La carne y el espíritu (25)
Romanos no termina en el capítulo ocho con el asunto de andar conforme al espíritu. Continúa en el capítulo nueve, diciéndonos que somos vasos que pueden contener a Cristo. En el capítulo diez estos vasos tienen una boca con la cual pueden invocar el nombre del Señor y ser llenos de El. Invocar: “Oh Señor Jesús”, no es solamente el camino de la salvación, sino también la manera en que recibimos al Señor Jesús como nuestro todo.
Nosotros tenemos la idea de que debemos mejorar nuestra conducta para poder ser buenas personas. Pero la Biblia nos dice que necesitamos comer a Jesús y vivir por El. Romanos 8 habla del andar; Romanos 9 habla de los vasos que deben ser llenos, y Romanos 10 nos dice que la forma en que nosotros como vasos podemos ser llenos es abrir nuestra boca e invocar al Señor y recibir todas las riquezas de Cristo. El Señor es rico para con todos los que le invocan.
Cristo es la corporificación de toda la plenitud de la Deidad (Col. 2:9). Toda la plenitud de lo que Dios es, habita en Cristo para que nosotros le podamos recibir. El se hizo carne y habitó entre nosotros, lleno de gracia (Jn. 1:14). De Su plenitud recibimos todos, y gracia sobre gracia (v. 16). Tenemos que recibir a Cristo, no una sola vez, sino constantemente. Día tras día tenemos que recibir a Cristo para poder crecer; y nuestro crecimiento conduce a la edificación.
A muchos cristianos no les interesa comer, pero sí les interesa ejercitar sus mentes estudiando. Sin embargo, en el recobro del Señor sólo nos interesa comer. Si usted discute sobre lo que hay en el menú y no come, va a pasar hambre o se quedará desnutrido. No estamos aquí para debatir sobre doctrinas; estamos aquí para comer la Palabra de Dios expresada en la Biblia. El hombre vive de toda palabra que sale de la boca de Dios (Mt. 4:4). La Palabra de Dios es nuestro alimento.
La carga principal que tengo en este capítulo es que nos demos cuenta de que necesitamos ingerir más y más a Jesús. No se preocupe por su mal genio. No se preocupe por la manera en que ha de tratar a su esposa. Olvídese de eso. Aprenda a comer bien. Coma a Cristo. Todas las mañanas tome una buena porción de Cristo. Los cantoneses comen siete veces al día. Tenemos que ser “cantoneses cristianos” que comen a Cristo muchas veces durante el día. Necesitamos siete comidas al día en las que comamos a Cristo. Cuando nuestra esposa nos molesta, esto debe ser un recordatorio de comer a Cristo una vez más. La vida cristiana no gira en torno a la conducta sino al asunto de comer.
Nuestra función en las reuniones es el resultado de haber comido a Cristo. Los líderes de las iglesias pueden estar muy preocupados por la función de los santos en las reuniones. Esa es la manera equivocada de ayudar a los santos a funcionar. Si instamos a los hermanos a funcionar y los hacemos sentir obligados a funcionar, a la larga continuarán sin funcionar. Ellos no funcionan porque no tienen con qué funcionar. Comprometer a los santos a que funcionen es como decirles: “Prométanme que en la próxima reunión van a gastar doscientos dólares”. En la próxima reunión ellos no podrán hacer esto, porque solamente tienen cinco centavos. ¿Cómo podrían ellos gastar doscientos dólares? Los líderes de las iglesias locales no deben exhortar a los santos a hacer algo. Simplemente aliméntenlos. Si ustedes alimentan a los santos en la semana y los ayudan a comer a Cristo, ellos estarán llenos de las riquezas de Cristo. Entonces vendrán a la reunión con mil dólares. La vida de la iglesia no es asunto de esforzarse por funcionar, es un asunto de comer. ¿Por qué es pobre la reunión de la iglesia? Porque todos los que vienen a la reunión están hambrientos. Todos tenemos que ayudarnos mutuamente a comer.
!Jesus es el Senor!