NUESTRA ACTITUD PARA CON LAS VERDADES

NUESTRA ACTITUD PARA CON LAS VERDADES
EXTRAER VIDA DE LAS VERDADES
El amarrará su pollino a la vid (Gen 49:8-12)
Semana 15
MARTES
Lectura Bíblica: (2 Co 32:6; He 2:5; 1 Jn 2:7)
Leer con oración:
“Y Pablo permaneció dos años enteros en una casa alquilada, y recibía a todos los que a él venían, predicando el reino de Dios y enseñando acerca del Señor Jesucristo, abiertamente y sin impedimento” (Hch 28:30-31).
NUESTRA VISION Y COMISIÓN
Pablo recibió muchas revelaciones del Señor y necesitaba registrarlas, pero por causa de sus viajes y por esta siempre muy atareado predicando el evangelio, cuidando a los hermanos y a las iglesias, Las epístolas que mas se enfocan en la economía divina aún no han sido escritas. Por eso, el Señor en Su providencia, permitió que Pablo fuera encarcelado después de su tercer viaje. De ese modo, él pudo completar la revelación de la Palabra, dejando por escrito las visiones y revelaciones que recibió. Todo eso fue registrado en letras, para que pasaran a las siguientes generaciones. Es así como hoy tenemos en las manos las 14 epístolas de Pablo, las cuales son para nosotros un tesoro inestimable.
Debe haber equilibrio entre conocer las verdades de la Palabra y experimentarlas en el espíritu, para que fortalezcan nuestra fe subjetiva y lleguen a ser parte de nuestro vivir. Por medio de Pablo, el Señor nos concedió mucha revelación a través de sus epístolas. Sin embargo, aquellos que recibieron esas revelaciones no las practicaron y, como consecuencia, la degradación entró en el vivir de las iglesias.
Después de la muerte de Pablo y los demás apóstoles, el Señor guardó al apóstol Juan como aquel que “remendaría las redes”, es decir, para tratar con la degradación de las iglesias.
Remendar no es desechar lo que se rompió y comenzar todo de nuevo, sino corregir sólo lo que se estropeó. Juan hizo eso, Sus escritos no tienen nuevas revelaciones, sino que vino a reforzar lo que y así condujo a los santos al espíritu. Por eso dice en 1 de Juan 2:7: “Hermanos no os escribo mandamiento nuevo, sino el mandamiento antiguo que habéis tenido desde el principio; este mandamiento antiguo es la palabra que habéis oído desde el principio”.
El señor ya había concedido muchas revelaciones por medio de Pablo; Juan sólo condujo a los hermanos al espíritu, alejándolos de la letra muerta, como el mismo Pablo había instruido a los corintios (2 co 3:6). Igualmente hoy, cuando leemos las epístolas de Pablo, debemos tener otra actitud: orar leer para que la Palabra nos sea revelada en el espíritu y llegue a ser nuestra experiencia para doder vivir y practicarla.
Las verdades no cambian,. Continuamos usándolas para alimentarnos, pero debemos ver cual es nuestra actitud: No se trata de volvernos conocedores objetivos de la Palabra, sino que debemos tomarla como nuestro alimento, y ellas nos llenaran de vida. Para ello, necesitamos tomarla en el espíritu y no sólo en la mente. Cuando leemos la Palabra con espíritu, la letra se transforma en vida, y esa vida nos trae el amor de Dios. Mientras más crece la vida, más crece el amor de Dios en nosotros y conocemos cual es nuestra visión y comisión.
Nuestra visión es que Dios nos creo para reinar en el mundo venidero (He 2:5). Él no vá a entregarlo a los angeles, como lo hizo con el primer mundo, sino que determinó, incluso antes de la creación del universo, que el hombre reinaría en el mundo venidero. Lamentablemente, no siempre vivimos como alguien que tiene esa visión. Fuimos creados para ser reyes y estamos siendo preparados para ser reyes, pero parece que no estamos muy convencidos de eso. El vivir de la iglesia es el lugar para preparar a esos reyes. Por otra parte, tenemos una comisión: predicar el evangelio del reino a todas las naciones para que venga el fin (Mt 24:14). Esta es la tarea que nos fue entregada.
