Reinar con Cristo – semana -1- lunes
Lectura bíblica:
Ez 28:12-17; 1514:12-15; Le 1:19,26; Jud 8-9; Ap 12:7, 9
Leer con oración:
"Porque el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido" (Mt 23: 12).,
EL PELIGRO DE LA AUTOEXALTACIÓN
Durante esta semana veremos que la única manera de seguir al Señor es negarnos a nosotros mismos, lo que implica obedecer a Su Palabra: "Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame. Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, la hallará" (Mt 16:24-25).
Mucho antes de la creación del hombre, Dios había establecido un orden en el universo, puso a un arcángel llamado Lucero para que gobernara a los seres que existían en aquella época. Este arcángel tenía una posición superior a la de los demás ángeles y se le encargó mayores responsabilidades que a las de los demás. Él era muy hermoso, capaz e inteligente. Por eso se enorgulleció y corrompió, convirtiéndose en Satanás, el enemigo de Dios.
Además de Lucero, que se rebeló, Dios también tenía a Su servicio a otros dos arcángeles: Miguel y Gabriel. Tales arcángeles sirven a Dios en Su propósito. La Biblia registra que, después de la muerte de Moisés, Dios quiso guardar su cuerpo para que no fuera llevado al Hades y para ello, Le ordenó a Miguel que lo vigilara.
Satanás quería tomar posesión del cuerpo de Moisés, por eso contendió con Miguel que, a pesar de eso, no se atrevió a proferir juicio de maldición contra Satanás.
Esto sucedió porque, originalmente, Satanás tenía una posición superior a la del arcángel Miguel. Aunque entró en pleito con Satanás, se mantuvo en su posición y le dijo: "El Señor te reprenda" (Jud 9).
Dios quiere recobrar la tierra que fue usurpada por Satanás y, por esa razón, creó al hombre según Su buen placer y Su voluntad. ¡Alabado sea el Señor! porque el hombre fue creado para derrotar a Satanás y recobrar el reino de Dios en la tierra.
Dios creó al hombre para ejercer autoridad por Él, es decir, para señorear "en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra" (Gn 1:26).
Para que esto suceda, no podemos tomar el camino de la autoexaltación, como lo hizo Lucero, que aunque ya era el líder de los ángeles, anhelaba una posición superior, y deseaba ser igual al Dios creador. Isaías 14 y Ezequiel 28 muestran que por esa razón, perdió su lugar en los cielos y fue lanzado a la tierra. Como el enemigo de Dios, usurpó la tierra, puso a las criaturas que vivían en ella bajo su dominio, en oposición a lo que Dios había determinado.
Por eso hoy, todos los reinos y naciones están bajo el gobierno corrupto de Satanás (1 Jn 5:19). En consecuencia, la voluntad de Dios no se hace en la tierra como es hecha en los cielos. Sin embargo, Dios desea recobrar Su reino y, con ese objetivo, creó al hombre y lo bendijo, dándole el señorío sobre todas las criaturas.
Que seamos fieles al propósito para el cual fuimos creados, negándonos a nosotros mismos, haciendo la voluntad de Dios, trayendo Su reino a la tierra por medio de la propagación del evangelio. Cuando nos humillamos delante del Señor y decidimos hacer Su voluntad, somos victoriosos sobre el enemigo. Este es el orden establecido por Dios en el Nuevo Testamento.
Punto clave: El peligro de la autoexaltación.
Pregunta: ¿Qué lección importante aprendimos con la carga del día de hoy?
Martes
Lectura bíblica:
Gn 1:26; 2:7,17; 3:1, 6-8; 1 TI 5:23
Leer con oración:
"No que seamos competentes por nosotros mismos para pensar algo como de nosotros mismos, sino que nuestra competencia proviene de Dios" (2 Co 3:5).
