LA CLAVE PARA EXPERIMENTAR A CRISTO: (1ª parte)
NUESTRO ESPIRITU HUMANO
“Por tanto, de la manera que habéis recibido al Cristo, a Jesús el Señor, andad en El” (Col. 2:6). Recibir a Cristo es sin duda una experiencia maravillosa; no obstante, es sólo el disfrute inicial de Sus riquezas. Muchos cristianos desean experimentar a Cristo y aplicarlo en todos los aspectos de su vida. Esperamos que en este folleto encuentren la ayuda necesaria para experimentar diariamente a Cristo, quien es nuestra vida (Col. 3:4).
Pongamos el siguiente ejemplo: para entrar a un cuarto cerrado necesitamos saber cuál es la llave y cómo usarla. De la misma manera, si deseamos abrir la puerta que nos conduce a experimentar la plenitud de Cristo, necesitamos poseer la llave y saber cómo usarla. El propósito de este folleto es mostrarles la llave. Si obtenemos esta llave y sabemos cómo usarla, tendremos el secreto para experimentar a Cristo, quien es nuestra vida. Así que, la llave es de suma importancia.
Un versículo crucial del Nuevo Testamento es 1 Tesalonicenses 5:23, que dice: “Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y vuestro espíritu y vuestra alma y vuestro cuerpo sean guardados perfectos e irreprensibles para la venida de nuestro Señor Jesucristo”. El hombre consta de tres partes distintas y delimitadas: el espíritu, el alma y el cuerpo.
Es fácil establecer la diferencia entre el cuerpo y el alma; todos sabemos que estas dos partes son distintas, pero no es tan fácil distinguir la diferencia entre el alma y el espíritu. De hecho, la mayoría piensa que el espíritu y el alma son lo mismo, pero como vimos en el versículo antes mencionado, el Espíritu de Dios establece claramente en la Palabra que el hombre está formado de tres partes. En esta cláusula, las tres partes aparecen unidas gramaticalmente por dos conjunciones: “vuestro espíritu y vuestra alma y vuestro cuerpo”.
Otro versículo que muestra la diferencia entre el espíritu y el alma es Hebreos 4:12, que dice: “Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu”. El alma y el espíritu no son lo mismo, ya que este versículo nos dice que pueden ser divididos. El alma es diferente del espíritu, y debemos hacer una separación entre ambos.
En el universo existen tres mundos o esferas diferentes: el mundo físico, el mundo psicológico y el mundo espiritual. Debido a que el hombre tiene tres partes, puede tener contacto con estas tres esferas distintas. La primera de ellas corresponde al mundo físico, el cual está lleno de cosas materiales. Los humanos tenemos contacto con el mundo físico por medio de los cinco sentidos del cuerpo: el oído, la vista, el olfato, el gusto y el tacto. Otra esfera es el mundo espiritual. ¿Acaso podemos percibir el mundo espiritual por medio de estos cinco sentidos? Por supuesto que no. La única manera de percibir el mundo espiritual es por medio de nuestro espíritu. Nuestro espíritu posee el sentido espiritual con el cual podemos percibir a Dios.
Además, existe el mundo psicológico, el cual no es ni físico ni espiritual. Supongamos que alguien le regala mucho dinero y usted se pone muy feliz. ¿A qué esfera pertenece esta felicidad, al mundo físico o al espiritual? No pertenece a ninguno de los dos. Tanto la felicidad como el gozo y la tristeza, son sentimientos que pertenecen al mundo psicológico. La palabra psicología proviene del término griego psujé, que en el Nuevo Testamento se traduce alma. La psicología es “el estudio del alma”. Así que, existe el mundo psicológico o anímico, en el cual experimentamos gozo o tristeza. El hombre fue creado con tres partes —el espíritu (Zac. 12:1), el alma (Jer. 38:16) y el cuerpo (Gn. 2:7)— a fin de que pudiera tener contacto con los tres mundos o esferas diferentes: el mundo espiritual, el mundo psicológico y el mundo físico.
