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 ARREPENTIOS (semana 4)

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hgo1939
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MensajeTema: ARREPENTIOS (semana 4)   ARREPENTIOS (semana 4) I_icon_minitimeLun Nov 28, 2011 2:56 pm

ARREPENTIOS (semana 4)
ARREPENTÍOS, PORQUE EL REINO DE LOS CIELOS SE HA ACERCADO
Semana 4--- El León de la tribu de Judá
Lunes --- Leer con oración: Mt 1:1; He 4:15-16
“Y cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación; y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra” (Ap 5:9-10)
EL SEÑOR JESÚS NOS ABRIÓ EL NUEVO TESTAMENTO
La semana pasada comentamos sobre la genealogía del Señor Jesús. De acuerdo con Mateo 1:1, es el hijo de David, hijo de Abraham. El siguiente versículo nos muestra que también Judá fue su ancestro. Esta semana detallaremos un poco esta estrecha relación que existe entre el Señor Jesús y la tribu de Judá –de la cual procedían los reyes de Israel–.
En Apocalipsis 5:1-5, el apóstol Juan relata: “Y vi en la mano derecha del que estaba sentado en el trono un libro escrito por dentro y por fuera, sellado con siete sellos. Y vi a un ángel fuerte que pregonaba a gran voz: ¿Quién es digno de abrir el libro y desatar sus sellos? Y ninguno, ni en el cielo ni en la tierra ni debajo de la tierra, podía abrir el libro, ni aun mirarlo. Y lloraba yo mucho, porque no se había hallado a ninguno digno de abrir el libro, ni de leerlo, ni de mirarlo. Y uno de los ancianos me dijo: No llores. He aquí que el León de la tribu de Judá, la raíz de David, ha vencido para abrir el libro y desatar sus siete sellos”.
El libro mencionado en estos versículos se refiere al Nuevo Testamento, un libro extremadamente importante y por eso, estaba sellado con siete sellos, y ninguno era digno de abrir. En el caso de que el libro hubiese permanecido cerrado, no podríamos haber entrado en la realidad neotestamentaria ni ver lo que el Señor nos reveló hasta ahora. Únicamente el Señor Jesús fue capaz de abrir el Nuevo Testamento, dándole un inicio. Si Él no hubiera hecho esto, aún estaríamos en la era del Antiguo Testamento.
En el Antiguo Testamento, cuando alguien se equivocaba y Dios establecía un castigo, en caso de que el pecador se arrepintiera, él no tenía la seguridad de que el perdón de Dios lo restauraría a la condición anterior de su error. Esa fue la razón por la cual Moisés no pudo entrar en la buena tierra de Canaán. Él se negó a sí mismo durante aquellos cuarenta años y varias veces intercedió por los pecados del pueblo. No obstante, cuando los israelitas murmuraron por la falta de agua, Moisés se airó e hirió a la peña dos veces, aunque Dios le había dicho que sólo necesitaba hablarle. Puesto que su vida del alma se manifestó un poco en esa situación, le fue impedido entrar en la buena tierra de Canaán. A pesar de que se arrepintió delante del Señor, rogándole varias veces que lo dejara entrar, la petición de Moisés no fue atendida, aunque Dios ya lo había perdonado (Dt 3:25-26).
¡Gracias al Señor! porque tuvo una misericordia especial para con nosotros, pues nacimos en la era del Nuevo Testamento. Hoy podemos arrepentirnos de nuestros errores y pecados, con la seguridad de que seremos perdonados y recobrados a la condición anterior, pudiendo incluso disfrutar del galardón de Sus promesas (He 4:15-16). Esto se debe al hecho de que el Señor Jesús vivió una vida humana y durante treinta y tres años y medio, experimentó todas las necesidades, dificultades y carencias comunes al hombre. Él se puede compadecer de todos nosotros, pues Él sabe que estamos sujetos a errar. Por esta razón, en el Nuevo Testamento, somos siempre alentados a arrepentirnos. No obstante, nuestro arrepentimiento necesita ser completo, absoluto; no puede ser un arrepentimiento superficial o ligero.
Aprovechemos la gracia de vivir en la era del Nuevo Testamento para arrepentirnos lo más rápido posible cuando seamos iluminados por Dios.
Punto Clave: Aprovechar la oportunidad y arrepentirse lo más rápido posible.
Su punto clave es:
Pregunta: ¿Ha buscado, en la presencia del Señor, arrepentirse y confesarle con sinceridad sus errores y pecados?



