EL MINISTERIO DEL APÓSTOL JUAN EN SU MADUREZ (6ª semana)
Semana 6--- El ministerio conquistador de Josué
Lunes --- Leer con oración: Ex 32:1-14; Nm 12:1-16
“No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús” (Fil 3:12)
APRENDER DE LOS FRACASOS Y PROSEGUIR
Aunque el tema de esta semana es: “El ministerio conquistador de Josué”, no podemos dejar de hablar de las experiencias de derrota que, generalmente, anteceden a las victorias. Con los fracasos, siempre aprendemos muchas lecciones y, de esa manera, podemos comenzar a avanzar mejor.
Como vimos la semana pasada, Aarón, el hermano de Moisés, cometió dos grandes errores. El primero ocurrió cuando el pueblo lo incitó a hacer ídolos con el propósito de adorarlos y atribuirles todas las bendiciones que habían recibido (Ex 32:1-6). En esa ocasión Aarón se aprovechó de la tardanza de Moisés al haber subido al monte Sinaí y terminó siendo condescendiente con la petición del pueblo, que se había corrompido.
Dios se airó mucho cuando el pueblo se desvió del camino ordenado y le propuso a Moisés que abandonara a Israel, para hacer de él una nación grande. Pero Moisés, que era humilde y tenía una intención pura, no aceptó la sugerencia de Dios e intercedió por el pueblo de Israel (vs. 7-14). Él se preocupó mucho por lo que las naciones iban a decir, por el hecho que Dios había sacado a Su pueblo de Egipto y después lo habría abandonado en el desierto.
No obstante, a Aarón y al resto del pueblo le fue dada la oportunidad de arrepentirse. Moisés les ordenó que se pusieran del lado de Dios, e inmediatamente mataron a todos los rebeldes. La tribu de Leví respondió a la voz del Señor, y en aquella ocasión, tres mil personas del pueblo de Israel murieron (v. 28). A pesar de haber cometido una falta tan grave, Aarón tuvo un cambio de actitud y fue aceptado por Dios, que le permitió servir como sumo sacerdote.
En el segundo fracaso, Aarón y su hermana, María, se unieron para murmurar contra su hermano menor, Moisés, por el hecho de haberse casado con una mujer cusita (Nm 12:1-16); y por ese motivo, María se quedó leprosa, pero Aarón, por haberse arrepentido inmediatamente e interceder por su hermana, fue perdonado. Sin embargo, Dios mismo dio testimonio que Moisés era fiel en toda Su casa (v. 7).
Hoy también es común que las personas hablen mal de los siervos del Señor. Lo hacen porque les falta temor de Dios. A la verdad, ante el tribunal de Cristo, todos compareceremos para rendir cuentas de nuestras actitudes (2 Co 5:10). Por eso necesitamos ser cautelosos para no hablar mal de los siervos del Señor. Todas las cosas necesitan ser comprobadas antes de emitir cualquier tipo de opinión sobre las personas, pues estamos expuestos a traer la ira de Dios sobre nosotros.
Punto Clave: Arrepentirse frente a los fracasos.
Pregunta: ¿Cuáles fueron las lecciones que aprendimos de los dos grandes errores de Aarón?
EL MINISTERIO DEL APÓSTOL JUAN EN SU MADUREZ
Semana 6 --- El ministerio conquistador de Josué
Martes --- Leer con oración: Ex 17:6; Nm 20:7-12
“¿Qué Dios como tú, que perdona la maldad, y olvida el pecado del remanente de su heredad? No retuvo para siempre su enojo, porque se deleita en misericordia” (Miq 7:18)
CUMPLIR LO QUE DIOS DETERMINÓ
Antes de hablar de Josué, necesitamos aún ver el motivo por el cual Moisés no pudo entrar ni introducir a los hijos de Israel en la buena tierra de Canaán.
Cuando el pueblo de Israel necesitó de agua, el Señor le ordenó a Moisés que golpeara la roca con la vara: “He aquí que yo estaré delante de ti allí sobre la peña en Horeb; y golpearás la peña, y saldrán de ella aguas, y beberá el pueblo. Y Moisés lo hizo así en presencia de los ancianos de Israel” (Ex 17:6).
