PERSEVERAR PARA ENTRAR EN LA BUENA TIERRA semana 2
LUNES
Lectura bíblica:
Gn 1:26-28; Jn 5:39-40; 1 Co 2:10-13; 12:3
Leer con oración:
“Pero Dios no las revelo a nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios. Porque ¿Quién de los hombres sabe las cosas del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Así tampoco nadie conoció las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios” (1 Co 2:10-11).
INVOCAR PARA TENER MAS REVELACION Y OBTENER VIDA
Agradecemos a Dios porque la revelación de Su palabra es progresiva. En el pasado fuimos iluminados en cuanto a la revelación de Génesis 1:22-27, que nos muestra la unidad de la Trinidad Divina y la creación del hombre a la imagen y semejanza del creador.
En esta serie de mensajes estamos abordando el tema “¿Por qué creo Dios al hombre?”. ¡Alabado sea el Señor! Porque tuvo especial misericordia de nosotros al revelarnos el propósito de la creación del hombre en Génesis 1:28, -sojuzgar la tierra y gobernar el mundo venidero-.
Puesto que hemos perseverado en invocar el nombre del Señor Jesús, So palabra siempre ha sido nueva para nosotros. Por eso jamás podemos dejar de invocar Su dulce nombre pues a medida que le invocamos, somos conducidos al Espíritu y recibimos a mas revelación en la Palabra (1 Co 2:10-13; 12:3).
En Juan 5:39-40 el Señor nos dice: “Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de Mi;
y no queréis venir a mí para que tengáis vida". En otras palabras, podemos tomar la Palabra sencillamente como un conjunto de verdades que finalmente se volverán en simples doctrinas. Es cierto que las verdades reveladas nos ayudan a conocer a Dios y su economía, pero no debemos permanecer únicamente en el conocimiento, pues esto no nos ayudará a crecer en vida. Pero, si al leer las Escrituras, invocamos el nombre del Señor, entonces estamos en el espíritu y, por medio de Él, además de recibir más revelación de la Palabra, seremos suplidos y fortalecidos para practicarla.
Dios nos entregó el ministerio de invocar el nombre del Señor y de llevar a otras personas a invocarlo. Cuando dejamos de invocar el nombre del Señor, de ejercitar nuestro espíritu, nos detenemos en las revelaciones recibidas en el pasado. Si esta ha sido nuestra actitud, no habremos visto ni recibido la importante comisión dada por Dios al hombre en Génesis 1:28.
¡Alabado sea el Señor! Permanezcamos en aquello que el Señor nos entregó, es decir, al leer la Palabra de Dios no debemos tener como objetivo analizarla o examinarla para extraer información sino, acerquémonos al Señor de la Palabra, para practicarla, invocando Su nombre a fin de obtener vida.
Punto clave: Leer la Biblia e invocar el nombre del Señor para obtener vida.
Mi punto clave:
Pregunta: ¿Cuál es el peligro que corremos cuando dejamos de invocar el nombre del Señor?
MARTES
Lectura bíblica:
Ex 30:23-24; Mt 18:21-22; Ga 5:16
Leer con oración:
“Los que viven según la carne no pueden agradar a Dios. Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros” (Ro 8:8-9ª).
EL ACEITE DE LA UNCION (1) LA NATURALEZA DIVINA
MEZCLADA CON LA NATURALEZA HUMANA
En el mensaje de esta semana abordaremos el servicio de los levitas. A la tribu de Levi se le encargo el cuidado de todos los utensilios del Tabernáculo (Num 1:53; 3:6-
. Una característica importante de estos utensilios es que todos necesitaban ser ungidos por el aceite de la santa unción para que fueran santísimos (Ex 30:25-29). Esto muestra cuan importante era el aceite de la santa unción. No solo Aarón y sus hijos, los sacerdotes, eran ungidos, sino también lo era cada utensilio del Tabernáculo.
Nosotros, que hemos creído, somos los sacerdotes de Dios y también le servimos en las cosas relacionadas con Su habitación, Su casa, que es la iglesia. Para servirle de manera adecuada, necesitamos de la unción, es decir, del Espíritu.