Martes --- Leer con oración: Nm 21:18; Est 4:11; 5:2
“Porque este Melquisedec, rey de Salem, sacerdote del Dios Altísimo, que salió a recibir a Abraham que volvía de la derrota de los reyes, y le bendijo, a quien asimismo dio Abraham los diezmos de todo; cuyo nombre significa primeramente Rey de justicia, y también Rey de Salem, esto es, Rey de paz” (He 7:1-2)
EL SEÑOR ES EL REY DE PAZ
De la tribu de Judá provinieron los reyes del pueblo de Israel, como David, de quien descendió el Señor Jesús, que está descrito en Apocalipsis 5 como el León de la tribu de Judá, la raíz de David, Aquel que venció para abrir los sellos del Nuevo Testamento.
El capítulo 49 del libro de Génesis relata las bendiciones proféticas de Jacob para sus doce hijos, las cuales contenían profecías sobre el futuro de cada uno de ellos. Sobre Judá, Jacob pronunció: “Judá, te alabarán tus hermanos; tu mano en la cerviz de tus enemigos; los hijos de tu padre se inclinarán a ti. Cachorro de león, Judá; de la presa subiste, hijo mío. Se encorvó, se echó como león, así como león viejo: ¿quién lo despertará?” (vs. 8-9). Judá es un cachorro de león y se echa como un león, como un león viejo. El versículo 10 continúa: “No será quitado el cetro de Judá, ni el legislador de entre sus pies, hasta que venga Siloh; y a él se congregarán los pueblos”.
El cetro era un báculo que está relacionado con la autoridad real, con la nobleza (Nm 21:18). Cuando alguien alcanzaba el favor del rey para hablarle le extendía su cetro (Est 4:11; 5:2). El cetro, por su parte, indica que el comando real es justo. Por tanto, el cetro y el báculo indican que Judá estará revestido de autoridad y justicia hasta la venida de Sioh, el rey de paz. Estos versículos se refieren al Señor Jesús, el León de la tribu de Judá, que regirá con justicia y paz.
El Señor, de acuerdo con la epístola a los Hebreos, es Rey según el orden de Melquisedec, que es rey de justicia, también es el Rey de Salem, que está relacionado con la paz (7:1-2). El Señor Jesús es el Rey del reino de los cielos; Él tiene el cetro de los nobles y también el báculo. Cuando Él venga por segunda vez, será entronizado, y Su reino no tendrá fin. Él traerá la paz, y a Él le obedecerán todos los pueblos.
Punto Clave: ¡Jesús es el Rey de justicia y Rey de paz!
Su punto clave es:
Pregunta: ¿Qué relación existe entre el cetro, el báculo y el gobierno del Señor en Su segunda venida?