Tenemos tantos libros que hablan sobre el evangelio del reino, pero ¿Cómo podemos tener encargos por esos libros si ni siquiera los leemos? Debemos conocer el contenido de esta literatura, porque todos ellos son muy importantes para poder cumplir nuestra comisión. Ésta no se limita a que sólo a que cada uno se empeñe en reinar con el Señor aquel día, sino que también consiste en llevar este evangelio del reino a todos los hijos de Dios que están a nuestro alcance.
Punto clave: Estamos siendo preparados para ser reyes.
Mi punto clave:
Pregunta: ¿Qué ha hecho para participar de la predicación del evangelio del reino?
¡Jesús es el señor!
Miércoles
Leer con oración:
Gn 2:7; Jn 4:24; He 2:5

“¿Qué es el hombre, para que te acuerdes de él, o el hijo del hombre, para que le visites? Le hiciste un poco menor que los ángeles, le coronaste de gloria y de honra, y le pusiste sobre las obras de tus manos” (He 2:6-7). “Ciertamente espíritu hay en el hombre, y el soplo del Omnipotente le hace que entienda”(Job 32:
la característica especial del ser humano
Hebreos 2:5-8 revela que Dios no sujetó a los ángeles el mundo venidero, porque Él ya les dio la oportunidad en el mundo antiguo. A pesar de que ellos son seres espirituales, no fueron creados con un espíritu para poder recibir la vida de Dios. Por tanto, ellos tenían que administrar el mundo conforme a la capacidad que Dios les concedió. Cuando un arcángel, con mucha capacidad, administró bien el mundo antiguo, surgió el orgullo y lo dañó. Así éste llegó a ser el adversario de Dios, Satanás.
Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y el siguiente paso fue el hecho más importante del universo hasta ese entonces: Dios sopló en su nariz el aliento de vida, algo que procedió del mismo Dios. Si sencillamente hubiera dicho: “Sea el hombre”, como lo hizo con el resto de la creación, el hombre no sería nada diferente de todo lo demás. Sin embargo, con la unión de algo ya existente, un cuerpo hecho del polvo de la tierra, con el soplo que salió de Dios, el aliento de vida, el hombre pasó a ser un ser viviente (Gn 2:7).
Por tener ese aliento de vida soplado por Dios, el hombre es el único ser que fue creado con algo que salió del mismo Dios. Ese aliento de vida llegó a ser el espíritu del hombre. Los ángeles son espirituales, pero no tienen el soplo de Dios. Nosotros tenemos un espíritu que llegó a la existencia por el soplo de Dios. Por eso, cualquier ser humano tiene algo divino dentro de su ser, que es el soplo de Dios, el espíritu humano.
Lo que le falta al ser humano ahora es recibir a Dios mismo, que es Espíritu (Jn 4:24), dentro de su espíritu humano. Únicamente el hombre tiene esa capacidad. Se le puede predicar el evangelio a un perro, y no va a ocurrir nada; pero, si le predicamos al hombre, Dios tiene la oportunidad de entrar en su espíritu. Basta invocar: “¡Oh Señor Jesús!”, y algo muy maravilloso, muy milagroso, ocurre dentro de él: es salvo, porque tiene un espíritu creado por el soplo de Dios.
El ser humano fue creado para reinar, por eso Dios le entregó el mundo venidero (He 2:5). El versículo 6 dice: “Pero alguien testificó en cierto lugar, diciendo: ¿Qué es el hombre, para que te acuerdes de él, o el hijo del hombre, para que le visites?”. Al mirar la inmensidad del universo, vemos que la tierra no es nada, y el hombre sobre ella es mucho menos. No somos nada en el universo. Por eso el texto dice: “¿Qué es el hombre, para que te acuerdes de él, o el hijo del hombre, para que le visites?”.
El inicio del versículo 7 dice que Dios hizo al hombre un poco menor que los ángeles, es decir, en capacidad y habilidad. Podemos ser menos capaces, menos poderosos que los ángeles, pero tenemos algo que ellos no tienen, que fuimos creados para recibir a Dios. Por eso el versículo 7 continúa: “Le coronaste de gloria y de honra, y le pusiste sobre las obras de tus manos”. En Su presciencia, Dios ya vio que un día vamos a ser coronados de gloria y honra. La gloria es entrar en el reino de Dios y la honra es gobernar y reinar juntamente con Cristo.