El Espíritu es la realidad del ungüento compuesto, el aceite de la unción (Jn 7:39; Ef 1:13), y es por medio de El que nosotros y nuestro servicio nos volvemos santos y agradables a Dios (Ro 8:9; Ga 5:16).
En el aceite de la santa unción podemos ver la obra y la Persona del Dios Triuno. Sabemos que, en la Biblia, el aceite de oliva representa al Espíritu de Dios, pero el aceite de la santa unción, usado para ungir el Tabernáculo de reunión y sus utensilios, no era solo compuesto por aceite de oliva, sino que tenía también otros ingredientes.
En la composición del ungüento vemos que fueron agregadas cuatro especias a un hin de aceite de oliva: “de mirra excelente 500 ciclos, y de canela aromática la mitad, esto es, doscientos cincuenta, de cálamo aromático doscientos cincuenta, de casia quinientos, según el ciclo del santuario, y de aceite de olivas un hin” (Ex 30:23-24).
Estas especias pueden ser distribuidas en tres unidades de quinientos siclos (dos unidades son de quinientos ciclos, y las dos del medio, son de doscientos cincuenta ciclos cada una).
Sabemos que en la Biblia, el número tres se refiere al Dios Triuno, Padre, Hijo y Espíritu, y el número cuatro se refiere al hombre. Por tanto, en el aceite de unción tenemos las cuatro especias relacionada con la naturaleza humana y las tres unidades de quinientos siclos que representan a la naturaleza divina.
La composición del aceite de la santa unción muestra el propósito de Dios de hacer que la naturaleza divina sea introducida en la naturaleza humana, es decir, hacer que el Padre, el Hijo y el Espíritu sean mezclados con la humana. Por esa razón, Dios vino en carne a la tierra en la Persona de Jesucristo, experimento el vivir humano, murió y resucito para solucionar el problema de la naturaleza humana. En resurrección, El fue hecho el Espíritu vivificante (1 Co 15:45) para morar en aquellos que creen en Su nombre. Cuando creímos en Jesús, recibimos la vida divina que, además de salvarnos, enriquece las virtudes de la naturaleza humana.
Por ejemplo, la paciencia, la humildad y la mansedumbre, existen en la naturaleza humana, pero son limitadas. El perdón también está relacionado con esta naturaleza. Tal vez incluso sea fácil perdonar por primera vez, pero la segunda vez, se hace un poco mas difícil y la tercera, es más difícil aun. Pedro le pregunto al Señor Jesús cuantas veces debía perdonar a un hermano: “¿Hasta siete?” (Mt 18:21), pero el Señor le respondió: “Setenta veces siete” (v.22).
Necesitamos estar en el Espíritu, invocando el nombre del Señor, para que la vida de Dios crezca en nosotros. Solo así seremos capaces de perdonar setenta veces siete. Es decir, en el Espíritu no hay límites para el perdón. ¡Alabado sea el Señor! Pues el Dios Triuno desea trabajar Su naturaleza divina hacia dentro del hombre, enriqueciendo asi las virtudes de la naturaleza humana.
Punto clave: La naturaleza divina enriquece las virtudes de la naturaleza humana.
Mi punto clave:
Pregunta: ¿Cuál es el proceso para que las virtudes de la naturaleza humana sean enriquecidas!
MIERCOLES
Lectura bíblica:
Ex 30:25,30; Mt 27:51; Jn 7:39; 1 Co 15:45b; 2 Co 3:17; He 9:17
Leer con oración:
“Porque se que por vuestra oración y la suministración del Espíritu de Jesucristo, esto resultara en mi liberación” (Fil 1:19).
EL ACEITE DE LA UNCION (2): LA PERSONA Y LA OBRA
DEL DIOS TRIUNO
Como vimos ayer, en el aceite de la unción tenemos el compuesto de un hin de aceite mas cuatro especias, que pueden ser agrupadas en tres unidades de quinientos siclos (Ex 30:23-24).El deseo de Dios es mezclar Su naturaleza divina (representada por las tres unidades) con la naturaleza humana (simbolizada por las cuatro especias).
