El patron del vivir de los que reinaran con Cristo semana 2
Lunes
Lectura bíblica:
Gn 1:14 19; Mt5:13 16
Leer con oración:
"Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos" (Mt 5:16).
UN VIVIR QUE SAZONA Y ALUMBRA
En los capítulos 5, 6 y 7 del Evangelio de Mateo nos es presentado el patrón del vivir de aquellos que reinarán con Cristo.
Las dificultades que encontramos para practicar lo que está descrito allí, en realidad, se deben al hecho de que todavía nos falta madurez en la vida divina. Pero, si permitimos que la vida de Dios crezca en nosotros, no sólo lograremos alcanzar este patrón, sino que también estaremos aptos para gobernar con el Señor durante el reino venidero.
Dios no habría registrado los capítulos 5, 6 y 7 de Mateo si fuera imposible alcanzar el patrón descrito allí. Por el contrario, si Él describió todo eso, es porque es posible que alcancemos aquel patrón, siempre y cuando crezcamos en vida.
Entre las características mostradas en este patrón de vivir, podemos destacar dos: la sal de la tierra y la luz del mundo.
La sal de cocina sirve para sazonar los alimentos. Asimismo, en la antigüedad, cuando no existía la refrigeración artificial, la sal era usada para preservar los alimentos" pues mata los, gérmenes y otros microorganismos que descomponen la comida.
Aquellos que reinarán con Cristo deben tener las mismas características de la sal. El Señor dijo que somos la sal de la tierra, esto significa que salamos el ambiente y a
las personas que están a nuestro alrededor. Pero atención: al ser Ia sal de la tiérra, deben ios serlo en la medida justa. No salemos en exceso, a tal punto de ser desagradables, ni salemos poco, llegando a ser insípidos, sin sabor. Como
la sal de la tierra, necesitamos ser bien sazonados, bien balanceados en nuestras actitudes y palabras.
Además de ser la sal de la tierra, el Señor dijo que también debemos ser la luz del mundo.
En el mundo, muchos aún viven en las tinieblas y necesitan que brillemos como la luz para que puedan ver. Al igual que la sal, la luz también debe ser usada en una cantidad adecuada, según la necesidad de cada persona que está siendo iluminada.
Aunque la luz del sol es indispensable para el crecimiento de la vida vegetal, el brillo de la luna también cumple una función importante en el ciclo de la vida. De igual manera, las personas necesitan recibir de nosotros tanto una luz intensa, como la del sol, y también una luz más suave y agradable, como la de la luna, que no es más que el reflejo de la luz solar.
Punto clave: Sazonar y alumbrar en la medida justa.
Pregunta: ¿Por qué no podemos excedemos en la medida de sal y de luz?
Martes
Lectura bíblica: Mt 5:1-12; Jn 2:14-16; 2 Co 7:1
Leer con oración:
"Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos; porque así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros" (Mt 5: 12) .
LOS BIENAVENTURADOS
Cuando somos la sal de la tierra y la luz del mundo, podemos vivir las nueve bienaventuranzas relatadas al principio del capítulo cinco de Mateo.
La primera bienaventuranza es ser pobre en espíritu. Para ser pobre -o humilde- en espíritu, necesitamos vaciarnos.
Nuestro cuerpo es el templo del Espíritu Santo. No obstante, lamentablemente, las impurezas de nuestra alma pueden llenar todo nuestro ser (Gá 5:20-21). Por tanto, tal como el templo en Jerusalén que fue purificado por el Señor Jesús, así también todo nuestro interior debe ser limpiado.
Nuestro Señor Jesús se hizo el Espíritu vivificante. y es por medio del Espíritu, que es el Señor mismo, que podemos ganar el reino de los cielos. Por eso quien se vacía en su espíritu es pobre en espíritu, pudiendo así ser llenado del Espíritu de Dios y ganar el reino de los cielos.
También es interesante observar que las tres últimas bienaventuranzas (ser pacificador, ser perseguido por causa de la justicia y ser vituperado, calumniado por
causa del Señor) son consecuencias de vivir y practicar las seis primeras (ser pobre en espíritu, llorar, ser manso, tener hambre y sed de justicia, ser misericordioso y ser de corazón limpio) .
Debemos tomar estas nueve bienaventuranzas como requisitos previos para poder reinar con el Señor. Sin embargo, debemos recordar que, para cumplirlas, necesitamos estar en el espíritu. Todo el esfuerzo que realicemos debe partir de nuestro espíritu, de lo contrario, las bienaventuranzas se convertirán en un enorme peso.