Miércoles --- Leer con oración: Gn 49:11-12; Jn 15:1; Hch 2:15-21; Ef 5:18
“No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos del Espíritu (Ef 5:18). Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia” (Jn 10:10b)
TENER LOS OJOS ROJOS DEL VINO Y LOS DIENTES BLANCOS DE LA LECHE
En los versículos 11 y 12 de Génesis 49, Jacob menciona a otro animal refiriéndose a su hijo Judá: “Atando a la vid su pollino, y a la cepa el hijo de su asna, lavó en el vino su vestido, y en la sangre de uvas su manto. Sus ojos, rojos del vino, y sus dientes blancos de la leche”.
Puesto que estaba amarrado a la vid, el pollino de Judá no podía comer otro alimento que no fueran uvas. La uva representa la vida del Señor Jesús mismo, pues Él mismo afirmó que era la vid verdadera (Jn 15:1). Judá no sólo ató su asno a la vid, sino que también podía incluso lavar sus vestidos en el vino y en la sangre de uvas su manto, por la gran abundancia de uvas que había. Esto representa que la vida divina es abundante.
De tanto alimentarse de uvas, los ojos del asno llegaban a brillar. Los ojos brillan, pues tienen vida en abundancia. Así también es la persona que está llena del Espíritu: sus ojos son brillantes, porque está llena de la vida divina. Si usted mantiene una comunión plena con el Señor Jesús, será lleno de la vida y se volverá capaz de transmitir esa vida a otros. El brillo de los ojos no es de quien está embriagado con vino, sino de quien está lleno del Espíritu (Ef 5:18; Hch 2:15-21).
¡Gracias al Señor! Porque los dientes del asno estaban blancos por causa de la vida en abundancia de la cual se alimentaba. Por estar atado a la vid, alimentándose sólo de uvas, en él ocurrió una transformación metabólica. Esto simboliza la acción del Espíritu en la vida del hombre regenerado, en el cual hubo una transformación y crecimiento de vida. Sus dientes podían estar manchados anteriormente, pero después, por alimentarse constantemente de las uvas hubo una transformación y crecimiento de vida.
Punto Clave: Llenos de la vida para transmitir vida a otros.
Su punto clave es:
Pregunta: ¿Qué representan los ojos rojos y los dientes blancos de la leche en la profecía de Judá?



Jueves --- Leer con oración: 1 R 1:33, 44; Mt 21:1-11
“Id a la aldea que está enfrente de vosotros, y luego hallaréis una asna atada, y un pollino con ella; desatadla, y traédmelos. Y si alguien os dijere algo, decid: El Señor los necesita; y luego los enviará” (Mt 21:2-3)
SER PREPARADO PARA SERVIR AL SEÑOR
En los tiempos antiguos, en la ceremonia de coronación de un rey; por lo general, el rey se presentaba montado sobre un caballo o una mula. Tanto David como Salomón, por ejemplo, usaron una mula, un animal grande, pomposo, con mucha presencia (1 R 1:33, 44).
Pero, el Señor Jesús cuando entró a Jerusalén lo hizo montado sobre un pollino, un animal despreciado (Mt 21:1-11). Antes de entrar, Él ordenó a Sus discípulos que fueran a cierta casa, donde encontrarían a una asna atada con un pollino, y los desataran y se los llevaran a Él, porque estaban preparados. Este pollino fue usado por el Señor para entrar en Jerusalén.
Nosotros también estamos siendo preparados para un día entrar con el Señor en el reino venidero. Somos como aquel asno: estamos siendo transformados, porque hemos probado de la vida divina en abundancia. Cuando comemos de esta vida, nuestros ojos se vuelven rojos. No nos embriagamos con vino, en el cual hay disolución, antes bien, somos llenos del Espíritu. Una vez que somos llenos del Espíritu, nuestros ojos brillan, y nos volvemos osados para predicar la palabra de Dios; asimismo, nuestros dientes se vuelven blancos por causa de la transformación que la vida divina produce en nuestro interior.
La asna y el pollino estaban preparados, y los discípulos le dijeron al dueño de casa que el Señor los necesitaba para entrar en Jerusalén (v. 3). Jerusalén representa el reino, y hoy nosotros estamos siendo preparados –madurando en la vida de Dios, negándonos a nosotros mismos y perdiendo la vida del alma por causa del Señor– a fin de un día entrar con Cristo en Su reino para gobernarlo.
Punto Clave: Preparado para ser útil al Señor.
Su punto clave es:
Pregunta: ¿Cómo se está preparando para entrar en el reino con el Señor?



