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 ¿PORQUE CREÓ DIOS AL HOMBRE? (semana 7)

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hgo1939
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MensajeTema: ¿PORQUE CREÓ DIOS AL HOMBRE? (semana 7)   ¿PORQUE CREÓ DIOS AL HOMBRE? (semana 7) I_icon_minitimeDom Jun 12, 2011 6:41 pm

¿PORQUE CREÓ DIOS AL HOMBRE? (semana 7)
Jacob y sus doce hijos
Lunes --- Leer con oración: Gn 12:1-3; He 11:8-11
“Tampoco dudó, por incredulidad, de la promesa de Dios, sino que se fortaleció en fe, dando gloria a Dios, plenamente convencido de que era también poderoso para hacer todo lo que había prometido” (Ro 4:20-21)
EJERCITAR LA FE
Según lo que hemos visto la semana pasada, Dios creó al hombre para que éste Lo expresara y ejerciera señorío por Él sobre todas las criaturas en toda la tierra. Esto implicaría exaltar el nombre del Creador por todo lugar. No obstante, en Babel, Nimrod pretendía hacer lo contrario: construir una torre que llegara hasta los cielos con el fin de exaltar el nombre del hombre en lugar del nombre de Dios (Gn 11:4).
Esto entristeció al Señor, que confundió la lengua de los hombres, de modo que fueron esparcidos por la faz de la tierra y dejaron de edificar aquella torre. Después de esto, Dios llamó a Abraham (Hch 7:2-3) para que saliera de Ur, en Caldea, una tierra evidentemente idólatra.
Sin embargo, Abraham no atendió de inmediato a la orden de Dios. Fue su padre Taré quien lo llevó hasta Harán, donde permanecieron hasta su muerte. Harán quedaba en Asiria, una región marcadamente pecaminosa.
Después de un tiempo, Dios nuevamente se le apareció a Abraham y lo llamó: “Pero Jehová había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré. Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición. Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra” (Gn 12:1-3).
En esa ocasión, Abraham atendió a la voz de Dios, que lo llevó por el camino, enseñándole a ejercitar su fe, de modo que ésta creció. Cada vez que Abraham se detenía edificaba una tienda para descansar y un altar sobre el cual invocaba el nombre del Señor. De esta manera, la práctica de invocar el nombre del Señor fue recobrada con Abraham.
Hoy, Abraham es reconocido como el padre de la fe, pero cuando salió de Harán, aún no tenía mucha fe. Su fe fue aumentando poco a poco, a medida que aprendía a depender de Dios y a seguirlo.
En los días actuales, Dios quiere preparar a Sus hijos para reinar en el mundo venidero, pero para ello, es necesario que nuestra fe crezca y se fortalezca así como ocurrió con el padre de la nación de Israel: “(Abraham) Tampoco dudó, por incredulidad, de la promesa de Dios, sino que se fortaleció en fe, dando gloria a Dios, plenamente convencido de que era también poderoso para hacer todo lo que había prometido” (Ro 4:20-21).
Punto Clave: Ejercitar la fe a fin de que crezca.
Pregunta: ¿Cómo ha sido su experiencia de fe? ¿Ha crecido de manera progresiva?



Martes --- Leer con oración: Gn 2:10-14; 12:10-20
“Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados” (Ro 8:28)
DIOS QUIERE PERFECCIONAR NUESTRA FE
Después de ser llamado por Dios para salir de Harán, Abraham dio un paso inicial de fe, pues no sabía adónde iba cuando salió de su tierra. Él aprendió, por la fe, a seguir la dirección que Dios le daba, paso a paso.
Sin embargo, esto sólo fue el principio, porque para ser conocido como el padre de la fe, Abraham aún tendría que pasar por muchas pruebas, por medio de las cuales Dios perfeccionaría su fe.
Después que Abraham llegó a Canaán hubo hambre en la tierra, debido a la escasez de lluvias. En aquella situación, Abraham debía creer que así como Dios lo había llevado a aquel lugar, también le proveería para todas sus necesidades, aun en tiempos de hambre. Pero su fe no fue lo suficientemente grande, y él no pasó esta prueba.
