EL MINISTERIO DEL APÓSTOL JUAN EN SU MADUREZ
Semana 1 --- El primer ministerio
Viernes --- Leer con oración: Job 41:34; Ro 8:5-6
“¿Quién podrá entender sus propios errores? Líbrame de los que me son ocultos. Preserva también a tu siervo de las soberbias; que no se enseñoreen de mí; entonces seré íntegro, y estaré limpio de gran rebelión” (Sal 19:12-13)
HUMILLARSE CONSTANTEMENTE
Ayer vimos el camino que Lucero tomó y el resultado de su caída, de esto podemos extraer una importante advertencia: aquellos que viven en sí mismos, que son fuertes en la vida del alma, fácilmente se quedan insatisfechos de la posición que ocupan y, finalmente, se rebelan y traen destrucción para sí mismos.
El motivo inicial de la caída de Lucero fue el orgullo. La Biblia nos muestra, en el libro de Job, a dos criaturas orgullosas que prefiguran a Satanás. Estos eran animales enormes y arrogantes, semejantes al hipopótamo (behemot) y al cocodrilo (leviatán), de los cuales el último es descrito como el rey sobre todos los soberbios (Job 41:34).
Los que viven para sí mismos tienden a caer en esta misma situación de arrogancia y orgullo, que va apareciendo de a poco, casi sin que nadie se dé cuenta. Por ejemplo, en lo relacionado a las cosas espirituales, a la obra de Dios, tendemos a creer que somos capaces de hacer todo, teniendo un concepto más alto de nosotros mismos que el que debemos tener. Compararse con otros y considerarse superior a ellos es la primera señal de orgullo.
Si el orgullo no es restringido desde el principio, se desarrollará cada vez más. Creemos que todos nosotros hemos pasado por esta experiencia. No podemos decir que no tenemos orgullo, porque todos nosotros lo tenemos.
Antes de creer en el Señor, tal vez intentábamos restringir nuestro orgullo, pero éste es inherente a nuestro ser natural. Es como un caballo: si no lo controlamos bien se puede escapar en cualquier momento.
Una persona orgullosa piensa que todo su saber y capacidad provienen de sí misma. Si el orgullo no tiene restricción, éste se desarrollará y crecerá rápidamente, tal como ocurrió con Lucero. Él creía que era muy bueno en todo lo que hacía, parece haber olvidado que toda la capacidad que tenía le había sido dada por Dios.
Cuando tenemos alguna habilidad y, a medida que la vamos ejercitando, va aumentando, nos puede llevar a la ambición y al orgullo. La ambición desmedida y el orgullo sólo podrán ser controlados si vivimos de acuerdo con el Espíritu de Dios (cfr. Ro 8:5).
Sabemos que Lucero era el principal arcángel entre muchos otros. Sin embargo, su actitud no fue como la del arcángel Miguel, que cuando contendía con el diablo, disputando por el cuerpo de Moisés “no se atrevió a proferir juicio de maldición contra él, sino que dijo: El Señor te reprenda” (Jud 9).
Por ejemplo, cuando un hermano es elogiado por lo que habló en determinada reunión, debe cuidarse del orgullo, vaciándose en su interior. De igual manera, aquellos que oyeron el elogio que le fue dado al hermano, no deben sentir envidia por causa de eso. Debemos guardar nuestro corazón del orgullo y la auto-exaltación. Si queremos entrar en el reino de los cielos, debemos tratar con estos asuntos. En nuestra experiencia, vemos que esto requiere de nosotros celo y diligencia, pues no podremos obtener una solución de una sola vez. En otras palabras, aunque nos humillemos una vez, vaciándonos delante del Señor, el orgullo puede volver en la primera oportunidad que nos dejemos guiar por nuestra vida del alma. Que el Señor continúe teniendo misericordia de nosotros y nos conduzca siempre al arrepentimiento.
Punto Clave: Vivir de acuerdo al Espíritu de Dios.
Pregunta: ¿Cuál es la salida para no caer en el orgullo?
EL MINISTERIO DEL APÓSTOL JUAN EN SU MADUREZ
Semana 1 --- El primer ministerio
Sábado --- Leer con oración: Gn 1:14-16; Mal 4:2; Col 3:11b
“Mas a vosotros los que teméis mi nombre, nacerá el Sol de justicia, y en sus alas traerá salvación; y saldréis, y saltaréis como becerros de la manada” (Mal 4:2)
LIBRES DEL ORGULLO POR LA LUZ DEL CUARTO DÍA
El Señor, por Su misericordia, nos ha mostrado un modo eficaz de tratar con nuestro orgullo, y es vivir en el espíritu, negándonos a nosotros mismos.
Cuando somos controlados por la vida de Dios, que habita en nuestro espíritu, el Señor, por medio de las situaciones, nos hace ver la manifestación del orgullo en nuestra alma, para que inmediatamente nos arrepintamos y confesemos nuestros pecados.
Así, vamos siendo libres del orgullo y la insatisfacción, pues Cristo, que mora en nuestro espíritu, se expande a nuestra alma, saturándonos con la vida divina. ¡Alabado sea el Señor! Por la rica solución que nos proveyó: basta que volvamos nuestro corazón a Él, podemos hacerlo fácilmente, invocando Su precioso nombre: ¡Oh Señor Jesús!
Por medio de vivir en el espíritu, somos iluminados por el Espíritu y podemos ver quiénes somos. Este iluminar es comparado con la luz de las lumbreras creadas por Dios en el cuarto día: la luna, que representa a la iglesia; y el sol, que representa a Cristo (Gn 1:14-16).
