ARREPENTIOS (semana 5)

ARREPENTIOS (semana 5)
ARREPENTÍOS, PORQUE EL REINO DE LOS CIELOS SE HA CERCADO
Semana 5--- El huerto de José
Lunes --- Leer con oración: Gn 49:9-12; Mt 4:17; 16:25-27; Mr 1:35-38; Jn 5:39-40; 13:17; Hch 16:12-13; He 2:5; Ap 5:5
“¿Qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma? Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras” (Mt 16:26-27)
PRACTICAR LA PALABRA, NEGARSE A SÍ MISMO Y CRECER EN LA VIDA DE DIOS
Jesús inició Su ministerio proclamando el reino: “Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado” (Mt 4:17). Él es el rey del reino de los cielos y también el León de la tribu de Judá (Gn 49:9-10; Ap 5:5). El león se refiere a la realeza. Vimos en semanas anteriores que, para que un pollino se transforme en cachorro de león, era necesario que haya un cambio en su naturaleza, es decir, sea transformado. Por lo general, nuestro carácter se asemeja al de un pollino, pues es fuerte, obstinado y duro de arrepentirse. Para que haya una transformación es necesario renunciar a la vida del alma para que la vida divina crezca en nosotros. Aun cuando tengamos éxito en la obra de Dios, si no negamos la vida del alma para que Su vida crezca en nosotros, ese buen desempeño no tiene ningún valor para el reino.
Con respecto a la obra del Señor, en el pasado dábamos excesivo énfasis a la visión de la iglesia, a la base de la iglesia y a muchos otros puntos. Por esa razón, terminamos distanciándonos de la verdadera comisión que Dios nos dio, porque era muy fácil entrar sólo en la esfera doctrinal. El Señor nos mostró que no debemos gastar tiempo analizando las verdades (Jn 5:39-40). Él quiere que las pongamos en práctica (13:17), viviendo en el espíritu, aprendiendo a negarnos a nosotros mismos y creciendo en la vida de Dios.
No podemos quedarnos satisfechos con la obra realizada en el pasado, nos empeñábamos por tener locales de reunión de la iglesia y, una vez construidos, esperábamos que las personas vengan y se reúnan con nosotros. Además, no basta sólo con alquilar una casa o una sala para reunirnos dos o tres veces por semana, puesto que durante el día, las puertas permanecen cerradas para aquellos que transitan por allí.
¡Gracias al Señor! Recibimos mucha luz cuando disfrutamos del libro de los Hechos. La iglesia en Filipos comenzó sus reuniones en un lugar de oración, junto al río (Hch 16:12-13). Después, se expandió hacia las casas de Lidia y del carcelero (vs. 15, 34, 40). Es muy probable que otras casas también hayan sido abiertas para las reuniones de la iglesia.
El evangelio del reino requiere de un camino más rápido. Cuando nuestra práctica se volvió más hacia las personas que viven en los barrios, comenzaron a multiplicarse los testimonios sobre personas salvas, personas buscando oración, comunión con otros cristianos, grupos de oración, etc. La revelación que obtuvimos en el segundo viaje de Pablo, en Hechos 16, nos ha ayudado a llevar ese evangelio a las casas, a los barrios, para suplir a las personas con la vida de Dios.
El Bookafé, los lugares de oración y las casas de reuniones son herramientas nuevas que el Señor nos presentó para emplearlas con el fin de que, donde haya un hermano viviendo, toda la vecindad sea alcanzada. Debemos avanzar y abrir muchos Bookafés y lugares de oración en los barrios para alcanzar a más personas (Mc 1:35-38).
Punto Clave: Practicar las verdades en lugar de analizarlas.
Su punto clave es:
Pregunta: Además de servir en la obra, ¿Qué es lo más necesario hoy para que gobernemos en el reino venidero?
 


Martes --- Leer con oración: Mt 24:45-46; 25:21, 23; Jn 3:3, 5
“¿Quién es, pues, el siervo fiel y prudente, al cual puso su señor sobre su casa para que les dé el alimento a tiempo? [...] De cierto os digo que sobre todos sus bienes le pondrá” (Mt 24:45, 47)
SIERVOS PRUDENTES
La primera condición para entrar en el reino de los cielos, es nacer de nuevo (Jn 3:3, 5). Sin la vida de Dios dentro de nosotros no tenemos como reinar con el Señor en el mundo venidero. El Señor engendró la iglesia para que, en un vivir de servir juntos a Dios, tengamos que negarnos a nosotros mismos, a fin de que la vida divina crezca en nosotros.