VASOS ÚTILES QUE DEPENDEN DE DIOS
El Dios creador, aun siendo santo y grandioso, decidió no tratar directamente con Satanás, que se había rebelado. Por eso creó al hombre a fin de que luchara contra Satanás y lo derrotara, recobrando así el señorío de Dios y Su orden sobre la tierra. Sin embargo, esto sólo habría sido posible si el hombre creado recibiese la vida de Dios.
Dios es sabio, y en Su plan eterno creó al hombre a Su imagen y semejanza, es decir, con un espíritu, un alma y un cuerpo.
Nuestra alma, que está compuesta por la mente, la voluntad y la emoción, es muy importante para el propósito de Dios. Así que, todas las partes del hombre, incluso el alma, tienen una perfecta relación con la persona de Dios, de manera que la mente humana es un recipiente creado para contener la mente de Dios, la voluntad humana sirve para contener la voluntad de Dios, y la emoción humana, para expresar la emoción de Dios.
Debemos percibir que Dios tiene un propósito que la Biblia llama "el misterio de Su voluntad" (Ef 1:9), el cual desea revelarnos. Por tanto, nuestra mente, voluntad y emoción deben cooperar con el propósito de Dios, que planeó antes de crear al hombre.
En Génesis, vemos que Dios formó al hombre del polvo de la tierra, sopló en su nariz aliento de vida, y llegó a ser un alma viviente. Después, lo puso en el huerto de Edén, pues deseaba que comiera del fruto del árbol de la vida para que recibiera Su vida, puesto que, solamente estando lleno con la vida divina, podría luchar contra Satanás y vencerlo.
No obstante, Dios no obligó al hombre a que hiciera Su voluntad, sino que le dio libre albedrío. Además, le advirtió para que no comiera del fruto del árbol del conocimiento del bien y del mal: "mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás" (Gn 2: 17).
Pero Satanás, usando de su astucia, engañó a Adán y a Eva, llevándolos a comer del árbol del conocimiento. El resultado inmediato fue que ellos se sintieron avergonzados y se escondieron de la presencia de Dios. Asimismo, su alma se volvió independiente de Dios, y no se dejó dominar más por Él.
Así que, el alma del hombre, que debería ser un vaso útil para Dios, comenzó a pensar, a sentir y actuar de acuerdo con sus propias inclinaciones, fue así como se apartó del propósito original de Dios.
Hay una valiosa lección que aprendemos aquí: para agradar a Dios y ser útiles para Su propósito, debemos negamos a nosotros mismos, y depender totalmente de Él.
Cuando andamos según nuestros pensamientos y opiniones, ya sean buenos o malos, nos volvemos independientes de Dios y por eso, llegamos a ser incapaces de agradarlo. Lo mismo sucede cuando tomamos decisiones sin tener en cuenta la voluntad del Señor, o buscamos satisfacción fuera de Su presencia. Como resultado de nuestra independencia de Dios, fracasamos y perdemos la paz.
Por tanto, sólo obtendremos la verdadera paz y gozo siendo fieles al propósito para el cual fuimos creados: depender de Dios y ser guiados por Él, conforme a Su plan original. Este es el deseo del Señor para cada uno de nosotros.
Punto clave: Depender del Señor en todo.
Pregunta: ¿ Cuál es el deseo del Señor para cada uno de nosotros?
Miércoles
Lectura bíblica:
Gn 4: 3-17, 26; 9: 11-17; 10:8-9; 11:4, 8-9
Leer con oración:
"Y a Set también le nació un hijo, y llamó su nombre Enós. Entonces los hombres comenzaron a invocar el nombre de Jehová" (Gn 4:26).
VIVIR SEGÚN LA VIDA DEL ALMA
Hoy veremos cuán peligroso es vivir según la vida del alma, y cuán agradable es vivir dependiendo de Dios. Esta lección nos es mostrada en la historia de Caín, Nimrod y Enós.
