La manera práctica de experimentar a Cristo (1)
2 Corintios 3:17 “Porque el Señor es el Espíritu; …”
Si el Señor no es el Espíritu, ¿cómo pudiéramos ser un espíritu con El? Si vamos a disfrutar a Cristo y experimentar a Cristo, en primer lugar tenemos que darnos cuenta de que este Cristo hoy día es el Ungido, lleno del Espíritu, y que estamos unidos a El como un espíritu. Antes del día en que oímos el evangelio y fuimos inspirados a creer en el Señor Jesús, hacíamos todo lo que deseábamos por nosotros mismos. En el día en que invocamos Su nombre, fuimos salvos y adheridos al Ungido. Fuimos hechos un espíritu con nuestro Salvador. Puede que nos demos cuenta de este hecho, pero la manera en que hablamos a otros expone si sabemos la manera de experimentar a Cristo o no. La forma correcta de hablar a otros es ejercitar nuestro espíritu. ¿Cómo ejercitamos nuestro espíritu para tener contacto con el Señor? ¿Cómo lo practicamos? Según mi experiencia, la mejor manera es orar. Orar no significa que tengo que ir a mi cuarto y cerrar la puerta. Puedo orar espontáneamente: “Señor, voy a pasar un tiempo con mi hermano. Señor, quiero ser uno contigo en tu propósito. Guiame Señor”. Antes de ir a ver a mi hermano, tal vez tenga que ir al lavabo. Al estar alli, puedo orar: “Señor, gracias a Ti, Tú eres mi vida, y yo tu expresión”. Luego mientras el hermano está en el cuarto próximo, oro: “Señor, úngeme que solo hable lo que tu desees. Aun, Señor, sé las frases que le voy a hablar a mi hermano”. Deberíamos practicar esta forma todo el tiempo, dándonos cuenta de que el Señor es realmente uno con nosotros. Con el tiempo, experimentaremos que este mismo Cristo a quien Dios nos ha adherido y con quien hemos llegado a ser un espíritu es simplemente nuestra conversación. Nuestra conversación con un hermano es simplemente Cristo. Cristo es tan rico. El es nuestra elocución, nuestro pensamiento, nuestras palabras, y nuestra expresión. El es el mismo contenido de nuestra conversación. El es toda la conversación. Esta es una experiencia de las riquezas de Cristo.
Supongamos que mientras usted está hablando con un hermano alguien le dice que su esposa quiere hablar con usted. Debería empezar a orar: “Señor, ve conmigo. Ve conmigo para encontrarnos con mi esposa. Señor, sé un espíritu conmigo. Creo que soy un espíritu contigo. Señor, ahora es la ocasión para que lo pruebes. Tengo que ser uno contigo para encontrarnos con mi esposa. Señor, sé mi elocución, y sé mis ojos que miran a mi esposa”. Luego va a encontrarse con su esposa. Ese encuentro con su esposa será simplemente Cristo. Mientras su esposa tal vez le trate mal, puede todavía orar: “Señor, Tú estás conmigo. Sí, Señor, esta situación es Tuya”. Entonces usted experimentará a Cristo como su paciencia, su perseverancia, su longanimidad y su amor que sobrepasa el conocimiento. Si en aquel momento su primo estuviera allí y viera la situación, se sorprendería. El admiraría la manera en que se encuentra con su esposa. De esta manera usted experimentará a Cristo cuando se encuentre con cualquier persona en cualquier situación.
Aun un estudiante joven tiene que aprender cómo experimentar a Cristo en el estudio de sus libros de texto. Puede orar: “Señor, aquí está el libro de texto, y mañana será el examen final. Señor, prueba que Tú eres un espíritu conmigo. Señor, lee este libro conmigo”. Si lo hace, les aseguro a ustedes que él experimentará a Cristo como su entendimiento y como su sabiduría para entender todos los secretos de su libro de texto. Aun experimentará a Cristo como su buena memoria. Entonces al día siguiente cuando toma el examen no necesita sentirse tan presionado y tan tembloroso. Sólo necesita orar: “Señor, soy uno contigo, y aun un espíritu contigo. No sólo al hablar, Señor, sino aun hoy en la clase, tomando el examen, soy uno contigo. Señor, hazlo tan real. Hazlo tan real a los ángeles. Hazlo tan real a todo el universo que yo soy uno contigo”. Les aseguro que él experimentará a Cristo como su sabiduría y frecuentemente como su respuesta. Esta es la forma. Según mi observación, hoy día no hay muchos cristianos que experimentan a Cristo y le disfrutan de esta manera. Aun entre nosotros estoy muy preocupado. Mensaje tras mensaje se ha dado, pero cuando llegamos a las cosas prácticas en nuestra vida diaria, somos personas sin Cristo. Al tratar con nuestras esposas, somos personas sin Cristo. Al manejar las cosas, somos personas sin Cristo. Al estudiar libros de texto somos personas sin Cristo. Sólo practicamos el ser un espíritu con el Señor en nuestra hora ordenada para la oración. Aun en la mayoría de las reuniones, no lo practicamos bastante. No podría ir a la reunión a hablar a los santos sin orar: “Señor, tienes que vindicar que soy un espíritu contigo. Señor, no me gusta ir allí a hablar por mí mismo. Tienes que ir conmigo. Tienes que ser mi pensamiento allí. Tienes que ser mi sentimiento en mi hablar allí. Tienes que ser las palabras, aun los términos y las expresiones del hablar mío. Señor, aun tienes que ser el hablar”. Sin tal oración, simplemente no tendría la valentía para ir a hablar. Aunque he obtenido mucho conocimiento de la Biblia, no confío en eso. Por supuesto, necesitamos el conocimiento bíblico. Pero tenemos que hablar no sólo con las palabras o los versículos de la Biblia. En nuestro hablar debemos ser un espíritu con el Señor.
Witness Lee
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