La luz del cuarto día nos ayuda a ver cuando nuestra vida del alma se manifiesta. Después de ser salvos, aun en la fase inicial de nuestra experiencia con el Señor, esta luz es como la luz de la luna nueva, pequeña, por la cual comenzamos a percibir la condición orgullosa de nuestra vida del alma. Por vivir la vida de la iglesia, sirviendo con los hermanos, esta luz va aumentando más y más, nos ayuda a ver cuán terrible es el orgullo que hay en nuestro ser natural.
Para que el orgullo sea removido, aún necesitamos de una luz más intensa, como la luz del sol, para que queme nuestras impurezas y haga que la vida divina crezca en nosotros.
¡Gracias a Dios! El Señor Jesús es el Sol de justicia (Mal 4:2; Ap 1:16). Él tiene misericordia, por eso no hace resplandecer Su luz sobre nosotros con la intensidad máxima, manifestando nuestro ego de una sola vez, sino poco a poco. Su luz nos alcanza gradualmente, así como el sol lanza sus primeros rayos al amanecer, y con el paso del tiempo va intensificando el calor, hasta que llega el mediodía. El sol del mediodía tipifica a Cristo manifestándose en Su plenitud. Esto significa que, bajo Su iluminar, nos arrepentimos de nuestro orgullo y expulsamos del corazón lo que no proviene de Dios, incluso las cosas que considerábamos buenas.
Hoy el Señor quiere brillar un poco más en nosotros. Si permitimos ser alcanzados por esta luz, seremos libres del orgullo y guardados del peligro de la autoexaltación. Al vivir en el espíritu, seguiremos el modelo positivo de humildad que nos dejó el Señor Jesús. ¡Aleluya!.
Punto Clave: La luz del cuarto día nos alcanza gradualmente.
Pregunta: ¿Cómo nos ayuda la luz del cuarto día para tratar con el orgullo?
EL MINISTERIO DEL APÓSTOL JUAN EN SU MADUREZ
Semana 1 --- El primer ministerio
Domingo --- Leer con oración: Ez 28:17; Fil 2:1-9
“Sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz” (Fil 2:7-
EL MODELO DEJADO POR EL SENOR JESUS
El modelo negativo dejado por Satanás fue el de exaltarse al máximo, él ambicionó una posición cada vez más elevada, al punto de querer subir sobre las alturas de las nubes para ser semejante al Altísimo (Is 14:14). Por esto Dios le quitó su ministerio y lo arrojó por tierra (Ez 28:17).
Por otro lado, El Señor Jesús nos trajo un modelo positivo, se humilló continuamente pero, al final, fue exaltado por Dios. Él es nuestro modelo de humildad. Cuando estamos bajo Su luz, nuestro vivir es semejante al descrito en Filipenses 2:1-4: “Por tanto, si hay alguna consolación en Cristo, si algún consuelo de amor, si alguna comunión del Espíritu, si algún afecto entrañable, si alguna misericordia, completad mi gozo, sintiendo lo mismo, teniendo el mismo amor, unánimes, sintiendo una misma cosa. Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo; no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros”.
El Señor Jesús sabía cuál era Su posición como ministro de Dios, porque vino de parte de Dios para llevar a cabo el ministerio que Le había sido encomendado. El Señor Se humilló constantemente, durante todo Su vivir en la tierra, fue obediente al Padre, sufrió la humillante muerte de cruz (vs. 5-
. Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre (v. 9). ¡Aleluya!
Este fue el ministerio del Señor Jesús. Él fue fiel a la comisión que Le fue entregada por Dios Padre y cumplió cabalmente Su plan, como ministro de Dios.
Por tanto, para ejercer el ministerio de Dios conforme al patrón mostrado por el Señor Jesús, debemos ejercitar la humildad y rechazar el orgullo en nuestro corazón. ¡Amén!
Punto Clave: Tener el mismo sentir que hubo en el Señor Jesús.
Pregunta: ¿Qué importante lección aprendemos con Fil 2:1-9?
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Aguas refrescantes 4 de mayo
Entendiendo primero esto, que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada. 2 Pedro 1:20.
La palabra "privada" no se refiere al intérprete sino a las palabras que se interpretan. Significa que la Escritura profética no se debe explicar solamente por su contexto. Por ejemplo, Mateo 24 debe ser leído a la luz- de otras Escrituras que tocan el tema. Ninguna profecía es auto-interpretada. Cada pasaje debe ser entendido con la ayuda y comparación con muchos otros pasajes. Proceder de otra manera equivale a caer en la "interpretación privada".
Ciertamente la Palabra de Dios es una sola. El la ha dejado escrita en la Biblia y por lo tanto no tenemos necesidad alguna de hablar en forma independiente, sino que debemos cotejar nuestras palabras con las que ya han sido habladas por Dios. Sin lugar a dudas, Dios el Espíritu nos da nueva penetración y descubrimiento de su voluntad, pero nuestra seguridad radica en que todo debe basarse en lo que Dios ha hablado. Jamás debemos movemos de esa posición.
Jesús es el Señor! - Jesus is Lord - Jesus ist der Herr - Yeshua adonai - Gesù è il Signore - Jésus est Seigneur - Ιησους ειναι ο Λορδος - Иисус – Господь - يسوع هو الرب - 耶稣是主 - 主イエスは - Jesus é o Senhor - Jesus är lorden
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