APARTADO PARA EL EVANGELIO DE LA VIDA (semana 22)

APARTADO PARA EL EVANGELIO DE LA VIDA (semana 22)
La medida de la estatura de la plenitud de Cristo
Lunes --- Leer con oración: 1 Co 5:15; 2 P 3:11-13; Mt 16:24-25
“¿Quién es, pues, el siervo fiel y prudente, al cual puso su señor sobre su casa para que les dé el alimento a tiempo?” (Mt 24:45)
SOMOS SIERVOS DE DIOS
En la última semana vimos cómo se forma el ministerio. Cada uno de nosotros tiene un ministerio, y todos nuestros ministerios convergen en el único ministerio, el ministerio de la edificación de la iglesia.
Para que desempeñemos nuestros respectivos ministerios de una manera apropiada, necesitamos darle mucha atención a la palabra de Dios: la Biblia. Debemos leerla con oración, tener comunión sobre ella con otros hermanos y practicar aquello que el Señor nos habla. Si tenemos esta práctica saludable de alimentarnos de esta manera de la Palabra, tendremos una visión clara con respecto a la economía neotestamentaria de Dios, el plan divino en el Nuevo Testamento.
El Señor Jesús, antes de morir, habló del plan de Dios a los discípulos que Le seguían. No obstante, parece que ellos no le dieron mucha importancia, puesto que los tres primeros evangelios escritos –Mateo, Marcos y Lucas– registraron básicamente lo que el Señor hizo, pero no algunas de Sus principales palabras acerca de la economía divina.
El apóstol Juan, muchos años después que los tres evangelios fueron escritos, en su madurez y guiado por el Espíritu de realidad, registró los puntos relevantes del Padre, del Hijo y del Espíritu, de la regeneración y de otros asuntos cruciales para nuestro vivir cristiano. Además, como ya mencionamos, Pablo también escribió, en sus epístolas, sobre el propósito de Dios.
Hoy, en cuanto a nosotros, debemos dar mucha atención y cuidado a aquello que el Señor nos ha dicho y mostrado acerca de Su plan, propósito y voluntad. Tenemos que tomar los intereses de Dios como nuestros intereses, pues el Señor está llamando a un grupo de siervos.
Un siervo, como su mismo nombre lo indica, es una persona que sirve a Su Señor. Todos nosotros, que creímos en Jesús, somos Sus siervos. Por eso no debemos buscar nuestros intereses, sino los de nuestro Señor y Salvador; no vivir más para nosotros mismos, sino para Aquel que murió y resucitó por nosotros (2 Co 5:15).
Debemos ser estos siervos que están siempre velando, pues el Señor puede volver en cualquier momento: “Puesto que todas estas cosas han de ser deshechas, ¡cómo no debéis vosotros andar en santa y piadosa manera de vivir, esperando y apresurándoos para la venida del día de Dios!” (2 P 3:11-12a).
La manera de velar es estar preparado para la venida del Señor. Para ello, tenemos que negarnos a nosotros mismos en todas las oportunidades que el Señor nos dé. En nuestro diario vivir, cuando suceden situaciones y la luz de Dios nos ilumina interiormente, mostrándonos nuestra falta en algún aspecto, debemos volvernos al Espíritu. Así, el fuego santificador del Espíritu quema dentro de nosotros, nos purifica y santifica.
Los siervos prudentes viven totalmente para su Señor y son muy sensibles a Sus necesidades. No se trata de hacer grandes obras para Dios, sino de ser sensibles al suave hablar del Señor, conduciéndonos incluso en las pequeñas cosas de la vida práctica.
Cuando usted se niega a sí mismo y pierde su vida por causa del Señor (Mt 16:24-25), deja de lado todos sus intereses personales, y deja de preocuparse por su nombre, su posición, su propio disfrute y de todo lo demás que está relacionado con él, vive sólo para Su Señor.
Punto Clave: Vivir totalmente para el Señor.
Su punto clave es:
Pregunta: ¿Cómo puede estar preparado para la venida del Señor Jesús?