Caín, motivado por el lado bueno de su alma, intentó acercarse a Dios para adorarlo y hacerle una ofrenda. Para eso utilizó sus propios métodos y capacidad, por eso, Dios no miró con agrado ni a él ni a su ofrenda.
Caín actuó según su propio pensamiento, creyó que en su esfuerzo humano sería capaz de satisfacer a Dios. Esta fue una manifestación de la parte buena del alma, aunque al principio tuvo una intención loable, pero actuó independiente de Dios. Así que, Dios no lo aceptó, porque se condujo según su propio plan, idea y esfuerzo.
Después de ser rechazado por Dios, Caín se quedó descontento y comenzó a sentir envidia de Abel, su hermano, cuya persona y ofrenda si habían sido aceptadas por el Señor.
Además, Dios le recomendó a Caín: "Si bien hicieres, ¿no serás enaltecido? y si no hicieres bien, el pecado está a la puerta; con todo esto, a ti será su deseo, y tú te enseñorearás de él" (Gn 4:7). No obstante, Caín desestimó la palabra del Señor y, al alimentar la envidia que sentía contra Abel, comenzó a odiarlo, por eso después lo asesinó. El alma de Caín fue cediendo espacio a la envidia, al odio, al homicidio, no pudo impedir más que la naturaleza de Satanás prevaleciera.
Satanás no puede operar en nuestro espíritu, donde mora el Espíritu de Dios; pero, si no consideramos la Palabra del Señor, que nos orienta a negar nuestro ego, éste puede influenciar a nuestra alma, por medio de nuestra mente, voluntad y emoción. Esto es muy grave y peligroso.
Finalmente, Caín se apartó de Dios y edificó una ciudad en donde vivieron sus descendientes, quienes también llevaron una vida independiente de Dios, de manera que los designios del corazón de ellos se volvieron constantemente malos. Esto entristeció a Dios y, en la época de Noé, juzgó la tierra con aguas de diluvio. Después, Dios se compadeció del hombre e hizo un pacto con Noé, según el cual jamás volvería a destruir la tierra con aguas de diluvio. Pero aun así, la humanidad continuó teniendo una vida apartada del propósito de Dios.
El deseo de Dios es establecer Su reino en la tierra, para que Su nombre sea exaltado y Su voluntad sea hecha sin restricciones. Sin embargo, el hombre, en vez de traer el reino de Dios a la tierra, edificó su propio reino donde el nombre del hombre fue exaltado y la voluntad humana prevaleció.
Esto es lo que vemos con Nimrod, un valiente cazador, cuyo nombre pasó a ser admirado y exaltado en lugar del nombre de Dios. La ciudad de Babel fue el comienzo de su reino y allí el pueblo desafió a Dios edificando una torre, con el objetivo de alcanzar los cielos y exaltar el nombre del hombre. Este hecho ofendió a Dios. Él no permitió que los hombres se unieran al propósito de hacer célebre su nombre. Entonces Dios confundió la lengua de ellos, de modo que no se comprendieran más y finalmente, los hombres fueron esparcidos sobre la faz de la tierra:¬
Cuando no nos negamos a nosotros mismos, estamos tomando un camino peligroso, que aparte de entristecer a Dios, produce muerte y destrucción para nosotros mismos y para aquellos que están a nuestro alrededor. No obstante, cuando reconocemos nuestra fragilidad y dependemos 'del Señor,' invocando Su nombre, comenzamos a vivir por Él, y dejamos de vivir por nosotros mismos
Esta fue la experiencia de Enós, pues en su generación las personas comenzaron a invocar el nombre del, Señor. Al, invocar el nombre del Señor, estamos reconociendo que somos frágiles e, incapaces de, agradar a Dios, por nuestro propio esfuerzo. Podemos testificar que, cuando invocamos el nombre del Señor en nuestro diario vivir, nos negamos a nosotros mismos, comenzamos a andar con Dios y a depender de Él Solo así agradaremos Su corazón, haremos Su voluntad y traeremos Su reino a la tierra.
