PERSEVERAR PARA ENTRAR EN LA BUENA TIERRA (semana 3)
LUNES
Lectura bíblica: Ez 28:17; Jn 16:11; Ef 2:2; 6:12; He 2:5
Leer con oración:
"He aquí que para justicia reinará un rey, y príncipes presidirán en juicio (ls 32: 1). Estará la raíz de Isaí, y el que se levantará a regir los gentiles; los gentiles esperarán en él" (Ro 15: 12).
EL HOMBRE FUE CREADO PARA GOBERNAR EL MUNDO VENIDERO
Cuando Dios creó el universo lo hizo muy bello y armonioso, y le incumbió al arcángel Lucero para que lo gobernara. Dios le dio la capacidad y dones, además de múltiples habilidades. De entre todos los seres creados, Lucero tenía una posición destacada; sin embargo, él se enorgulleció porque consideró que era su propia capacidad la que lo hacía sobresalir.
El orgullo de Lucero hizo que él tuviera la ambición de subir cada vez más de posición, hasta querer ser igual a Dios. Cuando Lucero llegó a ese punto, Dios no lo toleró más y lo arrojó por tierra (Ez 28: 17). A partir de entonces, se convirtió en Satanás, el adversario de Dios. Satanás no estaba solo en su rebelión contra el Creador, pues un tercio de los ángeles lo siguió. Él y sus ángeles usurparon el mundo en el que vivimos y pasaron a dominarlo (Ef 2:2; 6:12). El Señor Jesús mismo dijo que Satanás es el príncipe de este mundo Jn 16:11).
El adversario de Dios está, indudablemente, por detrás de los malos entendidos y las controversias entre los países, para incitarlos a la guerra o, por lo menos, para que haya entre ellos discordias.
El mundo antiguo fue entregado a Lucero, y el mundo presente fue usurpado por Satanás. Como el primer mundo y el mundo actual pasaron a ser contrarios a Dios, Él determinó que el mundo venidero no será más entregado a los ángeles sino al hombre (He 2:5). Este fue el propósito por el cual Dios nos creó (Gn 1:28).
El deseo de Dios es que gobernemos el mundo venidero, por eso nos hizo de una manera especial. Todos los seres vivientes fueron creados a partir de la nada, pero el hombre fue hecho a la imagen y semejanza de Dios, según relata el libro de Génesis 1:26-27.
Después de crear al hombre del polvo de la tierra, Dios sopló en su nariz el aliento de vida. El hombre llegó a ser un alma viviente, y el espíritu humano fue formado en su interior para que recibiera la vida del Creador.
Dios necesitó crear al hombre de manera especial -con un espíritu interior-, con el objetivo de, que al ser transformado y conformado a la imagen de Cristo, gobierne el mundo venidero.
Punto clave: Dios creó al hombre de manera especial.
Mi punto clave:
Pregunta: ¿Por qué la situación del mundo actual es cada vez más caótica? ~
MARTES
Lectura bíblica:
Ez 1:5, 10; 28: 14; Jn 7:39; 1 Co 15:45
Leer con oración:
"Y habiendo dicho esto, sopló, y les dijo: Recibid el Espíritu Santo (Jn 20:22). Porque el Señor es el Espíritu" (2 Co 3:17).
LA NATURALEZA DIVINA ES AÑADIDA A LA NATURALEZA HUMANA
Dios creó al hombre del polvo de la tierra y sopló en su nariz el aliento de vida, formando así el espíritu dentro de él. De esa manera, el primer hombre, Adán, pasó a ser un "alma viviente" (1 Co 15:45). Pero el postrer Adán, el Señor Jesús, fue hecho el Espíritu vivificante.
Hoy, cuando creímos en el Señor Jesús, Le recibimos como el Espíritu Gn 7:39; 2 Co 3:17). A partir de allí fuimos ungidos y así podemos cooperar con Dios para el cumplimiento de Su voluntad. Veamos la relación entre el Espíritu y la unción.
La Biblia registra que Lucero era el querubín protector, ungido (Ez 28: 14). Él fue ungido para administrar el mundo antiguo. Por causa de la unción que recibió tenía mucha autoridad y por medio de ella pudo ejercer la incumbencia que Dios le había dado.
De igual manera, tanto Aarón como sus hijos tuvieron que ser ungidos con el aceite de la unción para ejercer su oficio. Esto indica que para oficiar delante de Dios es necesario recibir Su unción. Según este mismo principio, para llevar adelante el evangelio del reino, todos fuimos ungidos. Esta incumbencia está ahora sobre nuestros hombros.
