LOS DE CORAZON PURO
En 2 Corintios 3:16 dice: “Pero cuando su corazón se vuelve al Señor, el velo es quitado”. El velo concierne al corazón. Aquel que desea ir en pos del Señor y servirle, debe rendirle completamente su corazón. Lamentablemente, hay un problema: una vez que la persona se entrega, trae con ella no sólo su corazón, sino también su propia manera de hacer las cosas. Es imprescindible ver que Dios sólo desea nuestro corazón; todo lo demás tiene que ser desarraigado y quebrantado por El. Todo punto de vista y todo método que tengamos deberán ser quebrantados por Dios, ya que El quiere únicamente nuestro corazón. Desde el principio, Dios ha obrado con un único propósito, esto es, con el propósito de forjarse en nosotros. Por eso, El tiene que ganar nuestro corazón a fin de poder forjarse en nosotros.
EL HOMBRE ESTA COMPUESTO DE TRES PARTES:
ESPIRITU, ALMA Y CUERPO
El hombre es un recipiente creado por Dios con el propósito de contener a Dios. Pongamos como ejemplo un vaso. Un vaso es un recipiente hecho para contener agua. Por lo tanto, es inadecuado usarlo para otro propósito. De igual manera, en el universo el hombre es un recipiente especial hecho expresamente para contener a Dios. Si el hombre no tiene a Dios como su contenido, su existencia humana no tendrá ningún sentido, puesto que él fue creado para expresar a Dios. Sin embargo, ¿cómo puede Dios entrar en el hombre? Proverbios 20:27 dice: “Lámpara de Jehová es el espíritu del hombre, la cual escudriña lo más profundo del corazón”.
En 1 Tesalonicenses 5:23 dice que nosotros, los seres humanos, estamos compuestos de tres partes: espíritu, alma y cuerpo. Por fuera, tenemos el cuerpo, y por dentro, el espíritu; y entre el espíritu y el cuerpo está el alma. El alma es nuestra propia personalidad, nuestro yo, e incluye nuestra mente, voluntad y parte emotiva. Nuestros sentimientos de gozo, enojo, tristeza y deleite, están relacionados con la función del alma perteneciente a la parte emotiva. Nuestras elecciones y decisiones tienen que ver con la función del alma perteneciente a nuestra voluntad. Nuestras ideas y pensamientos se relacionan con la función del alma perteneciente a nuestra mente. Así pues, el alma es el verdadero “yo”, aquello a lo cual los psicólogos llaman nuestro ser metafísico, aquella parte de nuestro ser que podemos sentir mas no tocar.
Con frecuencia hay ciertas circunstancias que hacen que el alma de un creyente se sienta triste y afligida; pero aun así, en lo profundo de su ser, éste siente un gozo inefable. Esto prueba que además de tener un alma, tenemos un espíritu en lo profundo de nuestro ser. Por consiguiente, algunas veces estamos tristes, pues tenemos un alma; pero al mismo tiempo, podemos sentir gozo debido a que también tenemos un espíritu. Cuando nuestra alma se siente triste, el Espíritu Santo nos fortalece y genera gozo interno.. Esto también nos muestra que los seres humanos, estamos compuestos de tres partes: espíritu, alma y cuerpo.
LA TRAYECTORIA DE LA VIDA DE DIOS:
DEL CENTRO HACIA LA CIRCUNFERENCIA
Dios obra en nuestro ser con el fin de forjarse en nosotros, y lo que El realiza en nosotros se rige por un principio, a saber, El obra desde el espíritu hacia los otros dos aspectos trinitarios del hombre. Por ejemplo, cuando lanzamos una piedra a un estanque, se producen ondas en la superficie del agua que van desde el centro hacia la circunferencia, y de círculo en círculo. Asimismo, la obra que Dios lleva a cabo en nosotros se realiza desde el centro de nuestro ser, que es nuestro espíritu, hacia la circunferencia, que es nuestro cuerpo. La obra de Dios en nosotros es similar a colorear un círculo. El va añadiendo color gradualmente, comenzando desde el centro y extendiéndose hasta que el círculo esté totalmente coloreado. El desea alcanzar nuestro cuerpo, y lo hace partiendo desde nuestro espíritu.