Posteriormente, cuando faltó agua de nuevo y el pueblo estaba murmurando, el Señor le dijo a Moisés que tomara la vara en su mano y que sólo “hablara” a la roca: “Y habló Jehová a Moisés, diciendo: Toma la vara, y reúne la congregación, tú y Aarón tu hermano, y hablad a la peña a vista de ellos; y ella dará su agua, y les sacarás aguas de la peña, y darás de beber a la congregación y a sus bestias” (Nm 20:7-
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No obstante, Moisés, por estar muy airado, en vez de hablar a la roca, la golpeó dos veces: “Entonces alzó Moisés su mano y golpeó la peña con su vara dos veces; y salieron muchas aguas, y bebió la congregación, y sus bestias” (v. 11). Lo que Moisés hizo no fue según la orientación que Dios le había dado.
Aquella roca representa a Cristo mismo, que fue herido una sola vez por todos nosotros en la cruz (1 Co 10:4). Según la predeterminación de Dios, no se podía herir a Cristo dos veces. En aquella ocasión, Moisés, al tener la vara en la mano y basado en la autoridad de Dios, sólo debió haber hablado a la roca y de ella el agua fluiría.
Sin embargo, por causa de la ira, su vida del alma se expresó, de modo que actuó imprudentemente y no santificó al Señor delante del pueblo. Debido a ese error, Dios le dijo: “Por cuanto no creísteis en mí, para santificarme delante de los hijos de Israel, por tanto, no meteréis esta congregación en la tierra que les he dado” (Nm 20:12).
Ciertamente Moisés se puso muy triste e insistió varias veces, pero aun así Dios no lo dejó entrar en la tierra que el Señor les había prometido. ¡Cuán grave es ir contra la administración de Dios! Que el Señor nos conceda misericordia para no caer en una situación semejante. Antes bien, busquemos la gracia para cumplir lo que Él determinó para nosotros en Su ministerio.
Punto Clave: Cuán grave es ir contra lo que Dios determinó.
Pregunta: ¿Por qué Moisés no pudo entrar en la tierra de Canaán?
EL MINISTERIO DEL APÓSTOL JUAN EN SU MADUREZ
Semana 6 --- El ministerio conquistador de Josué
Miércoles --- Leer con oración: Dt 3:24-27; 31:7
“Señor Jehová, tú has comenzado a mostrar a tu siervo tu grandeza, y tu mano poderosa; porque ¿qué dios hay en el cielo ni en la tierra que haga obras y proezas como las tuyas?” (Dt 3:24)
BASTA, NO ME HABLES MÁS DE ESTE ASUNTO
Ayer vimos que, por haber ido contra la determinación gubernamental de Dios, Moisés no pudo entrar a la buena tierra de Canaán.
No obstante, le rogó al Señor: “Señor Jehová, tú has comenzado a mostrar a tu siervo tu grandeza, y tu mano poderosa; porque ¿qué dios hay en el cielo ni en la tierra que haga obras y proezas como las tuyas? Pase yo, te ruego, y vea aquella tierra buena que está más allá del Jordán, aquel buen monte, y el Líbano. Pero Jehová se había enojado contra mí a causa de vosotros, por lo cual no me escuchó; y me dijo Jehová: Basta, no me hables más de este asunto” (Dt 3:24-26).
Por más que Moisés le insistió al Señor, Él estaba decidido a no permitirle entrar en Canaán. Por otro lado, el Señor le permitió ver la buena tierra: “Sube a la cumbre del Pisga y alza tus ojos al oeste, y al norte, y al sur, y al este, y mira con tus propios ojos; porque no pasarás el Jordán” (v. 27).
El versículo 28 continúa: “Y manda a Josué, y anímalo, y fortalécelo; porque él ha de pasar delante de este pueblo, y él les hará heredar la tierra que verás”. Por tanto, antes de morir, Moisés le transmitió a Josué la responsabilidad de introducir al pueblo de Israel en la tierra de Canaán.