El aceite de la unción estaba compuesto por cuatro tipos de especias en tres unidades de medida: la primera era de quinientos siclos, la segunda y la tercera de doscientos cincuenta siclos cada una -formando una unidad de quinientos siclos-, y por último, la cuarta unidad de quinientos siclos. La unidad intermedia de quinientos siclos estaba dividida en dos partes de doscientos cincuenta siclos, que prefiguran al Hijo de Dios, Jesucristo, que fue partido en la cruz para redimimos. Las tres unidades de quinientos siclos se refieren al Dios Triuno: el Padre, el Hijo y el Espíritu; las cuatro especias se refieren al hombre creado, al ser viviente creado, representado por el querubín descrito por el profeta Ezequiel (1:5). En esa visión, él tiene cuatro caras: de hombre, de águila, de buey y de león (v. 10; cfr. Ap 4:6-7). El aceite de la unción presenta, por tanto, una mezcla entre el número tres y el cuatro, esto significa que la naturaleza divina es añadida a la naturaleza humana. ¡Aleluya!
Así que, el aceite de la unción representa la naturaleza de Dios -la cual recibimos al creer en Él- que es añadida a nuestra naturaleza humana. He aquí un ejemplo: Pedro dijo que perdonaba a las personas, y perdonar es una virtud humana. Igualmente, la paciencia, la humildad, la longanimidad, todo eso forma parte de las virtudes humanas. Pero, cuando la naturaleza divina es añadida a estas virtudes, éstas son extendidas al infinito (Mt 18:21-22).
Es necesario que la naturaleza divina sea añadida cada día más a nuestra naturaleza humana.
Punto clave: La unción está en nosotros.
Mi punto clave:
Pregunta: ¿Qué relación hay entre el Espíritu y la unción?
MIERCOLES
Lectura bíblica:
2 Co 1:21-22; 1 Jn 2:20,27
Leer con oración:
"Es como el buen óleo sobre la cabeza, el cual desciende sobre la barba, la barba de Aarón, y baja hasta el borde de sus vestiduras; como el rocío de Hermón, que desciende sobre los montes de Sion; porque allí envía Jehová bendición, y vida eterna" (Sal 133:2-3).
SER UNGIDO ES RECIBIR UNA COMISIÓN
Ayer vimos que el aceite de la unción estaba compuesto por cuatro especias divididas en tres porciones de quinientos siclos. Esto indica, por un lado, la mezcla de Dios con el hombre y por otro, la obra redentora de Cristo, pues Él es Dios mismo que se hizo hombre.
La primera de las cuatro especias es la mirra, una sustancia amarga, usada en los tiempos antiguos para embalsamar a los muertos. Por consiguiente, la mirra se refiere a la muerte de Cristo. La segunda especia es la canela aromática, que nos recuerda la eficacia de la muerte de Cristo. La tercera especia, el cálamo aromático, es una planta que nace en los pantanos, en los charcos. El pantano es un lugar donde las aguas se detienen, son "aguas de muerte". De esta manera, el cálamo, que sale de las "aguas de muerte", representa la resurrección de Cristo. Por último viene la casia, que surge del poder de la resurrección de Cristo, pues esta especia era usada como un repelente.
En resumen, las cuatro especias representan la muerte, la eficacia de la muerte, la resurrección y el poder de la resurrección de nuestro Señor Jesucristo.
Todos estos ingredientes usados en el aceite de la unción eran añadidos al aceite de oliva, que representa al Espíritu Santo. Por tanto, en el aceite de la unción vemos al Dios Triuno que fue añadido a la obra redentora de Cristo para redimir al hombre (lo que es mostrado por las cuatro especias).
Cuando estas especias son añadidas al aceite de oliva en las cantidades ordenadas, se obtiene el aceite de la unción. Cuando éste es derramado sobre la cabeza de Aarón, como dice el Salmo 133, simboliza a Cristo, como la Cabeza, siendo ungido, y después la iglesia, como el Cuerpo de Cristo, recibe la unción. El aceite de la unción no representa sólo al Espíritu Santo, sino también al Hijo y a Dios Padre. Hoy Él representa al Espíritu. ¡Aleluya!
El primer hombre; Adán, fue hecho un alma viviente, pero el postrer Adán -el Señor Jesús fue hecho el Espíritu vivificante. Si usted tiene el Espíritu, tiene vida. Cuando creímos en el Señor e invocamos Su nombre, fuimos ungidos por Dios con el Espíritu (2 Co 1:21-22).
