AGUAS REFRESCANTES 22 de NOVIEMBRE
Ahora está turbada mi alma; ¿y qué diré? Juan 12:27.
Las oraciones de nuestro Señor siempre fueron ora¬ciones perfectas. Entrando en Jerusalén y enfrentando a la: cruz, se detuvo para formularse esta pregunta: "¿Qué diré?" Jesús no tenía temor a la muerte pero, sin embargo, tenía sus propios sentimientos. Consideró el asunto cuidadosamente y pensó: "Diré, 'Padre, sálvame de esta hora'?"
No! No podía hacer esa oración porque sabía con qué propósito había arribado a esa hora. De manera que ora: "Padre, glorifica tu nombre". Esa oración fue con-testada de inmediato.
Si nuestro Señor, como hombre en la tierra y cono¬ciendo la llave de la oración, tuvo que dejar a un lado deliberadamente su voluntad y buscar la de su Padre, ¿cómo podemos nosotros, en forma impulsiva, emplear nuestros labios para expresar palabras vagas en nuestras oraciones a Dios? Preguntémonos: "¿Qué diré?" y luego respondamos. a la pregunta en términos .consecuentes con la actitud y respuesta de Jesús. Así podremos comprobar y experimentar la perfecta voluntad de Dios.
W. Nee
Jesús es el Señor!
La iglesia en Armenia