LAS DOCTRINAS
En la Biblia hay siete doctrinas fundamentales, que son: 1) Dios el Padre, 2) el Hijo de Dios, 3) el Espíritu Santo, 4) el pecado, 5) la redención, 6) la vida y la conducta cristianas, y 7) los eventos futuros. Todas éstas son doctrinas cruciales; de hecho, esto es teología.
En cuanto a Dios el Padre, podemos observar Su nombre, Su corazón, Su naturaleza, Sus atributos, Su poder, Su autoridad, Su relación con el Hijo, la forma en que nos redime, etc. También debemos agrupar todos los versículos que se relacionan con esto.
Cuando el Señor Jesús vino a la tierra, claramente proclamó que El era el Hijo. Así que, por la eternidad el Señor Jesús es el Hijo. Sin embargo, fue designado Hijo después de Su resurrección. Hebreos 1:5 dice: “Yo te he engendrado hoy”, lo cual se refiere a la resurrección del Señor. Romanos 1:4 también dice: “Que fue designado Hijo de Dios con poder, según el Espíritu de santidad, por la resurrección de entre los muertos”.
Después de estudiar las doctrinas del Padre y el Hijo, pasamos a la doctrina del Espíritu Santo. Para entender al Espíritu Santo, debemos conocer, por lo menos, la obra que hace en el hombre y la que hace fuera de él. Debemos distinguir claramente entre la obra del Espíritu Santo sobre el hombre y Su obra en él. De no ser así, no entenderemos claramente al Espíritu Santo.
También debemos abordar el tema del pecado, la redención, la vida de los hijos de Dios en la tierra hoy, y los eventos futuros uno por uno. Casi toda la teología se relaciona con estas siete cosas. Cuando no tengamos ninguna duda al respecto, tendremos cierto grado de seguridad en cuanto a las enseñanzas fundamentales de la Biblia.
LA PROGRESION DE LAS DOCTRINAS
EN LA BIBLIA
Todo lector de la Biblia debe tener presente que la Biblia es la revelación de Dios dada a nosotros en muchas porciones y de muchas maneras (He. 1:1). Dios nos concede revelación no solamente en muchas porciones sino también en diferentes maneras, y cada vez que nos concede una nueva revelación, es más avanzada que la anterior. Tenemos que hallar el avance de la verdad de Dios a través de toda la Biblia. Esto no significa que la revelación de la Biblia sea incompleta. La revelación de Dios está en toda la Biblia y es completa. Sin embargo, dicha revelación es progresiva. En la primera etapa Dios se revela en una manera. En la segunda etapa, agrega más revelación a la primera, y en la siguiente etapa se agrega aún más revelación y así sucesivamente, hasta completarla. No podemos decir que la revelación de Dios sea imperfecta en alguna de las etapas. Pero cuando comparamos la revelación global, cada etapa de la revelación es incompleta. La revelación que Dios le dio a Abraham era perfecta para esa época. Pero cuando la vemos a la luz de la revelación completa de hoy, nos damos cuenta de que no era completa. Tenemos que seguir la revelación de Dios desde Adán, pasando por Noé, Abraham, los hijos de Israel, Moisés... de una manera total y completa. La revelación de Dios siempre es progresiva.
También debemos aprender a distinguir entre las verdades dispensacionales o temporales de Dios y Su verdad eterna. En la Biblia algunas doctrinas se aplican sólo a ciertas dispensaciones, mientras que otras son válidas para todas las épocas. Algunas veces Dios emitió un mandamiento en cierta dispensación, que no tenía como fin durar por la eternidad. Por ejemplo, Dios ordenó a los hijos de Israel que dieran muerte a todos los cananeos. Esta es una verdad dispensacional, es decir, aplicada a una época específica; no quiere decir que se debe hacer esto por la eternidad. Tenemos que diferenciar entre las verdades dispensacionales y las verdades eternas. Algunas palabras por naturaleza se limitan a una dispensación, pues están dirigidas a los hombres de una era, no a todas las épocas. Otras palabras son de carácter eterno y se aplican a todos los hombres de todos los tiempos. Cuando leemos la Biblia tenemos que distinguir entre las verdades dispensacionales y las que son eternas. Tenemos que saber cuáles se aplican solamente a cierta era y cuáles a todas las demás. De lo contrario, encontraremos muchos obstáculos insuperables.
Mucha gente tiene el concepto erróneo de que el Antiguo Testamento es solamente para los hombres de esa era. Se piensa que todo su contenido es de carácter dispensacional, que se limita a esa época. Otros piensan que todo lo que contiene el Antiguo Testamento es para nosotros, y que debemos tomar todo el Antiguo Testamento como una verdad eterna. En realidad, tenemos que separar las verdades dispensacionales de las eternas. Si la palabra que Dios da a los hombres de cierta época es aplicable sólo a ese tiempo, se trata de una verdad dispensacional. Si se aplica igualmente a todos los hombres de todas las épocas, es una verdad eterna. La verdad eterna es progresiva. En una era puede ser que Dios diga una o dos cosas solamente. En la siguiente era, habla un poco más. Sin embargo, tenemos que saber que el avance de la verdad solamente se produce dentro de los límites de las Escrituras. Las doctrinas que se desarrollan aparte de la Biblia no se pueden considerar parte de la verdad progresiva.
