El patrón del vivir de los que reinaran con Cristo -semana 3
Semana 3 -Lunes
Lectura bíblica:
Mt 5:3-14, 20; Jn 4:24; 14:23; 2 Co 3: 17
Leer con oración: "Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu" (Gá 5:25).
VIVIR EN EL ESPÍRITU
Las exigencias contenidas en los capítulos del 5 al 7 de Mateo son rigurosas, sin embargo, los que desean reinar con el Señor necesitan cumplidas. Mientras más practicamos Su Palabra, que es Espíritu y vida, más capacitados estaremos para cumplir estas exigencias, seremos más útiles al Señor y, consecuentemente, más grande será nuestro galardón en el futuro.
El Señor Jesús no vino para abrogar la ley sino para cumplida. Asimismo, elevó las exigencias de la ley del Antiguo Testamento, presentando el patrón del reino como superior al patrón de los fariseos. Esto era necesario porque, en el reino milenario, Cristo y los vencedores reinarán y gobernarán sobre las naciones (Ap 5:9-10) y sobre los judíos, quienes serán los sacerdotes entre ellas (Is 61:6; Zac 8:20-23). Por eso aquellos que desean reinar con el Señor necesitan superar la justicia de los fariseos y de los escribas.
Aunque sabemos que las exigencias del reino son grandes, creemos que es posible alcanzadas. Sin embargo, es imposible cumplir las exigencias del Señor por nosotros mismos, por medio de nuestro hombre natural, de nuestra vida del alma.
En otras palabras, es imposible alcanzar el patrón del reino por medio de nuestra alma. Por esa razón el patrón exigido por Dios es para aquellos que tienen la naturaleza divina mezclada con su naturaleza humana. Solamente aquellos que ya recibieron la vida de Dios, pueden cumplir el patrón establecido por Él.
Pero no basta tener sólo la vida de Dios. Es necesario
que nos vaciemos en nuestro espíritu humano a fin de saturarlo con la vida divina -tan disponible a nosotros por medio de la obra redentora del Señor Jesús, que se hizo el Espíritu que da vida- con el propósito de que vivamos conforme a este patrón.
. Por eso cuando Jesús dijo: "Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos" (v. 3), Su deseo es que nos vaciemos en espíritu para que "el Espíritu" pueda llenarlo. Nuestro espíritu no puede estar lleno de las cosas naturales del alma; antes bien, necesitamos invocar el nombre del Señor y leer Su Palabra con oración, volviéndonos al Espíritu.
Si tenemos cualquier tipo de dificultad para cumplir Sus requisitos y tener un vivir adecuado de un ciudadano del reino, volvamos nuestro espíritu inmediatamente al Espíritu, que nos capacitará para cumplir las elevadas exigencias del Señor. ¡Aleluya!
Punto clave: Solamente en el espíritu podemos cumplir las exigencias de Dios.
Pregunta: ¿Por qué es posible sólo en el espíritu cumplir Mateo del 5 al 7?
Martes
Lectura' bíblica:
Mt 6:19-22,24; Coll:1-2
leer con oración:
"Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón" (Mt 6:21).
LAS RIQUEZAS Y EL CORAZÓN
Los que quieren reinar con el Señor son la sal de la tierra y la luz del mundo. Como vimos anteriormente, tener un sabor como el de la sal y brillar como la luz se refiere a nuestra conducta. Y entre los puntos más importantes dé la conducta de un cristiano está su relación con las riquezas, aquellas que el Señor habló a partir de Mateo 6: 19.
El Señor nos dice en estos versículos: "No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan" (vs. 19-20). El Señor proclamó estas palabras puesto que sabía que, donde esté nuestro tesoro, allí también estará nuestro corazót'í (v. 21).' ....
Necesitamos apreiider a administrar nuestro dinero, no porque el Señor esté preocupado por el dinero en sí, sino porque Él desea que percibamos dónde debe estar nuestro corazón hoy, si es que en el futuro queremos reinar con Él. La manera como tratamos con el dinero, muestra dónde está nuestro corazón.