Solamente cuando las cumplamos por medio del Espíritu de Dios que está en nuestro espíritu humano, creceremos en vida. Si practicamos esto, no nos será difícil alcanzar el patrón establecido por el Señor.
Punto clave: Practicar las nueve bienaventuranzas en el espíritu.
Pregunta: ¿Cuál es la relación entre la sal y la luz con las bienaventuranzas?
Miercoles
Lectura bíblica:
Mt 25:32-40; Jn 2:25
Leer con oración:
"De manera que la ley a la verdad es santa, y el mandamiento santo, justo y bueno" (Ro 7:12).
LA IMPORTANCIA DE LA LEY: EL ESTÍMULO
PARA NUESTRO CRECIMIENTO EN VIDA
Después de presentar las nueve bienaventuranzas y el hecho de que somos la sal de la tierra y la luz del mundo, el Señor dijo en Mateo 5:17: "No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir".
Si queremos reinar con el Señor sobre la tierra, no podemos despreciar la ley divina. Si procedemos así estaremos muy lejos de lo que el Señor espera de nosotros para poder cooperar con ÉL Aunque ya fuimos librados de la ley y ya no estamos más bajo su yugo, aún la necesitamos. El Señor quiere usarla para perfeccionarnos hasta el punto de estar aptos para reinar con ÉL. Esta ley tan elevada necesita ser cumplida por nosotros.
En las semanas anteriores vimos qué la humanidad pasó por tres eras, de aproximadamente dos mil años cada una: la era de la carne, la era del alma y la era del Espíritu, que permanece hasta hoy. La ley fue promulgada por Moisés en la era intermedia, la del alma. Ésta nos muestra el camino correcto por el cual el hombre podría -en caso de lograrlo- cumplir la voluntad de Dios. Por tanto, la ley fue dada cómo un patrón para el vivir humano, sin embargo, el hombre ¬no es capaz de alcanzarlo por sí mismo. Esto fue plenamente demostrado por la experiencia del pueblo de Israel y aún lo es, en la actualidad, en las religiones que intentan perfeccionar al hombre por medio de las reglas y principios éticos y morales.
Puesto que somos incapaces de cumplir la ley, el Señor Jesús vino y la cumplió en nuestro lugar. Él nació y creció como un hombre normal. Convivió con Sus
contemporáneos y por eso conoce lo que es la naturaleza humana. Sólo Él cumplió toda la ley. Únicamente Él fue capaz de vivir según el patrón establecido por Dios.
Así que, Jesucristo elevó la naturaleza humana, haciéndonos capaces. de cumplir toda la voluntad del Padre. Ahora, por medio de Su naturaleza divina, que entró en nosotros cuando creímos, Dios quiere elevar también nuestra humanidad.
Dentro de ese propósito, la ley es buena y nos perfecciona para que tengamos una humanidad elevada.
Dios puso Su vida en nosotros como una semilla y, como un árbol que sólo se fortalece cuando resiste a las intemperies climáticas (tormentas, lluvias, vientos, etc.), nuestra humanidad debe ser probada constantemente, hasta que lleguemos a ser como el cedro del Líbano. La ley tiene exactamente esa función, la de probarnos a fin de que crezcamos en la vida divina plenamente.
Si todavía somos como la hierba y el heno, que no pueden resistir nada, ni sostenerse, la ley es la que nos ayuda a ver esto. Es por medio de ella que podemos identificar si ya somos como los árboles fuertes o si todavía somos como la paja o el heno. Aunque todavía somos como la hierba, queremos crecer hasta ser como el cedro.
Por eso no tengamos el concepto de que nosotros, que somos del Señor, no necesitamos la ley. Si ésta no fuere necesaria, el Señor habría pasado de la era de la carne directamente a la era del Espíritu. Pero para mostrar el patrón de una humanidad adecuada, Él trajo la ley; y si queremos gobernar con el Señor sobre la tierra, tenemos que tener una humanidad de acuerdo con este patrón.
Hoy necesitamos ejercitar nuestro espíritu, negarnos a nosotros mismos y sujetarnos a la ley, permitiendo ser entrenados por el Señor con el fin de que en Su venida, ejerzamos autoridad en el reino milenario.
Punto clave: Crecer en vida para reinar.
Pregunta: ¿Cuál es la finalidad de la ley?
Jueves
Lectura bíblica:
Ex 20: 1-17; 24: 12; 34: 1,28; Mt 5:17-18; Ef 6:2
Leer con oración:
"Aquél, respondiendo, dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas, y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo" (Lc 10:27).