Viernes --- Leer con oración: Jn 15:1; Ro 8:29; Ap 5:5
“Como me envió el Padre viviente, y yo vivo por el Padre, asimismo el que me come, él también vivirá por mí. El espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida” (Jn 6:57, 63)
NUESTRO ALIMENTO: ¡ESPÍRITU Y VIDA!
Ya hemos visto que el Señor Jesús es el León de la tribu de Judá, que venció para abrir el Nuevo Testamento (Ap 5:5). También vimos que, en la bendición profética de Jacob, acerca de su hijo, mencionó a un león y a un pollino atado a una vid.
Todas estas figuras y símbolos se combinan para enseñarnos preciosos principios espirituales. Un asno es un animal testarudo, rudo, que representa a nuestra vida natural, la vida con la cual nacimos. Sin embargo, por estar atado a una vid, este animal se alimentará de las uvas. Con todo, el Señor Jesús mismo afirmó que podemos alimentarnos de Él, que es la vid verdadera (Jn 15:1). Por eso, –como asnos testarudos y rudos– debemos permanecer “atados” al Señor. Así, sólo podemos alimentarnos de sus frutos y no podemos ir a otro lugar. Si usted permanece atado a la vid, sólo se podrá alimentar de Jesús. Por eso, ¡busquemos alimentarnos de la vida y del Espíritu que está en la palabra del Señor!
El asno que sólo se alimenta de uvas, finalmente será metabólicamente transformado, terminará siendo un cachorro de león. En otras palabras, por alimentarnos sólo del Señor Jesús, la vid verdadera, nosotros que somos tan naturales y rudos, terminaremos siendo conformados a la imagen de Cristo (Ro 8:29). De esta manera, reinaremos con el Señor en el mundo venidero. ¡Alabado sea el Señor!
El Señor nos está preparando. Nuestros ojos se están volviendo rojos, nuestros dientes están quedando blancos de la leche –esto significa que se está produciendo una transformación en nosotros–. Estamos en este proceso de preparación, porque fuimos atados a la vid verdadera, al Señor Jesús, y sólo podemos alimentarnos de Él. Todos tenemos que prepararnos y llenarnos del Espíritu, para que, cuando el Señor entre en Su reino, como el Rey del reino de los cielos, también podamos entrar y reinar juntamente con Él.
Punto Clave: Permanecer atado a la vid verdadera para ser transformado.
Su punto clave es:
Pregunta: De manera práctica, en su diario vivir, ¿Cómo puede mejorar su dieta espiritual?



Sábado --- Leer con oración: Lc 12:45-48; 21:34; 2 P 3:9, 11
“Por lo cual, oh amados, estando en espera de estas cosas, procurad con diligencia ser hallados por él sin mancha e irreprensibles, en paz” (2 P 3:14)
PREPARARSE PARA REINAR
“Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado” (Mt 4:17). Esta es la orden del Señor para nosotros. Él está cerca para introducir Su reino, pero ¿en cuánto a nosotros, ya estamos preparados? ¿Ya somos como aquel pollino que estaba preparado, que esperaba sólo que los discípulos del Señor lo buscaran? Necesitamos tener un sentir de urgencia en cuanto a la venida del Señor, preparándonos diligentemente a fin de que el Día del Señor no nos sobrevenga como un lazo (Lc 21:34; 2 P 3:9-10, 11). Si pensamos que el Señor se está demorando en volver y por eso nos relajamos en nuestro vivir, no Le agradaremos. En caso de que esto suceda, no sólo seremos tomados de sorpresa, desprevenidos en Su venida, sino que también sufriremos el castigo (Lc 12:45-48).
Así como un asno testarudo y bruto, tenemos una vida natural que no es útil para el Señor. Sin embargo, somos transformados por alimentarnos continua y exclusivamente del árbol de la vida, la vid verdadera, el Señor Jesús mismo. Esta transformación gradual ocurre cada vez que abrimos nuestra boca e invocamos Su nombre: “¡Oh Señor Jesús! ¡Oh Señor Jesús!”. Aprovechemos las oportunidades para tener comunión íntima con Él, a través de la oración, de la lectura de la Palabra, por el compartir de la Biblia con otros hijos de Dios. Así, de manera espontánea, nuestra vida natural irá siendo transformada, y el Señor podrá eliminar de nosotros lo que no Le agrada, hasta que seamos saturados de Su vida y plenamente conformados a Su imagen.
El reino de los cielos está cerca. El Señor Jesús está listo para entrar en Su reino, pero nosotros aún necesitamos ser preparados, por eso Él nos espera. Él quiere “montar” sobre nosotros en Su entrada triunfal, para que en el reino venidero gobernemos juntamente con Él. ¡Aleluya!.
Punto Clave: Tener un sentir de urgencia en cuanto a la venida del Señor.
Su punto clave es:
Pregunta: ¿Cómo podemos, de manera práctica, intensificar nuestra búsqueda por Dios?