Punto Clave:
Todo hombre tiene algo divino dentro de sí.
Pregunta:
¿Cuál es la importancia del espíritu humano?
 
Jueves
Leer con oración:
Gn 49:7-10

“Yo estaba en el Espíritu en el día del Señor, y oí detrás de mí una gran voz como de trompeta, que decía: (…). Escribe en un libro lo que ves, y envíalo a las siete iglesias” (Ap 1:10-11a). “Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía, y guardan las cosas en ella escritas; porque el tiempo está cerca”(Ap 1:3)
la importancia de los libros en la predicación del evangelio del reino
En su bendición profética, Jacob dijo: “Judá, te alabarán tus hermanos; tu mano en la cerviz de tus enemigos; los hijos de tu padre se inclinarán a ti” (Gn 49:. Judá prefigura a todos los creyentes del Nuevo Testamento en el aspecto de la realeza, así como Leví los prefigura en el aspecto del sacerdocio. Somos de la tribu de Judá, una tribu de reyes, de realeza. De esa tribu sólo salen reyes. En ella, todos reinarán.
Los versículos 9 al 10 dicen: “Cachorro de león, Judá; de la presa subiste, hijo mío. Se encorvó, se echó como león, así como león viejo: ¿quién lo despertará? No será quitado el cetro de Judá, ni el legislador de entre sus pies, hasta que venga Siloh; y a él se congregarán los pueblos”. Siloh, que quiere decir paz, prefigura al Señor Jesús. Él va a gobernar Su reino en paz. Nosotros Lo esperamos para tomar posesión del reino juntamente con Él. ¡Oh Señor Jesús! Pero que venga Siloh depende de nosotros. Podemos decir: “¡Maranata! ¡Ven, Señor Jesús!”, pero ¿Por qué Él no vuelve aún? Todos los cristianos en la tierra claman por Su venida. Si el Señor Jesús viniera más temprano, sufriríamos menos. El Señor quiere volver; pero, ¿cómo va a volver si los reyes aún no están preparados para reinar con Él? Por lo tanto, Él está esperándonos a nosotros.
No sólo nosotros, los que tenemos esta visión, necesitamos crecer a fin de reinar con Él, pues nuestra comisión es predicar este evangelio del reino a toda la tierra habitada, y ella debe ser cumplida, para llevar a muchos a crecer en vida para reinar con Cristo. Y un modo de cooperar con el crecimiento de los hijos de Dios es por medio del colportaje. Mediante los libros, la Palabra interpretada puede ser llevada a todos y puede alimentarlos con las verdades para que crezcan en la vida divina.
Otra herramienta para alcanzar a todos los perfiles de personas es el BooKafé. Quien entra allí no tiene la sensación de que está entrando en una reunión o culto de determinada iglesia. El BooKafé es un ambiente donde todos los hijos de Dios pueden ser alimentados espiritualmente. Por el hecho de estar abierto toda la semana, y muchas horas en el día, gran cantidad de personas pueden ser contactadas, evangelizadas y suplidas con libros que las ayudan a entender la palabra de Dios.
Por eso necesitamos tener encargo por los libros, pues por medio de ellos las personas llevan alimento espiritual para alimentarse. Debemos apresurarnos en la predicación del evangelio del reino, porque Dios tiene prisa. No podemos quedarnos parados; tenemos mucho trabajo que hacer. Los libros son como “envases” usados para transportar el alimento. ¡Por medio de ellos las palabras saludables que nos ayudan a crecer en la vida de Dios están alcanzando todos los continentes! ¡Gracias al Señor!
Sabemos que el Señor puede avanzar más rápido, pero eso depende de nuestra actitud. Que Él habrá nuestros ojos espirituales a fin de ver Su voluntad eterna. Así, obtendremos el encargo de leer los libros que nos ayudan a prepararnos para la venida del Señor y también presentarlos a las personas, con el propósito de que el evangelio del reino alcance a toda la tierra y más hijos de Dios estén listos para reinar con Cristo. ¡Jesús es el Señor!
Punto Clave:
El Señor tiene prisa por volver.
Pregunta:
¿Qué actitud tiene usted con relación a los libros espirituales?

