Al observar lo que ocurría a su alrededor, él extrajo lecciones de vida para sí mismo. Tras la muerte de los principales apóstoles, él pasó por dificultades, como la prisión en la isla de Patmos. Sin embargo, no vemos registros de murmuraciones por parte de Juan frente a los sufrimientos, más bien podemos concluir que él aprovechó la oportunidad para ejercitar el espíritu y negar la vida del alma. En este contexto, Juan fue perfeccionado por el Señor y llegó a ser apto para recibir la revelación y ser útil al propósito de Dios. En su madurez, él fue muy usado por Dios, de una manera que no lo había sido antes, pues él había sido transformado por el crecimiento de la vida. Dios le concedió un ministerio importantísimo, que concluye la Biblia y completa la revelación divina.
De igual modo, nosotros también necesitamos ser perfeccionados a fin de llegar a ser útiles a Dios. Para ser preparados, es fundamental ejercitar el espíritu por medio de invocar el nombre del Señor y negar la vida del alma. Un día, recogeremos los frutos del trabajar de Dios.
Otra cosa que aprendimos de Juan es la necesidad de tener paciencia o perseverancia. Es común que, en momentos de tribulación, nuestra mente se encuentre sobrecargada de preocupaciones y no logremos ver el amor del Señor. Como resultado, nos desanimamos. Pero, cuando estamos en el espíritu, oímos la voz de Dios y tenemos la certeza de que Él nos ama y que no nos ha desamparado (Ap 1:5b-6). Juan percibió que no estaba solo en la isla de Patmos y por estar en el espíritu, no se desanimó. Incluso en medio de situaciones adversas, debemos perseverar para alcanzar el reino de los cielos (He 10:36-37).
Igualmente, si estamos en el espíritu, perseveraremos, pues nos daremos cuenta de una manera clara que el Señor está usando todas las cosas para prepararnos para Su reino. Avancemos juntos, alentándonos los unos a los otros a nunca desistir.
Punto Clave:
Permanecer en el espíritu y perseverar.
Pregunta:
¿Cómo debemos reaccionar en medio de las tribulaciones?
¡Jesus es el Señor!