NUESTRA ACTITUD PARA CON LAS VERDADES
Renovados por la práctica de la palabra
Semana 1 – El reino se ha acercado
Miercoles
Leer con oración:
Mt 16:18; Jn 3:3-5; Ga 4:1-2; Ef 4:11-16
“Y sometió todas las cosas bajo sus pies, y lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia, la cual es su cuerpo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo. (Ef 1:22-23).
LA VIDA DE LA IGLESIA NOS AYUDA
A CRECER EN LA VIDA DIVINA
Nacer de nuevo, es decir, nacer del Espíritu, es solo el primer paso para quien desea entrar en el reino de Dios (Jn 3:3-5). Posteriormente a eso, cada hijo de Dios necesita crecer para heredar el reino. Para que ese crecimiento ocurra, el Señor le proveyó a la iglesia pastores, maestros, mayordomos, tutores y curadores (Ga 4:1-2; Ef 4:11b). Ellos son hermanos con mayor crecimiento espiritual, que son usados por Dios para cuidar a Sus hijos, enseñarlos y alimentarlos, a fin de que maduren y sean aptos para gobernar el mundo venidero.
Lamentablemente, muchos tienen un concepto equivocado sobre el verdadero sentido de la palabra iglesia. En Mateo 16 leemos: “Y Yo también te digo, que tu eres Pedro, y sobre esta roca edificare mi iglesia; y las puertas del hades no prevalecerán contra ella” (v. 18). La palabra iglesia en este texto es equivalente a ekklesia en griego, es decir. La asamblea de los llamados hacia afuera. A diferencia de los que muchos piensan, la iglesia no es un templo físico ni material, tampoco es una organización humana, sino un grupo de personas que fueron llamadas hacia afuera del mundo. Asimismo, el sentido de la palabra ekklesia indica algo dinámico y no estático. Al hablar de la iglesia, el Señor Jesús se refería al vivir de las personas que nacieron de nuevo y fueron llamadas por Dios para estar juntas.
Otro ejemplo importante de que la iglesia (ekklesia) no es algo físico, fijo y estático, y mucho menos una organización humana, es el hecho de que ella es el cuerpo de Cristo (Ef 1:22-23). El cuerpo de Cristo es algo vivo, orgánico, y que se mueve de acuerdo a la necesidad de la Cabeza, que es Cristo. Como miembros de Su Cuerpo, recibimos la vida divina para ejercer nuestra función conforme a Su voluntad. Por eso, después de ser salvos, debemos crecer y contribuir con nuestra parte para qué el Cuerpo sea edificado en amor, es decir, necesitamos ayudarnos mutuamente hasta que todos lleguemos a la estatura de la plenitud de Cristo (Ef 4:12-16), para que así podamos recibir la herencia de reinar con Cristo en el mundo venidero.
Punto clave: Cada hijo de Dios necesita crecer en la vida divina para llegar a ser un heredero en el reino.
Pregunta: ¿Cuál es el sentido de la palabra iglesia, (ekklesia) en griego, y que nos sugiere esa palabra?