Aguas refrescantes 16 de diciembre
“Podría perseguir uno a mil, y dos hacer huir a diez mil”. Dt. 32:30.
El cristianismo es singular en que no sólo es individual en su naturaleza, sino también corporativo. Efectiviza la reunión de los santos. Otras religiones abogan por la piedad, pero sólo el cristianismo llama a las almas a reunirse en asamblea.
Aquí se promete que si bien uno puede perseguir a mil, dos podrán hacer huir a diez veces más. No sabemos cómo puede ser posible esto pues matemáticamente es incorrecto, pero es un hecho. Nosotros calcularíamos que si uno puede perseguir a mil, dos podrían perseguir a dos mil, pero Dios dice que no. Cuando dos de sus hijos se unen, El dice que ocho mil más huirán. Este aumento en la efectividad es la ventaja que surge de reunirnos y trabajar juntos. Por lo tanto, no nos conformemos con tan sólo
recibir gracia en la esfera personal. Dios puede hacer mucho más cuando estamos unidos.
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Exaltar a Cristo en nuestra experiencia
Filipenses 2:9-11 “Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese públicamente que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre”.
En este mensaje, tengo la carga de aplicar la exaltación de Cristo a nuestra experiencia espiritual. Dios exaltó a Cristo, pero ¿ya lo exaltó usted? Cristo fue exaltado a la cima del universo, pero ¿ha sido exaltado Él en usted también? Es precisamente aquí donde radica el problema: Cristo ha sido exaltado en todo lugar menos en usted. Es por eso que no tengo interés alguno de hablarles de la exaltación de Cristo de una manera doctrinal, sino más bien, de aplicar este hecho a nuestra experiencia. Cristo no puede ser exaltado en nosotros si primero no lo tomamos como la vida crucificada y como el modelo de nuestro diario vivir.
No olvidemos que Filipenses es un libro que habla de cómo experimentar a Cristo. Por consiguiente, aun la exaltación de Cristo, mencionada en este libro, tiene que ver con nuestra experiencia. Desde mi juventud me enseñaron que Cristo fue exaltado. Pero yo no veía que este hecho se reflejara en la vida de los creyentes. Esto no era más que una simple enseñanza bíblica. Debemos experimentar a Cristo hasta el grado en que Él sea exaltado en nuestras vidas. No tomemos la exaltación de Cristo como una doctrina. De la misma manera en que necesitamos experimentar al Cristo que se despojó y se humilló, también debemos experimentar al Cristo que fue exaltado. Ciertamente Dios exaltó a Cristo en el universo, pero ahora nos toca a nosotros exaltarlo en nuestro universo personal: en nuestro diario vivir, en nuestra vida familiar y en nuestra vida de iglesia.
Pablo deseaba que los santos de Filipos exaltaran a Cristo en su diario vivir. Si lo hubieran hecho, habrían completado su gozo. A él no le interesaba solamente que los filipenses tuvieran una buena actitud hacia él. Su mayor anhelo era que ellos experimentaran a Cristo como la vida crucificada y que además lo experimentaran en Su exaltación. La exaltación de Cristo debe llevarse a cabo en nuestra vida cotidiana.
W. Nee
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