Por haber recibido esta unción, todos tenemos una responsabilidad dada por Dios. Él nos encargó muchas cosas; entre ellas, el amor fraternal. El Señor desea que Su amor, por medio de Su vida en nosotros, fluya hacia muchos lugares, alcanzando a Sus hijos, que es lo que sucede cuando predicamos el evangelio del reino. Cuando practicamos esto, estamos andando en el camino del amor fraternal.
Ya fuimos ungidos como ministros del Nuevo Testamento, ahora tenemos la unción en nuestro interior (1 Jn 2:20,27). Basta sólo invocar: "¡Oh Señor Jesús!", y la uncion viene hasta nosotros. Esto es básico para el vivir cristiano.
Punto clave: La unción está en nuestro interior.
Mi punto clave:
Pregunta: ¿Cuáles son las especias que componen el aceite de la unción?
JUEVES
Lectura bíblica:
Ex 19:8; Num 11:1-3, 6-8,16-20
Leer con oración:
"He aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación" (Fil 4:11b).
MURMURAR ES EL RESULTADO DE UN VIVIR ANÍMICO
Muchas veces surgen situaciones negativas entre los cristianos porque aún se dejan conducir por la vida del alma, por su ser natural (1 Co 12:3).
Cuando los israelitas salieron de Egipto, después de haber cruzado el Mar Rojo, ya debían estar totalmente libres para servir al Señor en el desierto; no obstante, ellos murmuraron porque aún estaban siendo gobernados por su alma. Murmurar es el resultado de un vivir anímico.
Dios llamó a Moisés al monte Sinaí para ordenarle que hablara ciertas palabras al pueblo de Israel. Ellos, por no conocer cuán terrible era su vida del alma, dijeron a Moisés: "Todo lo que Jehová ha dicho, haremos" (Ex 19:
. Entonces Dios les dio los Diez Mandamientos, a partir de los cuales se desprendieron los estatutos, las ordenanzas y las leyes. Era como si Dios les dijera:"¿Ustedes pueden guardar todo esto por sí mismos?".
Por el hecho de andar en la vida del alma, nadie era capaz de guardar de manera completa los mandamientos, las leyes y los estatutos de Dios. Por eso Él estableció sacerdotes y los ungió para que el pueblo de Israel Le sirviera allí.
Sin embargo, los israelitas murmuraban porque no estaban satisfechos con el liderazgo que Dios había establecido. Números 11:1-2 muestra la consecuencia de esta murmuración. Ellos se arrepintieron de haber salido de Egipto, porque allá se alimentaban abundantemente: comían pepinos, melones, puerros, cebollas, ajos y los peces del río Nilo, donde la pesca era fácil. Pero en el desierto no había nada de esto. En vez de esos alimentos, todos los días tenían que comer del maná que Dios hacía caer del cielo. Por eso ellos murmuraban, diciendo: "Ahora nuestra alma se seca; pues nada sino este maná ven nuestros ojos" (v. 6).
Después de ser confrontado por el pueblo, Moisés percibió que sólo no sería capaz de conducir al pueblo (v. 14). Por eso Dios le aconsejó que reuniera en la puerta del tabernáculo de reunión a setenta hombres de los ancianos de Israel, a sus principales, para que cooperaran con él (v. 16). Estos setenta ancianos también necesitaban tener el Espíritu. Entonces Dios tomó del Espíritu que estaba sobre Moisés y lo repartió entre los setenta (v. 17). En el Antiguo Testamento, la acción del Espíritu de Dios estaba sobre las personas, pues siempre era algo exterior.
Seguidamente vemos que Dios decidió proveer al pueblo de carne en abundancia, quería que comieran hasta hastiarse. El Señor quiso tratar con esa situación: "No comeréis un día (...) sino hasta un mes entero, hasta que os salga por las narices, y la aborrezcáis" (Nm 11:19-20).
Aunque disciplinaba a Su pueblo, Dios lo hacía con misericordia, como se puede ver en el episodio en que cayó fuego del cielo sobre el campamento (vs. 1-3).
Que el Señor nos libre de toda la insatisfacción y murmuración. Cuando estemos descontentos, confundidos o con sentimientos provenientes de nuestro ser natural, arrepintámonos rápidamente y volvámonos al Espíritu invocando: "¡Oh Señor Jesús!".
Punto clave: Arrepentirse rápidamente.
Mi punto clave:
Pregunta: ¿Por qué nadie era capaz de guardar de manera completa los mandamientos de Dios?
