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 NUESTRA ACTITUD PARA CON LAS VERDADES - SEMANA 7 -

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hgo1939
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MensajeTema: NUESTRA ACTITUD PARA CON LAS VERDADES - SEMANA 7 -   NUESTRA ACTITUD PARA CON LAS VERDADES - SEMANA 7 - I_icon_minitimeDom Dic 15, 2013 7:16 pm

NUESTRA ACTITUD PARA CON LAS VERDADES - SEMANA 7 -
Renovados Por La Práctica De La Palabra
Andar En La Gracia Y En La Verdad
LUNES
Leer con oración:
Ef 4:1; 5:18-33; 6:1-20; 2 Jn 4; 3 Jn 4

““Yo pues, preso en el Señor, os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados” (Ef 4:1). “Por lo cual también nosotros, desde el día que lo oímos, no cesamos de orar por vosotros (…) para que andéis como es digno del Señor, agradándole en todo, llevando fruto en toda buena obra, y creciendo en el conocimiento de Dios” ”(Col 1:9a, 10)
EL EQUILIBRIO ENTRE LA VISIÓN Y LA PRÁCTICA
El tema de esta semana es “Andar en la gracia y en la verdad”. El Señor nos ha mostrado que necesitamos llegar al equilibrio entre la visión y la práctica, porque cuando eso ocurre la Palabra tiene el poder para cambiar nuestras vidas. Si la visión que recibimos no está acompañada de la práctica, envejecemos espiritualmente. Por otra parte, si a nuestra práctica le falta visión, no lograremos perseverar. Por consiguiente, no podemos ser extremistas, sino equilibrados; la visión que recibimos debe llegar a ser nuestra práctica.
Un buen ejemplo del equilibrio entre la visión y la práctica son las pruebas para obtener la licencia de conducir. Por un lado se hace una prueba teórica, donde el aprendiz necesita conocer las señales del tránsito y sus reglas; por otro, se aplica una prueba práctica, el test con el vehículo en la calle. En cierta ocasión, acompañé a hacer esa prueba a una persona que, por lo visto, jamás había manejado un vehículo. En la prueba teórica, a ella le fue muy bien, en cambio, en la prueba práctica, apenas encendió el vehículo y salió, lo chocó. El instructor que la acompañaba se golpeó la cabeza en el parabrisas y quedó herido. Ese ejemplo nos muestra que la teoría sin la práctica no produce prudencia. Ésta, por su parte, sólo se adquiere con la experiencia.
La Epístola de Pablo a los Efesios es un libro equilibrado, pues en los tres primeros capítulos presenta una visión macroscópica de la economía de Dios, algo celestial y elevado. A partir del capítulo 4 él comienza a desarrollar la parte práctica de la visión. Pablo comienza hablando sobre andar como es digno de la vocación con que fuimos llamados (v. 1). En ese versículo, andar significa practicar, es decir, se refiere a nuestro vivir diario. Cuando el apóstol Juan escribió sus epístolas, él dijo que no tenía mayor gozo que saber que sus hijos andan en la verdad (2 Jn 4; 3 Jn 4). Así debe ser nuestro vivir: andar conforme al llamamiento que recibimos. Ese andar no consiste sólo en la vida de reuniones (Ef 5:18-21), sino que incluye la vida familiar (v. 22-6:4), el vivir social (vs. 5-9) y la lucha espiritual (vs. 10-20). En otras palabras, nuestra vida de la iglesia debe ser vivida durante todo nuestro día.
Esos cuatro aspectos de la vida de la iglesia nos ayudan a no ser cristianos sólo en las reuniones. Al contrario, ellos nos ayudan a tener un vivir de realidad. Andar como es digno es tener un vivir que expresa al Señor. Pablo prosigue en Efesios 4: “Con toda humildad y mansedumbre, soportándoos con paciencia los unos a los otros en amor” (v. 2). Esas cuatro virtudes muestran cómo debemos andar en la vida de la iglesia. Le agradecemos al Señor porque, tanto Él como los siervos que ha puesto delante de nosotros, han sido pacientes y longánimos con nosotros, pues a veces, el Señor trae algo nuevo para que lo practiquemos, pero nos resistimos como Pedro, a aceptar la orden dada por el mismo Dios (Hch 10:13-16).
Por otro lado, al relacionarnos con los hermanos, también necesitamos tener esta misma longanimidad que el Señor ha tenido con nosotros. Ser longánimo es tener un ánimo constante, es ser muy paciente. Por tanto, en la práctica de las verdades, necesitamos que esas virtudes se vuelvan realidad para nosotros.
Punto Clave: Firmes por la visión y renovados por la práctica.
Pregunta: ¿Por qué necesitamos tener equilibrio entre la visión y la práctica?