LA PRIMERA TABLA DE LA LEY - AMAR A DIOS
En Mateo 5:17-19 el Señor Jesús dijo que vino para cumplir la ley y los profetas. Él también nos alentó a observarlos y enseñarlos a los hombres. Estas palabras' del Señor son una advertencia para todos aquellos que piensan que, por haber creído en Él, no tienen que cumplirla.
En realidad, aunque todos nosotros que creímos en el Señor Jesús ya no estamos más bajo el yugo directo de la ley de Moisés, aún tenemos la responsabilidad de cumplirla. La gran diferencia entre nosotros, los que vivimos en la era del espíritu, y los israelitas que vivían en la era de la ley, es que ellos intentaron cumplirla por sí mismos, pero nosotros tenemos al Espíritu en nuestro espíritu, que nos capacita para cumplir todas las exigencias. La vida divina que mora en nosotros es la que nos hace capaces de vivir el patrón establecido en la ley de Moisés, que fue elevado por Cristo, el cual está descrito en los capítulos del 5 al 7 de Mateo.
Los Diez mandamientos fueron distribuidos en dos tablas. Los cinco primeros, contenidos en la primera, se refieren a las exigencias relacionadas con Dios, y los
otros cinco, a las exigencias relacionadas con el hombre. Veamos hoy brevemente el contenido de la primera tabla, y el día de mañana, veremos el de la segunda.
En cuanto a las exigencias relacionadas con Dios, los tres primeros mandamientos nos muestran que: Dios es único y no debemos adorar a ningún otro dios; no debemos hacer imágenes; tampoco tomar el nombre del Señor en vano. El cuarto mandamiento es guardar el sábado, que se refiere al reposo de Dios, que tuvo después de los seis primeros días de la creación, esto significa que debemos reposar en el Señor Jesús, que es el Señor del sábado.
El quinto mandamiento es honrar al padre y a la madre. Aparentemente, honrar a los padres debería estar en la segunda tabla, junto con los mandamientos que hablan de las exigencias relacionadas con el hombre. Pero este mandamiento está entre los que se relacionan con Dios porque el padre y la madre son nuestro origen, así como Dios es el origen del hombre. Podemos decir que, cuando se habla de honrar padre y madre, estamos hablando de honrar a Dios que nos creó.
Además, este quinto mandamiento tiene promesa: "para que tus días se alarguen en la tierra que Jehová tu Dios te da". Por eso aquellos que quieren tener longevidad deben honrar a sus padres. .
Punto clave: Amar a Dios con todas nuestras fuerzas.
Pregunta: ¿Cuáles son los mandamientos que están en la primera tabla?
Viernes
Lectura bíblica:
Mt 5:20-41
Leer con oración:
"Para que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu" (Ro 8:4).
LA SEGUNDA TABLA DE LA LEY - AMAR AL PRÓJIMO
Veamos hoy un poco sobre el contenido de la segunda tabla de la ley dada por Moisés al pueblo de Israel.
Los cinco mandamientos registrados en esta tabla se refieren a amar a nuestro prójimo: no matarás, no cometerás adulterio, no hurtarás, no hablarás contra tu prójimo falso testimonio y no codiciarás.
No sólo debemos observar estos cinco primeros mandamientos, sino que debemos ir mucho más allá. El Señor Jesús indicó esto a partir del versículo 20 del capítulo 5 de Mateo: "Porque os digo que si vuestra justicia no fuere mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos". La justicia mencionada en este versículo no se refiere a la justicia de la salvación que es por la fe, sino al hecho de cumplir lo qué Dios determinó, es decir, cumplir los Diez Mandamientos.
La vida divina que está en nosotros nos habilita para guardar la ley. Por eso el versículo enfatiza que nuestra justicia debe ser mayor que la de los escribas y fariseos.
Si ellos guardaron los mandamientos, nosotros debemos hacerlo mucho más.
Debemos exceder la justicia de los escribas y fariseos no sólo con relación a las ofrendas. El versículo citado no habla de las obras que ellos realizaban, sino de la justicia que practicaban. Por tanto, no debemos imitarlos simplemente por sus obras, porque las obras son superficiales y esconden hipocresía; sino que, tenemos que ser más justos que ellos en lo concerniente a hacer la voluntad de Dios.