Al leer Génesis descubrimos que Dios es el Creador, el Gobernador, el dador de la ley, el Juez y también el Redentor. La verdad acerca de Dios en el Antiguo Testamento es progresiva. Estos cinco aspectos son desarrollados adecuadamente en todo el Antiguo Testamento. En Génesis también vemos que la creación del hombre fue gloriosa y su caída muy vergonzosa. Como necesitaba salvación, buscó a Dios y trató de salvarse por sus propias obras. Esto es lo que el libro de Génesis nos dice acerca del hombre; sin embargo, el Nuevo Testamento profundiza con más detalle en estas cinco verdades relacionadas con el hombre. A esto nos referimos al hablar de la progresión de la verdad.
De Adán a Samuel, vemos una teocracia, es decir, el gobierno directo de Dios sobre Su pueblo. Desde David y Salomón hasta la deportación a Babilonía, vemos una monarquía, es decir, El gobierno de Dios sobre Su pueblo por medio de reyes. Desde la deportación de Babilonia hasta la venida del Señor Jesús, tenemos el gobierno de los profetas y los sacerdotes. Primero hubo una teocracia, luego una monarquía, y después el gobierno de los profetas y los sacerdotes. Desde el principio hasta el final hay un progreso, de preceptos exteriores a preceptos internos. Todo lo que era externo falló, pero luego vino “la justicia” interna. Así que vemos una progresión.
En el Nuevo Testamento, vemos claramente a Cristo en los cuatro evangelios. Esto es un avance. Podemos dividir los cuatro evangelios en siete secciones.
En la primer sección, el Señor Jesús demostró que El era el Mesías. Esto sucedió en Jerusalén, Judea y Samaria, y se describe en Juan 1—4.
En la segunda sección, después de la afirmación de ser el Mesías, proclamó el reino de los cielos. Tenemos la declaración del reino de los cielos en el capítulo cuatro de Mateo, el contenido del reino de los cielos de los capítulos del cinco al siete, y el misterio del reino de los cielos en el capítulo trece. La segunda sección es un desarrollo del reino de los cielos.
En la tercera sección se tiene la vindicación de la persona del Hijo de Dios, comenzando desde que el Señor alimentó a los cinco mil. El evangelio de Juan nos da un recuento especial de ello. Aunque los otros evangelios también lo mencionan, la narración de Juan comunica un significado especial, ya que hace notar que el Señor alimentó a los cinco mil con el fin de probar que El era el Hijo de Dios. Después de esto en Cesarea, Pedro confiesa que Jesús es el Cristo y el Hijo de Dios. Más adelante vemos la transfiguración del Señor en el monte. Todo esto constituye la vindicación de la persona del Señor Jesús.
En la cuarta sección, después de la transfiguración en el monte, el Señor afirmó Su rostro hacia Jerusalén. Cristo llega a ser el que sufre, el que va a morir (Mt. 16:21; Lc. 9:51).
En la quinta sección el Señor Jesús entró en Jerusalén y habló de Su segunda venida. A continuación, tenemos la profecía del Señor en el monte de los Olivos (Mt. 24—25).
En la sexta sección, en la noche de la Pascua, el Señor se dirigió a los discípulos en la azotea, y les habló de la venida del Espíritu Santo, de la parábola de la vid y de otras cosas más (Jn. 14—17).
En la séptima sección el Cristo resucitado dio a los discípulos la comisión de predicar el evangelio.
Al leer los evangelios debemos identificar primero estas siete secciones de la historia de Cristo, como si estuviéramos estableciendo el soporte de siete montañas. Después de hacer esto, tendremos un entendimiento claro de la obra y de los hechos del Señor Jesús.
En el libro de Hechos encontramos tres temas cruciales: 1) la resurrección del Señor Jesús, 2) Su reinado y 3) Su perdón. El Señor resucitado reina hoy y predica el perdón a todos los hombres. Esto muestra que Hechos va un paso más adelante que los evangelios.
Después de esto, tenemos las epístolas de Pablo. Notemos que el orden dado a éstas en la Biblia no corresponde a la secuencia cronológica en que se escribieron. La secuencia cronológica sería: 1 Tesalonicenses, 2 Tesalonicenses, 1 Corintios, 2 Corintios, Gálatas, Romanos, Filemón, Colosenses, Efesios, Filipenses, 1 Timoteo, Tito, 2 Timoteo. (Si asignamos a Pablo la autoría de Hebreos, entonces debe ir antes de 1 Timoteo). Las Epístolas de Pablo se pueden dividir en cuatro categorías:
1) 1 y 2 Tesalonicenses tratan de la venida del Señor.