Fue por eso que Moisés alentó a Josué: “Y llamó Moisés a Josué, y le dijo en presencia de todo Israel: Esfuérzate y anímate; porque tú entrarás con este pueblo a la tierra que juró Jehová a sus padres que les daría, y tú se la harás heredar” (Dt 31:7).
Punto Clave: Ayudar a otros a heredar la tierra.
Pregunta: ¿Por qué Dios no pudo aceptar la petición de Moisés?
EL MINISTERIO DEL APÓSTOL JUAN EN SU MADUREZ
Semana 6 --- El ministerio conquistador de Josué
Jueves --- Leer con oración: Ex 17:8-13; 23:13; 33:11; Nm 11:28; 13:33; 27:18; Dt 3:28; 31:23
“Y dio orden a Josué hijo de Nun, y dijo: Esfuérzate y anímate, pues tú introducirás a los hijos de Israel en la tierra que les juré, y yo estaré contigo” (Dt 31:23)
SER FUERTE Y VALIENTE PARA CONQUISTAR LA TIERRA
Hoy hablaremos un poco de Josué, el sucesor de Moisés, y sobre las lecciones que podemos extraer de su historia.
En Éxodo 17:8-11 leemos: “Entonces vino Amalec y peleó contra Israel en Refidim. Y dijo Moisés a Josué: Escógenos varones, y sal a pelear contra Amalec; mañana yo estaré sobre la cumbre del collado, y la vara de Dios en mi mano. E hizo Josué como le dijo Moisés, peleando contra Amalec; y Moisés y Aarón y Hur subieron a la cumbre del collado. Y sucedía que cuando alzaba Moisés su mano, Israel prevalecía; mas cuando él bajaba su mano, prevalecía Amalec”.
Josué era joven pero había aprendido a guerrear; no obstante, en la batalla contra Amalec necesitó de la intercesión de Moisés. En las manos de Moisés estaba la vara de Dios, que representa Su autoridad. Por eso, cuando Moisés levantaba las manos en oración, Israel prevalecía; pero cuando se cansaba y bajaba su mano, prevalecía Amalec.
Por eso tomaron una piedra y la pusieron debajo de Moisés para que se sentara. Aarón y Hur le sostenían las manos, el uno de un lado y el otro del otro. Así, Josué y el pueblo de Israel vencieron (Ex 17:12-13). Esto nos muestra que necesitamos de ayuda, los unos de los otros para alcanzar la victoria.
Josué era seguidor de Moisés, por eso aprendió muchas cosas (Ex 33:11; Nm 11:28; 27:18; Dt 3:28). Por ejemplo, cuando Moisés subió al monte Sinaí, Josué subió con él hasta cierta altura y allí lo esperó. Es por eso que, antes de que Moisés muriera, Dios escogió a Josué, su ayudante, para ser su sucesor.
Veamos Deuteronomio 31:23: “Y dio orden a Josué hijo de Nun, y dijo: Esfuérzate y anímate, pues tú introducirás a los hijos de Israel en la tierra que les juré, y yo estaré contigo”. El Señor no le dijo a Josué que necesitaba ser sabio para cuidar y administrar las cosas del pueblo, sino que fuera esforzado y valiente, porque él introduciría a los hijos de Israel en la tierra prometida.
El Señor le había prometido a Abraham la tierra de Canaán. En aquel tiempo, había siete pueblos habitando en esa tierra: los heteos, los gergeseos, los amorreos, los cananeos, los ferezeos, los heveos y los jebuseos (Dt 7:1). Josué necesitaba conquistar Canaán, destruir a esos pueblos, para que el pueblo de Israel habitara en ella.
El motivo por el cual les ordenó que mataran a todos en cada ciudad que tomaban, era porque entre los cananeos había gigantes, los hijos de Anac (Nm 13:33), ellos eran el resultado de la mezcla maligna entre los ángeles caídos y las hijas de los hombres, como también sucedió en la época de Noé (Gn 6:1-2, 6).
Punto Clave: Necesitamos de ayuda, los unos de los otros para alcanzar la victoria.
Pregunta: ¿Qué lección podemos aprender hoy?