Si nos hacemos tesoros en la tierra, pensaremos en las cosas de la tierra, por tanto, la polilla, el orín y los ladrones comenzarán a preocuparnos: Así que, es mejor hacernos tesoros en el cielo, pues si éstos estuvieren en los cielos, nuestro corazón también estará allá. Si deseamos reinar con el Señor, no debemos hacer para nosotros tesoros en la tierra, sino hacerlos en el cielo, invirtiendo lo máximo posible de nuestro dinero; tiempo y labor en las cosas "de arriba" (Col 3: 1). ¡Alabado sea el Señor!
Por eso el Señor nos habla del cuidado que debemos tener con los ojos que son la lámpara del cuerpo: "La lámpara del cuerpo es el ojo; así que, si tu ojo es bueno, todo tu cuerpo estará lleno de luz; pero si tu ojo es maligno, todo tu cuerpo estará en tinieblas. Así que, si la luz que en ti hay es tinieblas, “¿cuántas no serán las mismas tinieblas?" (Mt 6:22,23). Necesitamos tener buenos ojos, para ver la verdadera riqueza que es el Señor Jesús.
En el versículo 24 encontramos una advertencia: "Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas". Mamón es el ídolo que representa a las riquezas, que nos impide servir a Dios.,
Muchas personas aman el dinero e incluso, le piden al Señor, en oración. Sin embargo, cuando el Señor les responde, muchas dejan de servirlo, pasan a vivir en ansiedad y caen en el engaño de las riquezas. Si la preocupación por el dinero nos quita la disposición de servir al Señor, esto demuestra que nuestro corazón está totalmente inclinado hacia las riquezas.
No debemos ser influenciados en nuestra disposición de servir a Dios, por el hecho de tener o no dinero. Debemos saber que las riquezas que el Señor nos entrega no son nuestras, sino Suyas; nos fueron confiadas solo para que las cuidemos y las administremos por É1. Por eso, en vez de preocuparnos, tengamos la actitud de orar: "Señor, Tu me encargaste este, dinero, ¿cómo debo administrarlo?". Así, el Señor nos dirigirá a como administrar las riquezas, y nos quedaremos libres de las preocupaciones y de la ,ansiedad para servirlo.
No podemos permitir que la preocupación por el dinero arrebate nuestro corazón, pues está siendo preparado para cooperar con el Señor en el reino venidero. La ansiedad causada por las riquezas materiales no puede ocupar el espacio que el Señor necesita para trabajar en nuestro corazón. Por eso hagámonos tesoros en el cielo; si procedemos así, comenzaremos a preocuparnos siempre por las cosas celestiales. iGracias al Señor!
Punto clave: Pensar en las cosas celestiales.
Pregunta: ¿Dónde debe estar nuestro corazón?
Miercoles
Lectura bíblica: Mt 6:25-33
Leer con oración:
"Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas" (Mt 6;33).
BUSCAR EL REINO Y LA JUSTICIA DE DIOS
El Señor nos cuida. No necesitamos preocupamos por lo que comeremos, beberemos o con qué nos vestiremos, pues el Señor dijo que los gentiles buscan todas estas cosas, pero nuestro Padre celestial sabe que tenemos necesidad de todas ellas.
Algunas personas ocupan la mente con planes para ganar más dinero y enriquecerse, esto las deja preocupadas y ansiosas. Sin embargo, el Señor nos dijo: "No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido?" (Mt 6:25). En esta comparación el Señor muestra que lo más importante para nosotros es la vida.
Además, añade en los versículos 26 al 29: "Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas? ¿y quién de vosotros podrá, por mucho que se afane, añadir a su estatura un codo? Y por el vestido, ¿por qué os afanáis? Considerad los lirios del campo, cómo crecen: no trabajan ni hilan; pero os digo, que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió así como uno de ellos".
La intención de Dios al crear al hombre era tenerlo como Su compañía, Su complemento, por tanto, Él se responsabiliza por nosotros y nos afirma que no debemos
preocupamos por nuestro sustento, sino. en buscar, en primer lugar, Su reino y Su justicia, para que todas las cosas que necesitamos nos sean añadidas (v. 33).
Primeramente debemos buscar el reino de Dios, santificando Su nombre, así como nos enseñó el Señor: "Venga Tu reino" (v. 10). El objetivo de invocar el nombre del Señor es santificarlo para que Su reino venga hasta nosotros.