En aquella época Egipto era el lugar que producía alimentos en abundancia, por causa del río Nilo, que hacía la tierra fértil. Por eso Abraham descendió allí. Ese fue su error. Dios lo puso a prueba, pero su fe no fue suficiente. La escasez de alimento era una gran prueba, pero Abraham no logró superarla y por buscar alimentos, dejó la tierra que Dios le había preparado.
En Egipto, él pasó por una situación vergonzosa, y Dios mismo tuvo que intervenir y advertirle al Faraón, que tuvo temor, y dio presentes a Abraham y lo mandó de vuelta a Canaán.
Todo esto formaba parte de la voluntad de Dios. Él quería que Abraham venciera tres situaciones: salir de la tierra de ídolos (Ur de los caldeos), dejar la región pecaminosa de Harán, y por último, vencer la usurpación de las preocupaciones por el sustento; para no descender a Egipto.
Cada una de estas regiones tiene un río asociado. En Caldea está el río Éufrates, que alcanza a los que están en el mundo de la religión; en Asiria –donde quedaba Harán– está el Hidekel, que va en busca a los que están en el mundo del pecado; y finalmente, en Egipto estaba el río Nilo, pero también por allí pasaba el río Gihón, que alcanza a los que están ocupados por la subsistencia.
Aunque fue derrotado por no haber permanecido en Canaán durante el hambre, Abraham fue traído de regreso por Dios a la tierra prometida. Cuando volvió, continuó invocando el nombre del Señor.
En nuestros días, Dios quiere perfeccionar nuestra fe, para eso necesitamos ser probados. Por eso debemos pasar por las pruebas con toda confianza, conforme nos enseñó el apóstol Pedro: “En lo cual vosotros os alegráis, aunque ahora por un poco de tiempo, si es necesario, tengáis que ser afligidos en diversas pruebas, para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo, a quien amáis sin haberle visto, en quien creyendo, aunque ahora no lo veáis, os alegráis con gozo inefable y glorioso; obteniendo el fin de vuestra fe, que es la salvación de vuestras almas” (1 P 1:6-9).
Dios está perfeccionando nuestra fe. Debemos confiar en Él, “hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo” (Ef 4:13).
Punto Clave: Dios quiere perfeccionar nuestra fe.
Pregunta: ¿Cuáles fueron las tres situaciones en las que Abraham fue probado? ¿Cuál ha sido, de acuerdo con su experiencia, la situación más difícil que ha tenido que superar?



Miércoles --- Leer con oración: Gn 25:27-34; Ef 1:3-6
“Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente linaje de Abraham sois, y herederos según la promesa” (Gá 3:29)
VALORAR EL DERECHO DE PRIMOGENITURA
Sara, la esposa de Abraham, engendró a Isaac, que al igual que su padre, intentó descender a Egipto por causa de la falta de lluvia y de alimento. No obstante, cuando Isaac estaba en medio del camino, Dios le impidió hacerlo.
La esposa de Isaac tuvo dos hijos, Esaú y Jacob, que luchaban dentro del vientre materno para ver quien saldría primero. Ellos luchaban porque en aquella época, se daba mucha importancia al derecho de primogenitura, ya que el primogénito no sólo recibía la herencia del padre, sino también su posición, su prestigio, sus siervos, sus bienes y principalmente, la bendición de Dios. Esaú nació primero, pero Jacob –que nació agarrado del calcañar de su hermano– no se conformó ni desistió de obtener el derecho de la primogenitura.
Los niños crecieron, Jacob estaba acostumbrado a quedarse en la casa con su madre, pero Esaú salía al campo a cazar. Con lo que cazaba, le hacía una comida a su padre, por eso era el preferido, su hijo mayor. Sin embargo, Jacob era sagaz y astuto, él buscaba la oportunidad para obtener el derecho de primogenitura de su hermano.
Cuando tuvieron cuarenta años, Jacob se dio cuenta de que su oportunidad había llegado: cuando Esaú volvía de cazar exhausto, y casi desfalleciendo de tanta hambre y sed, vio que su hermano estaba preparando un guisado de lentejas. Entonces Jacob le propuso cambiar el plato de lentejas por el derecho de primogenitura. Esaú aceptó el ofrecimiento. La palabra de Dios registró así ese momento: “Entonces Jacob dio a Esaú pan y del guisado de las lentejas; y él comió y bebió, y se levantó y se fue. Así menospreció Esaú la primogenitura” (Gn 25:34).