Fuimos salvos cuando ejercitamos nuestro corazón y nuestro espíritu para recibir al Señor Jesús como nuestro Salvador, y en ese momento, el Espíritu del Señor entró en nuestro espíritu. Como resultado, tenemos a Dios en el centro de nuestro ser. Antes de que recibiéramos al Señor, no teníamos a Dios en nosotros; pero en el instante en que lo recibimos, el Espíritu Santo entró en nosotros, y ahora tenemos a Dios en nuestro ser. En un principio no teníamos a Dios en nuestro espíritu, alma ni cuerpo, pero después de que nos arrepentimos y recibimos al Señor Jesús como nuestro Salvador, Dios entró en nuestro ser y ahora tenemos en nosotros la vida de Dios.
A pesar de que enfrentamos circunstancias externas que hacen sufrir nuestra alma, todavía nos sentimos gozosos y consolados en lo profundo de nuestro ser, pues es allí donde están el Espíritu Santo y la vida de Dios. Esto se debe a que el Espíritu Santo que se halla en nuestro espíritu nos consuela, sostiene y abastece. Sin embargo, el Espíritu Santo sólo está en nuestro espíritu y no ha penetrado aún nuestra alma. En el momento que recibimos salvación, Dios comenzó a operar en nosotros. Ahora El desea extenderse desde el centro de nuestro ser hasta alcanzar la circunferencia del mismo, de tal manera que nuestra mente, voluntad y parte emotiva posean el elemento de Dios. Poco a poco, El desea llenar completamente todo nuestro ser. De esta manera, Dios no sólo estará en nuestro espíritu, sino también en cada parte de nuestra alma. Nuestro gozo, enojo, tristeza y deleite estarán llenos de Dios. Entonces, nuestros puntos de vista serán los de Dios mismo, y nuestro gozo, enojo, tristeza y deleite serán el gozo, enojo, tristeza y deleite de Dios. ¿Cómo es posible esto? Esto es posible porque Dios mismo es quien se expresa en nuestro diario vivir. Esto es semejante a cuando empapamos algodón en tinta roja; la tinta impregna gradualmente el algodón hasta que finalmente éste adquiere el color rojo.
Hoy, aunque tengamos cierta medida de espiritualidad, todavía no somos complemente espirituales. Seremos completamente espirituales sólo cuando la vida de Dios se extienda desde nuestro espíritu a nuestra mente, parte emotiva y voluntad, e incluso a nuestro cuerpo, a fin de que todo nuestro ser sea completamente lleno con la vida de Dios y que nuestro cuerpo sea un cuerpo glorioso. Pero esto se cumplirá plenamente sólo cuando el Señor Jesús regrese. Sólo entonces nuestro cuerpo será transfigurado por completo. En 1 Corintios 15 dice: “Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción” (v. 53a). Dios no sólo estará en nuestro espíritu y en nuestra alma, sino también en nuestro cuerpo. Esta es la trayectoria que la vida de Dios sigue al operar en nuestro ser.
EL HOMBRE DEBE COOPERAR CON DIOS
Y PERMITIR QUE DIOS OPERE EN EL
Dios desea forjar Su vida en cada parte de nuestra alma, es decir, en nuestra mente, voluntad y parte emotiva. ¿Cómo logra Dios hacer esto? El requisito básico de la obra de Dios consiste en que el hombre debe cooperar con El; el hombre debe permitir que Dios opere en él. Esto no significa que Dios no hace nada, sino que muchas personas simplemente no cooperan con El. Algunos niños, cuando están enfermos, no quieren tomar su medicamento. Cuando sus madres los llevan al médico, a pesar de que éste y las madres esperan que los niños tomen el medicamento, ellos sencillamente se niegan a tomarlo. De manera similar, no es que Dios no desee forjarse en nuestro ser, sino que somos nosotros los que permanecemos reacios y renuentes.
Entonces, ¿qué puede hacer Dios? Los médicos y las madres saben que hay tres métodos para ayudar a un niño a tomar su medicamento. Primero, pueden valerse de “una treta”; pueden endulzar el medicamento para que el niño piense que es un caramelo y, de esta manera, hacer que lo ingiera. Segundo, pueden contentar al niño, ya que cuando esté alegre y satisfecho, estará dispuesto a tomar el medicamento. Todos los médicos y enfermeras se valen de este método para “engañar” a sus pacientes; sin embargo, lo único que ellos desean es ayudar a sus pacientes para que cooperen. Tercero, si el niño se niega a tomar el medicamento, los médicos y enfermeras pueden ponerle una inyección. Este método es el más drástico. Le atan los pies y las manos para vencer toda resistencia y, entonces, le inyectan el medicamento. Para poder llenar lo más profundo de nuestro ser, Dios usa métodos similares a estos. Posiblemente algunas personas pregunten: “¿Usa Dios este tipo de tretas?”. En realidad no es que Dios use tretas para engañarnos. El es como los médicos o las enfermeras que aparentemente “engañan” a sus pacientes con el fin de hacerles tomar el medicamento, pero en realidad lo único que intentan obtener es la cooperación de sus pacientes. Dios hace lo mismo; El desea que el hombre coopere con El.
