EL MINISTERIO DEL APÓSTOL JUAN EN SU MADUREZ 4ª semana

EL MINISTERIO DEL APÓSTOL JUAN EN SU MADUREZ 4ª semana
Semana 4--- El ministerio de Moisés
Lunes --- Leer con oración: Gn 4:17-21, 25-26
“Invoqué tu nombre, oh Jehová, desde la cárcel profunda (...) Te acercaste el día que te invoqué; dijiste: No temas” (Lm 3:55, 57)
INVOCAR PARA TENER LA PRESENCIA DEL SEÑOR
En las semanas anteriores vimos todo lo relacionado con el ministerio de Adán, con el cual aprendimos que debemos obedecer a la palabra del Señor a fin de no salir de Su presencia.
Al principio, Adán estaba en el huerto de Edén, donde tenía satisfacción, seguridad y paz, por el hecho de estar en la presencia de Dios. Sin embargo, a partir del momento en que fue expulsado del huerto de Edén, Adán perdió todas esas cosas. Así que, la descendencia de Caín, su hijo, creó sus propios medios para suplir sus necesidades.
¡Cuán terrible fue para la descendencia de Caín vivir lejos de la presencia del Señor! En búsqueda de agua y pasto para el ganado, andaban por la tierra como nómades buscando medios para sobrevivir, tener gozo y seguridad.
Después, Adán conoció a Eva y tuvo un hijo llamado Set, que a su vez, también tuvo un hijo, a quien llamó Enós, que significa frágil, débil y mortal. Esto indica que esa generación reconocía su fragilidad y su insuficiencia, por lo que comenzó a invocar el nombre del Señor con el propósito de tener nuevamente la presencia de Dios (Gn 4:26).
Esta práctica se convirtió en una reacción espontánea de las personas a partir del momento en que se daban cuenta de su debilidad (Sal 116:1-4). Además, era una confesión de dependencia con relación a su Creador.
A pesar de que hay personas que no lo reconocen, todos necesitamos de Dios y debemos invocar Su nombre. Lo invocamos porque reconocemos que Lo necesitamos.
Punto Clave: Necesitamos a Dios.
Pregunta: ¿Por qué los hombres comenzaron a invocar el nombre del Señor?
 
EL MINISTERIO DEL APÓSTOL JUAN EN SU MADUREZ
Semana 4 --- El ministerio de Moisés
Martes --- Leer con oración: Hch 7:2-4; Gn 12:4; 22:1-3
“(Abraham) edificó allí altar a Jehová, e invocó el nombre de Jehová” (Gn 12:8b)
INVOCAR PARA NO CAER EN LA REBELIÓN Y LA ESCLAVITUD
Lamentablemente, después de la generación de Set, hubo una época en que el nombre del Señor fue sustituido por el nombre del hombre. En esa época, las personas dijeron: “Vamos, edifiquémonos una ciudad y una torre, cuya cúspide llegue al cielo; y hagámonos un nombre, por si fuéremos esparcidos sobre la faz de toda la tierra” (Gn 11:4). Puesto que los hombres se rebelaron y rechazaron el nombre de Dios, Él los dispersó en la región de Mesopotamia y los abandonó (v. 9).
Los pueblos alejados de Dios aún tenían la necesidad de adorar algo, por eso crearon dioses para sí (11:31; cfr. Ez 21:21), ídolos con figuras humanas, de animales o de otras cosas, que sustituyeron al verdadero Dios. Pero aun así, el Señor no desistió de Su propósito y llamó a Abraham. Cuando Abraham fue llamado, no tenía mucha fe, pero, a medida que tuvo experiencias con Dios, su fe aumentó gradualmente (Hch 7:2-4; cfr. Gn 12:4; 22:1-3).
No obstante, pasado un tiempo, cuando su descendencia ya se había convertido en un pueblo numeroso en Egipto, los hombres dejaron de invocar el nombre del Señor, por causa de la vida fácil que llevaban. Fue sólo después de cuatrocientos años de esclavitud y malos tratos que se acordaron nuevamente de clamar el nombre del Señor (Hch 7:6; cfr. Ex 1:13-14; 2:23).
De esta experiencia del pueblo de Israel, extrajimos una importante lección: no debemos permitir que una vida cómoda nos haga olvidar el invocar el nombre del Señor.
Punto Clave: Invocar el nombre del Señor en cualquier circunstancia.
Pregunta: ¿Qué lección aprendió de la experiencia de los descendientes de Abraham?
 