VIERNES
Lectura bíblica:
Ex 4:11-12; Nm 11:25; Jn 4:23-24; 2 Co 1:8-9
Leer con oración:
"De cierto, de cierto os digo, que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto. El que ama su vida, la perderá; y el que aborrece su vida en este mundo, para vida eterna la guardará" (Jn 12:24-25).
PASAR POR LA MUERTE Y RESURRECCIÓN
Ayer vimos que el Espíritu que estaba sobre Moisés fue repartido también a los setenta ancianos (Nm 11:25). Si Dios hizo hincapié de que el Espíritu estuviera sobre los setenta ancianos que designó como ayudantes de Moisés, vemos en esto la importancia de tener el Espíritu para servir a Dios.
Dios busca a aquellos que Le sirven en el espíritu Jn 4:23-24). Aquellos que intentaron servirle ejercitando su vida natural cayeron en el desierto, pues murmuraron contra Dios. Por eso Él permitió que el pueblo pasara por cuarenta años en el desierto, para que los murmuradores murieran allí y no entraran en la buena tierra.
La historia del pueblo de Israel nos sirve como un "espejo". Hemos hablado en reiteradas ocasiones sobre negar la vida del alma, pero muchos que lo han oído todavía no logran abandonar lo viejo. Por ejemplo, el conocimiento bíblico que obtuvimos en el pasado puede haber sido bueno, pero es insuficiente para cumplir la voluntad de Dios. La verdad bíblica no debe convertirse en un simple conocimiento vacío, o letra muerta; necesita ser practicada para volverse una realidad en nuestro vivir.
Gracias al Señor, desde 1975, en Ribeirao Preto, comenzamos la práctica de invocar el nombre del Señor y nunca la hemos dejado. Además, Dios nos encargó seguirle de acuerdo con el último ministerio, el ministerio de Juan, que es de Espíritu y vida. ¡Alabado sea Su nombre!
En semanas anteriores vimos que Dios preparó a Moisés porque sabía que un día él liberaría al pueblo de Israel del yugo egipcio. No obstante, el Señor no podía usarlo en su ser natural; por eso, cuando Moisés tenía cuarenta años (Hch 7:23), surgió una circunstancia que lo forzó a huir al desierto, donde permaneció otro? cuarenta años (v. 30). Allí, se casó, constituyó una familia y se dedicó a apacentar el rebaño de su suegro (Ex 3: 1). Con ese tipo de vivir, olvidó todo lo que había aprendido en el palacio de Faraón.
Cuando Moisés tuvo ochenta años, el Señor lo llamó para liberar a Su pueblo (7:7), pero a esa altura Moisés ya no se sentía capaz. Años antes él era elocuente y poderoso en palabras, pero después de tanto tiempo en el desierto, ya no sabía hablar bien. Su hablar menguó, y él reconoció que se había vuelto pesado de lengua, motivo por el cual le pidió a Dios que enviara a otra persona. Puesto que Moisés se rehusó a hacer lo que Dios le decía, el Señor se airó contra él: "¿Quién dio la boca al hombre? ¿o quién hizo al mudo y al sordo, al que ve y al ciego? ¿No soy yo Jehová? Ahora pues, ve, y yo estaré con tu boca, y te enseñaré lo que hayas de hablar" (4:11-12). Así Moisés atendió a lo que Dios le ordenó.
Cuando el Señor quiere usar a una persona y hacerla fructífera, hace que ésta pase por el principio de la muerte y resurrección. El Señor Jesús y los apóstoles pasaron por esto y ciertamente no será distinto con nosotros Jn 12:24; 2 Co 1:8-9). ¡Alabado sea el Señor!
Punto clave: La historia del pueblo de Israel nos sirve como un espejo.
Mi punto clave:
Pregunta: ¿Cuál es el motivo que nos puede llevar a perder el ministerio del Espíritu y la vida?
SABADO
Lectura bíblica: Nm 12:1-3, 6-8,10-11; 1 Co 10:11
Leer con oración:
“Ahora me gozo, no porque hayáis sido contristados, sino porque fuisteis contristados para arrepentimiento; porque habéis sido contristados según Dios, para que ninguna pérdida padecieseis por nuestra parte (2 Co 7:9). Porque ya sabéis que aun después, deseando heredar la bendición, fue desechado, y no hubo oportunidad para el arrepentimiento, aunque la procuró con lágrimas" (He 12:17).
