ANDAR EN LA CARNE O EN EL ESPÍRITU 1 Cont….
Vivir en la carne significa que creemos que nosotros mismos podemos hacer: en consecuencia ensayamos probarlo. Cuando realmente nos damos cuenta de la corrupción de nuestra propia naturaleza, entonces, al descubrir las demandas divinas en la Palabra, nunca trataremos de afrontarlas nosotros sino sencillamente reconoceremos nuestra absoluta debilidad y diremos: “Señor, no puedo hacerla, y rehúso tratar de hacerla. Si Tú no lo efectúas en y por mí, nunca será hecho”. Cuando vemos que Dios requiere humildad de nosotros, ya no trataremos más de ser humildes, sino sencillamente volveremos al Señor, y le diremos: “Señor, por mí mismo no puedo ser humilde, pero confío que Tú has de demostrar tu humildad en mí”. Vivir en el Espíritu significa que yo confío que el Espíritu Santo hará en mí lo que yo no puedo hacer. Esta vida es totalmente diferente de la que yo naturalmente viviría por mí mismo. Cada vez que me encuentro frente a una nueva demanda del Señor, le miro para que El haga en mí lo que requiere de mÍ. No es un caso de probar sino simplemente de confiar: no de luchar sino de descansar en El. Si yo tengo un mal genio, pensamientos impuros, una lengua respondona o un espíritu crítico, no haré la menor cosa para cambiarme a mí mismo sino me entregaré al Espíritu para que produzca en mí la necesitada pureza o humildad o mansedumbre. Sencillamente me pondré a un lado y dejaré que Dios lo haga todo por su Espíritu Santo. Esto es lo que quiere decir “Estad firmes, y ved la salvación que Jehová hará hoy con vosotros” (Ex. 14:13) .
Algunos de vosotros seguramente habéis tenido experiencia de esta clase. Habéis sido invitados a ir y visitar a un amigo, y el amigo no fue muy amable, pero confiasteis que el Señor os ayudaría. Le dijisteis, antes de salir, que vosotros mismos no haríais más que fracasar y le pedisteis todo lo necesario. Entonces, con gran sorpresa, no os sentisteis irritados aunque vuestro amigo se mostró poco afable. Al volver a casa, meditasteis en la experiencia y os maravillasteis de que os mantuvierais tan serenos y os preguntasteis si estaríais tan serenos la próxima vez. Os sorprendisteis de vosotros mismos y buscasteis una explicación. Esta es la explicación: el Espíritu Santo os sostuvo.
Infelizmente sólo tenemos esta clase de experiencia de vez en cuando; pero debería ser una experiencia constante. Cuando el Espíritu Santo controla las cosas, no hay necesidad de esfuerzo por nuestra parte. No es un caso de decidiros a resistir y luego pensar que os habéis controlado maravillosamente y habéis alcanzado una gloriosa victoria. No, donde hay verdadera victoria, no hay esfuerzo humano. El Señor nos lleva adelante.
El objeto de la tentación es siempre conseguir que hagamos algo nosotros. Durante los primeros tres meses de la guerra en la China perdimos un gran número de tanques y así fuimos incapaces de hacer frente a los tanques japoneses hasta que fue ideada la siguiente táctica: Un solo tiro fue dirigido hacia un tanque japonés por uno de nuestros francotiradores en emboscada. Después de un considerable lapso, el primer tiro sería seguido por un segundo: y entonces un largo silencio y luego otro tiro: hasta que el conductor del tanque ansioso de localizar de dónde venían los tiros sacaba la cabeza para investigar. El tiro siguiente terminaba con él.
Mientras él quedaba protegido, estaba perfectamente a salvo. Toda la maniobra fue inventada para sacarle de su escondite. Asimismo las tentaciones de Satanás no son, en primer lugar, el conducimos a hacer algo particularmente pecaminoso, sino meramente hacer que procedamos en nuestra propia energía, y en el momento mismo en que damos el primer paso para hacer algo nosotros, él ya ha ganado una victoria. Mientras no nos movamos de nuestro escondite en Cristo, mientras no pasemos al reinado de la carne, entonces él no nos puede vencer.
Tomado de: “La Vida cristiana normal”
W. Nee
Ningún verdadero siervo del Señor debe permitir que sus pensamientos y emociones actúen independientemente. Cuando su hombre interior requiera liberación, el hombre exterior deberá proporcionarle un canal por el cual el espíritu pueda salir y llegar a otros. Si no hemos aprendido esta lección, nuestra efectividad en la obra del Señor será muy limitada.
“Señor, por el bien de la iglesia, por el avance del evangelio, para que Tu tengas libertad de actuar y para que yo mismo pueda avanzar espiritualmente, me entrego a Ti total e incondicionalmente. Señor, con gusto y humildemente me pongo en Tus manos. Estoy dispuesto a que te expreses libremente por medio de mí”.
“Señor, doblega a la iglesia para que salves al mundo” Evan Roberts
¡Jesús es el Señor! - Jesus is Lord - Jesus ist der Herr - Yeshua adonai - Gesù è il Signore - Jésus est Seigneur - Ιησους ειναι ο Λορδος - Иисус – Господь - يسوع هو الرب - 耶稣是主 - 主イエスは - Jesus é o Senhor - Jesus är Herre
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