 
Viernes
Leer con oración:
Gn 49:9; Mt 20:25-30; Ro 5:17

“He aquí que para justicia reinará un rey, y príncipes presidirán en juicio. Y será aquel varón como escondedero contra el viento, y como refugio contra el turbión; como arroyos de aguas en tierra de sequedad, como sombra de gran peñasco en tierra calurosa”(Is 32:1-2)
reinar en vida
Reinar se refiere a la autoridad que viene por la vida. romanos 5:17 dice: “Pues si por la transgresión de uno solo reinó la muerte, mucho más reinarán en vida por uno solo, Jesucristo, los que reciben la abundancia de la gracia y del don de la justicia”. Esta no es la autoridad de posición, de poderío e intimidación. La autoridad con la que vamos a reinar en aquel día depende de cómo la usamos hoy. Si nunca obedecemos al Señor ni nos sometemos a los hermanos, ¿cómo vamos a ser reyes juntamente con Cristo en Su reino? Todos necesitamos aprender el principio espiritual que la autoridad de Dios viene por la cantidad de la vida divina que tenemos. Por tanto, hoy tenemos que aprender lecciones de sumisión y obediencia para que esa vida crezca y tengamos autoridad para reinar.
Veamos un ejemplo: Juan el Bautista fue comisionado por Dios para ser el precursor del Señor Jesús. Como hijo de sacerdotes, él tenía garantizada toda su sobrevivencia, tenía el oficio y la renta garantizados. Pero él abandonó todo eso y en vez de servir en el templo con vestiduras sacerdotales, fue al desierto, vestido con piel de camello y alimentándose de langostas y miel silvestre.
Al comienzo de su servicio a Dios, Juan el Bautista era sencillo, y no se preocupaba por la ropa, ni por la comida buena o el status; antes, sólo tenía un encargo que ardía en su interior: ser la voz que clama en el desierto: “Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado” (Mt 3:2). La voz que resonaba en el desierto, de un hombre de aspecto despreciable, con pelo de camello, sin grandes discursos culturales, lograba llevar a multitudes al arrepentimiento. Él predicaba con intrepidez, pues estaba lleno del Espíritu desde el vientre materno (Lc 1:15). ¡Esto muestra que quien hace la obra es el Espíritu! Dios necesita al hombre, pero sólo para ser un canal para que el Espíritu actúe.
Como precursor, Juan sabía que, cuando el Señor Jesús viniera, sería más poderoso que él (Mt 3:11). Por lo que afirmó, pensábamos que, después que Jesús fuera bautizado, Juan le pediría que Él lo bautizara y entonces, abandonaría todo para seguir al Señor, como lo hicieron Pedro, Juan y otros. Pero eso no ocurrió. Cuando el hombre tiene éxito en el servicio a Dios, en general pierde la sencillez y no logra dejar de lado lo que realizó.
Lo mismo sucede hoy con los hermanos responsables y líderes de las iglesias. Después de que la iglesia en una ciudad ya está estructurada, tiene un buen local de reuniones y un buen número de hermanos sirviendo, muchos pierden la humildad y consideran todo aquello como “su” obra, de la cual no se pueden despojar.
Por eso el Señor le enseñó a los discípulos que quien quisiera ser mayor, debía ser un siervo (Mt 20:25-28). Este es el patrón del reino de los cielos que el mismo Señor siguió. Nuestra comisión hoy es predicar el evangelio del reino, crecer en vida y ser reyes en aquel día.
Por tal motivo, no debemos confiar en nada que no sea Dios mismo. Aunque tenemos diferentes servicios, no confiamos en ellos. Aun continuamos dependiendo del Señor.
Los hermanos responsables y líderes deben aprender a no apoyarse en aquello que ya han alcanzado, sino ejercitar el espíritu y dejar que el Espíritu tenga plena libertad para hacer lo que quiere. Si queremos ser “reyecitos” hoy, aquí en la tierra, un día podemos descubrir que hemos hecho todo mal y seremos reprendidos por el Señor. Es mejor que hoy seamos siervos, que buscan el crecimiento en la vida de Dios, siguiendo el ministerio del Espíritu y la vida, para que en el futuro tengamos autoridad sobre las naciones.
Punto Clave:
Seguir al Señor para no perder la sencillez.
Pregunta:
¿De dónde procede la verdadera autoridad espiritual?
¡Jesús es el Señor!