EL MINISTERIO DEL APÓSTOL JUAN EN SU MADUREZ
Semana 4 --- El ministerio de Moisés
Miércoles --- Leer con oración: Ex 1:7-12; 3:7-10
“Ciertamente he visto la aflicción de mi pueblo que está en Egipto, y he oído su gemido, y he descendido para librarlos. Ahora, pues, ven, te enviaré a Egipto” (Hch 7:34)
DEL CAUTIVERIO A LA LIBERTAD
Durante el periodo en que el pueblo de Israel estuvo en Egipto se multiplicó mucho, llegando a ser casi dos millones de personas. Mientras tanto, Egipto era el blanco de las invasiones por el hecho de que era una tierra rica. A veces el rey invasor, después de invadir y tomar posesión de Egipto, asumía la función de Faraón. Estos reyes que ocuparon el lugar de Faraón ignoraban completamente la historia de Israel y no conocían a su Dios (Ex 1:. Asimismo, puesto que el pueblo de Israel se había hecho numeroso, existía la preocupación de que pudiera aliarse a los enemigos de Egipto (v. 10). Por causa de esa preocupación, Faraón pensó en eliminarlos, pero como eran muy numerosos, decidió utilizarlos para el trabajo duro, los convirtió en esclavos (v. 11). Esta situación de sufrimiento les sobrevino para que se volvieran a Dios.
Éxodo 2:23-25 dice: “Aconteció que después de muchos días murió el rey de Egipto, y los hijos de Israel gemían a causa de la servidumbre, y clamaron; y subió a Dios el clamor de ellos con motivo de su servidumbre. Y oyó Dios el gemido de ellos, y se acordó de su pacto con Abraham, Isaac y Jacob. Y miró Dios a los hijos de Israel, y los reconoció Dios”.
Dios es grande en misericordia, así que decidió salvar al pueblo de Israel de aquella esclavitud. Por amor a Abraham y por causa de la promesa que le hizo, Dios descendió a fin de libertarlos, como veremos mañana (3:7-10; cfr. Hch 7:34).
Punto Clave: Dios oye nuestro clamor.
Pregunta: ¿Qué lo ha motivado a invocar el nombre del Señor?
 
EL MINISTERIO DEL APÓSTOL JUAN EN SU MADUREZ
Semana 4 --- El ministerio de Moisés
Jueves --- Leer con oración: Ex 1:22; Hch 7:20-29
“Pero él pensaba que sus hermanos comprendían que Dios les daría libertad por mano suya; mas ellos no lo habían entendido así” (Hch 7:25)
LA PREPARACIÓN DE MOISÉS
Antes de que Moisés naciera, Faraón temía al pueblo de Israel porque se había hecho fuerte y numeroso. Por esa razón, determinó que todo niño de sexo masculino nacido entre los hebreos debía morir (Ex 1:22).
Cuando Moisés nació, su madre logró esconderlo durante tres meses. Pero al no poder ocultarlo por más tiempo, tomó una arquilla de juncos y la calafateó con asfalto y brea, y colocó en ella al niño y lo puso en un carrizal a la orilla del río. María, la hermana de Moisés, permaneció en la orilla del río observando cuando la corriente llevaría la arquilla, y para ver qué le habría de suceder a su hermano (2:3-4).
Mientras la hija de Faraón se bañaba en el río, vio la arquilla y mandó a buscarla. Al mirar hacia adentro, vio al niño llorando y tuvo compasión de él, por eso tomó al pequeño consigo y lo llevó al palacio de Faraón (vs. 5-10). De esta manera, Moisés fue criado como hijo de la hija de Faraón y llevó la vida de un príncipe (Hch 7:21; cfr. He 11:24).
Así pues, desde su infancia, Moisés recibió una educación especial, puesto que le fueron enseñadas todas las habiidades para ser un rey. Cuando cumplió los cuarenta años, Moisés se había convertido en un hombre muy poderoso, capaz y elocuente (Hch 7:22).
Cierto día, cuando andaba entre el pueblo de Israel, vio a un egipcio golpeando a un israelita y terminó matando al egipcio, escondiendo su cuerpo en la arena (Ex 2:11-12). Al día siguiente, Moisés vio a dos israelitas peleando entre sí, y como se sentía muy capaz, quiso intervenir nuevamente, pero uno de los israelitas le dijo: “¿Quién te ha puesto a ti por príncipe y juez sobre nosotros? ¿Piensas matarme como mataste al egipcio?” (v. 14).
Moisés al escuchar eso percibió que el homicidio que había cometido el día anterior había sido descubierto, entonces tuvo mucho temor y huyó al desierto de Madián. Al principio, no supo cómo sobrevivir allí, pero terminó casándose con una mujer madianita, convirtiéndose en un pastor de las ovejas de su suegro (3:1).
Todo esto fue parte del arreglo especial de Dios, con el propósito de preparar a Moisés para ejecutar lo que Él deseaba.
Punto Clave: Someterse al arreglo de Dios.
Pregunta: En su experiencia ¿Ha percibido que Dios lo ha preparado para servirlo?
 