La composición del aceite de la santa unción también representa la persona y la obra del Dios Triuno. Vemos que la unidad del medio –relacionada con la canela excelente y el cálamo aromático- es repartida en dos porciones de doscientos cincuenta siclos. Esto se refiere a la obra del Hijo, que fue partido por nosotros en la cruz para redimirnos y abrirnos un nuevo y vivo camino hacia la presencia de Dios.
Cuando El fue crucificado, las tinieblas cubrieron la faz de la tierra, y el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo (Mt 27:51). Antes, las cuatro columnas, formaban tres entradas, que sustentaban ese velo, Separando el Lugar Santo del Lugar Santísimo. En el antiguo pacto, el sumo sacerdote, una vez al año, en el día la de expiación, con sangre, podía entrar al Lugar Santísimo (He 9:7). En cambio, en el nuevo pacto, el Señor Jesús, con Su propia sangre, nos abrió un nuevo y vivo camino para entrar al Lugar Santísimo diariamente (He 10:19-20). ¡Aleluya!
Las cuatro especias se refiere a la obra del Señor Jesús en Su humanidad. La mirra (palabra de origen hebreo, maror o murr, que significa “amargo”) es una sustancia antiséptica, usada en aquella época para ungir a los muertos. Esta se relaciona con la muerte del señor Jesús, la cual es capaz de solucionar el problema del pecado del hombre. La canela, es una sustancia medicinal e insecticida, que se refiere a la eficacia de su muerte. El cálamo es una planta que emerge de en medio de las aguas estancadas, que simboliza la resurrección del Señor Jesús. Finalmente la casia, una planta ornamental y medicinal, que se relaciona con la eficacia de Su resurrección. Todo esto se refiere a la obra del Hijo.
Asi que, vemos que el aceite de la santa unción estaba no solo compuesto por el aceite de oliva, que representa al Espíritu Santo de Dios, sino también por cuatro especias en tres unidades de quinientos siclos que le eran añadidas, esto significa que el Dios Triuno paso por la encarnación, el vivir humano, la muerte y resurrección. Hoy El es el Espíritu, El Espíritu vivificante (Jn 7:39; 1 Co 15:45; 2 Co 3:17), que contiene todo lo que El es, paso, obtuvo y alcanzo.
En el antiguo pacto, las personas comisionadas por Dios eran ungidas exteriormente con el aceite de la unción para desempeñar su ministerio (Ex 30:25,30). Hoy, el Señor es el Espíritu que mora en nuestro interior, nos suministra todas las riquezas de la Persona y de la obra del Dios Triuno (Fil 1:19).
Punto clave: El Hijo fue partido en la cruz por nuestra causa.
Mi punto clave:
Pregunta: ¿Cuáles son las cuatro especias del aceite de la santa uncion y como podemos aplicarlas?
JUEVES
Lectura bíblica:
Ex 30:30; Sal 133:2; 1 Co 4:1; 2 Co 3:6; 6:4
Leer con oración:
“Y el que nos confirma con vosotros en Cristo, y el que nos ungió es Dios, el cual también nos ha sellado, y nos ha dado las arras del Espíritu en nuestros corazones” (2 Co 1:21-22).
EL MINISTERIO DEL NUEVO PACTO Y LA UNCION DEL ESPÍRITU
El Señor nos hizo ministros competentes de un nuevo pacto, porque El desea que gobernemos el mundo venidero. Este ministerio no es de la letra, sino del Espíritu (2 Co 3:6).
Vimos que el aceite de la unción que era usado para ungir a las personas comisionadas por Dios en el Antiguo Testamento prefigura al Espíritu, que esta compuesto por la divinidad mezclada con la humanidad del Señor Jesús, y expresa la obra del Dios Triuno para enriquecer las virtudes humanas.
Para servir a Dios, Aarón necesitaba ser ungido (Ex 30:30). El aceite de la unción, cuando era derramado sobre su cabeza, descendía hasta su barba y al borde de sus vestiduras (Sal 133:2). En aquella época, se usaba un aceite material, pero ahora, tenemos algo espiritual.