En Efesios 1:4-5 vemos que nuestro Padre celestial nos escogió en Cristo, antes de la fundación del mundo, y en amor nos predestinó para Él, para la filiación, por medio de Jesucristo. Todos los que creen en Jesucristo son hijos de Dios y reciben la vida eterna; jamás perderán la salvación. No obstante, los que permiten que esta vida crezca en ellos se convertirán en los hijos maduros y gozarán de las bodas del Cordero, gobernando juntamente con Cristo en el reino venidero por mil años.
Este galardón que Dios les dará a Sus hijos que maduren es como el derecho de la primogenitura del Antiguo Testamento. Debemos valorar la primogenitura así como Jacob. Jamás despreciemos la salvación que Dios nos preparó, como lo hizo Esaú, quien en un momento de hambre y debilidad, cambio por tan poco aquello que su hermano valoraba tanto.
Punto Clave: Nunca desista de su derecho de primogenitura.
Pregunta: ¿En qué consistía el derecho de primogenitura en la época de Jacob y cuál será nuestro derecho cuando el Señor Jesús vuelva?



Jueves --- Leer con oración: Gn 49:1-33; Ap 5:1-5
“Y uno de los ancianos me dijo: No llores. He aquí que el León de la tribu de Judá, la raíz de David, ha vencido para abrir el libro y desatar sus siete sellos” (Ap 5:5)
EL SEÑOR ES EL LEÓN DE LA TRIBU DE JUDÁ
Ayer vimos cómo Jacob obtuvo todas las riquezas relacionadas con el derecho de primogenitura, después de haber hecho que su hermano se lo diera a cambio de un plato de lentejas. Lo que debemos rescatar de Jacob no son sus artimañas y astucia, sino el hecho de que él valoró la bendición divina que estaba contenida en el derecho de primogenitura.
Jacob tuvo doce hijos, que fueron los padres de las doce tribus de Israel. Al final de su vida, estando en su lecho de muerte, Jacob profirió una bendición profética para cada uno de sus hijos. Veamos un poco algunas de estas bendiciones contenidas en el capítulo 49 de Génesis.
El cuarto hijo de Jacob fue Judá, que tiene mucha relación con nosotros. La profecía de Israel para Judá empieza así: “Judá, te alabarán tus hermanos; tu mano en la cerviz de tus enemigos; los hijos de tu padre se inclinarán a ti” (v. Cool.
En seguida, Israel continúa: “Cachorro de león, Judá; de la presa subiste, hijo mío. Se encorvó, se echó como león, así como león viejo: ¿quién lo despertará? No será quitado el cetro de Judá, ni el legislador de entre sus pies, hasta que venga Siloh; y a él se congregarán los pueblos” (vs. 9-10). Judá fue la tribu de la realeza, de la autoridad, de donde salieron innumerables reyes de Israel. De esta tribu, un día nacieron no sólo el rey David y sus descendientes, sino el Señor Jesús mismo, el Rey de Reyes y Señor de Señores (Ap 19:16).
El Señor Jesús es el sacerdote según el orden de Melquisedec (Sal 110:4; He 5:10), que es el Rey de justicia y también es el Rey de paz, el Rey de Salem – palabra que tiene el mismo significado de “Siloh”–. Por lo tanto, la profecía de Israel indica que la tribu de Judá reinaría hasta el nacimiento del Señor Jesús.
Apocalipsis 5 habla de un libro, escrito por dentro y por fuera, sellado por todas partes y con siete sellos. El apóstol Juan lloraba mucho porque no había ninguno digno de abrir el libro, ni siquiera para mirarlo. Pero uno de los ancianos lo consoló diciendo que el León de la tribu de Judá, la Raíz de David, venció para abrir el libro y desatar sus siete sellos. Este es nuestro Señor Jesús.
Punto Clave: El Señor Jesús es el único digno de abrir el libro.