MARTES
Leer con oración:
Jn 1:17; Ro 12:6; 1 Co 12:1-6; Ef 4:1-2; Fil 4:15-17

““Pero a cada uno de nosotros fue dada la gracia conforme a la medida del don de Cristo” ”(Ef 4:7)
LA GRACIA Y EL EJERCICIO DE LOS DONES
Para vivir la vida de la iglesia necesitamos humildad, mansedumbre, longanimidad y soportarnos los unos a los otros en amor. Sin embargo, esas virtudes no se encuentran en nuestra vida de alma. Al contrario, somos orgullosos, arrogantes, críticos e impacientes. Del lado bueno de nuestra vida del alma, usamos esas virtudes sólo para nuestro provecho personal y defensa, pero para con los otros somos intolerantes.
En Efesios 4:1 Pablo dice: “que andéis como es digno de la vocación”; y en el versículo 7 añade: “Pero a cada uno de nosotros fue dada la gracia conforme a la medida del don de Cristo”. Cuando juntamos el versículo 1 con el 7 tenemos el equivalente a andar en la gracia. En otras palabras, después de tener la visión de la economía de Dios, necesitamos la gracia para practicar las verdades y expresarlas en el vivir de la iglesia.
¿Qué es la gracia? Para responder esa pregunta, leamos Isaías 55:1 “A todos los sedientos: venid a las aguas; y los que no tienen dinero, venid, comprad y comed. Venid, comprad sin dinero y sin precio, vino y leche”. Al ser así, la gracia es Dios dándonos gratuitamente a Su Hijo; no necesitamos pagar absolutamente nada. El evangelio de Juan refuerza: “Pues la ley por medio de Moisés fue dada, pero la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo” (1:17). El Hijo de Dios trajo Consigo la gracia y la verdad. Esta gracia es para practicar la vida de la iglesia.
La gracia también está unida al don, pues ella fue concedida según la proporción del don de Cristo. El primer don que recibimos fue el de invocar el nombre del Señor, concedido a nosotros por causa de esta gracia. En seguida, recibimos también el don de servir y de hablar la Palabra. Por esa razón, cuando nos convertimos al Señor, espontáneamente surge en nosotros el deseo de hablar de Él a las personas.
Mientras Romanos 12:6 dice que el don viene de la gracia que recibimos al creer en el Señor Jesús, el libro de Efesios dice que recibimos la gracia en la proporción que ejercitamos el don. Eso indica que en la medida que usamos el don, más gracia nos es concedida. Un buen ejemplo de eso es la práctica de ejercicios físicos. Incluso antes de los 40 años de edad, la práctica de la caminata tiene su función y beneficio. Pero, después de esa edad, además de los ejercicios aeróbicos, es necesario ejercitar también los músculos, pues es común que éstos se atrofien. Al ejercitarlos, la sangre que difícilmente irrigaría aquella parte del cuerpo, es estimulada a ir hasta allá. Mientras más ejercitamos los músculos, mayor es el suministro de sangre proporcionada a aquel músculo y, consecuentemente, se desarrolla más. De la misma forma, a medida que ejercitamos el don, más nos es suplida la gracia.
En Primera de Corintios 12 encontramos el desarrollo del don hasta llegar al ministerio. Invocar el nombre del Señor es un don básico, porque “nadie puede llamar a Jesús Señor, sino por el Espíritu Santo” (v. 3b). En seguida dice: “Ahora bien, hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo. Y hay diversidad de ministerios, pero el Señor es el mismo. Y hay diversidad de operaciones, pero Dios, que hace todas las cosas en todos, es el mismo” (vs. 4-6). Los dones están relacionados al Espíritu; los servicios o ministerios están relacionados al Señor; y las operaciones están relacionadas a Dios. De esta manera, los dones concedidos por el Espíritu deben llegar a ser ministerios, a fin de que el Señor nos use conforme a Su necesidad. Así, Dios puede realizar sus operaciones en toda la tierra por medio de nuestro ministerio.
