NUESTRA ACTITUD PARA CON LAS VERDADES
EXTRAER VIDA DE LAS VERDADES
Los siervos en el ministerio de Juan (Ap 1:1-2).
Semana 13
LUNES
Lectura Bíblica: (Jn 6:63; 21:15-17; He 10:19-20; 1 Jn 2:10; 3:1ª; 4:
Leer con oración:
“Nosotros sabemos que hemos pasado de muerte a vida, en que amamos a los hermanos. (…)En esto hemos conocido el amor, en que él puso su vida por nosotros; también nosotros debemos poner nuestras vidas por los hermanos” (1 Jn 3:14, 16).
EL PUNTO PRINCIPAL DE NUESTRO SERVICIO A DIOS
Le agradecemos al señor por permitirnos vivir en la era de la gracia, pues durante todo esta tiempo el Espíritu ha sido derramado sobre nosotros, llevándonos a practicar la Palabra. Gradualmente el Señor nos ha hecho avanzar, y hoy podemos ser incluidos en el ministerio del apóstol Juan en su madurez, el ministerio del Espíritu y la vida (Jn 6:63). Esta semana hablaremos sobre los siervos en el ministerio de Juan.
En el Antiguo Testamento, Dios podía contar con algunas personas. En determinados momentos, cuando deseaba hacer algo, llamaba a alguien para que lo sirviera. Después de liberar al pueblo de Israel de la esclavitud de Egipto, el Señor apartó a la tribu de Leví para servirlo. De igual manera, a lo largo de la historia del pueblo de Dios vemos a algunos hombres que recibían una gracia especial para realizar Su voluntad. De entre ellos, podemos citar a: Abel, Enoc, Noé, Abraham, Moisés, David, Elias, Eliseo y muchos otros. Con respecto a ellos, y a otros tantos, en el libro de Hebreos leemos: Y todos éstos, aunque alcanzaron buen testimonio mediante la fe, no recibieron lo prometido; proveyendo Dios alguna cosa mejor para nosotros, para que no fuesen ellos perfeccionados aparte de nosotros (11:39-40).
En el Nuevo Testamento, Dios no escogió sólo algunos para servirlo, pues Su deseo es que todos Sus hijos lo sirvan. Cada uno de nosotros puede servir al Señor porque Él nos abrió la entrada al Lugar Santísimo (He 10:19-20). ¡Gracias a Dios, fuimos escogidos e incluidos por Él para ser Sus siervos! Este es el deseo del corazón de Dios. Esto le fue revelado al apóstol Juan por el Espíritu. Por esta razón, el ministerio de Juan es de Espíritu y vida, incluyendo como siervos no sólo a un grupo especial de personas, sino a cada uno de los hijos de Dios (1 Jn 3:1ª).
El punto principal de nuestro servicio a Dios debe ser el amor, porque la esencia de Dios es amor (4:
. Juan percibió esto al observar las experiencias de Pedro y prestar atención a las palabras habladas por el Señor en Su ministerio terrenal. El Señor le preguntó a Pedro, tres veces si este Lo amaba, y Pedro respondió afirmativamente en cada oportunidad. Entonces el Señor le dijo que pastoreara y apacentara a Sus corderos y ovejas. Aunque le fueron dichas a Pedro, esas palabras impresionaron al apóstol Juan, quien afirmó que, si amamos al Señor, también debemos amar a nuestro prójimo (Jn 21:15-17).
La misma orden dada por el Señor a Pedro, y registrada por Juan en su evangelio, está destinada a nosotros en estos días. ¿Estamos cuidando adecuadamente a los hijos de Dios? En el servicio a Dios, es fundamental que nos preocupemos de la condición de las personas que el Señor nos confió, y no sólo de las cosas materiales (3 Jn 4). Cuando predicamos el evangelio, hacemos colportaje, visitamos a los hermanos o contactamos a las personas en los lugares de oración, debemos recibirlas, amarlas con el amor del Señor, orar por ellas y alimentarlas con la palabra de Dios. El amor de dios es nuestra fuerza motivadora, que nos fortalece para servirlo, cuidando a las personas que Él nos confió (v.8; 1 Jn 3:14, 16).
Punto clave: El punto principal de nuestro servicio a Dios debe ser el amor.
Mi punto clave:
Pregunta: ¿De qué manera práctica requiere el Señor que le sirvamos