Pregunta: ¿Por qué la bendición profética de Jacob sobre Judá tiene mucho que ver con nosotros?



Viernes --- Leer con oración: Nm 22:21-33
“El cual en otro tiempo te fue inútil, pero ahora a ti y a mí nos es útil” (Flm 1:11)
TRANSFORMADOS PARA SER ÚTILES PARA EL SEÑOR
De acuerdo con la profecía proferida por Israel, la tribu de Judá está unida al león, que representa a la realeza. La profecía también menciona la venida de Siloh, es decir, la llegada del Señor Jesús, el Rey de paz. Cuando el Señor venga, todos los pueblos Le obedecerán. Él es el León de la tribu de Judá.
Génesis 49:11-12 continúa la profecía sobre Judá: “Atando a la vid su pollino, y a la cepa el hijo de su asna, lavó en el vino su vestido, y en la sangre de uvas su manto. Sus ojos, rojos del vino, y sus dientes blancos de la leche”.
Dos animales aparentemente sin ningún nexo entre sí están unidos a la tribu de Judá: el león y el pollino. Podemos decir que los cristianos un día serán como leones, pues están destinados a reinar con Cristo. Dios entregó el mundo venidero para que el hombre lo gobierne. Sin embargo, hoy aún no somos como leones, sino como pollinos, pues tenemos un carácter difícil. Si no nos negamos a nosotros mismos, permaneceremos de esa manera.
El carácter del pollino es muy fuerte y testarudo. Este animal es tan difícil que cuando es contrariado, llega hasta a maltratar a quien se siente en él. Por ejemplo, es capaz de pasar bien cerca de un muro, para raspar la pierna de quien lo está montando.
Nuestra vida natural es como un pollino, como un asno. Necesitamos percibir cuán fuerte es ella y cuánto necesitamos vaciarnos de nosotros mismos para revestirnos de Cristo; por nosotros mismos no lograremos cambiarla. Pero Dios puede transformarnos y hacernos útiles para Él.
Punto Clave: Necesitamos vaciarnos de nosotros mismos para revestirnos de Cristo.
Pregunta: ¿Qué conexión podemos hacer entre el león y el pollino de la profecía de Génesis 49?



Sábado --- Leer con oración: Gn 49:11-12; Jn 15:1-5
“Somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor” (2 Co 3:18b)
SER TRANSFORMADOS POR LA ABUNDANCIA DE LA VIDA DIVINA
En el capítulo 49 de Génesis leemos a Judá “atando a la vid su pollino, y a la cepa el hijo de su asna” (v. 11a). Normalmente el alimento que se les da a los asnos está compuesto principalmente por restos de comida. Nadie ataría su pollino a una vid, pues el animal se comería todas las uvas. Sin embargo, en otras versiones este versículo habla de que el pollino no sólo está atado a una simple vid, sino a una vid excelente.
Esto representa el hecho de haber sido atados a la vid verdadera: el Señor Jesús, para alimentarnos de Él. No existe otra dieta para nosotros. Por estar atados al Señor, Él es nuestro principal alimento. Sólo por medio de alimentarnos de Él somos transformados. De asnos y pollinos testarudos y complicados, nos volveremos capaces de reinar a Su lado un día, cuando Su reino se manifieste.
El Señor Jesús es la vid verdadera, la vid excelente (Jn 15:1). Sus palabras son nuestro alimento: son los frutos del árbol de la vida. Por eso no busquemos oír mensajes que sean simplemente bonitos o que sólo satisfagan nuestra curiosidad, sino alimentémonos de ellos, de modo que nos hagan crecer en la vida espiritual.
La segunda parte del versículo 11 afirma que Judá lavará sus vestidos en el vino y en la sangre de uvas su manto. Los vestidos se refieren a nuestras acciones justas (Ap 19:Cool. Si por algún motivo perdemos la justicia, debemos lavar nuestros vestidos en el vino. En otras palabras, aún podemos recuperar la condición de justicia, lavándonos en la sangre derramada en la cruz por nosotros.
