La carne y el espíritu (12)
EL HOMBRE FRENTE AL ARBOL DEL CONOCIMIENTO
Y AL ARBOL DE LA VIDA
La Biblia es completamente consistente. Comienza con un hombre frente a dos árboles, el árbol del conocimiento y el árbol de la vida (Gn. 2:29). Al final vemos en Romanos que el árbol del conocimiento entró en la carne del hombre, y que el árbol de la vida entró en el espíritu del hombre. Los dos árboles están dentro de nosotros los cristianos. El problema hoy no radica en si uno se conduce éticamente o no. El problema radica en el árbol al que uno acude, sea el árbol del conocimiento o el árbol de la vida. ¿Vive, anda y se conduce usted todos los días según la carne o según el espíritu? Si usted obra de acuerdo con la carne, ello quiere decir que está comiendo del árbol del conocimiento. Poner la mente en las cosas de la carne es muerte (Ro. 8:6a). La muerte viene cuando comemos del árbol del conocimiento. Pero si uno anda en conformidad con el espíritu, toca el árbol de la vida. Poner la mente en el espíritu es vida (v. 6b), y la vida siempre viene cuando comemos el árbol de la vida.
Necesitamos entender que estos dos árboles están dentro de nosotros. Externamente, tenemos el árbol del conocimiento en nuestra carne. Internamente, tenemos el árbol de la vida en nuestro espíritu. Ahora toda la situación depende del árbol al que acudamos, ya sea el árbol del conocimiento o el árbol de la vida. ¿Andaremos, obraremos y nos conduciremos en la vida de la iglesia de acuerdo a la carne o de acuerdo al espíritu? Si experimentamos la vida de la iglesia según la carne, el resultado será muerte. Nuestra vida de iglesia matará a los santos debido a que no concuerda con el espíritu sino con la carne.
La carga que tengo es que comprendamos que Satanás está en nuestra carne, y que Cristo está en nuestro espíritu. Tenemos un enemigo en nuestra carne, y un amado Salvador en nuestro espíritu. ¿Qué hemos de hacer? ¿Nos volveremos a nuestro enemigo para cooperar con él? ¿Coordinaremos con él, o acudiremos a Cristo y seremos uno con El? Tal vez digamos: “Por supuesto que no voy a seguir a Satanás sino a Cristo”. Yo sé que usted dirá estas palabras, pero es fácil decir esto. En realidad necesitamos ser muy quebrantados y derrotados, lo cual nos forzará a darnos cuenta de que no hay esperanza en la carne. La carne sólo sirve para forzarlo a uno a volverse a Cristo en el espíritu.
Algunos santos de más edad podrían decir a los jóvenes que necesitan aprender a ser pacientes. De hecho, los jóvenes no necesitan aprender a ser pacientes; necesitan ser derrotados. Necesitan perder el control y tener mal genio. Esto hará que se desesperen y se vuelvan al Señor en su espíritu. Si los hermanos de edad enseñan a los jóvenes a aprender a ser pacientes, ninguno de ellos triunfará. Nadie puede graduarse en esta clase de escuela. Pero después de dos años, muchos de los jóvenes se graduarán en la escuela de los fracasos. Algunos dirán: “Renuncio. No puedo seguir viviendo en la casa donde viven los hermanos. No tengo tanta paciencia”. Yo diría: “Aleluya por su fracaso”. Usted tiene que fracasar y volverse al Señor en su espíritu.
Nuestra vida matrimonial también es usada por el Señor. El propósito de Dios es usar la vida matrimonial de uno para forzarlo a volverse al espíritu. Sin nuestra esposa y sin nuestros hijos no podemos ganar mucho de Cristo. Las esposas ayudan a los esposos a volverse a Cristo, y los esposos ayudan a las esposas a volverse a Cristo. Alabado sea el Señor por las dificultades. Alabado sea el Señor por los fracasos y los quebrantos. Alabo al Señor por tantas veces que dije: “Renuncio, no puedo más”. Alabo al Señor por las frustraciones. Esta es la razón por la cual sin estas cosas negativas, nunca seremos forzados a volvernos al espíritu. Nunca estaremos conscientes de que necesitamos a Cristo. Necesitamos a Cristo minuto a minuto. Tenemos que regresar una y otra vez al espíritu.