ARREPENTIRSE
Dentro del hombre, en su corazón, siempre hay insatisfacciones. Al no tener la oportunidad para manifestarse, se quedan ocultas, latentes, pero en un momento dado, aparecen. Es en ese momento que necesitamos percibir que estamos siendo probados.
Dios había puesto a Aarón y a María para ayudar a Moisés. María era profetiza (Ex 15:20) y Aarón, que hablaba bien, fue puesto como la boca de Moisés para representado ante el pueblo de Israel y Faraón. Sin embargo, la insatisfacción de sus hermanos se manifestó cuando Moisés tomó por esposa a una mujer cusita, que no pertenecía al pueblo de Israel.
En esa circunstancia, favorable para atacar a Moisés, sus hermanos se pusieron en su contra (Nm 12:1).
Dios no había puesto a Aarón y María como jueces para juzgar ese asunto, mucho menos para ir en contra de su hermano. Sin embargo, este acontecimiento les sirvió como prueba y manifestó la insatisfacción que estaba oculta en sus corazones.
Ellos llevaron el asunto.. a Dios argumentando: "¿Solamente por Moisés ha hablado Jehová? ¿No ha hablado también por nosotros?" (v. 2). Y Dios oyó eso.
El versículo 3 afirma que "aquel varón Moisés era muy manso, más que todos los hombres que había sobre la tierra". Aun bajo la crítica y la condenación; Moisés no se justificó ni se defendió.
Entonces el Señor llamó a Aarón y a María y les dijo: "Oíd ahora mis palabras. Cuando haya entre vosotros profeta de Jehová, le apareceré en vision, en sueños hablaré con él. No así a mi siervo Moisés, que es fiel en toda mi casa. Cara a cara hablaré con él, y claramente, y no por figuras; y verá la apariencia de Jehová. ¿Por qué, pues, no tuvisteis temor de hablar contra mi siervo Moisés?" (vs. 6-
. Dios usaba todas las circunstancias para hablar con Moisés, que siempre estaba en Su presencia, en comunión constante con Él:
La ira del Señor se encendió contra Aaron y María,' y Él se retiró. El versículo 10 relata que la nube en que Dios estaba se alejó de la tienda, esto significa que ellos habían perdido Su presencia; poco después, María se quedó leprosa. Aarón, al ver esto, actuó de manera inteligente. Él no dijo: "Oh Dios, ¡perdóname!". En vez de eso, le rogó a su hermano: "¡Ah! señor mío, no pongas ahora sobre nosotros este pecado; porque locamente hemos actuado, y hemos pecado" (v. 11). El resultado fue que Moisés perdonó a Aarón, pero María, puesto que ya estaba leprosa, tuvo que ser sacada fuera del campamento durante siete días.
Aarón y María estaban siguiendo a Moisés y eran sus portavoces, pero no estaban satisfechos con eso, pues querían que Dios también les hablara directamente.
Esto nos sirve como una gran advertencia. Necesitamos extraer lecciones de esta historia. Dios quiere que seamos los futuros gobernantes del mundo venidero, por eso usa todas las circunstancias positivas y negativas para probarnos. Cuando surja una situación como esta, no actuemos de manera rebelde. Por el contrario, arrepintámonos, seamos como Aarón, que inmediatamente se arrepintió y fue perdonado.
El Señor mencionó estos acontecimientos en Su palabra, para que aprendamos del error de los demás y veamos que Dios mismo va a tratar con cada uno. Todo esto fue registrado para nuestra enseñanza, para quienes hemos alcanzado los fines de los siglos (1 Co 10:11).
Punto clave: El Señor usa todas las circunstancias positivas y negativas para probamos.
Mi punto clave:
Pregunta: ¿Cuáles fueron las consecuencias de la rebelión de Aarón y María?
DOMINGO
Lectura bíblica: Nm 14:1-10, 26-33, 37-38
Leer con oración:
"No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia" (Is 41: 10).
CREER EN LA PROMESA DEL SEÑOR Y AVANZAR SIN TEMOR
Inmediatamente después de la rebelión de Aarón y María, ocurrió otra situación sobre la cual debemos reflexionar. Cuando el pueblo de Israel llegó cerca de la buena tierra de Canaán, doce espías -uno de cada tribu-fueron enviados con el fin de verificar las condiciones de la tierra y traer un informe de lo que vieran (Nm 13:1-2). De la tribu de Judá, se escogió a Caleb, y de la tribu de Efraín a Josué. Ambos integraron el grupo de los doce que visitaron la buena tierra de Canaán durante cuarenta días; al regresar, dieron un informe de lo que vieron.