EL MINISTERIO DEL APÓSTOL JUAN EN SU MADUREZ
Semana 6 --- El ministerio conquistador de Josué
Viernes --- Leer con oración: Gn 12:1, 5-7, 10; 26:1-2; 45:26-28; 46:1; 47:6
“Nadie te podrá hacer frente en todos los días de tu vida; como estuve con Moisés, estaré contigo; no te dejaré, ni te desampararé” (Jos 1:5)
LA NUEVA GENERACIÓN PUDO ENTRAR EN LA BUENA TIERRA
En el libro de Josué 1:1-2 leemos: “Aconteció después de la muerte de Moisés siervo de Jehová, que Jehová habló a Josué hijo de Nun, servidor de Moisés, diciendo: Mi siervo Moisés ha muerto; ahora, pues, levántate y pasa este Jordán, tú y todo este pueblo, a la tierra que yo les doy a los hijos de Israel”.
La tierra mencionada en el versículo de arriba es Canaán, que el Señor le había prometido a Abraham y a su descendencia (Gn 12:1, 5-7). De hecho, Dios ya lo había llevado a esa tierra. Sin embargo, cuando estaba allí, por causa del hambre que surgió, Abraham descendió a Egipto (v. 10). Esto también aconteció con Isaac, que, en una situación semejante a la de Abraham, quiso descender a Egipto, pero, en medio del camino, Dios se lo impidió (26:1-2).
De la misma manera, Jacob terminó yendo a la tierra de Faraón, después de saber que José, su hijo, estaba vivo y se había convertido en gobernador de toda la tierra de Egipto (45:26-28). Jacob decidió dejar la tierra que Dios le había prometido a sus padres, y descendió con todo lo que poseía para morar en lo mejor de la tierra de Egipto, donde la vida era más fácil (46:1; 47:6).
Esperamos que, a través de esta palabra, aprendamos a no hacer elecciones por nosotros mismos, sino a optar por la elección de Dios. Algunos escogieron “Egipto” y se involucraron completamente con el mundo de la sobrevivencia, por pensar que tendrían una vida mejor, más tranquila, más agradable y con un futuro asegurado. No obstante, necesitan saber que, cuando el pueblo de “Egipto” se levante contra ellos, se convertirán en esclavos de aquel sistema y tendrán que realizar trabajos forzados. Dios espera que, cuando esto suceda, tales personas puedan clamar Su nombre para que Él los saque de la esclavitud. Como vimos, el pueblo fue esclavizado durante cuatrocientos años, y sólo después que clamaron, Dios se acordó de Su pacto con Abraham, Isaac y Jacob y los sacó de aquella tierra. Él los condujo por el camino, y después de pasar por cuarenta años en el desierto, toda la generación más vieja del pueblo cayó allí, siendo sólo la nueva generación, compuesta por los que tenían menos de veinte años al salir de Egipto, la que pudo entrar en la tierra de Canaán. Dios quería que la primera generación cayera en el desierto, para que lo que fuera viejo –incluyendo la murmuración– no fuera más usado.
Del mismo modo hoy, Dios tampoco acepta las cosas viejas en el reino de los cielos. Él nos puso en la iglesia para que las cosas de nuestro viejo hombre caigan y sean consumidas. En nuestra experiencia también es así. Todos estos años aquí en América del Sur han sido para que el viejo hombre sea dejado de lado, a fin de que seamos conquistadores de la tierra que el Señor nos dio.
Después de haber vagado durante cuarenta años por el desierto, finalmente el pueblo entró en la tierra de Canaán, pero la posesión de ella no sería fácil; era necesario luchar mucho. Así que, después de la muerte de Moisés, el Señor le dijo a Josué: “Yo os he entregado, como lo había dicho a Moisés, todo lugar que pisare la planta de vuestro pie” (Jos 1:3).
Trayendo esas palabras del Señor a nuestra práctica hoy, recibimos la carga de poseer la tierra para Dios. Nosotros recibimos la visión por medio de Génesis 1:28: fuimos creados a la imagen y semejanza del Señor Jesús a fin de ser fructíferos, nos multipliquemos, llenemos la tierra y la señoreemos. Por causa de la revelación contenida en esa Palabra, tuvimos la carga de llenar la tierra de la expresión del Señor Jesús. Vamos conquistando ciudad tras ciudad para Él. ¡Aleluya!
