NUESTRA ACTITUD PARA CON LAS VERDADES – Semana 10
EXTRAER VIDA DE LAS VERDADES
PARTICIPANTES DE LA NATURALEZA DIVINA (2 P 1:3-
LUNES
Lectura Bíblica:
Gn 2:17; Mt 16:21-23; 1 Co 1:10-11, 13-14; 1 P 1:5-7; 4:12
Leer con oración:
“Yo a la verdad os bautizo en agua para arrepentimiento; pero el que viene tras mí, cuyo calzado yo no soy digno de llevar, es más poderoso que yo; él os bautizará en Espíritu Santo y fuego” (Mt 3:11).
EL FUEGO DEL ESPIRITU SANTO ELIMINA LAS IMPUREZAS DEL ALMA
La semana anterior vimos que el bautismo en Espíritu Santo y fuego es la clave para negarnos a nosotros mismos y representa una experiencia fundamental en la vida de los ministros del nuevo pacto, los ministros del espíritu (Mt 3:11). Tomando como ejemplo la vida del apóstol Pedro, podemos que percibir que la vida del alma no se elimina solo por medio de las enfermedades y los diversos sufrimientos. Es común que nos apeguemos mas al Señor durante las tribulaciones, sin embargo, muchas veces, cuando estas pasan, notamos que el ego sigue presente y en todo su esplendor. En otra palabras, a medida que la presión disminuye, la vida del alma vuelve a manifestarse.
La vida del alma, que tiene origen en el árbol de la ciencia del bien y del mal (Gn 2:17), tiene dos lados; el lado malo y el lado bueno. El primero se detecta fácilmente cuando se manifiesta. En cambio, el lado bueno, lo confundimos con las cosas espirituales. Las experiencias de Pedro nos muestran cuan perjudicial es el lado bueno para Dios en el cumplimiento de Su propósito. En Mateo 16:22, leemos: “Entonces Pedro, tomándolo aparte, comenzó a reconvenirle, diciendo: Señor, ten compasión de ti; en ninguna manera esto te acontezca”. El expreso su amor y bondad por el Señor. Pese a ello, el Señor Jesús le respondio: “!Quitate delante de mi, Satanas!” (v.23ª). Esta respuesta, por mas dura que parezca, expone verdaderamente que la fuente de donde salieron las palabras de Pedro no era de Dios.
El Señor añadió: “Me eres tropiezo, porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino en las de los hombres” (v.23b). Nuestros pensamientos, incluso los mejores, pueden esta solo en lo humano. Dios necesita a alguien que ponga la mira en Sus cosas, y solamente el hombre que vive en el espíritu es capaz de hacerlo (1 Co 1:10-11, 13-14). Por falta de discernimiento y por el hecho de confundir lo espiritual con las cosas buenas del alma, valoramos y apreciamos nuestras opiniones y puntos de vista, pero no consideramos su peligro. La habilidad natural de hacer la obra de Dios, la elocuencia para predicar el evangelio, nuestra habilidad para ayudar a los necesitados, son buenos ejemplos de lo que el lado bueno de nuestra vida del alma es capaz de hacer sin depender de Dios.
Durante el periodo en el cual el Señor estuvo con los discípulos, Pedro fue el mas expuesto de entre ellos en su modo de ser impulsivo, precipitado, violento y a veces cobarde. Pero en todas las ocasiones, el Señor le enseño algo (Mt 17:4, 24-27; Jn 18:20-27). Ciertamente, el aprendio muchas lecciones, y es probable que muchas veces se sintiera avergonzado cuando eso sucedia (Mr 14:72). Pedro debe de haber usado ese aprendizaje para ayudar a Silas (Silvano) y Marcos, quienes sirvieron con el en Babilonia (1 P 4:1-2; 5:12-13).
El apóstol Pedro también hablo sobre la importancia de las pruebas para eliminar las impurezas de nuestra alma, cuando escribió: “En lo cual vosotros os alegrais, aunque ahora por un poco de tiempo, si es necesario, tengáis que ser afligidos en diversas pruebas, para que sometida a prueba vuestra fe, mucho mas preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo” (1:6-7). Nuestra fe es mucho mas preciosa que el oro perecedero y su valor será confirmado cuando el Señor vuelva, con alabanza, gloria y honra. Por eso nuestra fe hoy esta siendo probada tal como el oro es probado por el fuego. El oro es puesto bajo altas temperaturas en el crisol y asi se vuelve liquido. Por ser mas pesado, el oro decanta y baja, mientras que las impurezas, que son mas livianas, suben. De esa forma, el orifice remueve las impurezas, dejando asi el oro mas puro.
Las pruebas que enfrentamos en el diario vivir, muchas de ellas exponiendo nuestro temperamento, egoísmo y otras manifestaciones de nuestro ser natural, nos ayudan a reconocer lo mucho que necesitamos arrepentirnos y negarnos a nosotros mismos. Cuando practicamos esto, el fuego que esta en el Espiritu quema las impurezas que hay en nosotros, que no agradan a Dios.
Por eso debemos ejercitar nuestro espíritu, para mantenerlo siempre en una alta temperatura, es decir, mantenerlo como un “horno” siempre preparado. De esa manera, el fuego del Espiritu separa lo que es de Dios de lo que no es de El.
Punto clave: Vivir en el espíritu para poner la mira en las cosas de Dios
Pregunta: ¿Cómo podemos mantener el espíritu humano en un estado de “horno ardiente” para eliminar las impurezas de la vida del alma.
¡Jesús es el Señor!