EL MINISTERIO DEL APÓSTOL JUAN EN SU MADUREZ
Semana 4 --- El ministerio de Moisés
Viernes --- Leer con oración: Ex 4:10; 14:15-16, 26-31
“A este Moisés, a quien habían rechazado, diciendo: ¿Quién te ha puesto por gobernante y juez?, a éste lo envió Dios como gobernante y libertador” (Hch 7:35)
EL PRINCIPIO DE LA MUERTE Y LA RESURRECCIÓN
Como vimos ayer, Moisés permaneció durante cuarenta años en la tierra de Madián, después de huir de Egipto. Allí se casó y pasó a cuidar el rebaño de su suegro.
Moisés, que había sido educado en el palacio de Faraón, era un hombre elocuente cuando huyó de Egipto, y tenía cuarenta años. No obstante, perdió su elocuencia después de pasar otros cuarenta años cuidando sólo de animales. Así como un miembro del cuerpo se atrofia cuando no es usado, la habilidad de hablar de Moisés la fue perdiendo con el tiempo, hasta que llegó a ser tardo en el habla y torpe de lengua (Ex 4:10).
Este fue el trabajar de Dios en Moisés. De acuerdo con el principio de la muerte y resurrección de nuestro Señor Jesús, toda la educación de príncipe que Moisés había recibido necesitaba pasar por la muerte para que Dios, en Su tiempo, la resucitara, a fin de ser usada conforme a Su voluntad. Por eso, cuando Moisés llegó a los ochenta años, Dios lo llamó para sacar al pueblo de Israel de Egipto (7:7). ¡Gracias al Señor!
Dios no quiere usar nuestra capacidad en su estado natural. Él ciertamente desea valerse de nuestras habilidades y competencias, como por ejemplo, hablar por Él, pero sólo después de haber pasado por la muerte y resurrección. Esta es la lección que todos debemos aprender.
Percibimos que el Señor prepara a Sus ministros de diferentes maneras –cada uno con sus historias y experiencias–, pero siempre teniendo como meta Su propósito. Todo esto es para que, como siervos del Señor, tengamos un ministerio.
El paso del pueblo de Israel por el Mar Rojo fue una gran victoria sobre Faraón y su ejército. Moisés, orientado por Dios, extendió su vara sobre el mar, que se abrió y abrió paso para que todo el pueblo marchara hasta el otro lado (Ex 14:15-16). Al llegar a la orilla del Mar Rojo, Faraón vio que las aguas estaban abiertas, entonces decidió perseguir al pueblo con su ejército. Cuando el último israelita llegó a la otra orilla, el ejercito de faraón aun estaba en medio del mar, entonces Moisés extendió la mano, las aguas retomaron su cauce y el ejército egipcio pereció (vs. 26-31).
Después de esta grandiosa liberación, Moisés compuso un cántico, que está registrado en Éxodo 15: “cantaré yo a Jehová, porque se ha magnificado grandemente; ha echado en el mar al caballo y al jinete. Jehová es mi fortaleza y mi cántico, y ha sido mi salvación. Este es mi Dios, y lo alabaré; Dios de mi padre, y lo enalteceré. Jehová es varón de guerra; Jehová es su nombre. Echó en el mar los carros de Faraón y su ejército; y sus capitanes escogidos fueron hundidos en el Mar Rojo” (vs. 1-4).
¡Alabado sea el Señor! Creemos que nuestro Señor apreció mucho este cántico, pues deja claro que Dios fue la fuente de la victoria de Israel sobre Faraón.
Punto Clave: Dios desea usar nuestras habilidades en resurrección.
Pregunta: ¿Qué importante condición necesitamos cumplir para poder hablar por el Señor?
 