Una pareja de incrédulos fue a estudiar a los Estados Unidos. La esposa, que era la hija de un pastor, tenía dinero y una posición social elevada; no obstante, ella no tenía a Dios, y sufría y sentía un gran vacío en su ser interior. Un día, Dios le dio a esta pareja un hijo muy bueno. Ellos amaban mucho a este hijo y reconocían que Dios se los había dado. La pareja dijo: “Si Dios no nos hubiera dado este hijo, no habríamos podido tenerlo por nosotros mismos”. No obstante, ellos recibieron el don pero no al Dios que les dio el don. Ellos amaron al niño, pero no amaron a Dios. Dos años más tarde, el niño se ahogó en un río. La pareja se sintió muy triste, y parecía que había perdido los cielos y la tierra. Fue en ese momento que un creyente vino a ellos y les dijo: “En el pasado, ustedes sólo quisieron al hijo que Dios les dio, pero no a Dios mismo. Ustedes tuvieron un hijo, pero él no pudo consolarlos”. Al escuchar esto, la pareja se arrodilló delante de Dios y confesó sus pecados, diciendo: “Oh Dios, perdónanos; en el pasado habíamos oído el evangelio, pero no quisimos recibirte a Ti”. Fue así como recibieron al Señor, y Dios pudo entrar en ellos. Con frecuencia Dios permite que nos sucedan cosas similares a éstas, para mostrarnos que le necesitamos.
En Shangai había una hermana que era enfermera. Ella se casó a los cuarenta años de edad y llegó a tener un hijo, al cual ella y su esposo amaban mucho más que a Dios mismo. La condición en la que se encontraba esta hermana era como aquella parte nudosa de la madera que no se puede quebrar fácilmente. Un día, su hijo murió. Muchos hermanos y hermanas fueron a ayudarla. Cuando estaban a punto de poner al niño en el ataúd, la madre lloraba y decía que quería que la pusieran con su hijo dentro del ataúd. Al contemplar tal situación, los hermanos y hermanas se sintieron acongojados sin saber qué hacer. Pero, pocos días después, esta hermana fue a visitar a un hermano y le dijo: “Doy gracias a Dios de todo corazón. El ha hecho lo correcto conmigo”. Después de decir esto, prorrumpió en llanto. Si estas cosas no hubieran sucedido, Dios no habría podido entrar en la mente, voluntad y parte emotiva de ella. Sin embargo, ahora Dios llenaba todo su ser.
VOLVER NUESTRO CORAZON A DIOS
PARA SER PUROS DE CORAZON
Si Dios desea obrar en nosotros, pero nosotros no cooperamos con El, El usará algunos medios para que estemos dispuestos a cooperar. Aquí vemos que si deseamos que Dios opere en nosotros, tenemos que cooperar con El; de lo contrario, nos veremos en problemas. Pero, ¿cuál es la manera en que cooperamos con Dios? En primer lugar, esto tiene que ver con nuestro corazón. Si queremos cooperar con Dios y permitirle que trabaje en nosotros, primero que todo debemos volver nuestro corazón a Dios, porque los de corazón puro verán a Dios. En la Biblia, un corazón puro se refiere principalmente a un corazón que desea a Dios. La meta de aquellos que son puros de corazón es Dios mismo. Ellos no desean dinero, posición, ropa bonita ni perfumes caros. Ellos tampoco tienen sus ojos puestos en su cónyuge o en sus hijos. El corazón de ellos se halla completamente entregado a Dios. En Mateo dice: “Bienaventurados los de corazón puro, porque ellos verán a Dios” (5:
; y en Salmos dice: “¿A quién tengo yo en los cielos sino a Ti? Y fuera de Ti nada deseo en la tierra” (73:25). Los de corazón puro tienen un corazón tan puro que sólo desean a Dios y nada más que a Dios mismo.