Algunos colaboradores en la obra del Señor en Brasil vinieron para conversar conmigo y me compartieron testimonios maravillosos del resultado práctico de establecer Bookafés en la región donde viven. En la comunión que tuvimos, vimos que la obra que hacían estaba correcta y de acuerdo con la revelación del Señor, pero, aun así, les mostré que, para entrar en el reino, eso incluso no era suficiente. Les dije que necesitamos salir de nosotros mismos, de la comodidad, de la autosuficiencia, negando la vida del alma, para que la vida de Dios crezca en nosotros. Si deseamos realizar la obra del Señor, primeramente necesitamos de la vida divina.
En Mateo 25 vemos dos parábolas. La primera, sobre las diez vírgenes, que se refiere a la vida. Las cinco vírgenes prudentes tuvieron el alma permeada por el Espíritu, por eso fueron vencedoras. La segunda parábola es la de los talentos, que se refiere a la obra. Necesitamos usar los talentos que Dios nos dio para ganar a otras personas. Aquellos que practiquen esto serán considerados siervos buenos, fieles y prudentes en la era venidera, entrarán en el reino, donde serán puestos sobre mucho (vs. 21, 23).
Además, según lo que el Señor espera de nosotros, no es suficiente ser bueno y fiel. Él desea que también seamos siervos prudentes (24:45-46). El siervo prudente es aquel que vive en el espíritu, permanece vigilante en todo, pues conoce la voluntad del Señor, y se empeña en practicar Su palabra.
La prudencia no viene de la sencilla lectura bíblica, pero sí de la práctica del hablar de Dios. No es algo proveniente de la inteligencia humana, sino de la sabiduría divina. Por tanto, al predicar el evangelio del reino por medio de los Bookafés y de los lugares de oración, debemos ser vigilantes.
Punto Clave: Conocer y practicar la voluntad del Señor para ser un siervo fiel y prudente.
Su punto clave es:
Pregunta: ¿Qué necesitamos hacer para ser siervos prudentes?
 


Miércoles --- Leer con oración: Gn 49:11-12, 22; Mt 1:1-2; 21:5-7
“Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia” (Jn 10:10b)
LA VIDA ES PARA LA OBRA
La palabra del Señor nos muestra que la vida y la obra se complementan. Para entrar en el reino venidero como un rey, no basta con realizar hoy un trabajo grandioso, algo bien hecho; es esencial negar la vida del alma. Si su obra no es realizada por medio de la vida de Dios, usted no estará calificado para gobernar en el mundo venidero.
Cuando venga la manifestación del reino de los cielos, ¿en qué posición será colocado? Si le falta más de la vida de Dios, el Señor no tendrá cómo confiarle mucho. Por eso, en comunión con algunos colaboradores, les dije que deben prestar más atención al requisito de negar la vida del alma, para que la vida divina pueda crecer más en ellos.
Génesis 49:11-12 habla de un pollino atado a la vid, ésta es una buena ilustración del proceso de renunciar a la vida del alma y ser llenos de la vida de Dios. Necesitamos eliminar de nosotros los rasgos del carácter del pollino, la condición del viejo hombre. Esto sólo será posible si permanecemos atados a la vid, al árbol de la vida, para comer solamente uva, como fuente de vida. Así, eliminada la naturaleza de pollino, usted será transformado y conducido al Espíritu y a la vida.
El Evangelio de Mateo dice que el Señor Jesús es el hijo de David, hijo de Abraham (Mt 1:1). Esta afirmación muestra el origen de nuestro Señor Jesús. Abraham engendró a Isaac, Isaac a Jacob, y Jacob a Judá y a sus hermanos (v. 2). La bendición profética de Jacob a sus hijos, en Génesis 49, destaca, de manera positiva, a Judá y José.
El vivir de José es de gran aliento para nuestra búsqueda y experiencia espiritual. Génesis 49:22 dice: “Rama fructífera es José, rama fructífera junto a una fuente, cuyos vástagos se extienden sobre el muro”. Sus raíces se extienden con dirección a la fuente, y sus vástagos son vigorosos a punto de extenderse sobre los muros. La fuente representa al Espíritu. Por estar conectado al Espíritu, su huerto está lleno de frutos.
Crecer y fructificar es algo que depende del Espíritu. Si permanecemos como José, conectados a la fuente, el Espíritu, creceremos continuamente en la vida de Dios. Podemos tener nuestras “raíces” extendiéndose con dirección a la fuente invocando el nombre del Señor. Así, aun sin lluvia, continuaremos creciendo en vida. Ese crecimiento de la vida divina llenará el huerto y nos conducirá armoniosamente a la obra, llevándonos a extender las “ramas” por sobre el muro. Por depender del Espíritu, seremos perfeccionados, nuestros dones se volverán en ministerios y así, más de Cristo nos será añadido como gracia. ¡Alabado sea el Señor!