El alma a su vez consta de tres partes. Una de ellas es la parte emotiva (Dt. 14:26; Cnt. 1:7; Mt. 26:38); es en ella que amamos, deseamos, odiamos, y sentimos gozo o tristeza. Otra parte del alma es la mente (Jos. 23:14; Sal. 139:14; Pr. 19:2). En la mente se hallan los pensamientos, razonamientos, ideas y conceptos. La tercera parte del alma es la voluntad (Job 7:15; 6:7; 1 Cr. 22:19), con la cual tomamos decisiones. El gozo y la tristeza pertenecen a nuestra parte emotiva; los razonamientos y pensamientos se producen en nuestra mente; y en la toma de decisiones, la voluntad es la que opera. Por consiguiente, la mente, la voluntad y la parte emotiva son las tres partes que conforman el alma. Con la mente pensamos, con la voluntad decidimos y con la parte emotiva expresamos nuestros gustos, disgustos, amor u odio.
Para tener contacto con el mundo psicológico utilizamos nuestra alma, que es la parte psicológica de nuestro ser. El principio es el mismo con respecto al mundo espiritual. Para tener contacto con el mundo espiritual debemos usar nuestro espíritu. Permítame ejemplificar esto de la siguiente manera. Supongamos que alguien habla con usted. El sonido de la voz es real, pero si usted se tapa los oídos y trata de usar los ojos para ver la voz, no percibirá nada porque está usando el órgano equivocado. Si queremos escuchar el sonido de la voz, debemos usar el órgano del oído. Podemos aplicar el mismo principio con respecto a distinguir colores. Supongamos que frente a usted tiene el color azul, el verde, el morado, el rojo y muchos otros colores hermosos. No obstante, si ejercita su oído tratando de escuchar los colores, no podrá apreciar la belleza de ellos. Aunque las sustancias estén presentes, usted no podrá verlas, pues está usando el órgano equivocado.
¿Cómo podemos entonces tener contacto con Dios? ¿Cuál de nuestros órganos debemos usar? Primero debemos ver cuál es la sustancia de Dios. En 1 Corintios 15:45, 2 Corintios 3:17, Juan 14:16-20 y 4:24 se nos dice que Dios es Espíritu. ¿Podemos acaso tener contacto con Dios usando nuestro cuerpo físico? ¡No! Ese no es el órgano correcto. ¿Podemos entonces tener contacto con Dios usando el órgano psicológico de nuestra alma? ¡No! Ese tampoco es el órgano apropiado. Unicamente por medio de nuestro espíritu podemos tener contacto con Dios, puesto que Dios es Espíritu. En Juan 4:24 dice: “Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu ... es necesario que adoren”. Este es un versículo sumamente importante. El primer Espíritu mencionado en este versículo aparece con mayúscula y se refiere al Espíritu divino, a Dios mismo. El segundo espíritu está escrito con minúscula, porque se refiere a nuestro espíritu humano. Dios es Espíritu, así que debemos adorarle en nuestro espíritu. No podemos adorarlo ni tener contacto con El mediante el cuerpo o el alma. Puesto que Dios es Espíritu, la única manera en que podemos adorarlo y tener contacto y comunión con El, es en nuestro espíritu y con nuestro espíritu.