Si los cristianos están dispuestos a permitir que Dios opere en ellos, lo primero que deben hacer es volver su corazón a Dios. Dios no puede trabajar en muchas personas porque su corazón no está puesto en El. No podemos decir que estas personas no desean al Señor, porque verdaderamente sí lo quieren; sin embargo, ellas también quieren algo más aparte del Señor mismo. Las hermanas de mayor edad aman al Señor, pero muchas de ellas también aman a sus hijos, e incluso quieren conseguirles una buena esposa. Hay muchos que, por un lado, aman al Señor, pero por otro, también aman el dinero y buscan ser respetados por los santos. Ellos vienen al salón de reuniones a limpiar las sillas, lo cual muestra que verdaderamente aman al Señor; sin embargo, después de limpiarlas, si los hermanos responsables no les demuestran su aprecio, se sienten molestos. Así que, si decimos que ellos no aman al Señor, seríamos injustos con ellos; pero si afirmamos que ellos aman al Señor, no estaríamos siendo justos delante del Señor. El ser interior de ellos es muy complicado, pero el amor debe ser simple. Una esposa debe amar a su esposo, pero no por el dinero que él le da. De igual manera, los cristianos deben amar a Dios, pero no porque Dios les da dinero. No obstante, muchas personas aman a Dios como Aquel a quien pueden acudir cuando desean algo. Salmos 73:2 dice: “En cuanto a mí, casi se deslizaron mis pies; por poco resbalaron mis pasos”. Aun el salmista dijo que por poco resbalaron sus pasos. ¿En qué situación nos encontramos nosotros?
Muchas veces nos quedamos perplejos y nos preguntamos por qué los que son de corazón puro, con frecuencia, no son prósperos, mientras que aquellos que no aman al Señor frecuentemente prosperan. Podemos obtener una clara respuesta a esta pregunta cuando entramos en el santuario de Dios (v. 17). Otras personas solamente obtienen gozo terrenal y paz terrenal, pero los de corazón puro obtienen a Dios mismo. Esto es lo que el de corazón limpio posee. Tenemos que tener en mente que la razón por la que Dios no puede trabajar en nosotros se debe a que nuestro ser interior no está lo suficientemente limpio. Le es difícil a Dios trabajar en nosotros porque nuestro corazón no es puro. Cuando nuestro corazón no es adecuado, nuestra manera de ver las cosas también es incorrecta. Por eso la Biblia dice que cuando nuestro corazón se vuelve al Señor, el velo es quitado (2 Co. 3:16). Es por este motivo que resulta tan difícil ver la obra de Dios en muchos de Sus hijos. El problema de ellos estriba en si tienen su corazón puesto en el dinero y en su familia, o en Dios mismo. No hay provecho en juzgar a otros, ni tampoco sirve sólo estudiar las Escrituras; lo único que nos beneficia es volver nuestro corazón a Dios. Algunas personas tienen la mitad del corazón vuelto a Dios, mientras que otras tienen el corazón totalmente alejado de Dios. Debemos tener en mente que el grado en que nuestro corazón esté entregado a Dios, determina cuánto podrá realizar Dios en nosotros.
¡Deseo fervientemente todos nosotros seamos personas cuyo corazón es puro para con Él!
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Aguas refrescantes 6 de mayo
Otra vez oró, y el cielo dio lluvia, y la tierra pro¬dujo su fruto. Santiago 5: 18.
El Señor le había dado a Elías claras instrucciones para que buscara al rey Acab porque estaba a punto de derra¬mar la lluvia sobre la tierra. Sin embargo, no envió la lluvia hasta que Elías oró. Dios no siempre lleva a cabo su voluntad solo sino que aguarda que nosotros coope¬remos con El en oración. Es cierto que Elías debía primero saber que era la voluntad de Dios y que su hora para obrar había finalmente llegado, pero este conocimiento no le eximió de la ferviente oración que liberó la lluvia.
Es un error pensar que el hombre puede iniciar algo por la oración. La Biblia nos muestra que es Dios quien primero desea hacer ciertas cosas, y que El nos revela sus deseos. Nuestra parte es aprender cuál es su voluntad y luego pedirle que_ El la realice. Esta es la verdadera oración, y es lo que Dios requiere de nosotros.
Watchman Nee
Jesús es el Señor! - Jesus is Lord - Jesus ist der Herr - Yeshua adonai - Gesù è il Signore - Jésus est Seigneur - Ιησους ειναι ο Λορδος - Иисус – Господь - يسوع هو الرب - 耶稣是主 - 主イエスは - Jesus é o Senhor - Jesus är lorden
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