En los versículos 21 y 22, el Señor afirmó que no es suficiente con abstenerse de matar, como se menciona en el antiguo mandamiento, sino que, el sólo hecho de airarse contra alguien sujeta a juicio a aquel que se airó. La exigencia fue aumentada.
Los versículos 27 y 28 dicen: "Oísteis que fue dicho: No cometerás adulterio. Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciada, ya adulteró con ella en su corazón". El Señor nuevamente elevó la exigencia: basta sólo con mirar a una mujer para codiciarla, y en el corazón ya se adulteró, el pecado ocurrió.
Existen muchas cosas que pueden conducir a una persona al adulterio. Por eso necesitamos siempre tratar este asunto de manera absoluta y constante en nuestra vida. Incluso nuestros pensamientos deben ser purificados para no caer en las artimañas del diablo.
El patrón establecido por el Señor es muy elevado. Para poder alcanzarlo, necesitamos depender totalmente de Dios, invocando siempre el nombre del Señor: iOh Señor Jesús! Lo llamamos no sólo para vencer la tentación, sino para volvernos al espíritu, donde el Espíritu de Dios habita. ¡Aleluya!
En los versículos 33 y 34, el Señor abordó el cuarto mandamiento de la segunda tabla de la ley: “Además habéis oído que fue dicho á los antiguos: No perjurarás, sino cumplirás al Señor tus juramentos. Pero yo os digo: No juréis, en ninguna manera; ni por el cielo, porque es el trono de Dios".
En los versículos 38 y 39, el Señor recordó: "Oísteis que fue dicho; Ojo por ojo, y diente por diente. Pero yo os digo: No resistáis al que es malo; antes, a cualquiera que te hiera en la mejilla derecha, vuélvele también la otra". Si antes nuestra actitud para con los enemigos era de "ojo por ojo, diente por diente", ahora es mucho más exigente. Si alguien; quiere una túnica, debemos también dejarle la capa; si quiere que andemos una milla, debemos andar dos (vs. 40 41).
Sólo podremos practicar este patrón estipulado por el Señor si verdaderamente andamos en el espíritu.
Punto clave: Vivir en el espíritu para cumplir la ley.
Pregunta: En la práctica, ¿Qué significa "si vuestra justicia no fuere mayor que la de los escribas y fariseos"?
Sábado
Lectura bíblica: Mt 6:1-9,30-33
Leer con oración:
"Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles" (Ro 8:26).
OFRENDAR Y ORAR EN EL ESPÍRITU
En el primer versículo del capítulo 6 de Mateo, el Señor expone un principio muy importante: "Guardaos de hacer vuestra justicia delante de los hombres, para ser vistos de ellos; de otra manera no tendréis recompensa de vuestro Padre que está en los cielos". No hacer nuestra justicia delante de los hombres es un principio que se aplica a diversos aspectos de nuestra vida cristiana.
En el versículo siguiente, el Señor hace una aplicación de este principio: "Cuando, pues, des limosna, no hagas tocar trompeta delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser alabados por los hombres; de cierto os digo que ya tienen su recompensa". Nuestra justicia debe exceder a la de los escribas y fariseos. Si ellos dan el diezmo, nosotros debemos ir más allá y dar más aun, pero sólo Dios debe saberlo. Cuando ofrendamos, hagámoslo en secreto, pues de lo contrario, no recibiremos la recompensa de Dios.
El versículo 6 continúa con otra aplicación del principio presentado al comienzo del capítulo: "Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre está en secreto y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público". En aquella época había judíos que, cuando oraban, les gustaba ponerse en las esquinas de las calles para ser vistos por los hombres. Entonces, cuando hacían esto, recibían la recompensa de los hombres pero no de Dios. ,
Lamentablemente, hay cristianos que oran cuando están con otros, pero no oran cuando están solos. En realidad, debemos orar mucho más cuando estamos solos, en secreto.
Los versículos 7 y 8 continúan: "Y orando, no uséis vanas repeticiones, como los gentiles, que piensan que por su palabrería serán oídos. No os hagáis, pues, semejantes a ellos; porque vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis necesidad, antes que vosotros le pidáis". Nuestra oración debe ser en el espíritu. Muchas veces, cuando oramos, hacemos una lista de pedidos a Dios. Esto no está mal, sin embargo, la mejor oración es aquella que hacemos cuando no sabemos exactamente que orar. Necesitamos decirle al Señor que no sabemos orar como conviene. Ciertamente el Espíritu nos ayudará en nuestra debilidad e intercederá por nosotros con gemidos indecibles, puesto que Él escudriña los corazones y sabe cuál es la mente del Espíritu; además, conoce la voluntad de Dios. Él nos ayudará y nos enseñará a orar, así nuestra oración no será más tradicional o repetitiva, sino en el espíritu.