Punto Clave: El crecimiento de la vida de Dios nos conduce a la obra.
Su punto clave es:
Pregunta: ¿Cómo ser calificado para gobernar en el mundo venidero?
 


Jueves --- Leer con oración: Gn 37:1-4, 7-9
“Hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo” (Ef 4:13)
ABUNDANCIA DE VIDA, ABUNDANCIA DE RAMAS
José recibió una especial misericordia del Señor. En su huerto, como había abundancia de vida, había abundancia de frutos, y sus ramas se extendían por todos lados. Por eso sus ramas, que son como vástagos de la vid, suben y se extienden sobre los muros.
Usted debe verificar si el “huerto” que está en su ciudad ya está lleno de “ramas”. Si aún hay espacios sin ramas, es decir, si el evangelio del reino aún no alcanzó los diversos barrios de su ciudad, debe “regarlo” y sumergir a la iglesia en la corriente del Espíritu. Puede hacerlo cuidando de las personas en el Bookafé, en los lugares de oración y en las casas. Así, el “huerto de José” que está en su ciudad se llenará de ramas y habrá abundante suministro de vida, “las ramas se extenderán sobre los muros”.
José era el décimo primer hijo de Jacob, lo amaba más que a todos sus otros hijos, por lo que sus hermanos lo envidiaban. Además, tenía una buena conducta y era una persona correcta. Cuando sus hermanos hacían algo malo, él se lo contaba todo al padre; por eso odiaban a José (Gn 37:1-4).
Cierto día, José tuvo un sueño y se lo contó a sus hermanos: “Oíd ahora este sueño que he soñado: he aquí que atábamos manojos en medio del campo, y he aquí que mi manojo se levantaba y estaba derecho, y que vuestros manojos estaban alrededor y se inclinaban al mío” (vs. 6-7). Este sueño significa que él había recibido de Dios la visión de que un día reinaría (v. . Después tuvo otro sueño: “He aquí que he soñado otro sueño, y he aquí que el sol y la luna y once estrellas se inclinaban a mí” (v. 9). José pudo ver que reinaría sobre toda su famiia, incluyendo a su padre (v. 10).
Desde pequeño José fue gobernado por sus sueños y, por eso, nunca dio lugar al pecado. Por el hecho de que sus sueños revelaron que un día sería rey, sus hermanos, muy celosos, planearon quitarle la vida. A pesar de todo, José permaneció firme en la visión que había recibido: “¡Voy a reinar!”.
Debemos ser como José, perseverar en la visión del reino y disfrutar de la abundancia de la vida divina. ¡Permanezcamos junto a la fuente invocando el nombre del Señor! De esta manera, el huerto se llenará de frutos, y las ramas se extenderán sobre los muros. Así, estaremos llenos de la vida de Dios y aptos para gobernar el mundo venidero.
Punto Clave: Extender las raíces con dirección a la corriente hasta que haya mucho fruto en el huerto.
Su punto clave es:
Pregunta: ¿Qué hacer para llenar su ciudad de ramas fructíferas?
 


Viernes --- Leer con oración: Gn 37:22, 28, 31-32, 34, 36; 39:2-20; 40:14-15; 41:9-13, 34-40
“Envió un varón delante de ellos; a José, que fue vendido por siervo. Afligieron sus pies con grillos; en cárcel fue puesta su persona. Hasta la hora que se cumplió su palabra, el dicho de Jehová le probó (Sal 105:17-19). Pero Dios estaba con él” (Hch 7:9b)
LAS PRUEBAS DE JOSÉ
José tuvo que pasar por varias pruebas hasta convertirse en gobernador de Egipto. Aun siendo joven, estando en su casa, al lado de su padre, él perseveró en la visión de que reinaría, y fue aprobado por el Señor. Sus hermanos lo odiaban y querían librarse de él. Cierto día, cuando apacentaban el rebaño, Jacob envió a José para quedarse entre ellos y, más tarde, traerle noticias de sus hijos. Tramaron contra el joven, querían matarlo, pero Rubén, intentando preservarle la vida, dijo a sus hermanos: “No derraméis sangre; echadlo en esta cisterna que está en el desierto, y no pongáis mano en él” (Gn 37:22). Pasaban por allí unos ismaelitas, a quienes vendieron a José como un esclavo (v. 28). Sus hermanos mojaron la túnica de José en la sangre de un cabrito y la enviaron a su padre, que pensó que su hijo había muerto por un animal (vs. 31, 32). Jacob se quedó muy deprimido y guardó luto por su hijo muchos días (v. 34).
