LA META FINAL (Capitulo 21)
Hemos recorrido juntos muchas páginas de nuestro viaje hacia experimentar a Dios a través de la oración. ¿Cuál es entonces nuestro fin último? Es ser unido a Dios en una unión divina eternamente. Sin embargo ninguna de las formas que he sugerido son un fin en sí mismas.
Lo que aún permanece de todo lo que ha sido dicho y hecho, es el hecho de que Dios es Dios. Así que todo lo que es del hombre, de su propia mano, no importa lo noble que sea, debe primeramente ser destruido. Todos los esfuerzos. ¡No! La misma existencia del yo debe ser destruida, nada se opone mas a Dios que el yo. La pureza de tu espíritu crecerá en proporción, a medida que pierde su naturaleza del yo, habrás adquirido la pureza e inocencia de Dios.
Para unir dos cosas tan opuestas como la pureza de Dios y la impureza de la criatura; la simplicidad de Dios y la multiplicidad del hombre, se requiere mucho mas que los esfuerzos de la criatura. Nada menos que una operación del Todopoderoso puede llevar a cabo esto. Porque dos cosas deben tener semejanza antes de que lleguen a ser una. La impureza de la escoria no puede unirse a la pureza del oro.
¿Cómo entonces Dios purifica? Él envía Su propia sabiduría delante de Él para destruir toda actividad impura. Nada puede resistir al poder de ese fuego, lo consume todo para destruir todas las impurezas de la criatura. Dios envía esta sabiduría para prepararte para la unión divina.
Para estar unido con Dios debes participar de Su quietud infinita o impedirás la asimilación, por lo tanto tu espíritu nunca puede llegar a la unión divina, o llegar a ser uno con Dios, hasta que hallas sido restablecido en Su descanso o reposo, y pureza.
Dios purifica tu espíritu a través de la sabiduría, como los refinadores purifican los metales en el horno. El oro no puede ser purificado nada mas que por el fuego, el cual consume todo lo que es terrenal y extraño. La parte terrenal no puede ser cambiada a oro. ¡No! No puede ser derretida y disuelta por la fuerza del fuego para separar toda partícula extraña, debe ser arrojada una y otra vez al horno, hasta que ha perdido todo resquicio de contaminación, y toda posibilidad de ser purificado posteriormente.
Ahora a causa de su perfecta pureza y simplicidad, el herrero no puede ya mas descubrir ninguna mezcla adulterada, el fuego ya no lo toca más. Sí tuviese que quedarse en el fuego su naturaleza sin mancha no aumentaría, ni su substancia disminuiría. Está ahora preparado para el artífice más exquisito. De aquí en adelante sí el oro parece oscurecerse o contaminarse, no es mas que por una impureza accidental por el contacto con un cuerpo extraño, y es solo superficial; no hay impedimento a su utilidad. Esta oscuridad superficial es muy diferente de su naturaleza anterior, que quede escondida en la base de su naturaleza, algunos defectos superficiales parecen que Dios mismo los deja en los santos más grandes que ha habido, para que no caigan en orgullo, para preservarlos de la corrupción y esconderlos en los secretos de Su presencia. Sin embargo no estoy hablando de pecado abierto, el cual nos separa de la unión perfecta. No imagino que sea posible que nadie pueda sacar tales conclusiones, de esta ilustración tan simple que estoy haciendo.
Aún más el oro puro e impuro nunca pueden mezclarse, el herrero no puede mezclar la escoria con el oro. ¿Qué hará entonces? Él purificará toda la escoria con el fuego. Esto es lo que Pablo quiere decir en 1ª Corintios 3:13:
"La obra de cada uno será evidente, pues el día la dejará manifiesta. Porque por el fuego será revelada; y a la obra de cada uno, sea la que sea, el fuego la probará."
Y añade en 1ª Corintios 3:15:
"Si la obra de alguien es quemada, él sufrirá pérdida; aunque él mismo será salvo, pero apenas, como por fuego."