Debemos también buscar Su justicia, es decir, hacer la voluntad de Dios. Este es el objetivo de la oración que el Señor Jesús nos enseñó. Él desea que Su reino venga a la tierra. Nosotros que en el futuro queremos ejercer autoridad juntamente con el Señor, no debemos orar por aquello que no es la voluntad de Dios. Lo que necesitamos hacer es invocar el nombre del Señor para santificar Su nombre, pues de esta manera Su reino vendrá. ¡Aleluya!
Punto clave: Buscar la justicia y hacer la voluntad de Dios.
Pregunta: ¿Cuál es el objetivo de invocar el nombre del Señor?
Jueves
Lectura bíblica: Hch 20:35; 2 Co 8:4
Leer con oración: “pero a cada uno de nosotros fue dada la gracia conforme a la medida del don de Cristo" (Ef 4: 7).
OFRENDAR ES GRACIA
La ofrenda de riquezas materiales tiene como objetivo que hagamos tesoros en los cielos. En el Antiguo Testamento, los fariseos y sacerdotes ofrendaban el diezmo. Esta es la justicia que ellos practicaban, pero nuestra justicia debe sobrepasar este patrón. Gracias al Señor, muchos hermanos han tenido experiencias de exceder la justicia de los escribas y fariseos al ofrendar al Señor.
Es por esto que no debemos ofrendar sólo el diezmo, sino también debemos disponemos a participar de las demás ofrendas, principalmente cuando haya una necesidad específica para la obra, como la predicación del evangelio en otros lugares. Lo mismo sucede cuando un hermano está pasando por necesidades y lo socorremos con nuestros recursos económicos. Esto creará en nosotros el hábito de no hacernos tesoros en la tierra, sino en el cielo y así, estaremos libres de las preocupaciones, porque mientras más ofrendamos, más nuestro corazón estará en Dios.
Si queremos gobernar con el Señor en el futuro, los tesoros terrenales no pueden influenciarnos. El Señor nos confió Sus bienes y valores para que los administremos para Él; por eso, cuando nos pide las riquezas de regreso, necesitamos entregarlas, ofrendándolas. No debemos retener lo que es del Señor, pues donde está nuestro tesoro allí también estará nuestro corazón.
Ofrendar es un don y también es una gracia, concedidos por el Espíritu Santo, que recibimos al ser salvos en el espíritu. Debemos ejercitar este don, y nuestras ofrendas regulares deben exceder el diezmo de los fariseos. Si perseveramos ofrendando cada vez más, la gracia de Dios también nos suplirá cada vez más. Mientras más ofrendamos, más gracia recibiremos; quien practica esto constantemente tendrá el ministerio de la ofrenda.
Necesitamos recordar que ofrendar nunca es perder, sino siempre es una ganancia. Cuando ofrendamos, aparentemente nuestras posesiones están disminuyendo, pero, por otro lado, estamos recibiendo cada vez más gracia. Ofrendar hace que recibamos más gracia, y practicar frecuentemente esto, al final hará que nuestro don se convierta en un ministerio. ¡Aleluya!
Punto clave: Mientras más ofrendamos más gracia recibimos.
Pregunta: ¿Por qué cuando ofrendamos no perdemos?
Viernes
Lectura bíblica:
Hch 16:14, 22-32; 2 Co 8:1 9
Leer con oración:
"Y no como lo esperábamos, sino que a sí mismos se dieron primeramente al Señor, y luego a nosotros por la voluntad de Dios" (2 Co 8:5).
UN MODELO DEL MINISTERIO DE LA OFRENDA
Pablo describió en 2 Corintios 8 el ejemplo de las iglesias de Macedonia en cuanto a las ofrendas: "Asimismo, hermanos, os hacemos saber la gracia de Dios que se ha dado a las iglesias de Macedonia" (v. 1).
La gracia de Dios dada a las iglesias de Macedonia hizo que" en grande prueba de tribulación, la abundancia de su gozo y su profunda pobreza abundaron en riquezas de su generosidad" (v. 2).
Primeramente, ellos ofrendaron según sus posesiones, por eso recibieron gracia. Después, ofrendaron por encima de sus posesiones y, por eso, j sobre abundaron en gracia! i Aleluya! Los hermanos macedonios recibieron gracia sobre gracia. Nadie los obligó a ofrendar, lo hicieron voluntariamente. Ellos tenían poco dinero, pero aun así fueron fieles en ofrendar al Señor.