Domingo --- Leer con oración: Hch 16:3, 34, 40; Ef 4:1,7, 13, 17, 21; 5:1-2, 8, 15-21
“Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne (Gá 5:16). Pablo, siervo de Dios y apóstol de Jesucristo, conforme a la fe de los escogidos de Dios” (Tit 1:1a)
ANDAR EN EL ESPÍRITU Y PROMOVER LA FE
Los capítulos 4, 5 y 6 de Efesios hablan sobre nuestro vivir en la iglesia. En estos capítulos vemos los cinco tipos de andar: 1) en la gracia, 2) en la verdad, 3) en amor, 4) en la luz y 5) en el espíritu; que indican cómo debemos comportarnos, cómo debemos vivir en la iglesia. Puesto que Dios es amor, debemos andar en amor, y por ser hijos de luz, debemos andar en luz.
Con respecto a andar en el espíritu, Efesios 5:15-21 dice: “Mirad, pues, con diigencia cómo andéis, no como necios sino como sabios, aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos. Por tanto, no seáis insensatos, sino entendidos de cuál sea la voluntad del Señor. No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos del Espíritu, hablando entre vosotros con salmos, con himnos y cánticos espirituales, cantando y alabando al Señor en vuestros corazones; dando siempre gracias por todo al Dios y Padre, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo. Someteos unos a otros en el temor de Dios”.
Estos versículos muestran que el quinto tipo de andar está relacionado con el Espíritu. Nuestro andar tiene que ser en el espíritu, para intentar comprender la voluntad del Señor. También necesitamos ser llenos del Espíritu. Al igual que una persona que está embriagada del vino que tiene los ojos rojos y se vuelve desinhibida, cuando nos llenamos del Espíritu, nuestros ojos también se vuelven brillosos, y tenemos la osadía de hablar del Señor, a fin de suplir vida a otras personas.
También con ese objetivo, el Señor nos está dirigiendo a que no nos restrinjamos sólo al local de reuniones. Por ejemplo, en el caso de Filipos, la iglesia no se reunía entre cuatro paredes, sino que comenzó en un lugar de oración (Hch 16:3). Después comenzó a tener reuniones en casa de una hermana llamada Lidia y en la casa del carcelero (vs. 34, 40). Hoy también podemos practicar esto.
Esta visión nos ha hecho abrir varios Bookafés, que son espacios destinados a llevar la fe a las personas por medio de los libros. En ellos también podemos tener lugares de oración donde la iglesia se puede reunir. Estos lugares son una ayuda para todos, nos preparan para la venida del Señor.
El Señor Jesús nos está preparando para Su venida. Él nos ha hecho crecer en la vida divina. Por medio de los libros que promueven la fe, todos podemos llegar “a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo” (Ef 4:13). La fe es el contenido de la economía neotestamentaria de Dios, según nos revela el capítulo 1 de Efesios, y necesita ser trabajada hacia dentro de nosotros, hasta que llegue a ser nuestra fe. La fe se refiere al Padre, al Hijo y al Espíritu que están siendo dispensados hacia dentro de nuestro ser tripartito con el fin de ser transformados. La fe no es un simple cúmulo de conocimientos bíblicos, de verdades objetivas que guardamos en la mente, sino que debe ser algo que practicamos. De manera sencilla, la fe puede ser infundida en nosotros cuando invocamos el nombre del Señor, y también cuando nos dedicamos a leer-orar Su palabra. Así, espontáneamente la vida divina es trabajada en nuestro interior.
Los Bookafés tienen el objetivo de facilitar el acceso de las personas a la palabra de Dios, a fin de que la fe objetiva sea trabajada hacia dentro de la fe subjetiva hasta que sea totalmente parte de su ser (Tit 1:1). ¡Aleluya por este proceso maravilloso de transformación!
Punto Clave: Andar en el espíritu.
Su punto clave es:
Pregunta: ¿Qué es necesario para que todos lleguemos a la unidad de la fe?
Dong Yu Lan

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