El versículo 12 dice que sus ojos estaban rojos del vino y sus dientes, blancos de la leche. Hoy, no nos embriagamos con vino, sino con el Espíritu (Ef 5:18). Siempre que ejercitamos nuestro espíritu y nos llenamos del Espíritu, nuestros ojos brillan. Los dientes, a su vez, estarían blancos como la leche, por el hecho de comer uva. Esto representa la transformación visible que ocurre en nosotros, por medio de la vida divina, siempre que nos alimentamos de Su palabra.
Esta profecía presenta una gran esperanza para todos nosotros que tenemos un carácter testarudo como el de un pollino. Por el hecho de estar atados al Señor, podemos ser transformados por Su vida y llegar a ser útiles a Él, como sucedió cuando el Señor mandó que Le buscaran un pollino, para que entrara en Jerusalén montado en Él. Cuando llegó a la ciudad santa, muchos tendían sus mantos en el suelo y clamaban: “¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!” (Mr 11:9). Cuando nos sometemos al Señor hoy, permitimos que Él sea exaltado..
Punto Clave: Estar atado a la vid excelente.
Pregunta: ¿Qué representa estar atados a la vid?



Domingo --- Leer con oración: Gn 49:22
“Porque así nos ha mandado el Señor, diciendo: te he puesto para luz de los gentiles, a fin de que seas para salvación hasta lo último de la tierra” (Hch 13:47)
FRUCTIFICAR EN TODA LA TIERRA
En medio de sus bendiciones proféticas, Jacob también dijo algo sobre su hijo José. Génesis 49:22 dice: “Rama fructífera es José, rama fructífera junto a una fuente, cuyos vástagos se extienden sobre el muro”. Por estar junto a la fuente, aquella rama se volvió fructífera.
La fuente representa al Señor Jesús. Siempre que estamos conectados al Señor, podemos dar frutos: “Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer” (Jn 15:5).
Deuteronomio 8, a su vez, habla de la buena tierra de Canaán y dice que allí no hay escasez de agua. Los arroyos mencionados en el texto (v. 7) representan al Espíritu; la fuente es un conductor que representa al Señor Jesús y el manantial es Dios Padre. De este modo, es como si José estuviera unido directamente a la fuente, al Señor, por eso era fructífero. También por causa del suministro de la fuente, sus vástagos crecían y se extendían sobre el muro.
Estos vástagos que se extienden sobre el muro representan la obra de la predicación del evangelio que se expande por todo lugar y por todas las regiones.
En primer lugar, necesitamos ser como esta planta: jamás alejarnos de nuestra fuente, el Señor Jesús. En segundo lugar, necesitamos predicar el evangelio a los que están más cerca de nosotros: nuestros familiares, amigos, compañeros de trabajo, vecinos, etc. Finalmente, si jamás nos desconectamos del Señor, iremos más allá y predicaremos el evangelio también en otras regiones, en la obra misionera, llevando el evangelio del reino para testimonio a todas las naciones (Mt 24:14).
Punto Clave: Estar siempre conectado al Señor Jesús.
Pregunta: ¿Cuán fructíferas son sus ramas y hasta dónde ha llegado?
Dong Yu Lan
Derechos reservados a: “Editora Arvore da Vida”
Ningún verdadero siervo del Señor debe permitir que sus pensamientos y emociones actúen independientemente. Cuando su hombre interior requiera liberación, el hombre exterior deberá proporcionarle un canal por el cual el espíritu pueda salir y llegar a otros. Si no hemos aprendido esta lección, nuestra efectividad en la obra del Señor será muy limitada.
“Señor, por el bien de la iglesia, por el avance del evangelio, para que Tu tengas libertad de actuar y para que yo mismo pueda avanzar espiritualmente, me entrego a Ti total e incondicionalmente. Señor, con gusto y humildemente me pongo en Tus manos. Estoy dispuesto a que te expreses libremente por medio de mí”.
“Señor, doblega a la iglesia para que salves al mundo” Evan Roberts
¡Jesús es el Señor! - Jesus is Lord - Jesus ist der Herr - Yeshua adonai - Gesù è il Signore - Jésus est Seigneur - Ιησους ειναι ο Λορδος - Иисус – Господь - يسوع هو الرب - 耶稣是主 - 主イエスは - Jesus é o Senhor - Jesus är Herre
Literatura disponible en:
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