Punto, clave: Vivir únicamente por Él y para Él.
Pregunta: Andar con Dios y depender de El
Jueves
Lectura bíblica:
Gn 12:1-2; Éx20:1-17; 1Jn4:8, 16
Leer con oración:
"Jesús le respondió: El primer mandamiento de todos es: (...) Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que éstos" (Mr 12:29-31).
AMAR A DIOS Y A LAS PERSONAS
Ayer vimos que Dios estaba decepcionado de la humanidad, pues ésta escogió vivir ajena a Él y a Su propósito. Hoy veremos que Dios no desistió de establecer Su reino en la tierra y para eso, escogió y llamó a un hombre, Abraham.
Abraham vivía en Ur de los caldeos, un lugar conocido por la idolatría y religiosidad pagana. Allí los hombres sentían la necesidad de adorar a Dios, pero como no lo conocían, crearon sus propios ídolos.
Cuando Dios llamó a Abraham para que saliera de aquel lugar de idolatría, le prometió que su descendencia sería una gran nación. La voluntad de Dios era tener un pueblo para Sí y al llamar a Abraham, apartó al pueblo de Israel de los demás pueblos, para que fuera Su reino en la tierra.
No obstante, aquella nación que había sido llamada para ser un pueblo exclusivo para Dios, un reino de sacerdotes y una nación santa, también fracasó, porque no obedeció a Dios. El pueblo de Israel fue incapaz de cumplir la voluntad divina, porque vivía y actuaba según su vida del alma, no creía en las palabras de Dios y pensaban que estaban aptos para agradarlo por su esfuerzo natural (Ex 19:4 6,
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Entonces, Dios les dio los Diez Mandamientos, que expresan a través de cada uno de ellos Su gran amor. Los primeros cinco mandamientos se refieren a amar a Dios, y los cinco últimos se refieren a amar a las personas.
Dios es amor. Este es el centro de los Diez mandamientos. Hoy, en la vida de la iglesia, también fuimos apartados del mundo y llamados por el Señor para ser Su pueblo. En nuestra experiencia, hemos visto que, siempre que intentamos amar a las personas o agradar al Señor con nuestro propio esfuerzo, fracasamos. Pero, cuando recibimos de Él la provisión de la gracia y el suministro de la vida, testificamos que son suficientes para suplir nuestras debilidades.
Debemos amar al Señor por sobre todas las cosas, además de amar a las personas con el amor ágape, es decir, con el amor de Dios. Sólo nos volvemos capaces de experimentar el amor divino cuando nos negamos a nosotros mismos, dependemos del Señor y Lo buscamos como la fuente del amor.
Punto clave: Dios es amor.
Pregunta: ¿Qué es lo que Dios expresó a través de los Diez Mandamientos?
Viernes
Lectura bíblica:
Ro 10:9; 1 Co 1:2; Fil 2:8
Leer con oración:
"Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra" (Mt 6:9-10).
EL NOMBRE, EL REINO Y LA VOLUNTAD
La historia del pueblo de Israel muestra que el hombre fracasó al cumplir el deseo de Dios; sin embargo, El no desistió de Su propósito. Así que, en la plenitud de los tiempos, envió a Su Hijo Jesús, que cumplió Su voluntad, agradándolo, siendo obediente hasta la muerte de cruz.
El Señor Jesús es Dios mismo que se hizo hombre, vivió treinta y tres años y medio, murió, resucitó y, como el Espíritu, hoy puede ser recibido en nuestro espíritu. Existe una manera sencilla de recibir al Señor Jesús, basta invocar Su nombre, porque: "todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo" (Ro 10:13).
Únicamente cuando recibimos la vida y la persona del Señor llegamos a ser aptos para guardar Su Palabra y practicar Su voluntad. Cuando recibimos la vida de Dios y comenzamos a vivir por medio de ella, el reino de Dios viene a la tierra.