Para servir a Dios en el Nuevo Testamento, tenemos el Espíritu en nuestro interior, como la unción que recibimos de El y que permanece en nosotros (1 Jn 2:20,27). Este Espíritu compuesto es la Persona misma del Dios Triuno e incluye también la obra de Cristo. Todo lo que necesitamos esta disponible en el Espíritu todo inclusivo. En El tenemos la solución de todos los problemas de nuestra vida del alma. En el Espíritu esta el elemento de la muerte del Señor y su eficacia.
Los ministros del Antiguo Testamento recibieron la unción del aceite santo y desempeñaron sus funciones. Nosotros los ministros del nuevo pacto, recibimos la unción del Espíritu y por eso, necesitamos desempeñar nuestra función como ministros del Espíritu (1 Co 4:1; 2 Co 3:6; 6:4).En el antiguo pacto, para que Aarón y sus hijos desempeñaran sus funciones sacerdotales, era necesario que Moisés los ungiera con el aceite de la santa unción. Ahora, en el Nuevo Testamento, solo necesitamos invocar: “!Oh Señor Jesús!” y tenemos la realidad de las figuras del Antiguo Testamento.
Para gobernar el mundo venidero, es indispensable que recibamos la unción de este Espíritu compuesto. Antes la unción era algo material, ahora es espiritual: el Espíritu. Antes era exterior, pero hoy es interior. Cuando invocamos: “!Señor Jesús!”, el Espíritu como la unción, viene para ungir a nuestro espíritu. ¡Aleluya! ¡Al invocar el nombre del Señor somos conducidos al Espíritu que nos da vida! Este es el Espíritu compuesto: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. La obra del Padre, la obra del Hijo y la obra del Espíritu Santo en El. ¡Alabado sea el Señor!
Punto clave: El Espíritu compuesto es la Persona misma del Dios Triuno.
Mi punto clave:
Pregunta: ¿En el ministerio del nuevo pacto aun es necesario el aceite material? ¿Por qué?
VIERNES
Lectura bíblica:
Ex 3:4-10; Sal 81:10; Hch 7:19-36
Leer con oración:
"Fíate de Jehová de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas. No seas sabio en tu propia opinión" (Pr 3:5-7a).
APRENDER A DEPENDER DEL SEÑOR EN TODO
Moisés fue un instrumento escogido por Dios para liberar al pueblo de Israel de la esclavitud que Faraón le impuso en Egipto. Aunque él era un hebreo, la hija de Faraón lo recogió cuando era un niño y lo crió como su propio hijo. Así, Moisés fue enseñado en toda la sabiduría de los egipcios; y era poderoso en sus palabras y obras (Hch 7:20-22).
A los cuarenta años, pensaba que podía salvar a su pueblo por su propia capacidad, pero luego de matar a un egipcio para vengar a un hebreo que había sido maltratado injustamente, tuvo que huir al desierto. Allí vivió durante más de cuarenta años apacentando rebaños. Cuarenta años después, Dios se le apareció y lo llamó con el fin de enviado a Egipto para liberar a Su pueblo (Ex 3:4-10). En aquel momento, Moisés ya no se consideraba capaz, se sentía tardo en el habla y torpe de lengua (4: 10).
Dios quería usar a Moisés en resurrección, por eso dejó que pasara por varias experiencias de sufrimiento a fin de que, aun educado en medio de la ciencia y la cultura de Egipto, entendiera que Dios no usa lo natural del hombre, que es representado por la zarza que ardía en fuego, y no se consumía (3:2), sino que aprendiera a depender del Señor en todo (4:11-12). Esto es lo que queremos decir cuando decimos que Dios sólo usa al hombre cuando ~ éste pasa por el principio de la muerte y resurrección. \
En el mundo probamos muchas cosas. Adquirimos conocimiento y nos capacitamos en muchas áreas, obtenemos conocimiento bíblico, y entre los hermanos, en el vivir de la iglesia, aprendemos a tratar con diversos asuntos prácticos. Pero, para ser usados por Dios, todo necesita pasar por el principio de la muerte y resurrección. Dios espera que no confiemos en nuestra propia capacidad, sino en Él. Mientras servimos en la iglesia, necesitamos aprender a mortificar todas nuestras opiniones, nuestro ser natural. Sólo cuando pasamos espiritualmente por la muerte y resurrección, podemos ser usados por Dios para hacer Su voluntad.