En Egipto, José fue vendido como esclavo a Potifar, un oficial de Faraón (v. 36). Su casa era muy grande, con muchos siervos, pero el oficial vio que el Señor estaba con José y que “todo lo que él hacía, Jehová lo hacía prosperar en su mano” (39:3). Dios le dio muchas habiidades a José, y su amo lo hizo mayordomo de su casa y entregó en su poder todo lo que tenía (vs. 3-4).
José era de hermoso semblante y bella presencia. Eso llamó la atención de la esposa de su amo, que lo provocó varias veces: sin embargo, él rechazó todas sus seducciones. José venció las tentaciones, porque tenía la visión de que un día Dios lo haría reinar sobre todas las cosas. Si hubiese caído en el pecado, ¿cómo le confiaría Dios un gobierno y a todas las personas? Él no se atrevió a contaminarse con ningún pecado.
Por más que la esposa de Potifar lo asedió, José resistió (vs. 7-12). Finalmente, ella se enfureció y mintió al marido: “El siervo hebreo que nos trajiste, vino a mí para deshonrarme. Y cuando yo alcé mi voz y grité, él dejó su ropa junto a mí y huyó fuera” (vs. 17-18). Habiendo oído eso, “tomó su amo a José, y lo puso en la cárcel, donde estaban los presos del rey, y estuvo allí en la cárcel” (v. 20).
Dios era con José en todo lo que hacía, y en la prisión se puso en evidencia su capacidad administrativa. Aun estando preso, se volvió responsable en la prisión. Dos personas que servían a Faraón también fueron lanzadas allí: el jefe de los coperos y el jefe de los panaderos. Ambos tuvieron sueños; José los interpretó, y lo que él dijo se cumplió. El jefe de los coperos fue puesto en libertad y restituido a su cargo, pero antes José le pidió: “Hagas mención de mí a Faraón, y me saques de esta casa” (40:14-15). Y el jefe de los coperos no se acordó de José, por eso permaneció dos años más en la prisión.
Faraón también tuvo un sueño, y ningún mago, ningún sabio de Egipto podía interpretarlo. Entonces, el jefe de los coperos se acordó: “Estaba allí con nosotros un joven hebreo, siervo del capitán de la guardia; y se lo contamos, y él nos interpretó nuestros sueños, y declaró a cada uno conforme a su sueño”. Oyendo esto, Faraón mandó llamar a José, y él, además de interpretarle el sueño, le aconsejó que almacenasen la mayor cantidad de alimentos en los siete años de abundancia, para que, en los siete años de escasez, las personas fuesen suplidas frente al hambre que vendría. El consejo agradó a Faraón y a todos sus oficiales (vs. 34-37). De esa manera, José, siendo aún joven, fue constituido como autoridad sobre toda la tierra de Egipto; sólo Faraón fue mayor que él.
José llegó a gobernar porque perseveró en el sueño de que un día reinaría. Además, obtuvo éxito en todas las pruebas por las cuales pasó sin murmurar. Como resultado, Dios lo constituyó gobernador de todo Egipto.
Punto Clave: Ser fiel a la visión para ser aprobado por Dios en toda y cualquier situación.
Su punto clave es:
Pregunta: ¿Cómo los jóvenes pueden vencer las tentaciones y guardarse de toda impureza y pecado?
 


Sábado --- Leer con oración: Gn 42:1-8, 25-27; 46:3-4, 27; Ex 12:40; 1 Co 12:3; 1 Ti 3:2; 2 Ti 2:22; He 13:4
“Huye también de las pasiones juveniles, y sigue la justicia, la fe, el amor y la paz, con los que de corazón limpio invocan al Señor” (2 Ti 2:22)
EL EJEMPLO DE JOSÉ
Tiempos después de que José fue puesto como gobernador sobre Egipto, hubo hambre en la tierra. Jacob, no queriendo descender para allá, envió a sus hijos para comprar alimentos (Gn 42:1-2). Ellos fueron a Egipto en busca de alimentos, pero jamás pudieron imaginar que José, su hermano, eta el gobernador de aquella nación. Cuando llegaron, José los reconoció, pero, no se dio a conocer a ellos (vs. 6-. Preocupado con el padre, José los hizo regresar con mucho trigo (vs. 25-27). Hasta que, por la soberanía de Dios, José mandó buscar a su padre en la tierra de Canaán y lo trajo para donde estaba (46:3-4). Setenta personas de esa familia fueron a Egipto pero, pasados cerca de cuatrocientos años, ellos se olvidaron del Señor (v. 27; Ex 12:40).