Asimismo, necesitamos orar continuamente para que el reino de los cielos venga a nosotros, conforme a lo que el Señor Jesús nos enseñó en Mateo 6. Esta oración presenta tres anhelos principales. El primero está en la frase: "santificado sea tu nombre"; el segundo en: "venga tu reino"; y el tercero en: "hágase tu voluntad". En otras palabras, para hacer la voluntad de Dios y traer Su reino a la tierra, el hombre debe exaltar sólo el nombre del Señor.
Hay muchas maneras de practicar esto, y la más sencilla es llamar al Señor Jesús. Cuando creímos en el Señor, espontáneamente invocamos Su nombre, pues "nadie puede llamar a Jesús Señor, sino por el Espíritu Santo" (1 Co 12:3).
Pablo, al predicar el evangelio, enseñó a las personas a invocar l nombre del Señor con la intención de que recibieran a Dios mismo hacia dentro de ellos. Después escribió una epístola a la iglesia en Corinto, destinada a todo dos que, en cualquier lugar, invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo.
Agradecemos al Señor por el camino que nos abrió. Por medio de invocar Su precioso nombre, recibimos la salvación y, al mismo tiempo, al santificar Su nombre continuamente, día tras día establecemos el reino de los cielos en la tierra, a fin de que allí sea hecha Su voluntad. “!Oh Jehová, Señor nuestro, cuán glorioso es'. tu nombre en toda la tierra!” {Sal 8:1) ¡Aleluya!
Punto clave: Confesar con la boca y creer en el corazón.
Pregunta: ¿Cuándo llegamos a ser aptos para guardar la palabra de Dios y practicar Su voluntad?
Sábado
Lectura bíblica:
Mt 5:3; 16:18-19
Leer con oración:
"Y a ti te daré las llaves del reino de los cielos; y todo lo que atares en la tierra será atado en los cielos; y todo lo que desatares en la tierra será desatado en los cielos" (Mt 16:19).
LA VOLUNTAD DE DIOS ES HECHA EN LA IGLESIA
Gracias al Señor, porque hoy en la tierra hay un grupo de personas que hace la voluntad de Dios, que santifica Su nombre y expresa Su reino. Este grupo de personas son la iglesia.
La iglesia no es un edificio físico, sino la asamblea de los que fueron llamados por el Señor. En Mateo 16 el Señor Jesús reveló la iglesia a Sus discípulos y, por medio de Su muerte en la cruz, la iglesia fue engendrada. En el libro de los Hechos vemos que los apóstoles practicaron la vida dela iglesia. Asimismo, las iglesias establecidas por Pablo en cada ciudad invocaban el nombre del Señor.
La iglesia tiene las llaves del reino de los cielos, y en ella el reino de Dios es. establecido. Sólo podemos edificar la iglesia cuando vivimos y andamos en el espíritu; cuando la iglesia es edificada, las puertas del Hades no prevalecen contra ella.
Por eso el deseo del Señor es que seamos llevados al espíritu y permanezcamos viviendo la vida de la iglesia. Esta es la condición adecuada para que realicemos Su voluntad, conforme a lo que Él mismo determinó.
El esfuerzo natural del hombre, que se origina en su carne, no puede realizar la voluntad de Dios; tampoco los atributos de su alma, por sí mismos, son aptos para cumplir el plan eterno de Dios.
Sólo cuando estamos en el espíritu somos capaces de cumplir la voluntad de Dios. Este es el camino que Dios nos dio por medio de Su palabra revelada, que recibimos de hermanos como Watchman Nee y otros que nos antecedieron en el Señor.
A partir de Martin Lutero, la Biblia llegó a ser disponible para todos, y desde entonces, varios cristianos estudiaron la Palabra, extrayendo de ella revelación. Las verdades bíblicas sirvieron de ayuda a muchos hermanos y también llegaron hasta nosotros, proporcionándonos crecimiento de vida cuando las practicamos.