En mi vida puedo testificar que pasé por la experiencia de muerte y resurrección. Nunca fui elocuente ni me sentía capaz de ministrar la palabra de Dios. Si hoy ministro mensajes es porque el Señor me llamó y me capacitó. Recuerdo la primera vez que fui a ministrar la Palabra llevé a los hermanos a invocar el nombre del Señor y hablé un poco de la importancia de esta práctica en nuestro vivir.
Después de cierto tiempo fui invitado por un hermano de la iglesia en Belo Horizonte para ministrar la Palabra en una conferencia. Aquello era demasiado para mi, pues nunca había hecho tal cosa. Sugerí que escogieran a otro hermano, pero insistieron que yo compartiera. Tuve comunión con el hermano Samuel Ma, oramos juntos y en la presencia del Señor, sentimos que el Espíritu me estaba enviando; oré durante tres días más y fui. Yo no sabía hablar, pero por causa de la intercesión continua del hermano Samuel, que me sustentaba en oración, y en una dependencia total del Señor, Él llenó mi boca y hablé sobre los ríos de agua viva (Sal 81:10). ¡Alabado sea el Señor!
Punto clave: Aprender a depender del Señor en todo.
Mi punto clave:
Pregunta: ¿Cómo podemos aplicar el principio de la muerte y resurrección en nuestra vida?
SABADO
Lectura bíblica:
Jn 14:17, 23; 1 Co 15:45; 2 Co 3:4-6
Leer con oración:
"Nuestras cartas sois vosotros, escritas en nuestros corazones, conocidas y leídas por todos los hombres; siendo manifiesto que sois carta de Cristo expedida por nosotros, escrita no con tinta, sino con el Espíritu del Dios vivo; no en tablas de Piedra, sino en tablas de carne del corazón" (2 Co 3:2-3).
LAS CARTAS DE CRISTO
El Señor quiere usarnos para Su propósito eterno, pero necesitamos pasar por el principio de muerte y resurrección en nuestro vivir. Además, tampoco podemos acomodarnos a la costumbre de participar de buenas reuniones de la iglesia y después volver a nuestras casas, sin desempeñar el ministerio que nos fue confiado.
Todos recibimos la unción del Espíritu para cumplir la comisión que nos fue dada (1 Jn 2:27). No se trata de la unción exterior con el aceite compuesto del Antiguo Testamento, pues fuimos ungidos interiormente por el Espíritu. Cuando invocamos "¡Oh Señor Jesús!", el Espíritu, como la unción, viene a ungirnos. En esta unción tenemos la obra y la Persona del Padre, del Hijo y del Espíritu. Dios creó al hombre con un espíritu humano para que éste Le reciba. Somos la morada de Dios, donde el Espíritu habita Jn 14:17, 23). ¡Alabado sea el Señor! Así como Aarón y los levitas, nosotros también fuimos ungidos y comisionados. Por eso necesitamos permanecer
invocando el nombre del Señor.
El Antiguo Testamento es una figura del Nuevo Testamento. El Señor nos hizo ministros competentes de un nuevo pacto, no de la letra, sino del Espíritu (2 Co 3:6). El apóstol Pablo escribió: "Siendo manifiesto que sois carta de Cristo expedida por nosotros, escrita no con tinta, sino con el Espíritu del Dios vivo; no en tablas de piedra, sino en tablas de carne del corazón" (v. 3). ¡Aleluya! Somos cartas de Cristo. El Señor ya fue hecho el Espíritu vivificante y está en nosotros (1 Co 15:45). Estas cartas no son escritas .escritas en tablas de piedra, sino en tablas de carne, es decir, en nuestro corazón. .Por tanto, somos cartas escritas por el Espíritu de Dios., Por causa de este Espíritu, tenemos una confianza total en Dios al desempeñar nuestro ministerio
pues nuestra competencia viene de Él (2 Co 3:4-5). ¡Alabado sea el Señor!