2) 1 y 2 Corintios y Gálatas corrigen los errores de los creyentes.
3) Romanos, Filemón, Colosenses, Efesios y Filipenses hablan de Cristo.
4) 1 y 2 Timoteo y Tito abarcan la administración y el orden de la iglesia y no añaden mucho en cuanto a la revelación. La revelación que Dios le dio a Pablo llegó a la cima en Efesios.
En la secuencia anterior vemos que la verdad en la Biblia avanza continuamente. En la época de Pablo, el asunto de la iglesia estaba totalmente establecido, los errores de los creyentes habían sido corregidos, las riquezas de la iglesia se habían producido, y la venida del Señor había quedado clara. Esto es avance. El resto de las epístolas, como por ejemplo, Hebreos, Jacobo (Santiago), 1 y 2 Pedro, y Judas, son de diferente índole, pues tienen sus propias características. Algunos las llaman “las epístolas universales”. Hebreos nos muestra el nuevo pacto; Jacobo hace énfasis en las obras; 1 y 2 Pedro hablan de sufrimientos y esperanza, y Judas presenta la preservación de la fe. Estas epístolas abordaron diversos aspectos relacionados con el cristiano. No contribuyen al avance en la revelación. Por último, tenemos las epístolas de Juan y Apocalipsis, donde encontramos otro avance. Pablo presenta las verdades, mientras que Juan ofrece la teología. Juan destaca especialmente la realidad que yace detrás de la vida cristiana, que es la vida de Dios. Las epístolas de Juan y Apocalipsis nos vuelven a Dios.
Las verdades bíblicas siempre avanzan. Toda verdad tiene su cumbre. La revelación se abre en un libro, y luego se descubren revelaciones adicionales en otros. Cuando avanza hasta cierto libro, la revelación alcanza la cima. Por ejemplo, cuando estudiamos la justicia, tenemos que comenzar con Mateo y examinar la manera en que se revela al comienzo. (Podemos omitir los otros tres evangelios en lo que a este tema se refiere.) Cuando lleguemos a Romanos y Gálatas, el tema llega a su cima. En el tema de la iglesia, tenemos que comenzar con Mateo 16. Al llegar a Efesios el asunto se explica detalladamente. Al abordar el tema de la vida, comenzamos con el evangelio de Juan. En las epístolas de Juan, el tema alcanza su cima y queda claro.
Si hacemos esto de libro en libro, hallaremos dónde se introduce el tema, dónde se desarrolla y expande, y dónde concluye y queda establecido. Lo interesante es que después que el tema queda establecido, no se añade nada al respecto en los libros subsiguientes. Cada tema se introduce en uno o más libros, y después los libros que le siguen no mencionan más el tema o lo tocan ligeramente. Al concluir la Biblia, la revelación completa de Dios llega a la cumbre. La revelación de Dios siempre es progresiva; constantemente avanza hasta que al final todo queda establecido.
Por consiguiente, cuando leemos la Biblia debemos hacer dos cosas. Primero, encontrar la revelación de la Biblia, es decir, debemos encontrar dónde se habla primero de cierta verdad. Segundo, dónde se revela un nuevo significado y una revelación nueva. Tenemos que seguir la verdad paso a paso y tomar apuntes. Un libro nos puede dar la introducción, otro nos puede dar más explicaciones; un tercer libro nos puede dar más revelación. Debemos escribir y recopilar todas estas nuevas explicaciones y revelaciones. Después de reunirlas y analizarlas, podemos dar una exposición concreta de esa verdad. Esto constituye la teología. La teología apropiada es el estudio de las verdades de la Biblia. Podemos llamarle teología doctrinal. Si estudiamos la Biblia de esta manera, tendremos un entendimiento claro de las verdades de la Biblia.
Concluyamos la discusión acerca de las maneras de estudiar la Biblia con la siguiente recomendación: la persona que lee la Biblia debe ser recta. De lo contrario, pasará por estos veintiocho planes de estudio sin sacar ningún beneficio. “La letra mata, mas el Espíritu vivifica” (2 Co. 3:6). No queremos decir con esto que sólo se puede leer la Biblia cuando se está totalmente preparado y perfeccionado, sino que cuando leamos la Biblia, debemos tener muy presente nuestra condición delante del Señor. Por una parte, ésta debe ser correcta, y por otra, debemos estar dispuestos a dedicar tiempo usando los diferentes métodos para estudiar la Palabra. Esto nos permitirá recoger una abundante cosecha y obtener un rico suministro.
W. Nee
“Como estudiar la Biblia”
Living Stream Ministry
Literatura disponible en:
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