 


Martes --- Leer con oración: Ef 4:13; 1 Ti 3:16; 4:7-8; 5:4; 6:11; 2 P 3:12
“Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia, por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas” (2 P 1:3-4a)
EL DISPENSAR DEL DIOS TRIUNO PRODUCE PIEDAD
No sólo Pablo y Juan en su madurez, vieron y dejaron registrado la economía de Dios en libros, sino también el apóstol Pedro, en su segunda epístola nos dejó una gran ayuda, escribió puntos esenciales sobre este asunto.
En el capítulo 1, inmediatamente después de bendecir a los hermanos, habla acerca de la economía neotestamentaria de Dios, que puede ser resumida como el Dios Triuno mismo dándose a nosotros, dispensándose a cada creyente, a fin de transformarnos a la imagen del Hijo de Dios, haciendo de nosotros Su expresión y plenitud.
Al respecto, la primera parte del versículo 3 dice: “Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder”. Estas palabras están relacionadas con la obra del Padre. Dios Padre es la fuente de la vida, y Él nos está conduciendo a la piedad.
Ser piadoso no sólo significa ser compasivo o bondadoso, como muchos piensan. Ser piadoso es manifestar a Dios en la carne (1 Ti 3:16). Por tanto, una persona piadosa expresa a Dios en su vivir. Hay diversos versículos en el Nuevo Testamento que hablan sobre la necesidad de la piedad en tiempos de degradación (1 Ti 4:7-8; 5:4; 6:11; 2 P 3:12).
Volviendo a la Segunda Epístola de Pedro, el resto del versículo 3 continúa: “mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia”. Esto se refiere al Hijo de Dios, que nos llamó por Su gloria y excelencia. Él quiere que tengamos Sus virtudes en nuestro vivir.
El versículo 4 habla de la obra del tercero de la Trinidad, el Espíritu Santo: “Por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia”.
¡Aleluya! Necesitamos dar toda nuestra atención a la palabra de Dios para comprenderla, y principalmente alimentarnos de ella para practicarla. El Dios Triuno desea dispensarse en nosotros hasta producir Su plena expresión en nosotros: “Hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo” (Ef 4:13). ¡Alabado sea el Señor!
Punto Clave: Alimentarse de la Palabra.
Pregunta: ¿Cómo podemos ver el dispensar del Dios Triuno en la Segunda Epístola de Pedro?
 


Miércoles --- Leer con oración: Ef 4:11-13; 1 P 1:6-7; Jn 21:15-23; 3 Jn 4
“Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados” (Ro 8:28)
EL SEÑOR USA LAS SITUACIONES PARA TRABAJARSE EN NOSOTROS
Hoy estamos en un proceso de transformación y crecimiento, negándonos a nosotros mismos y perdiendo nuestra vida por causa del Señor. En este proceso, rechazamos las cosas que no producen edificación y nos concentramos en el ejercicio de la piedad. De esta manera, ayudados por los hermanos que en la iglesia, perfeccionan a los demás santos, el Cuerpo de Cristo está siendo edificado. Creceremos hasta que lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo (Ef 4:11-13).
El apóstol Pedro también pasó por este proceso de transformación y alcanzó la madurez en la vida divina. Desde el principio, cuando fue llamado por el Señor para seguirlo, siempre tomó el liderazgo entre los discípulos. Los evangelios relatan como Pedro, que siempre era impetuoso, tomaba la delantera y actuaba, muchas veces, precipitadamente. Muchas de esas situaciones sirvieron para que el Señor trabajara en él.
Tales situaciones fueron necesarias para que el apóstol aprendiera lecciones de negarse a sí mismo. La luz del Señor venía sobre él, se daba cuenta de su condición y se arrepentía, como si el fuego quemara las impurezas de su interior. El resultado fue que su fe fue siendo purificada, así como el fuego purifica el oro, fue así como él maduró (1 P 1:6-7; 4:12).
En una de esas ocasiones, vimos en Juan 21 un relato de cómo después de la muerte y resurrección del Señor, Pedro condujo erróneamente a los demás discípulos a retroceder a su antigua ocupación de pescadores. El Señor se les apareció y con mucho amor, ayudó a Pedro a percibir el error que había cometido. El Señor le preguntó a Pedro tres veces si Lo amaba (vs. 15-17).
