La carne y el espíritu (1)
UNA DEFINICION PRACTICA DE LA CARNE
Lectura bíblica: Ro. 6:6; 7:17-20, 24, 25; 8:3, 6-10; 3:20
El libro de Romanos gira en torno a la vida y está compuesto de tres secciones principales. La primera sección trata de la redención; la segunda, de la vida; y la tercera, de la edificación, es decir, de la vida de la iglesia. La vida es el tema central.
Es posible que la vida sea un término familiar para muchos cristianos, pero pocos pueden definir o comprender lo que la vida significa realmente en su experiencia. Es fácil hablar de la vida en el aspecto doctrinal, pero es difícil decir algo acerca de la vida basándose en la experiencia. En estos mensajes tenemos la carga de ver qué es la vida en nuestra experiencia.
En la sección de Romanos que trata de la vida, hay dos términos clave: la carne y el espíritu. Los cristianos prestan atención solamente al Espíritu Santo, no al espíritu humano. Sin embargo, tenemos que comprender que en esta sección nuestro espíritu humano es más práctico en nuestra experiencia que el Espíritu Santo. Dos cosas son cruciales en la experiencia de vida: nuestra carne y nuestro espíritu. Por el lado negativo, tenemos que conocer la carne. Por el lado positivo, tenemos que experimentar nuestro espíritu humano, el cual está mezclado con el Espíritu divino (Ro. 8:16; 1 Co. 6:17).
LA CARNE ES EL CUERPO CORRUPTO, CONTAMINADO Y TRANSMUTADO
Es difícil definir en una forma práctica lo que es la carne. Necesitamos ver que la carne es el cuerpo corrupto, contaminado y transmutado. Originalmente, era el cuerpo creado por Dios para contener nuestro ser humano. Nuestro ser humano está contenido en nuestro cuerpo físico, y éste fue creado por Dios en una forma pura. Pero cuando el hombre cayó, Satanás en la forma del árbol del conocimiento del bien y del mal entró en el hombre. Con dicha acción Satanás entró en el cuerpo del hombre. El hombre comió del árbol del bien y del mal; y nosotros sabemos que cualquier cosa que el hombre come entra en su cuerpo físico.
Nuestro cuerpo, el cual contiene nuestro ser interior, fue creado como un vaso bueno, limpio y puro. Pero un día el enemigo de Dios vino y se inyectó en el hombre cuando éste comió de aquel árbol. El hombre comió del árbol del conocimiento, y el hecho y la realidad de ese árbol entraron en su cuerpo físico. En ese momento un elemento ajeno entró en el cuerpo del hombre. El cuerpo del hombre originalmente era puro. Pero desde que Satanás se inyectó en el hombre, el cuerpo de éste tiene otro elemento, un elemento ajeno que le fue añadido, y se ha vuelto carne. Por consiguiente, la carne tiene dos elementos: un elemento creado por Dios y el elemento que es Satanás. Este segundo elemento no es solamente algo malo que viene de Satanás o que es producido por él. Este elemento es Satanás personificado. De esta manera podemos ver que algo diferente, ajeno, algo aparte de lo que Dios creó, entró en el cuerpo del hombre. Ninguna de las enseñanzas éticas y morales que hay en la cultura y la religión mencionan este punto debido a que no tienen la revelación de lo que es la carne del hombre. Las Escrituras muestran que la carne es nuestro cuerpo contaminado y transmutado.
¿Está usted consciente de que la carne es una cosa contaminada? No importa qué tan bueno sea usted, de todos modos tiene la carne. Es posible que usted sea la mejor persona, pero su carne no es mejor que la carne de los demás. No diga que su carne es mejor que la de los demás. La carne no es más que carne. La carne suya no es buena. Quizá usted piense que es una buena persona, pero lo cierto es que su carne no es buena. Su carne fue corrompida y contaminada por Satanás desde que cierto elemento ajeno entró en usted. Esta es la razón por la cual la Biblia nos dice que la carne está llena de lujuria (Ro. 13:14; Gá. 5:16; 1 P. 2:11). Las concupiscencias están en la carne, y ésta es la totalidad de todas las lujurias. Ninguna lujuria es buena; todas son malas.
No importa cuán bueno sea usted. Puede ser todo un caballero o toda una dama, un buen muchacho o una buena muchacha, pero siempre que sea un ser humano, está dotado de una carne mala, detestable y contaminada. Nadie tiene una buena carne. Uno puede decir que ha sido salvo y santificado y que es santo. Tal vez usted sea santo, pero todavía tiene la carne. Nuestra carne ha sido corrompida con el mismo Satanás. Necesitamos nuestro cuerpo para poder existir, pero nuestro cuerpo es un cuerpo caído, transmutado, corrupto y contaminado. Hoy nuestro cuerpo es la carne.