La carne y el espíritu (20)
CRISTO FORTALECE NUESTRO ESPIRITU
PARA EDIFICAR LA MORADA DE DIOS
Tenemos que darnos cuenta de que nuestra carne ha sido aplastada y de que nuestro espíritu no solamente ha sido regenerado sino también fortalecido. El Espíritu vivificante mora en nuestro espíritu. Tenemos dentro de nosotros el espíritu mezclado maravilloso y fortalecido, y este espíritu debe ser la parte más fuerte de todo nuestro ser. No tenga una mente ni una voluntad ni una parte afectiva fuerte. Las hermanas no deben permitir que sus emociones sean la parte más fuerte de su ser. ¡Tenemos a Jesús! No necesitamos derramar muchas lágrimas. Muchas veces las lágrimas de las hermanas tienen el fin de ganarse el favor de otros. El Antiguo Testamento nos dice que dos de los hijos de Aarón fueron condenados y muertos debido a la santidad de Dios. Moisés le dijo a Aarón que no llorara por sus hijos (Lv. 10:1-3, 6). Esto significa que el sacerdote debe controlar su afecto natural, y no tener compasión de la víctima condenada por la santidad de Dios. Aún más, la gloria de la presencia de Dios estaba allí. No debe haber llanto delante de la gloria shekinah de Dios. No debemos tener una parte emotiva fuerte. Debemos tener un espíritu fuerte. Pablo dijo que tenemos un espíritu de poder (2 Ti. 1:7), un espíritu fuerte, fortalecido por el espíritu divino. Quiero recalcar al máximo este punto: ¡tenemos el espíritu más fuerte, el espíritu de poder!
Los que siguen la dirección de su espíritu parecen estar un poco fuera de sí, pero los cristianos normales son locos. No quiero decir que necesitemos un psiquiatra. Lo que quiero decir es que ¡estamos locamente enamorados de Cristo! Los que aman a Cristo son aquellos que andan conforme al espíritu. En el libro de Apocalipsis, el apóstol Juan dijo: “Yo estaba en el espíritu en el día del Señor ... y me volví para ver la voz que hablaba conmigo; y vuelto, vi siete candeleros de oro” (1:10, 12). Juan estaba en su espíritu mezclado, oyó la voz en su espíritu, y se volvió en su espíritu para ver los siete candeleros. Si a usted le molestan ciertos asuntos en la iglesia, no permanezca en su mente tratando de descifrar las cosas de acuerdo a su conocimiento y alegando al respecto. Olvídese de su mentalidad y vuélvase a su espíritu. Cuando usted se vuelve a su espíritu, el velo es quitado y usted ve las iglesias como los candeleros de oro.
Cristo se hizo carne para aplastar la carne, y se hizo espíritu para impartirnos vida y fortalecer nuestro espíritu, no simplemente para nuestra salvación, sino para la edificación de la morada de Dios. Dios desea tener un lugar de reposo. En Isaías 66:1 Dios dijo que el cielo es Su trono y la tierra el estrado de Sus pies. El busca un lugar de reposo. Su lugar de descanso, Su morada, está compuesto de seres humanos que han sido regenerados, transformados y edificados. Dios busca esto, y Cristo, el ungido de Dios lo cumplirá.
El se hizo carne y aplastó la carne en la cruz. Entonces se hizo el Espíritu y ahora fortalece nuestro espíritu con el propósito de edificar Su morada. En Efesios 2:22 Pablo dijo: “En quien vosotros también sois juntamente edificados para morada de Dios en el espíritu”. Podemos decir que nuestro espíritu es la morada de Dios. Pero siendo exactos, Efesios 2:22 muestra que nuestro espíritu es el lugar donde está la morada de Dios. La morada de Dios es el Cuerpo, la iglesia edificada. Esta morada está en nuestro espíritu. Solamente hay un lugar donde podemos ser uno. Ese lugar es nuestro espíritu. Si nos salimos de nuestro espíritu y nos quedamos en nuestra mente, discutiremos. Debemos volvernos a nuestro espíritu.
Cuando usted esté a punto de intercambiar palabras con su cónyuge, debe volverse a su espíritu. Una vez allí, todos los reclamos terminan. Es posible que algunas veces tengamos la idea de alegar con los hermanos, pero el Espíritu vivificante enviará un “telegrama” a nuestra mente diciéndole que se vuelva al espíritu. El Cristo que mora en nosotros nos dice que nos volvamos al espíritu. Al ejercitarnos en volvernos a nuestro espíritu, crecemos en vida.
!Jesus es el Senor!