Inmediatamente después el Señor también le dijo a Pedro: “De cierto, de cierto te digo: Cuando eras más joven, te ceñías, e ibas a donde querías; mas cuando ya seas viejo, extenderás tus manos, y te ceñirá otro, y te llevará a donde no quieras” (v. 18). No obstante, Pedro se quedó insatisfecho y al ver a Juan que estaba cerca, le dijo al Señor: “¿y qué de éste?” (v. 21). Parece que Pedro no se conformaba con saber que sería llevado a donde no quería, mientras que Juan continuaría gozando de la libertad. El Señor le respondió: “Si quiero que él quede hasta que yo venga, ¿qué a ti? Sígueme tú” (v. 22). Pedro tenía un temperamento fuerte, pero el Señor le mostró que tenía que negarse a sí mismo, hasta que un día, cuando ya estuviera maduro, no escogería más a dónde ir, sino que se sometería al guiar del Señor y a la coordinación de los hermanos.
Sin embargo, Juan, que al principio sólo seguía a Pedro, con el paso de los años, también debió haber aprendido esta lección. En su madurez, ayudó a la iglesia en Éfeso a comprender que la palabra de Dios no sólo debe ser analizada y comentada, sino practicada en el espíritu para ganar vida (Jn 5:30-40). Al final Juan testificó: “No tengo yo mayor gozo que este, el oír que mis hijos andan en la verdad” (3 Jn 4).
Punto Clave: Recibir y practicar la Palabra en el espíritu produce vida.
Pregunta: ¿Ha permitido el trabajar de Dios en su interior?
 


Jueves --- Leer con oración: Nm 12:1-16; 3 Jn 9-10
“Sométase toda persona a las autoridades superiores; porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas” (Ro 13:1)
AUTORIDAD Y CRECIMIENTO DE VIDA
Números 12 relata un episodio donde Aarón y María desafiaron a su hermano menor, Moisés, a quien Dios le dio la autoridad para liderar a los hijos de Israel. Al parecer tenían una buena causa, pues encontraron una falla en el proceder de Moisés. Él se había casado con una mujer que no era de la descendencia de Israel, y eso no era correcto. Aarón y María añadieron: “¿Solamente por Moisés ha hablado Jehová? ¿No ha hablado también por nosotros?” (Nm 12:2).
Aarón y María también hablaban por Dios, pues eran profetas, pero el Señor se revelaba a ellos sólo en visiones y sueños, mientras que a Moisés Dios le hablaba cara a cara, como a un amigo. Aunque Moisés tenía algunas debilidades y fallas, el Señor era quien debía tratar esos errores. En otras palabras, Aarón y María no debían haberlo criticado. Al hacer eso, María se volvió leprosa, y Aarón sólo escapó del mismo destino porque se arrepintió rápidamente.
Esto nos sirve como una lección. Si queremos servir, necesitamos poner mucha atención a este asunto de la autoridad establecida por Dios y aprender a someternos a ella. De modo que quien se opone a la autoridad, a lo establecido por Dios resiste; y los que resisten, acarrean condenación para sí mismos (Ro 13:2).
Al final del primer siglo de nuestra era, Dios le dio la autoridad al apóstol Juan, pero algunos lo rechazaban. Por eso, él afirmó con mucha autoridad: “Yo he escrito a la iglesia; pero Diótrefes, al cual le gusta tener el primer lugar entre ellos, no nos recibe. Por esta causa, si yo fuere, recordaré las obras que hace parloteando con palabras malignas contra nosotros; y no contento con estas cosas, no recibe a los hermanos, y a los que quieren recibirlos se lo prohíbe, y los expulsa de la iglesia” (3 Jn 9-10).
Juan fue perfeccionado por el Señor hasta que dejó de ser sólo un seguidor de Pedro y se convirtió, al final de su vida, en un apóstol sobre el cual reposaba la autoridad de Dios. Quien se resistía a Juan, se resistía a Dios. Esto fue el resultado de su madurez de vida.
Igualmente nosotros hoy estamos en este proceso de crecimiento de vida. A medida que nos negamos a nosotros mismos y aprendemos a someternos a la comunión con los demás santos en la iglesia, somos transformados y obtenemos el crecimiento que viene de Dios. Así, mientras más vida obtengamos, más autoridad tendremos. ¡Alabado sea el Señor!
Punto Clave: Mientras más vida, más autoridad.