Pablo sugiere que hay obras tan degradadas por las mezclas impuras, que aunque la misericordia de Dios las acepte, sin embargo deben atravesar el fuego para ser limpiados y purgados. Es en ese sentido que se dice que Dios examina y juzga nuestra justicia. Romanos 3:20:
"Porque por las obras de la ley nadie será justificado delante de él; pues por medio de la ley viene el reconocimiento del pecado."
Dios hace esto por medio de Su justicia por la fe en Jesucristo, así la justicia divina y la sabiduría, como un fuego sin piedad y devorador debe destruir todo lo que es terrenal, sensual y carnal; antes que el alma pueda ser unida con Dios. Esto no puede nunca llevarse a cabo por las obras de la criatura, de hecho la criatura siempre se somete con desgana, porque está tan armada de su propio yo, y tan temerosa de su destrucción, que no puede hacerlo.
Si Dios no actuase en él poderosamente y con autoridad, nunca daría la persona su consentimiento. Sin embargo yo añadiría incluso que Dios no roba al hombre su libre albedrío. El hombre siempre puede resistirse a la operación divina. Yo incurriría en error si dijese que: Dios actúa absolutamente y sin consentimiento del hombre. Sin embargo dejadme explicar, cuando el hombre da a Dios un consentimiento pasivo, Dios puede entonces asumir pleno poder y guía total. En el comienzo de su conversión, el hombre se rindió sin reservas a todo lo que Dios quería, él por lo tanto dio un consentimiento activo a lo que Dios quisiese pedirle. Pero cuando Dios comienza a purificar, muy a menudo el alma no percibe que esta operación se lleva a cabo para procurar su bien, sino que él supone lo contrario.
Cuando el oro se coloca en el fuego primeramente parece ennegrecerse en vez de coger brillo. El alma que está siendo purificada así también se siente, percibe que la pureza está perdida.
Si el consentimiento activo y explícito se requiriese, el alma apenas podría darlo. ¡No! No, de hecho a menudo no lo daría, todo lo que hace ahora el hombre es quedarse firme en su consentimiento pasivo, soportando tan pacientemente como puede todas esta actuaciones divinas. De esta forma Dios purifica un alma de sus superaciones originada y centradas en el yo, que constituyen una gran disimilitud entre él y Dios. Este proceso de purificación puede durar mucho tiempo, pero no debes desanimarte, ríndete al divino Espíritu hasta que totalmente estés absorbido en Él.
Madame Guyon
Aguas refrescantes 15 de octubre
Por la fe Abraham, siendo llamado, obedeció para salir. Hebreos 11:8:
La nueva creación procede de Dios, fuente y principio de todas las cosas. Podemos con propiedad citar las pa¬labras del Señor Jesús quien dijo: "Hasta ahora mi Pa¬dre obra y yo obro". Todos debemos aprender esta importante lección y es que jamás podremos nosotros ser los originadores de algo de valor divino. Sólo Dios es aquel que inicia todas las cosas. Si bien este hecho afrenta a nuestro orgullo, el día que lo descubrimos llega a ser un día feliz para nosotros. Significa que en cuanto a valores eternos se refiere, todo debe originarse en Dios.
Abraham no tenía necesidad de iniciar un nuevo co¬mienzo por su cuenta. Dios tomó la iniciativa por El. Abraham jamás se imaginó que Canaán sería su meta. Salió sin saber adonde iba. Dios sí lo sabía, y él sencilla¬mente respondió al llamado de Dios. ¡Dichoso el hombre que no sabe! Cuando realmente comprendemos que Dios es el Principio y el Fin de todo lo que importa en la vida, podemos descansar tranquilos.
Watchman Nee
Jesús es el Señor! - Jesus is Lord - Jesus ist der Herr - Yeshua adonai - Gesù è il Signore - Jésus est Seigneur - Ιησους ειναι ο Λορδος - Иисус – Господь - يسوع هو الرب - 耶稣是主 - 主イエスは - Jesus é o Senhor - Jesus är lorden