El ministerio de la Palabra
Por un lado, Dios desea que entendamos Su palabra, pues esto es básico para Su obra; por otro, El intenta depositar Sus palabras en nuestro espíritu, para que éstas sean la carga que ministremos a la iglesia. En Hechos 6:4 dice: “Y nosotros perseveraremos en la oración y en el ministerio de la palabra”. Ministrar equivale a servir; esto significa que el ministerio de la Palabra de Dios es un servicio que se da a los hombres.
Tenemos el problema de que muchas veces no podemos comunicar las palabras del Señor que están en nosotros. Hay hermanos que tienen la Palabra, una carga genuina en su espíritu y el deseo de comunicarla a los demás, pero al subir a la plataforma, no son capaces de compartir dicha carga. Aun después de una hora de disertación, la carga continúa ahí, y el hombre exterior es incapaz de expresar la carga que tiene en su interior. Aunque procuran aliviar la carga comunicando el mensaje que tienen, el hombre exterior no encuentra las palabras adecuadas. Aunque hablen por un buen rato, su carga permanece inmutable. Por fin tienen que marcharse con la misma carga con que llegaron. La única explicación de esto es que su hombre exterior no ha sido quebrantado. Por lo tanto, no puede cooperar con su hombre interior; por el contrario, es un obstáculo para él.
Cuando nuestro hombre exterior ha sido quebrantado, las palabras no constituyen un problema, pues siempre que tenemos una carga en nuestro interior, el hombre exterior encuentra las palabras adecuadas para expresarla. Cuando enunciamos las palabras, la carga interior es aliviada. Cuanto más hablamos más ligeros nos sentimos. Entenderemos que nuestra función es servir la Palabra de Dios a la iglesia. Por lo tanto, las palabras deben expresar exactamente los pensamientos y la carga interior. Si nuestro hombre exterior no ha sido quebrantado, no cederá el paso al espíritu ni detectará sus indicaciones. Cuando el hombre exterior trate de sondear el sentir del hombre interior, no percibirá nada ni hallará las palabras exactas, Dios no podrá brotar y la iglesia no recibirá ninguna ayuda.
No olvidemos que el hombre exterior constituye el mayor obstáculo para el ministerio de la Palabra. Muchos piensan que la perspicacia es útil, pero están completamente equivocados. No importa cuán perspicaz sea una persona, su hombre exterior nunca podrá reemplazar a su espíritu. Sólo si el hombre exterior ha sido quebrantado y subyugado, podrá el hombre interior encontrar los pensamientos y las palabras apropiadas para aliviar su carga. La corteza que rodea al hombre interior debe ser quebrantada, pues cuanto más sea quebrantada más vida brotará del espíritu. Pero si la corteza permanece intacta, la carga permanecerá dentro, y ni la vida de Dios ni Su poder podrán fluir hacia la iglesia. En esta condición la persona no es apta para servir como ministro de la Palabra. El principal canal para que la vida y el poder de Dios broten, es el ministerio de la Palabra. Si el hombre exterior no es golpeado y no tiene heridas abiertas, el hombre interior no encontrará salida. Y aquellos que vengan a recibir ayuda por medio de su mensaje, escucharán las palabras, pero no tocarán la vida. El que ministra puede estar ansioso por compartir su carga, pero los que escuchan no recibirán nada; él podrá tener un mensaje en su interior, pero no podrá expresarlo porque su hombre exterior estará bloqueando el camino.
Encontramos un ejemplo precioso en la vida del Señor Jesús. El evangelio narra que una persona que tocó Sus vestiduras, recibió una infusión de Su poder. El borde de Su vestidura representa la parte externa de Su ser. La persona pudo sentir el poder del Señor aun en lo más externo de El. El problema que muchos tenemos es que aunque la vida de Dios está en nosotros, ésta no puede fluir. Tenemos la palabra en nosotros, pero no podemos comunicarla, debido a que los obstáculos que nos rodean la aprisionan. No sólo la Palabra de Dios permanece restringida, sino que Dios mismo no encuentra libertad para fluir por medio de nosotros.
Ningún verdadero siervo del Señor debe permitir que sus pensamientos y emociones actúen independientemente. Cuando su hombre interior requiera liberación, el hombre exterior deberá proporcionarle un canal por el cual el espíritu pueda salir y llegar a otros. Si no hemos aprendido esta lección, nuestra efectividad en la obra del Señor será muy limitada.
“Señor, por el bien de la iglesia, por el avance del evangelio, para que Tu tengas libertad de actuar y para que yo mismo pueda avanzar espiritualmente, me entrego a Ti total e incondicionalmente. Señor, con gusto y humildemente me pongo en Tus manos. Estoy dispuesto a que te expreses libremente por medio de mí”.
Watchman Nee
¡Jesús es el Señor! - Jesus is Lord - Jesus ist der Herr - Yeshua adonai - Gesù è il Signore - Jésus est Seigneur - Ιησους ειναι ο Λορδος - Иисус – Господь - يسوع هو الرب - 耶稣是主 - 主イエスは - Jesus é o Senhor - Jesus är Herre
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