Punto clave: Desempeñar el ministerio del Espíritu.
Mi punto clave:
Pregunta: ¡Es suficiente sólo ,participar de las reuniones y volver a casa para quien anhela gobernar el mundo venidero? ¿Entonces qué debemos hacer?
DOMINGO
Lectura bíblica:
1 Co 12:2-3; 2 Co 3:9-10
Leer con oración:
"Y si el ministerio de muerte grabado con letras en Piedras fue con gloria, tanto que los hijos de Israel no pudieron fijar la vista en el rostro de Moisés a causa de la gloria de su rostro, la cual había de perecer, ¿cómo no será más bien con gloria el ministerio del espíritu? Porque si lo que perece tuvo gloria, mucho más glorioso será lo que permanece" (2 Co 3:7-8, 11).
EL MINISTERIO DE GLORIA PERMANENTE
¡Qué privilegio es que el Espíritu more en nuestro espíritu! Al invocar el nombre del Señor Jesús, inmediatamente estamos en el espíritu. Alabamos al Señor porque por Su eterna misericordia nuestra boca se abrió para invocar Su santo nombre. En 1 Corintios 12:2 leemos: "Sabéis que cuando erais gentiles, se os extraviaba llevándoos, como se os llevaba, a los ídolos mudos". El Señor abrió nuestros ojos y también nuestra boca para que confesemos Su nombre.
¡Qué gran misericordia!
El versículo 3 dice: "Por tanto, os hago saber que nadie que hable por el Espíritu de Dios llama anatema a Jesús; y nadie puede llamar a Jesús Señor, sino por el Espíritu Santo". Cuando invocamos el nombre del Señor, estamos en el Espíritu. Cuando clamamos, el Espíritu viene como vida, junto con el Padre y el Hijo, hacia dentro de nuestro espíritu. El ministerio del antiguo pacto era de la letra y sólo hacía exigencias, pero el del Espíritu nos suple y fortalece interiormente con la vida de Dios para que desempeñemos nuestro ministerio.
En cuanto al ministerio del antiguo pacto, Pablo nos muestra en 2 Corintios 3:7-8 que, después que Moisés salió de la presencia de Dios y descendió del monte Sinaí, teniendo en las manos las dos tablas del Testimonio, él no sabía que su rostro resplandecía. Por causa de la gloria de Dios en su rostro, Aarón y todos los hijos de Israel temieron acercarse a él. Después de un tiempo, Moisés tenía que ponerse un velo sobre el rostro, para que no se dieran cuenta que su gloria había terminado. Cuando volvía a la presencia del Señor, él se sacaba el velo, y su rostro volvía a brillar. No obstante, esta gloria desaparecía con el tiempo, y por eso se cubría el rostro nuevamente, pues era una gloria que se desvanecía. En el antiguo pacto sólo Moisés tenía esta gloria.
Sin embargo hoy, en el ministerio del nuevo pacto, todos los que creímos tenemos el Espíritu en nuestro espíritu, y la gloria que tenemos viene de nuestro interior y es permanente: "Porque si lo que perece tuvo gloria, mucho más glorioso será lo que permanece" (v. 11). Si vivimos en el Espíritu, todos tenemos la unción y podemos servir a Dios con la gloria que es permanente. ¡Aleluya! ¡Jesús es el Señor!
Punto clave: Somos ministros del nuevo pacto.
Mi punto clave:
Pregunta: ¿Qué diferencia hay entre el ministerio de la letra y el ministerio del Espíritu?
Lectura de apoyo:
"Levítico- Comunión, servicio y vivir" - cap. 17- Dong YuLan.
"Ser como Dios en vida y en naturaleza" - cap. 1- Dong YuLan.