Además, el Señor le dijo a Josué: “Nadie te podrá hacer frente en todos los días de tu vida; como estuve con Moisés, estaré contigo; no te dejaré, ni te desampararé” (Jos 1:5). Tal como el Señor alentó a Josué con estas palabras, Él también nos alienta a proseguir conquistando la tierra.
Punto Clave: Dios nos dio la tierra.
Pregunta: ¿Por qué debemos considerar bien antes de hacer una elección?
EL MINISTERIO DEL APÓSTOL JUAN EN SU MADUREZ
Semana 6 --- El ministerio conquistador de Josué
Sábado --- Leer con oración: Jos 1:6-7, 9, 16
“Solamente esfuérzate y sé muy valiente, para cuidar de hacer conforme a toda la ley que mi siervo Moisés te mandó; no te apartes de ella ni a diestra ni a siniestra, para que seas prosperado en todas las cosas que emprendas” (Jos 1:7)
EL ALIENTO DE DIOS
Así como Moisés había alentado a Josué, Dios también lo hizo, conforme leemos: “Esfuérzate y sé valiente; porque tú repartirás a este pueblo por heredad la tierra de la cual juré a sus padres que la daría a ellos” (Jos 1:6). Dios le había prometido a Abraham aquella tierra y en el versículo 7 le dijo por segunda vez a Josué: “Solamente esfuérzate y sé muy valiente”.
El versículo 9 registra la tercera vez que Dios lo alentó: “Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas”. En tres oportunidades Dios mismo le ordenó a Josué que fuera fuerte y valiente. Él no hizo eso porque Josué era débil, sino porque, para conquistar la tierra, era necesario luchar.
Cuando queremos conquistar algo, no podemos temer; por el contrario, fallaremos y seremos derrotados. Cuando queremos conquistar, no importa si el enemigo es fuerte o no, debemos decir: “Voy a vencer, voy a tomar esta tierra”. ¡Esto es ser fuerte y valiente!
En la época de Abraham, los pueblos de la tierra de Canaán eran relativamente débiles, pero, después del periodo en que el pueblo de Israel pasó en Egipto, ellos hicieron ciudades fortificadas de manera que tenían una buena defensa. Puesto que ellos sabían esto, Dios le dijo tres veces a Josué que se esforzara y sea valiente.
Por tanto, vemos que el pueblo se sometió al liderazgo de Josué: “Nosotros haremos todas las cosas que nos has mandado, e iremos adondequiera que nos mandes” (Jos 1:16).
El libro de Josué describe varias experiencias de la conquista del pueblo de Israel. Por lo general la regla era: llegaban a una ciudad, la conquistaban y mataban a todos sus habitantes o los hacían sus esclavos. Conforme a lo que vimos, el motivo de esta extinción de los pueblos era para evitar que la nación escogida por Dios se mezclara con ellos..
Punto Clave: Esfuérzate y sé valiente
Pregunta: ¿Por qué fue necesario que Josué fuera alentado a conquistar la tierra de Canaán?
EL MINISTERIO DEL APÓSTOL JUAN EN SU MADUREZ
Semana 6 --- El ministerio conquistador de Josué
Domingo --- Leer con oración: Jos 22:1-10, 21-29
“Yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfectos en unidad, para que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los has amado a ellos como también a mí me has amado” (Jn 17:23)
UN EJEMPLO DE UNIDAD Y UNANIMIDAD
Entre las doce tribus de Israel, Dios había permitido que dos tribus y media permanecieran en las tierras del lado oriental del Jordán, donde encontraron un lugar adecuado para sí, tomándolo como herencia. Sin embargo, Josué alentó a esas dos tribus y media a pasar al otro lado del Jordán, con el fin de que ayudaran a sus hermanos, a conquistar también cada uno su porción de la tierra (Jos 22:1-9).
Por causa de la unidad y de la unanimidad de las tribus, Dios les entregó toda la tierra de Canaán. La mayor parte de los siete pueblos que habitaban la tierra fue muerta, pero algunos permanecieron vivos, lo que generó problemas algún tiempo después.