Pregunta: ¿Por qué debemos someternos a las autoridades establecidas por Dios?
 


Viernes --- Leer con oración: Jn 20:31; Ro 8:4-6; Ef 4:7
“Buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra” (Col 3:1b-2)
SIERVOS QUE SE PREOCUPAN POR LOS INTERESES DE DIOS
Debemos proseguir, recibiendo las palabras del Señor, y buscar el crecimiento en la vida divina. También necesitamos, además de ser siervos fieles, que hacen lo que el Señor les mandó, ser siervos prudentes, que conocen la necesidad de Dios. Necesitamos tomar los intereses de Dios como nuestros intereses. Esto significa de manera práctica, que en cada momento o situación debemos reflexionar y preguntar: “Señor, ¿Cuál es Tu voluntad para mí en este lugar? ¿A quién quieres que le hable hoy?”.
Lamentablemente, muchos no oyen el hablar del Señor porque viven centrados en su alma, en sus intereses personales, razonando en sus pensamientos y usando muy poco el espíritu. Necesitamos invocar más el nombre del Señor, a fin de que nuestra mente se incline más hacia las cosas de Dios y tenga más vida en Su nombre (Jn 20:31; Ro 8:4-6; Col 3:1b-2).
Recordemos que Dios nos apartó especialmente para el evangelio de la vida. Si Él nos dio esta incumbencia, es porque considera que estamos equipados para llevarla a cabo. Ahora, todo lo que necesitamos hacer es usar los dones para que el Señor nos conceda más gracia (Ef 4:7). Esta gracia es Dios dándonos a Su Hijo gratuitamente para que lo disfrutemos. Así, al usar nuestros dones, más de Cristo recibiremos y más de la vida de Dios nos será añadida. Esta vida pasa a formar parte de nuestra constitución y así, es formado en nosotros el ministerio.
También necesitamos ser perfeccionados por aquellos que tienen más madurez. Dios envía a los que tienen experiencia en el apostolado para perfeccionar a los santos a salir para predicar el evangelio a otros lugares. Dios también envía a aquellos que tienen la experiencia de hablar por Él para que seamos profetas. Mientras más personas sean perfeccionadas, más rápido Dios podrá ejecutar Su voluntad. ¡Aleluya!
Punto Clave: ¡Mientras más de Cristo, más vida!
Pregunta: ¿Ha recibido ayuda de los hermanos en la vida de la iglesia?
 


Sábado --- Leer con oración: Jn 15:5b; 2 Co 1:9; Fil 2:3
“Y se le apareció el Ángel de Jehová en una llama de fuego en medio de una zarza; y él miró, y vio que la zarza ardía en fuego, y la zarza no se consumía” (Ex 3:2)
PASAR POR LA MUERTE Y LA RESURRECCIÓN
En la obra del Señor, todo necesita pasar por la muerte y la resurrección. Todo lo que hay en nuestra vida natural también necesita pasa por la muerte y la resurrección.
El apóstol Pedro es un ejemplo de esto. Él era un pescador experimentado. Pero, era necesario que primeramente su habilidad natural muriera para que el Señor lo pudiera usar como un pescador de hombres. Su liderazgo natural necesitaba morir para que él fuera un líder usado por el Señor para apacentar a otros. Esta es la razón por la cual Jesús le preguntó a Pedro: “¿Me amas más que a todas estas otras cosas?” (Jn 21:15 – lit.). Por medio de esta pregunta, el Señor quería saber si Pedro estaba dispuesto a dejar de lado aquel sustento por Su causa. Para ser útil al Señor, es necesario que todas las “otras cosas” mueran.
Veamos la experiencia de Moisés, que permaneció en Egipto durante cuarenta años, siendo entrenado en ciencia, política, estrategias de guerra, oratoria, etc. Él aprendió todo, pero Dios no lo quiso usar de esa manera. Él necesitaba “morir”. Moisés “murió” en el desierto, donde permaneció otros cuarenta años más, cuidando del rebaño de su suegro y sólo después de eso, el Señor lo llamó para salvar a Su pueblo. Cuando el Señor lo llamó, Moisés vio una zarza que ardía en el fuego, y la zarza no se consumía (Ex 3:2).