Veamos otro versículo en el cual se mencionan estos dos espíritus. En Juan 3:6 dice: “Lo que es nacido del Espíritu, espíritu es”. Los creyentes sabemos que hemos sido regenerados, que hemos nacido de nuevo. Pero, ¿sabemos qué significa esto? Simplemente quiere decir que nuestro espíritu fue regenerado por el Espíritu de Dios. La Palabra dice que lo que es nacido del Espíritu (del Espíritu de Dios) es espíritu (espíritu humano). Este versículo revela en qué parte de nuestro ser nacemos de nuevo; no es en el cuerpo ni en el alma, sino en el espíritu. Cuando creímos en el Señor Jesús como nuestro Salvador, el Espíritu de Dios entró a nuestro espíritu. El Espíritu Santo nos vivificó y nos impartió vida a fin de regenerar nuestro espíritu. En el momento en que creímos en el Señor Jesús, el Espíritu Santo vino a nosotros juntamente con Cristo como vida, para vivificar y regenerar nuestro espíritu. A partir de ese momento, El mora en nuestro espíritu humano (Jn. 4:24; Ro. 8:16; 2 Ti. 4:22; 1 Co. 6:17).
Jesucristo vino a esta tierra y vivió como hombre por treinta y tres años y medio. Luego, fue crucificado por nuestros pecados; El murió, resucitó y llegó a ser Espíritu vivificante (1 Co. 15:45). En 2 Corintios 3:17 vemos que “el Señor (Cristo) es el Espíritu”. Debemos rebozar de alabanzas por el hecho de que Cristo como Espíritu vivificante ha entrado en nosotros. Fuimos creados como vasos o recipientes compuestos de cuerpo, alma y espíritu. Nuestro espíritu humano es el órgano en el cual Cristo, en calidad de Espíritu vivificante, ha entrado en nuestro ser. Los versículos anteriores muestran claramente que ahora Dios mora en nuestro espíritu. Sin embargo, debemos recordar que el Dios que está en nosotros no es sólo Dios, sino además Jesucristo. Todo lo que Cristo es, y todo lo que El realizó, logró y obtuvo, está incluido en este Espíritu vivificante. Ahora este Espíritu ha entrado a nuestro espíritu y se ha mezclado con él, de modo que somos un solo espíritu con el Señor (1 Co. 6:17). Alabamos al Señor, pues hemos llegado a ser uno con El en nuestro espíritu. Si aprendemos a volvernos a nuestro espíritu, podemos establecer contacto con la Persona de Cristo. ¡Este es el secreto, y ésta es la llave!
**************************
Aguas refrescantes 26 de mayo
Me fue dado un aguijón en mi carne, un mensajero de Satanás que me abofetee. 2 Corintios 12:7.
Un hecho sorprendente en la Biblia es que al parecer es relativamente fácil la sanidad de un "pagano" pero la sanidad de un creyente no es tan fácil o corriente. El Nuevo Testamento nos demuestra de una manera contundente que siempre que un incrédulo se acercó a Jesús buscando sanidad, fue curado de inmediato. Sin duda el don de sanidad es tanto para el beneficio del creyente como del incrédulo. No obstante, la Biblia nos presenta casos de creyentes que no fueron sanados. Entre ellos hombres muy piadosos como Trófimo, Timoteo y Pablo. Cada uno de estos tres excelentes siervos de Dios y hermanos en Cristo, tuvieron que sufrir la enfermedad.
Surge con claridad que la enfermedad difiere del pecado en sus resultados. El pecado no produce fruto alguno de santidad, pero la enfermedad sí lo produce. No consideremos a la enfermedad o al dolor como algo terrible. ¿En qué mano está el bisturí? Recordemos que está en la mano de Dios. ¿Por qué estaremos ansiosos por una enfermedad, como si estuviera controlada por el enemigo? Sin el permiso de Dios Satanás no puede enfermar a nadie. Todas las enfermedades nos son administradas por Dios por causa del enriquecimiento que nos pueden traer.
Watchman Nee
Jesús es el Señor! - Jesus is Lord - Jesus ist der Herr - Yeshua adonai - Gesù è il Signore - Jésus est Seigneur - Ιησους ειναι ο Λορδος - Иисус – Господь - يسوع هو الرب - 耶稣是主 - 主イエスは - Jesus é o Senhor - Jesus är lorden
Literatura disponible en:
corpocri@yahoo.com
laiglesiaenarmenia@yahoo.com