Los espías trajeron consigo del fruto de la tierra: un racimo de uvas que por ser tan pesado, tuvo que ser llevado por dos/hombres. También trajeron granadas e higos, todo esto mostraba la riqueza de la buena tierra (v. 23):
Ellos también vieron que los habitantes de la tierra eran fuertes y altos. Por eso diez de l6s'ddce espías dijeron: "La tierra es rica, pero no vamos' a lograr conquistarla, porque sus habitantes son muy fuertes, y seremos' devorados como langostas por ellos". Ellos hablaron mal de la tierra y llevaron a todo el pueblo a desesperarse. No obstante, dos de ellos, Josué y Caleb, no aceptaron esa murmuración (vs. 28-33).
Además de murmurar, el pueblo dijo algo peor: "Designemos un capitán, y volvámonos a Egipto" (14:4). Con esas palabras era como si los hijos de Israel dijera: "No ; queremos más el liderazgo que Dios estableció por medio de Moisés y Aarón; vamos a levantar a nuestro propio líder para volver a Egipto".
Dios los había sacado de Egipto, pero en aquel momento, ellos hablaron de volver. Dios los había liberado del mundo de la religión, del mundo del pecado y de los afanes por el sustento; sin embargo, ellos murmuraron en contra de sus 3 líderes, querían volver a la situación anterior. Todo eso es para nosotros un "espejo" y una advertencia.
Continuando con la lectura: "Entonces Moisés y Aarón se postraron sobre sus rostros delante de toda la multitud de la congregación de los hijos de Israel. Y Josué hijo de Nun y Caleb hijo de Jefone, que eran de los que habían reconocido la tierra, rompieron sus vestidos, y hablaron a toda la congregación de los hijos de Israel, diciendo: La tierra por donde pasamos para reconocerla, es tierra en gran manera buena" (vs. 5-7).
¡Cuánta riqueza había en la buena tierra! ¡Un racimo de uvas era tan grande que debía ser llevado por dos hombres! Dios les había preparado todo eso, pero ellos miraron más a los gigantes y tuvieron temor.
En cambio, Josué y Caleb reaccionaron fuerte y decididamente ante el desánimo y la murmuración: "Si Jehová se agradare de, nosotros, él nos llevará a esta tierra, y nos la entregará; tierra que fluye leche y miel. Por tanto, no seáis rebeldes contra Jehová, ni temáis al pueblo de esta tierra; porque nosotros los comeremos como pan; su amparo se ha apartado de ellos, y con nosotros está Jehová; no los temáis" (vs. 8-9). Ellos permanecieron del lado del Señor; vieron las dificultades que tenían por delante, pero afirmaron: "¡No vamos a detenemos! ¡Vamos a avanzar!".
Por esa razón, toda la congregación de los hijos de Israel quiso apedrearlos (v. 10); entonces el Señor vino para tratar directamente este asunto. Le dijo a Moisés que toda aquella generación que había despreciado la tierra y murmurado en contra de Dios caería en el desierto (vs. 26-33). Los diez espías murieron de plaga delante del Señor, pero Josué y
Caleb sobrevivieron (vs. 37-38).
Todas estas situaciones nos son mostradas poco a poco, punto por punto, porque Dios quiere prepararnos para reinar con Él en el mundo venidero. Por este motivo, no podemos proceder como Aarón, María y los diez espías.
Los murmuradores cayeron en el desierto, porque eran fuertes en su alma, no quisieron dar oídos a las palabras del Señor y no obedecieron a Su hablar. Todos ellos tuvieron miedo.
A veces, en Su mover, el Señor nos lleva a practicar ciertas cosas contra las cuales algunos se levantan con el fin de criticar y murmurar. Por causa de ellos, muchos sienten miedo y retroceden.
Sin embargo, debemos avanzar como Josué y Caleb. El Señor nos dice: "¡No les temáis, Yo estoy con vosotros!" ¡Aleluya! No importan las dificultades, pues la tierra que el Señor prometió que gobernaríamos es una tierra muy buena, y Él mismo será quien nos hará entrar en ella.
Punto clave: Permanecer del lado del Señor.
Mi punto clave:
Pregunta: ¿Cuál es el principio de la rebeldía?
Lectura de apoyo:
"El éxito y el fracaso de un líder" - cap. 1 - Dong Yu Lan.
"La genuina autoridad y sumisión"- caps. 1y 2 - Dong Yu Lan.