EL MINISTERIO DEL APÓSTOL JUAN EN SU MADUREZ
Semana 4 --- El ministerio de Moisés
Sábado --- Leer con oración: Ex 15:25-27; 17:3-7
“Jehová es mi fortaleza y mi cántico, y ha sido mi salvación. Este es mi Dios, y lo alabaré; Dios de mi padre, y lo enalteceré” (Ex 15:2)
APRENDER A CONFIAR EN EL SEÑOR
Después que los israelitas atravesaron el Mar Rojo, caminaron durante tres días por el desierto y no encontraron agua. Caminando un poco más, llegaron a un lugar llamado Mara, donde había aguas amargas. Entonces Moisés clamó al Señor (Ex 15:25) y Él le mostró un árbol y lo echó en las aguas, y las aguas se endulzaron. Luego, el pueblo fue conducido a Elim, donde había doce fuentes de aguas, y setenta palmeras (v. 27).
El Señor suplió todas las necesidades de Su pueblo en su jornada. No sólo les proveyó agua, sino también alimento, mandando maná y codornices. Pero aun así, en Éxodo 17, el pueblo volvió a murmurar contra Moisés porque tenía sed (v. 3). Y él nuevamente clamó al Señor, que le orientó a golpear la roca en Horeb, en donde fluyó agua (vs. 5-7).
Por intermedio de Moisés, el pueblo de Israel salió de Egipto y atravesó el Mar Rojo. Esta travesía representa la muerte y la sepultura del viejo hombre y el surgimiento del nuevo hombre. Por lo tanto, vemos que Dios primero nos hace pasar cuarenta años en el desierto, para después poder ser útiles siendo Sus siervos, cuya capacidad natural ya fue muerta, a fin de poder ser usada, en resurrección, en el tiempo oportuno.
Si Moisés no hubiera aprendido en Egipto las habilidades de gobernar, ¿cómo podría haber administrado al pueblo de Israel siendo cerca de dos millones de personas? De hecho, en el palacio de Faraón aprendió mucho pero, fue sólo después de pasar por cuarenta años en el desierto, cuidando de animales, que aprendió a no confiar más en sí mismo, sino en el Señor..
Punto Clave: Aprender a confiar en el Señor.
Pregunta: ¿Usted confía aún en sí mismo o ya pasó a depender exclusivamente del Señor?
 
EL MINISTERIO DEL APÓSTOL JUAN EN SU MADUREZ
Semana 4 --- El ministerio de Moisés
Domingo --- Leer con oración: Ex 19:3-7, 20-21, 25; Hch 7:27
“Y Moisés a la verdad fue fiel en toda la casa de Dios, como siervo, para testimonio de lo que se iba a decir” (He 3:5)
MINISTROS ÚTILES Y SIERVOS FIELES
Después de cruzar el Mar Rojo, el pueblo de Israel fue llevado al monte Sinaí. Allí Dios profirió Sus palabras más importantes, aunque no lo haya hecho directamente, porque según vemos, Moisés entraba en la presencia del Señor y después transmitía Sus palabras al pueblo (Ex 19:3-7, 20-21, 25).
Las primeras palabras habladas por Dios en el monte Sinaí están registradas en Éxodo 19:4-6a: “Vosotros visteis lo que hice a los egipcios, y cómo os tomé sobre alas de águilas, y os he traído a mí. Ahora, pues, si diereis oído a mi voz, y guardareis mi pacto, vosotros seréis mi especial tesoro sobre todos los pueblos; porque mía es toda la tierra. Y vosotros me seréis un reino de sacerdotes, y gente santa”. ¡Cuán dulce es esta palabra! Dios es como un águila y nosotros como sus polluelos. Él nos pone sobre Sus alas y nos trae hacia Él.
El objetivo de sacarlos de allí era conducirlos al desierto para que aprendieran a servir a Dios, y finalmente, pudieran ser introducidos en la buena tierra de Canaán (Ex 9:1; 3:. Dios quería hacer de ellos una nación de sacerdotes, un pueblo de su propiedad de entre todos los pueblos. De igual manera, esta es nuestra experiencia: Dios nos sacó del mundo y nos puso en la iglesia para servirlo. ¡Aleluya!
Moisés transmitió tales palabras a los israelitas de manera fiel, pero en el versículo 8 vemos que el pueblo respondió afirmando que se sentía muy capacitado para hacer algo para el Señor: “Todo lo que Jehová ha dicho, haremos”. El pueblo de Israel vivía en la esfera del alma y se sentía capaz de cumplir lo que Dios le había ordenado.
Después que el pueblo respondió de aquella manera, Dios cambió Su trato con relación a ellos. Todo aquel que tocare el monte Sinaí sería muerto, y habría truenos, relámpagos y una espesa nube sobre el monte. Además, Dios les dio los Diez Mandamientos y los estatutos para que los cumplieran. Así, el Señor quería mostrarles la incapacidad del hombre natural de guardar la ley.
Por tanto, el ministerio de Moisés fue sacar a los hijos de Israel de Egipto, salvándolos de la aflicción bajo la cual estaban. De su ministerio aprendemos que Dios desea usarnos para libertar a Su pueblo, pero para eso, Él necesita hacer pasar por la muerte todas nuestras habilidades naturales, incluso nuestra elocuencia, a fin de que, en resurrección, seamos útiles para cumplir Su voluntad. Si permitimos el trabajar del Señor en nuestra vida, Él también nos hará ministros útiles y siervos fieles, tal como lo fue Moisés en toda la casa de Dios (He 3:5). ¡Aleluya!
Punto Clave: Ministros útiles y siervos fieles.
Pregunta: ¿Cuál fue el objetivo del pueblo de Israel al salir de Egipto?
Dong Yu Lan
Jesus es el Señor!
La iglesia en Armenia