EVANGELIO DE LA GRACIA Y DEL REINO
Extraido de LA LIBERACION DEL ESPIRITU W Nee
Estos días Dios ha venido restaurando muchas cosas. Dios no desea ver a una persona salva esperar muchos años antes de confesar sus pecados, ni que pasen muchos años antes de que los creyentes se consagren al Señor o respondan a Su llamado para seguirle.
La manera en que el Señor obra es restaurando al hombre. El evangelio también debe ser recobrado, al igual que el fruto de este evangelio. Tan pronto como un hombre es salvo, debe ser librado del pecado y consagrarse por completo al Señor. Además, debe romper el poder que las riquezas tengan sobre él. Su historia debería ser semejante a la de las personas que el Señor salvó, y que se mencionan en los evangelios y en Hechos. Si el evangelio es recobrado, todo aquel que lo anuncie deberá llegar a ser un canal por el cual el Señor fluya.
Estamos seguros de que a medida que el Señor avance en Su restauración, el evangelio de la gracia llegará a ser uno con el evangelio del reino. En los evangelios no encontramos una línea divisoria entre el evangelio de la gracia y el evangelio del reino. Sin embargo, posteriormente surgió la tendencia a hacer hincapié en el evangelio de la gracia y olvidar el evangelio del reino. Era como si se hubieran separado estos dos.
Pero vendrá el día cuando la unidad de los dos evangelios será restaurada. Aquellos que el Señor ha recobrado, también deben dejar todo por el y consagrarse a El plenamente. Así, los hombres no se salvarán de una manera pobre sino de una manera sólida y absoluta.
Tenemos que humillarnos delante del Señor y decir: “El evangelio debe ser restaurado, y de la misma manera, los que predican el evangelio deben ser restaurados”.
Debemos permitir que Dios obre por medio de nosotros para que el evangelio llegue a los hombres. Para predicar este evangelio se requiere un poder muy grande, aunque también se requiere un precio muy alto. Si anhelamos que tanto el evangelio como los que lo predican sean restaurados, debemos entregar todo al Señor y decirle:
“Señor, te entrego todo a Ti. Oro pidiendo que encuentres la manera de obrar en mí para que la iglesia también la encuentre; no quiero ser un obstáculo para Ti ni para la iglesia”.
W. Nee
“La iglesia gloriosa”
Literatura disponible en:
corpocri@yahoo.com
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