José es un ejemplo para nosotros. Él era una rama fructífera, y sus vástagos se extendieron sobre sus muros. Era alguien que se apartaba del mal; fue preso injustamente, pero no pecó. Su ejemplo debe ser seguido por los jóvenes que aman al Señor y desean ser usados por Dios. Si usted se contamina con el pecado, ¿Cómo lo usará Dios? ¿Cómo Dios le confiará una posición elevada en el reino?
Las personas que Dios quiere usar necesitan ser como las vírgenes de Mateo 25. La condición de vírgenes significa que no se contaminaron y, espiritualmente hablando, tienen un solo marido, que es Cristo. Por otro lado, también demuestra el principio de no contaminarse con relaciones fuera del matrimonio (1 Ti 3:2, 12; He 13:4). Por eso los jóvenes deben tomar mucho cuidado para no ser atraídos y tentados por el mundo actual. La mejor manera de vencer las tentaciones es invocar el nombre del Señor (2 Ti 2:22). Cuando usted está en el espíritu, la vida divina crece, se aparta del mal y disfruta de la presencia de Dios. Debemos tomar el ejemplo de José, guardar nuestra juventud para el Señor e invertir toda nuestra vida en el reino.
Jóvenes, tomen el ejemplo de José como un modelo para su vida. José tenía la presencia del Señor. Cuando usted invoca el nombre del Señor, disfruta del Espíritu y Su vida crece (1 Co 12:3). No busque los placeres del mundo, que no tienen ningún valor; busque ejercitar los dones que Dios le dio para que en el mundo venidero, usted pueda reinar..
Punto Clave: No contaminarse con el mundo actual, para ser como una virgen prudente.
Su punto clave es:
Pregunta: ¿Cómo vencer las tentaciones y, al mismo tiempo, obtener crecimiento de la vida divina?
 


Domingo --- Leer con oración: Sal 105:20-24; 1 Co 12:3; Ap 12:5
“Rama fructífera es José, rama fructífera junto a una fuente, cuyos vástagos se extienden sobre el muro” (Gn 49:22)
PREPARARSE COMO JOSÉ
José recibió del Señor el don de administrar. Él utiizó ese don en la casa de Potifar, en la prisión y en su gobierno sobre la tierra de Egipto. Especialmente los jóvenes deben seguir el ejemplo de José. ¡Prepárense para gobernar el mundo venidero negándose a sí mismos, llenándose del Espíritu y creciendo en la vida de Dios!
Al mismo tiempo, también necesitamos cuidar del huerto, de aquellos que están a nuestro alrededor: vamos a suplirles vida, por medio del Espíritu. Así su huerto será como el de José, ¡lleno de Espíritu y vida! Por estar junto a la fuente, la vida crecerá y llenará el huerto, que un día estará lleno de ramas, y los vástagos tendrán vida suficiente para extenderse sobre los muros.
Todos necesitan de perfeccionamiento para que la vida de Dios crezca y, cuando seamos enviados para predicar el evangelio, ganemos experiencia en la obra del Señor. Usted puede ser perfeccionado en el Centro de Perfeccionamiento para la Propagación del Evangelio (CEPPEV) o en el Proyecto Lenguas y Naciones (PLN), donde también pude aprender inglés o francés. De esa manera, cuando Dios lo necesite, sus ramas estarán listas para “pasar sobre los muros”.
Cuando los hermanos predican el evangelio del reino, la primera cosa que hacen es llevar a las personas a ejercitar su espíritu, invocando el nombre del Señor, pues “nadie puede llamar a Jesús Señor, sino por el Espíritu Santo” (1 Co 12:3). ¡Así el huerto se llena de vida!
Ya hemos extendido nuestras ramas sobre los muros en muchos lugares de América del Sur. Pero aún necesitamos alcanzar Norteamérica, Europa y África para engendrar vencedores y producir el hijo varón en todos esos lugares (Ap 12:5). África necesita de la ayuda de muchos hermanos, especialmente, para que formen parte del hijo varón.
Dios ya entregó un huerto a cada uno de nosotros, y no es sólo para el crecimiento en la vida divina, sino también para que aprendamos a usar nuestra capacidad administrativa. En el huerto de José debe haber abundancia de vida con ramas listas para extenderse sobre los muros. ¡Aleluya! ¡Jesús es el Señor!
Punto Clave: Crecer en la vida de Dios y ser perfeccionado para gobernar el mundo venidero.
Su punto clave es:
Pregunta: ¿De qué manera podemos ser útiles y bien preparados como José?
Dong YLanu