La carne y el espíritu (19)
LOS DOS PASOS DE CRISTO
También debemos ver que Cristo como Hijo de Dios, como Dios mismo, dio dos pasos cruciales. Todo lo que tenemos que decir es “¡Aleluya por los dos pasos que Cristo dio!” El primer paso fue hacerse hombre (Juan 1:14). El no fue un hombre espléndido y atractivo externamente. El se hizo lo que somos nosotros. Nosotros somos carne y El se hizo carne. Esta carne en un sentido es terrible. Cristo se hizo algo horrible, no en realidad sino sólo en forma, en semejanza. La naturaleza, la substancia, de Cristo es maravillosa, y no es desagradable. Pero la apariencia de Cristo mientras estuvo en la carne fue desagradable. La Biblia dice que El no tenía externamente ningún atractivo ni belleza (Is. 53:2; 52:14). Nada de El era atractivo en lo externo.
El tomó esa forma con el propósito de llevar nuestra horrible carne a la cruz. El se hizo carne para aplastar la carne y destruir a Satanás en la carne. En el aspecto judicial, tanto Satanás como nuestra carne fueron condenados una sola vez y para siempre. Pero Dios le permitió a la carne permanecer con nosotros para ayudarnos y forzarnos a volvernos a Cristo en nuestro espíritu. Cristo dio el primer paso, el de hacerse carne, para aplastar la carne.
Después de esto, dio otro paso. El postrer Adán, quien estaba en la carne, resucitó y se hizo el Espíritu vivificante (1 Co. 15:45). Muchos cristianos se oponen a esta verdad. Dicen que Cristo es solamente el Hijo en el Dios Triuno. Pero la Biblia nos dice categóricamente en 1 Corintios 15:45: “Fue hecho ... el postrer Adán, Espíritu vivificante”. También en 2 Corintios 3:17 tenemos: “Y el Señor es el Espíritu”. Si Cristo no fuera el Espíritu, no podría estar dentro de nosotros. Incluso en nuestra experiencia, el Cristo que está en nosotros es el Espíritu. La Palabra pura nos dice que nuestro Cristo hoy no es simplemente el Cordero de Dios. Hoy El es el Espíritu vivificante. Antes del proceso de Su muerte y resurrección, El era el Cordero de Dios, y actualmente en los cielos, continúa siendo el Cordero de Dios. Pero al pasar por el proceso de Su muerte y resurrección, El llegó a ser algo más. Nuestro Cristo es todo inclusivo. El es el Espíritu vivificante. Ahora el Señor es el Espíritu.
ANDAR CONFORME AL ESPIRITU
El es el Espíritu y por ende puede estar con nosotros dentro de nuestro espíritu (2 Ti. 4:22; Ro. 8:16). El Señor Jesucristo está con vuestro espíritu (Gá. 6:18). El se hizo carne para aplastar nuestra carne. Después dio otro paso, el de hacerse el Espíritu para estar con nuestro espíritu. En 1 Corintios 6:17 dice: “El que se une al Señor, es un solo espíritu con El”. Damos gracias al Señor porque somos un solo espíritu con El. Este espíritu es un espíritu compuesto, mezclado. Es el Espíritu divino mezclado con el espíritu humano.
En pasajes como Romanos 8:4, 9-10 y Gálatas 5:25, es difícil para los traductores determinar si el espíritu mencionado en estos versículos es el Espíritu Santo o el espíritu humano. No es fácil ya que se refiere al espíritu mezclado, o sea el Espíritu Santo mezclado con el espíritu humano. Necesitamos andar conforme al espíritu, esto es, conforme al espíritu mezclado. Por el espíritu mezclado disfrutamos dos espíritus. Disfrutamos al Espíritu Santo en nuestro espíritu, y disfrutamos nuestro espíritu unido al Espíritu Santo. Hoy necesitamos ocuparnos de una sola cosa: andar conforme al espíritu.
Tenemos muchas preguntas acerca de la manera en que debemos conducirnos y en que debemos obrar. Puede ser que alguien se pregunte: “¿Debería ir al cine?” Otros dudan qué clase de ropa usar. Otros cristianos consideran qué tan largo deben llevar el cabello. En 1 Corintios 11 dice que es vergonzoso que el hombre lleve el cabello largo (v. 14). Pero, ¿qué tan largo es largo? Nadie puede determinar esto con precisión. Por favor, no vengan a mí con este tipo de preguntas. Tenemos a alguien dentro de nosotros cuyo nombre es Consejero (Is. 9:6). Vaya a El y averígüelo usted mismo. Entonces tendrá la respuesta.
Cierta vez una hermana me preguntó cómo debía ella tratar a su esposo. Le contesté que ella no tenía que venir a mí porque ella ya tenía la respuesta. Me dijo que no entendía lo que yo decía. Repliqué: “Anoche el Señor Jesús le dijo algo a usted. El le dijo que no debe hablarle a su esposo de la manera que lo hace”. Nadie me había hablado de esa hermana, pero yo vi la “televisión celestial” en cuanto a la situación de esta hermana. Ella admitió que ya el Señor le había dicho eso. Le dije que atendiera con cuidado a lo que el Señor le había dicho. Le dije: “El Señor Jesús está dentro de usted, y usted tiene Sus palabras. Ahora ande conforme al espíritu”. Si andamos conforme al espíritu, no tendremos problemas.
!Jesus es el Senor!