La diferencia entre el reino de los cielos y el reino de Dios
Además debemos entender, según las Escrituras, que el reino de los cielos es diferente al reino de Dios. Lamentablemente, la mayoría de los cristianos suponen que estas dos expresiones son sinónimas. Cuando Juan el Bautista empezó a predicar, él instó al pueblo a que se arrepintiera porque el reino de los cielos se había acercado (Mt. 3:2); por consiguiente, deducimos que anteriormente a la época de Juan el Bautista, el reino de los cielos aún no había venido, sino que apenas estaba cerca. Luego, cuando el Señor Jesús salió a predicar el evangelio al comienzo de Su ministerio, El afirmó lo mismo: “Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado” (Mt. 4:17). Posteriormente, en Mateo 10:7, el Señor envió al primer grupo de discípulos y les instruyó que proclamaran lo mismo, es decir, que el reino de los cielos se había acercado. Podemos afirmar, pues, que cuando el Señor salió a predicar el evangelio, el reino de los cielos aún no había venido. Por una parte, el reino de Dios ya estaba entre los hijos de Israel; por otra, el reino de los cielos se aproximaba.
En Mateo 12:28 el Señor Jesús declara: “Pero si Yo por el Espíritu de Dios echo fuera los demonios, entonces ha llegado a vosotros el reino de Dios”. En este versículo el Señor hace referencia al reino de Dios, no al reino de los cielos. En ese entonces, el reino de los cielos aún no había llegado, pero el reino de Dios ya estaba allí.
Mateo 11:11-12 también constituye otro pasaje importante que señala dicha distinción: “De cierto os digo: Entre los que nacen de mujer no se ha levantado nadie mayor que Juan el Bautista; pero el más pequeño en el reino de los cielos, mayor es que él. Mas desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el reino de los cielos es tomado con violencia, y los violentos lo arrebatan”. El pasaje indica que en aquel entonces “el reino de los cielos” no había venido y que Juan el Bautista no estaba en él, pues el más pequeño en el reino de los cielos es mayor que Juan. Además, desde la época de Juan hasta el tiempo en que el Señor pronunció estas palabras, las personas podían esforzarse por entrar al reino de los cielos.
En Mateo 16:19 el Señor dijo a Pedro que le daría “las llaves del reino de los cielos”. Esto implica que, durante el tiempo de lo relatado en el capítulo dieciséis de Mateo, aún no había comenzado el reino de los cielos pues las llaves no habían sido entregadas todavía. El Señor le dio a Pedro la primera llave del reino de los cielos en el día de Pentecostés. El reino de los cielos comenzó en el día de Pentecostés cuando se inició la edificación de la iglesia. En ese día, Pedro usó una de las llaves para abrir la puerta del reino de los cielos a los creyentes judíos (Hch. 2:38-42), y usó la otra llave en la casa de Cornelio para abrir la puerta del reino de los cielos a los creyentes gentiles (10:34-48).
El reino de los cielos presentado en Mateo 13
El capítulo trece de Mateo contiene otra prueba de que el reino de los cielos comenzó con la edificación de la iglesia. En la primer parábola de Mateo 13, el Señor dijo: “He aquí, el sembrador salió a sembrar” (v. 3). Sin embargo, en la segunda parábola El dijo: “El reino de los cielos ha venido a ser semejante a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero mientras dormían los hombres, vino su enemigo y sembró cizaña entre el trigo, y se fue” (vs. 24-25). En la tercera parábola, el Señor dijo que el reino de los cielos es semejante a un grano de mostaza (v. 31). Y la cuarta parábola dice que “el reino de los cielos es semejante a levadura, que una mujer tomó y escondió en tres medidas de harina, hasta que todo fue leudado” (v. 33). De estas cuatro parábolas mencionadas en Mateo 13, las últimas tres comienzan con la cláusula: “el reino de los cielos es semejante a...”, pero la primer parábola no contiene tal expresión. La primer parábola describe que el Señor salió a sembrarse a Sí mismo en las personas como semilla de vida; en el tiempo en que la primer parábola transcurre, el reino de los cielos sólo se había acercado y aún no había venido. Sólo en la segunda parábola el Señor comenzó a usar la expresión: “el reino de los cielos es semejante a...”, porque el reino de los cielos comenzó a ser establecido cuando la iglesia fue producida (16:18-19) en el día de Pentecostés. La segunda parábola empezó a cumplirse después que la iglesia fue formada, pues en esa época se comenzó a sembrar la cizaña (los creyentes falsos) en medio del trigo (los creyentes genuinos). Por lo tanto, el reino de los cielos es una parte del reino de Dios.
Hasta ahora hemos visto que el reino de Dios abarca desde la eternidad pasada hasta la eternidad futura, e incluye el reino de Israel en el Antiguo Testamento, el reino de los cielos en el Nuevo Testamento y el reino milenario posterior a la era de la iglesia (véase el diagrama incluido en las páginas 14 y 15).
El reino de los cielos es el reino de Dios
El reino de los cielos es el reino de Dios, de la misma forma que California, una parte de los Estados Unidos, es los Estados Unidos. En Mateo 19:23-24 dice: “Entonces Jesús dijo a Sus discípulos: de cierto os digo, que difícilmente entrará un rico en el reino de los cielos. Otra vez os digo, más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el reino de Dios”. El versículo veintitrés menciona el reino de los cielos, mientras que el veinticuatro habla del reino de Dios; esto demuestra que el reino de los cielos forma parte del reino de Dios. Habíamos visto anteriormente en otros pasajes que el reino de los cielos difiere del reino de Dios, puesto que el reino de Dios ya existía antes de que viniera el reino de los cielos. Este pasaje, sin embargo, demuestra que el reino de los cielos es el reino de Dios. El ejemplo mencionado, el de California y los Estados Unidos, puede ayudarnos a entender esto. Por una parte, el estado de California es distinto de los Estados Unidos, porque los Estados Unidos es un país, una nación. El estado de California sólo forma parte de esta nación, así que difiere de ella. Por otra parte, California es los Estados Unidos, propiamente dicho, porque si usted visita a California, llega a los Estados Unidos. Del mismo modo, si usted entra en el reino de los cielos, ingresa al reino de Dios, pues el reino de los cielos forma parte del reino de Dios. Si usted está en California, está en los Estados Unidos; pero si está en los Estados Unidos, no necesariamente estará en California. Si va a los Estados Unidos, puede ir a Nueva York, Oregon o Washington, y no necesariamente a California. Si usted entra en el reino de los cielos, ciertamente ingresa al reino de Dios; pero el hecho de estar en el reino de Dios no le garantiza que esté en el reino de los cielos.
W. Lee
¡Jesus es el Señor!