La carne y el espíritu (2)
Romanos 6:6 nos dice que nuestro cuerpo es “el cuerpo de pecado”; éste no es el cuerpo de justicia. Romanos 7:24 dice que nuestro cuerpo es “el cuerpo de esta muerte”. Hoy nuestro cuerpo no es solamente el cuerpo de pecado, sino también el cuerpo de muerte. El pecado y la muerte siempre van juntos. El pecado es el esposo y la muerte la esposa. Nunca se divorcian. La muerte siempre sigue al pecado. No era necesario que Pablo enseñara que el pecado como esposo debe amar a la muerte, y que la muerte como esposa debe sujetarse al pecado. Sin duda el pecado ama a la muerte, y la muerte siempre está sujeta al pecado. Siempre van a la par. En una reunión de la iglesia, un hermano puede sentarse al frente, mientras que su esposa está sentada atrás en la última fila. El pecado y la muerte no actúan así. Dondequiera que el pecado esté, ahí también estará la muerte.
Nuestro cuerpo es un cuerpo de pecado y muerte. ¿Ama usted su cuerpo? Necesitamos golpear nuestro cuerpo (1 Co. 9:27). Nuestro cuerpo es la carne debido a que no es puro. No importa cuánto oremos y caminemos con el Señor, tenemos que comprender que junto con nuestro ser interno esto detestable que es el cuerpo de pecado y muerte, está siempre con nosotros. Mientras estemos vivos, y hasta el día de nuestra redención, el cuerpo de pecado y muerte estará siempre con nosotros. Romanos relaciona estas tres cosas: la carne, el pecado y la muerte.
Romanos 8:2 habla de la ley de pecado y de la muerte. Se aplica una sola ley a estas dos cosas. Esto demuestra que el pecado y la muerte son realmente una sola cosa. El versículo 6 dice que la mente puesta en la carne es muerte. Donde esté la carne, allí habrá muerte. Romanos 8:3 habla de la semejanza de la carne de pecado. La carne y el pecado son una sola cosa. Debemos ver que la carne, el pecado y la muerte son tres en uno. Donde hay pecado, allí hay muerte, y donde está la carne, allí hay pecado. El pecado siempre está con la muerte, y la carne está siempre con el pecado. Estos tres nunca se separan. Si usted tiene una de estas cosas, tiene las tres. Si usted tiene muerte, tiene pecado. Si tiene pecado, tiene la carne; tenga la certeza de que tiene el pecado y la muerte. Estas tres cosas son una sola.