Punto clave: Permitir que el Espíritu ore en nosotros.
Pregunta: ¿Cómo debemos conducimos en una reunión de oración?
Domingo
Lectura bíblica:
Mt 6:9-13; Ro 10: 12-13; 1 Co 1:2
Leer con oración:
"Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra" (Mt 6:9-10).
TRAER EL REINO POR LA ORACIÓN
Hay una oración muy especial, registrada en el capítulo 6, en los versículos del 9 al 13, que comienza así: "Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra".
En estos versículos, el Señor nos enseña a orar para que Su voluntad sea hecha en la tierra así como es hecha en el cielo. En el cielo, la voluntad de Dios ya es plenamente cumplida. Todo el problema está en la tierra. Aquí aún existen innumerables obstáculos para que la voluntad divina sea hecha. Por eso necesitamos orar por este asunto.
La oración que el Señor nos enseñó comienza santificando el nombre del Padre. Existen varias maneras de hacerlo –oración, alabanza etc., pero la más sencilla y más eficaz es invocar el nombre del Señor, llamándolo desde lo más profundo de nuestro ser: ¡Oh Señor Jesús! Cuando llamamos al Señor, el Espíritu Santo intercede por nosotros con gemidos indecibles. iAleluya!
Invocar el nombre del Señor hace que Su nombre sea exaltado y santificado. Asimismo, invocar el nombre del Señor trae el reino.
Siempre que el apóstol Pablo predicaba el evangelio, con miras al establecimiento de la "iglesia" llevaba a las personas a invocar el nombre del Señor. Después de algún tiempo de haber predicado el evangelio en Corinto, Cuando escribió a la iglesia, lo hizo diciendo: "a la iglesia de Dios que está en Corinto, a los santificados en Cristo Jesús, llamados a ser santos con todos los que en cualquier lugar invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo, Señor de ellos y nuestro" (1 Co 1:2). La iglesia en Corinto y las demás iglesias de la región invocaban el nombre del Señor. .
Necesitamos ser iluminados para percibir la importancia de esta práctica. Todas las iglesias, independientemente de su condición, deben tener el hábito de invocar constantemente el nombre del Señor Jesús. .
Cuando invocamos Su nombre, el reino de Dios se hace presente, y donde está el reino de Dios, allí se hace Su voluntad. Esta es la manera de cumplir la oración que el Señor nos enseñó. Es este tipo de oración la que Dios quiere que practiquemos. No necesitamos preocupamos con lo que comeremos, beberemos o vestiremos, porque estas cosas nos serán dadas por el Señor si buscamos, en primer lugar, Su reino (Mt 6:33). ¡Aleluya!
Punto clave: Hacer la voluntad de Dios.
Pregunta:' ¿Cuál es la manera más práctica de santificar el nombre del Señor?
Lectura de apoyo:
Venga Tu reino -cap. 14 y 15- Dong Yu Lan.
El ministerio de la oración de la iglesia -cap. 2¬ Watchman Nee.
Aguas refrescantes 28 de diciembre
Ninguno decía ser suyo propio nada de lo que poseía, sino que tenían todas las cosas en común. Hechos 4:32.
Cuando estos hombres llegaron a tener la vida eterna, sus posesiones materiales perdieron el poder que ejercían sobre ellos, y de manera muy natural dispusieron de sus propiedades. Aplicando esto a aquellos de nosotros que hemos decidido seguir al Señor en este tiempo, ¿no de¬bería ser natural que nuestras posesiones sean puestas a su disposición?.
Les diré algo acerca de mi vida personal que quizás les haga reír. Por casi veinte años, al tener que comprar alguna cosa para mí mismo, por costumbre he comprado cinco o más a la vez. Por ejemplo, si adquiero una hoja de afeitar, compro una docena; para evitar hacerlo para mí solamente. Por supuesto que. no puedo dar una hoja de afeitar a mil o más hermanos que. conozco, pero si le regalo algunas a otros hermanos antes de utilizar la mía; me evita el sentirme molesto por algo que sea exclu¬sivamente mío. Esta ha sido una pequeña manera de admi¬nistrar mis posesiones materiales para Dios.
W. Nee
Jesús es el Señor!
laiglesiaenarmenia@yahoo.com,
Tels: 7461843 – 312 2501173 – 315 6009339