EL TEMA DEL REINO EN LA BIBLIA
Lectura bíblica: Gn. 12:1-2; Mt. 6:9-10; Ex. 19:4-6; Ap. 11:15; Mt. 21:43; 3:2; 4:17; 10:5-7; 12:28; 16:19; 13:3, 24, 31, 33; 19:23-24; Jn. 3:3, 5; Mt. 5:20; 7:21; 18:3; Hch. 1:3; 8:12; 14:22; Ro. 14:17; 1 Co. 6:9-10; 15:50; Gá. 5:21; Ef. 5:5; 2 Ts. 1:5; Ap. 12:10; 2 Ti. 4:18
LA IMAGEN Y LA AUTORIDAD DIVINAS
El primer capítulo del libro de Génesis relata que Dios creó al hombre a Su imagen y le dio autoridad para que señorease sobre todo lo creado (v. 26). La imagen y la autoridad divinas son los dos elementos vitales relacionados con la creación del hombre. Si hemos de poseer la imagen de Dios para expresarlo y ejercer Su autoridad para representarlo, someter a Su enemigo y sojuzgar la creación, Dios mismo tiene que ser nuestra vida. En los dos primeros capítulos del libro de Génesis vemos la imagen y la autoridad de Dios, así como también Su vida, la cual es simbolizada por el árbol de vida (Gn. 2:9). Para expresar a Dios y representarlo de manera plena, es necesario recibir a Dios como nuestra propia vida. Es menester que Dios viva en nosotros y por medio de nosotros, pues sólo así poseeremos plenamente la imagen de Dios para expresarlo y tendremos Su autoridad para representarlo en la tierra a fin de subyugar a Su enemigo. La vida divina se imparte en el hombre con dos propósitos: por el lado positivo, para expresar a Dios; y por el lado negativo, para sojuzgar al enemigo de Dios. Para expresar a Dios, el hombre requiere de la imagen de Dios, y para subyugar a Su enemigo, necesita la autoridad de Dios. La autoridad divina, la cual se relaciona con el reino, es revelada a lo largo de todas las Escrituras.
EL REINO Y EL LINAJE ELEGIDO
Después de que el hombre cayó, Dios escogió al linaje de Abraham. El primer linaje, el de Adán, le falló a Dios; sin embargo, después del gran diluvio Dios tuvo un nuevo comienzo al relacionarse con un segundo linaje, el de Noé. Pero esta segunda estirpe también le falló; por eso, después del tiempo de Babel Dios eligió al tercer linaje, el de Abraham. El propósito que Dios tenía al elegir a Abraham se revela en Génesis 12:1-2. Estos dos versículos afirman que Dios escogió a Abraham porque deseaba obtener un reino. El Señor le dijo a Abraham que haría de él “una nación grande” (v. 2); esta nación grande se refiere a un reino. Un reino es una esfera o ámbito donde se ejerce autoridad. Sin este reino, Dios no podría ejercer Su autoridad. A fin de llevar a cabo Su propósito, Dios debe obtener una esfera, un reino, donde pueda ejercer Su autoridad. Esta es la razón por la cual el Señor Jesús mencionó el reino cuando enseñaba a sus discípulos a orar en el capítulo seis de Mateo. Tanto al inicio de la oración del Señor como al final de ella, el reino es mencionado. Al inicio, el Señor ora en el versículo diez: “Venga Tu reino”, y concluye la oración declarando en el versículo trece:“...porque Tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos. Amén”.
El cumplimiento del propósito eterno de Dios depende de que se establezca el reino. Si Dios no obtiene un reino donde ejerza Su autoridad, El no podrá realizar nada. Por tanto, en el Antiguo Testamento Dios eligió a Abraham para que sus descendientes formaran una gran nación, un reino. Conforme a ello, los hijos de Israel se multiplicaron y Dios hizo de ellos una nación. Después de haber sacado de Egipto a los hijos de Israel, Dios les dijo que ellos le serían un reino (Ex. 19:4-6). Dios, pues, hizo del pueblo de Israel una nación, un reino en el cual ejerció Su autoridad; con ello, Dios logró ciertos objetivos. Continua…
W. Lee
¡Jesus es el Señor!