La palabra de Dios es viva, porque es Dios mismo, conforme a lo que nos dice Juan 1: 1: "En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios". Este es un principio inmutable, que jamás debemos olvidar al relacionamos con la Palabra. Si lo dejamos de lado, caeremos en el error de debatir las verdades bíblicas para probar que nuestro punto de vista es el más correcto. Esto seguramente provocará contiendas y descensiones, que se originan de la vida del alma y desagradan al Señor.
Sin embargo, cuando estamos en el espíritu, podemos vaciamos y ser pobres en espíritu. Por tanto, cuando nos negamos a nosotros mismos, somos uno con los hermanos y dejamos de lado nuestras opiniones. Solamente en el espíritu somos capaces de negamos a nosotros mismos, preservando así la unidad del Cuerpo de Cristo.
De la misma manera, cuando estamos en el espíritu, percibimos que Dios nos concede nuevas revelaciones. Muchas verdades que recibimos por medio de los hermanos que vivieron en el pasado, fueron aplicadas a la época en que fueron reveladas. Cuando avanzamos impulsados por la acción del Espíritu, Dios nos da revelaciones más actuales, que nos muestran aquello que el Señor desea realizar hoy, por medio de Su Cuerpo.
Así que, dejemos de lado todas las discusiones doctrinales, vaciándonos de las cosas del pasado, y avancemos juntamente con la iglesia, andando y viviendo en el espíritu para cumplir la voluntad de Dios, de acuerdo con Su orientación actual.
Punto clave: Practicar la vida de la iglesia viviendo en el espíritu.
Pregunta: ¿Cuál debe ser nuestra actitud al recibir nuevas revelaciones del Señor?
Domingo
Lectura bíblica:
Mt 25:45-47;Jn 21:15-17; 1 Co 12:25; Ap 1: 10-11
Leer con oración:
"Para que no haya división en el cuerpo, sino que los miembros tengan la misma solicitud los unos por los otros" (1 Ca 12:25). VR
APACENTAR A LOS CORDEROS Y PASTOREAR A LAS OVEJAS
Si queremos seguir al Señor, debemos negamos a nosotros mismos, vaciándonos del pasado, siendo renovados en el espíritu de nuestro entendimiento. No es posible seguir al Señor si continuamos apegándonos a nuestros viejos conceptos y tradiciones.
En determinada época de la historia de la iglesia, la enseñanza sobre la base de la unidad fue recobrada, con la ayuda del hermano Watchman Nee, a quien Dios le reveló que no debía existir división entre los hijos de Dios.
El deseo divino es que todos los que fueron salvos estén en la iglesia: "Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo, sean judíos o griegos, sean esclavos o libres; y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu" (1 Co 12: 13). La iglesia, el Cuerpo de Cristo, es la reunión de todos los que creyeron en el Señor y en Él fueron bautizados. Nuestro hermano Watchman Nee recibió la revelación de que en cada ciudad debe haber sólo una iglesia y nos transmitió esa verdad que debemos practicar, y no tener esto únicamente como una mera enseñanza.
El Señor no agotó Su revelación en aquel periodo, sino que continuó avanzando por medio de otros hermanos. Hoy continúa dando nuevas revelaciones, por eso no debemos apegarnos a determinadas personas, como lo hizo la iglesia en Corinto, que llegó a tener partidismo por los hermanos. Este tipo de pensamiento tiene origen en la vida del alma, cuando cada uno se apega a su propia preferencia y opinión, andando según el hombre.
Los hermanos en Corinto decían entre sí: "Yo soy de Pablo; y yo de Apolos y yo de Cefas; y yo de Cristo" (1 Co 1: 12). Este tipo de actitud causa división y excluye de la comunión del Cuerpo a aquellos que el Señor recibió.