La iglesia en Filipos -una ciudad macedónica- ¬comenzó en la casa de Lidia, una vendedora de purpura. Cuando Pablo les predicó el evangelio, ella estaba orando junto con otras mujeres a la orilla de un río. Ellas creyeron en el Señor y comenzaron a amarlo. Ellas no eran personas ricas, pero fueron ganadas por el Señor y recibieron el don de ofrendar.,
Después, Pablo y Silas fueron aprisionados. En aquella ocasión, en medio de la noche, cuando cantaban y oraban en la cárcel con mucha alegría, el piso tembló, las puertas de las celdas se abrieron y todas las cadenas se soltaron, El carcelero, al ver esto, pensó que todo los prisioneros habían huido e intentó matarse. Pero Pablo le dijo: "No te hagas ningún mal, pues todos estamos aquí" (Hch 16:28). Al encender la luz, el carcelero vio que todos los prisioneros estaban allí y, al darse cuenta que aquello era obra de Dios, recibió el evangelio y creyó en el Señor Jesús.
El carcelero no ganaba mucho dinero, tampoco las vendedoras de purpura. Aun así, todos ellos recibieron el don de ofrendar y aprovecharon la oportunidad de experimentar la gracia sobre abundante del Señor, conforme a lo que vimos en 2 Corintios 8. Ellos eran pobres, pero amaban mucho al Señor. ¡Aleluya!
Esto nos sirve de ejemplo. No importa nuestra situación económica, basta que voluntariamente ejercitemos el don de ofrendar y así ganaremos gracia para acumular tesoros en el cielo.
Punto clave: Ofrendar aún en condiciones adversas.
Pregunta: ¿ Qué lecciones aprendemos con las iglesias de Macedonia?
Sabado
Lectura bíblica: 2 Co 8:5; 9: 1-9
Leer con oración:
"Pues conozco vuestra buena voluntad, de la cual yo me glorio entre los de Macedonia, que Acaya está preparada desde el año pasado; y vuestro celo ha estimulado a la mayoría" (2 Co 9:2).
BUENA VOLUNTAD EN OFRENDAR AL SEÑOR
Nuestra ofrenda al Señor no depende de cuánto dinero tengamos: todos podemos ofrendar. Los hermanos de Macedonia sabían eso, por tanto, cuando escucharon que Pablo quería llevar una ofrenda a Jerusalén, pidieron para poder participar.
Pablo quería que los hermanos de la región de Acaya -donde se encontraba Corinto- también participaran, porque tenían más dinero. Sin embargo, las iglesias de Macedonia sabían que ofrendar redundaba en gracia y también quisieron contribuir. Pablo aceptó la primera vez y ellos ofrendaron. Después, quisieron ofrendar de nuevo, incluso por encima de sus posibilidades. Los hermanos macedonios insistieron, pidiendo al apóstol con muchos ruegos poder participar de esta gracia.
Pablo hizo hincapié al escribir este hecho, mostrando el ejemplo de las iglesias de Macedonia en lo que se refiere a recibir la gracia: "Y no como lo esperábamos, sino que a sí mismos se dieron primeramente al Señor, y luego a nosotros por la voluntad de Dios" (2 Co 8:5).
Prestemos atención a lo que hicieron: primeramente se dieron al Señor, es decir, se consagraron a Él; después a los apóstoles, entregándoles sus ofrendas. Este ejemplo es una luz para nosotros. Debemos tener esta actitud con relación a nuestro corazón, a los bienes y al dinero.
Cuando Dios nos da la carga de ofrendar, no debemos tardar en atenderla, conforme a lo que Pablo recomendó a las iglesias en Acaya, en 2 Corintios 9: 1-3,6-9: “Cuanto a la ministración para los santos, es por demás que yo os escriba; pues conozco vuestra buena voluntad, de la cual yo me glorío entre los de Macedonia, que Acaya está preparada desde el año pasado; y vuestro celo ha estimulado a la mayoría (...) Pero esto digo: El que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que siembra generosamente, generosamente también segará. Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre. Y poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia, a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo suficiente, abundéis para toda buena obra; como está escrito: Repartió, dio a los pobres; su justicia permanece para siempre".