Aplicando esto a nuestro vivir hoy, podemos decir que Dios quiere usarnos, pero Él no necesita nada de nuestro ser natural para “quemar”. No podemos pensar que las habilidades y posiciones que teníamos en el mundo tienen algún valor delante del Señor, y que éstas nos califican para servirle. Asimismo, al servir al Señor, no podemos considerarnos superiores a los otros; de lo contrario, Dios tendrá que humillarnos primero, para entonces poder usarnos (Fil 2:3).
Si usted es un comerciante, un empresario, un funcionario público, un trabajador, un padre, una madre, un estudiante etc., ciertamente ha aprendido muchas cosas, y es probable que esté usando lo que aprendió en la iglesia. Pero recuerde que es necesario dejar que todo eso pase por el principio de muerte y resurrección. Esto significa que aunque sepa cómo hacer ciertas cosas, usted no confía en sí mismo ni en lo que sabe, sino que confía en el Señor (2 Co 1:9).
Si vemos esto, entenderemos lo que Él nos dijo: “Porque separados de mí nada podéis hacer” (Jn 15:5b)..
Punto Clave: No confiar en las habilidades naturales.
Pregunta: ¿Qué habilidades usted tiene que necesitan pasar por la muerte y la resurrección?
 


Domingo --- Leer con oración: Mt 16:22-24
“Hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo” (Ef 4:13)
CRECER EN VIDA PARA RECIBIR EL REINO VENIDERO
Busquemos el crecimiento de vida, negando la vida del alma y ejercitando más el Espíritu. Si día tras día invocamos más el nombre del Señor, nuestra vida del alma tendrá cada vez menos espacio en nosotros. Nuestro temperamento explosivo y el orgullo que proviene de la vida del alma ya no tendrán mucha libertad para manifestarse. ¡Gracias al Señor! estamos buscando el crecimiento de vida, así que, el sentirnos mejores que los demás, que es una manifestación del ego y el orgullo, irá siendo eliminado de nosotros.
Cuando vivimos por el Espíritu, logramos discernir cuando la vida del alma, es decir, nuestro ser natural, está sobresaliendo. No sólo percibimos la parte mala del alma, sino también identificamos la parte buena cuando está siendo usada por el enemigo para que hagamos algo contrario a la voluntad de Dios (Mt 16:22-24). Tanto la parte mala como la parte buena no cooperan con el propósito de Dios.
Como un ejemplo de esto tenemos a Caín. Usando la parte buena de su alma, trabajó arduamente para traer las primicias del fruto de su labor a Dios. No obstante, Dios no se agradó de él ni de su ofrenda. Si usamos nuestros conceptos naturales, no podemos entender el porqué de esto. Pero, si estamos en el espíritu, entendemos que, para agradar a Dios, necesitamos ofrecerle algo según Su voluntad.
Dios desea que “todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo” (Ef 4:13). Él anhela que crezcamos cada día más en Su vida divina para que en el mundo venidero, en la próxima era, seamos aquellos que reinarán con Cristo.
Pero ¿Cómo podremos reinar con Él si aún nos valoramos tanto a nosotros mismos: “Mi voluntad es mejor, mi manera es mejor, todo lo mío es mejor...”, y no estamos dispuestos a negar la vida del alma? Por otra parte, cuando nos negamos a nosotros mismos por causa del Señor, más de la vida de Dios puede ser manifestada por medio de nosotros. Practicando esto, tendremos más de la estatura de Cristo.
Necesitamos predicar el evangelio de la vida y mostrarles a los hijos de Dios la necesidad de crecer en la vida divina hoy, para que en la era venidera, recibamos el galardón de reinar con Cristo por mil años. En aquel día, lo que contará no serán los diplomas que tengamos, o cuánto dinero ganamos, sino cuanto de la medida de la estatura de la plenitud de Cristo alcanzamos (Lc 12:20). En el mundo venidero lo que contará será cuánto la vida de Dios ha crecido en nosotros, en el aspecto de la vida, y cuánto hemos participado activamente en la predicación del evangelio, es decir, en la obra del Señor. ¡Amén!
Punto Clave: Crecer hasta llegar a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo.
Pregunta: ¿Qué tipo de pensamientos o sentimientos manifiestan que estamos siendo dominados por la vida del alma?
Dong Yu Lang
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