Después de la conquista, las tierras del lado occidental fueron distribuidas entre las nueve tribus y media (Jos 15-21), y las dos tribus y media volvieron al lado oriental. Después de cruzar el río, las dos tribus y media hicieron un altar de gran apariencia junto al Jordán (22:10). Al ver esto, las tribus del lado occidental fueron hasta ellos para aclarar el objetivo de aquel altar, pues les parecía una actitud de rebeldía e infidelidad a Dios.
Entonces, las dos tribus y media explicaron la razón por la cual habían constituido aquel altar: no era para sacrificios, sino que serviría de testimonio para la descendencia de todos ellos, de que eran un solo pueblo y que habían poseído aquellas tierras juntos –tanto las del lado oriental como las del lado occidental– (vs. 21-29). Esto muestra que, además de tener fuerza y valentía, las doce tribus necesitaban ser unánimes.
Asimismo, otro aspecto de la tierra de Canaán es que, cuando Moisés envió espías para allá, algunos de ellos volvieron con un racimo de uva tan gran que necesitaron llevarlo entre dos personas (Nm 13:23). Esto muestra cuán rica era aquella tierra. Por tanto, podemos decir que la buena tierra representa a Cristo y Sus riquezas inescrutables.
Lamentablemente, diez de los espías hablaron negativamente de la tierra de Canaán, afirmando que en ella había gigantes, los hijos de Anac (Nm 13:31-33); el informe que ellos dieron hizo que el pueblo desfalleciera, porque pensaban que serían derrotados como langostas. Sin embargo, Josué y Caleb hablaron positivamente, alentaron al pueblo, considerando a los gigantes como panes para ser comidos (14:6-9).
Todo este cuadro nos hace reflexionar sobre la visión y la promesa que el Señor nos ha concedido y las reacciones que esto ha causado. Hoy también necesitamos unirnos de modo que una iglesia ayude a otra, y un hermano ayude a otro a poseer la tierra de su herencia. Esta tierra necesita ser conquistada, pues ya nos fue dada. Los gigantes son las dificultades que encontramos para conquistarla. Sin embargo, a medida que avanzamos, esas dificultades nos fortalecerán cada vez más.
Este es un buen ejemplo para nosotros. Todos debemos ser conquistadores y ayudarnos los unos a los otros a poseer la tierra: “Sé fuerte y valiente”. ¡Aleluya!
Punto Clave: Buscar ser un conquistador.
Pregunta: ¿Qué lección aprendemos de la experiencia de las dos tribus y media?
Dong Yu Lan
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Aguas refrescantes 8 de junio
Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Juan 2:15.
Hoy día el mundo se acerca a nosotros y nos investiga. Hay fuerzas que actúan para cautivar a los hombres. ¿Has sentido en el pasado ..el poder del mundo de la manera que se lo siente hoy? ¿Has oído hablar tanto acerca del dinero como se hace hoy día? ¿Has observado cuánto tiempo empleamos para hablar de la comida y el vestido? Donde-quiera que uno vaya, aun en círculos de creyentes, el tópico de las conversaciones gira en tomo a las cosas del mundo. El mundo ha llegado a las mismas puertas de la Iglesia procurando atrapar al pueblo de Dios en su red. Nunca como ahora se ha hecho tan necesario conocer de una manera real el poder de la cruz, para liberamos de este presente siglo malo.
Jesús habló en forma clara de esto a sus discípulos. También oró por ellos: "Estos están en el mundo, y yo voy a ti. Padre santo, a los que me has dado, guárdalos en tu nombre". En última instancia; cuando estamos en contacto con las cosas del mundo la última pregunta que nos cabe hacer es: ¿Cómo afecta esto mi relación con el Padre?
Watchman Nee
Jesús es el Señor! - Jesus is Lord - Jesus ist der Herr - Yeshua adonai - Gesù è il Signore - Jésus est Seigneur - Ιησους ειναι ο Λορδος - Иисус – Господь - يسوع هو الرب - 耶稣是主 - 主イエスは - Jesus é o Senhor - Jesus är lorden
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