Mientras los macedonios ofrendaban más, más gracia recibían. Al repetir esta práctica, ellos pudieron desarrollar el ministerio de la ofrenda. Ofrendar no es una pérdida, es una ganancia; al ofrendar ganamos más gracia hasta que, por la práctica, llegamos a tener el ministerio de ofrendar. ¡Aleluya!
Punto clave: Quien, siembra generosamente, generosamente segará.
Pregunta: ¿De qué manera debemos reaccionar a la carga de Dios de ofrendar?
Domingo
Lectura bíblica:
Hch 20:35; 2 Co 9:10-15
Leer con oración:
"Y el que da semilla al que siembra, y pan al que come, proveerá y multiplicará vuestra sementera, y aumentará los frutos de vuestra justicia" (2 Co 9:10).
OFRENDAR ES SEMBRAR
Cama hemos visto durante esta semana, el Señor cuida de cada uno de nosotros, supliendo. todas nuestras necesidades, conforme a lo que leemos: "Y el que da semilla al que siembra, y pan al que corne, proveerá y multiplicará vuestra sementera, y aumentará las frutos de vuestra justicia" (2 Co 9: 10).
Dios nos da la semilla para que la plantemos y pan para que nos alimentemos. Aparentemente es el mismo grano, pero una parte es para ser sembrada, y otra sirve como alimento, para nuestro sustento.
Dios desea multiplicar los frutos de nuestra justicia, por eso nos da la semilla para que la sembremos. No. podemos comernos la semilla, porque esta no. nos beneficiará: nuestra sementera no aumentará y, en consecuencia, no. recibiremos la multiplicación de los frutos de nuestra justicia.
A pesar de esto, algunas personas no. sólo. comen el pan que Dios les dio., sino también las semillas que deberían ser sembradas. Necesitamos creer y practicar la Palabra: comer el pan que nos fue dado para el alimento ¬y sembrar las semillas, pues cada una puede producir cien, sesenta y treinta veces la cosecha. I
Así que, no debemos consumir la porción que el Señor nos dio para sembrarla. Debemos ofrendar nuestro dinero, y así haremos tesoros en el cielo. Si nuestro tesoro. está en la tierra, nuestro corazón está preocupado únicamente con las cosas terrenales. Cuando ofrendamos al Señor, nuestro corazón se vuelve a Él y comenzamos a buscarlo en primer lugar para hacer
Su voluntad.
El Señor desea que reinemos con Él en la era venidera. Cuando. Él vuelva, anhelaremos haber acumulado tesoros en el cielo., de acuerdo con lo que el Señor nos ha hablado. Si tenemos esta visión, disfrutaremos de la gracia cuando. ofrendemos al Señor aquello que Él mismo nos dio para administrarlo. Gracias al Señor!
¡Más bienaventurada es dar que recibir!
Punta clave: Hacemos tesoros en el cielo.
Pregunta: ¿Qué debemos hacer para ser "más bienaventurados" ?
Lectura de apoyo:
Venga Tu reino -cap 5.:- Dong Yú Lan.
El siervo fiel y prudente -cap. 5- Dong Yu Lan.
Gracia sobre gracia -cap. 3- Dong Yu Lan.
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Aguas refrescantes 5 de Enero
Si en algo he defraudado a alguno, se lo devuelvo cuadruplicado. Lucas 19:8.
Zaqueo nos dio un buen ejemplo. El poder del Señor obró con tanta fuerza en su vida que estaba dispuesto a devolver cuatro veces todo lo que habría obtenido por medio del fraude. El principio que encontramos en el libro de Levítico establecía que debía agregarse una quinta parte de lo defraudado a manera de compensación; pero Zaqueo fue movido a devolver mucho más.
Su cuádruple indemnización no fue la condición para llegar a ser un hijo de Abraham, ni tampoco para recibir la salvación de Dios. Fue mas precisamente el resultado de ser un hijo de Abraham y de haber recibido la salvación que llegó a su casa. Además al restaurar cuatro veces lo defraudado tapó la boca de los críticos de Jesús que murmuraban contra El por haber entrado en la casa de Zaqueo. Su acción nada tuvo que ver en la obtención del perdón de Dios, pero sí tuvo un impactante efecto en su testi-monio .delante de los hombres.
W. Nee
Jesús es el Señor!
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Tels: 7461843 – 312 2501173 – 315 6009339