En Romanos 14 el apóstol Pablo nos exhorta a recibir a todos los hijos de Dios, es decir, a todos los que creen en el Señor, aunque tengan prácticas y puntos de vista diferentes a los nuestros. No podemos rechazados por sus opiniones diferentes, pues no es eso lo que la Biblia nos enseña. Si Cristo acogió a tales personas, es decir, si Dios los recibió, ¿Quiénes somos nosotros para rechazados?
Cuando invocamos el nombre del Señor de todo corazón, somos llevados a la unidad del Espíritu y podemos practicar el amor de Dios, que incluye a todas las personas. Quien únicamente analiza las verdades bíblicas no es capaz de practicar el recibimiento y la unidad, pues no logra dejar de lado su propia opinión. Esto deja en evidencia su falta de crecimiento de vida divina.
Aquellos que aman al Señor y desean seguido deben practicar lo que el Señor Jesús le dijo a
Pedro al final del evangelio de Juan: "apacienta mis corderos"; "pastorea mis ovejas"; y "apacienta mis ovejas" Jn 21:15-17).
Además, en aquel pasaje bíblico, el Señor mostró cómo debe ser la actitud de una persona madura en la vida de Dios: "De cierto, de cierto te digo: Cuando eras más joven, te ceñías, e ibas a donde querías; mas cuando ya seas viejo, extenderás tus manos, y te ceñirá otro, y te llevará a donde no quieras" (v. 18).
Si aún somos inmaduros, haremos nuestra propia voluntad y tomaremos cualquier decisión, pero, si tenemos cierto crecimiento de vida, experimentaremos, en la práctica, la restricción de negarnos a nosotros mismos para seguir al Señor, a favor de Su Cuerpo y para el cumplimiento de Su voluntad.
Seamos aquellos que buscan el crecimiento de vida, negándonos a nosotros mismos en las situaciones prácticas de la vida de la iglesia para seguir al Señor. Así podrá confiarnos la responsabilidad de cuidar a Sus hijos, encomendándonos la carga de edificar la iglesia con Espíritu y vida. ¡Alabado sea el Señor!
Punto clave: Recibir a los hermanos.
Pregunta: ¿Cuál debe ser la práctica de los que aman al Señor y quieren seguido?
Lectura de apoyo:
Andar conforme a la voluntad de Dios - cap. 4 - Dong Yu Lan. Los terceros 2000 años - cap. 1 y 5 - Dong Yu Lan. El gran premio - cap. 1 - Los editores.
Aguas refrescantes 1º de Marzo
Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, enton¬ces vosotros también seréis manifestados con él en gloria. Colosenses 3:4.
¡Cuántos de nosotros vivimos en un temor constante a la tentación! Sabemos qué poco podemos resistir, pero olvidamos lo mucho que Cristo puede soportar. Hemos oí¬do decir: "Puedo resistir hasta cierto punto, pero de ahí en más soy inútil". Si, dos niños lloran a la vez la madre los puede soportar, pero si tres o cuatro lloran al mismo tiem¬po, la pobre madre pierde el control y se hunde.
Sin embargo, en realidad no es cuestión de si lloran dos hijos o tres hijos. El problema más bien gira sobre el hecho de si yo estoy obteniendo la victoria o si Cristo la está obteniendo. Si soy yo, entonces sólo puedo soportar a dos niños llorando al mismo tiempo. Si es Cristo, ¡no importa que lloren veinte a la vez! El ser conducidos por Cristo a la victoria significa que luego quedaremos maravillados de cómo se concretó.
Esto es algo qué Dios se deleita en hacer, guiándonos a nuevas revelaciones de su persona. De manera repentina, un día descubrimos que Cristo es nuestra vida. Ese día todo cambia.
W. Nee
Jesús es el Señor! - Jesus is Lord - Jesus ist der Herr - Yeshua adonai - Gesù è il Signore - Jésus est Seigneur - Ιησους ειναι ο Λορδος - Иисус – Господь - يسوع هو الرب - 耶稣是主 - 主イエスは - Jesus é o Senhor - Jesus är lorden
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