El ministerio tiene tres aspectos importantes – Palabra, servicios y ofrendas de riquezas materiales. Necesitamos concentrar nuestros esfuerzos y dedicación para que el ministerio sea desarrollado en sus tres aspectos.
El primer aspecto es el de la Palabra. Para eso necesitamos leer la Biblia y los libros que la explican: los libros que nos dan la visión e interpretación correctas de la Biblia. Igualmente, deben ser libros que no sólo nos presenten las riquezas de la palabra de Dios, sino también la dirección para hacer la voluntad de Dios, preparándonos para entrar en el reino.
Hoy hay muchos pastores que desean proseguir con nosotros. En este contexto, los colportores ocupan una función destacada en el ministerio de la Palabra. En Centroamérica y el Caribe, antes de la consolidación de la obra allí, los colportores, aun siendo muy jóvenes, sorprendieron a los pastores. En primera instancia, fueron subestimados, pero después de presentarles la literatura y ministrar el contenido de los libros, los pastores dieron testimonio de ellos. De sus palabras salieron contenido, sustancia, visión y comisión. Unidas a un buen carácter y buen testimonio, a esos colportores se les abrieron muchísimas congregaciones para la predicación del evangelio del reino e innumerables libros fueron distribuidos.
El segundo aspecto es el ministerio de los servicios. Un buen lugar para servir es el BooKafé. Allí hay muchas actividades que están dirigidas a asistir a las personas, ayudándolas a buscar más al Señor. Si en su ciudad todavía no hay un BooKafé, usted puede abrir su casa para realizar reuniones semanales, en las cuales se puede alcanzar a los vecinos, colegas y familiares para servirlos con oración y con la palabra de Dios.
En el tercer aspecto, el ministerio de las ofrendas de riquezas materiales, ejercitamos nuestro don, contribuyendo económicamente para suplir las diversas necesidades que hay en la iglesia y en la obra. Asimismo, podemos ser los que buscan a otros hermanos para cooperar en el avance de la obra del Señor. Lo importante no es cuánto usted ofrenda, sino cuánto participa de aquello que el Señor está haciendo por medio del evangelio. Aunque el apóstol Pablo no tenía recursos, él sabía incentivar a los hermanos para que prestaran asistencia a las necesidades de la obra. Según él, aquellos que contribuían financieramente para la obra de expansión del evangelio estaban aumentando su crédito delante de Dios (Fil 4:15-17). ¡Esta es una inversión segura!
Punto Clave: Ejercitar los dones y los ministerios para que Dios haga Su obra.
Pregunta: ¿Cuáles son los tres aspectos del ministerio que necesitamos desarrollar?



MIÉRCOLES
Leer con oración:
Sal 135:13; 146:10; 1 Co 14:3-4; Ef 4:13-16; 2 Ti 4:5

““Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo” ”(Ef 4:11-12)
LOS HOMBRES-DONES Y EL PERFECCIONAMIENTO DE LOS SANTOS
Ayer vimos que la gracia está relacionada al ministerio y sus tres aspectos. Hoy veremos la gracia relacionada al perfeccionamiento de los santos. El mismo que nos concede gracia para vivir la vida de la iglesia, también nos concede apóstoles, profetas, evangelistas, pastores y maestros, para perfeccionarnos, a fin de que desempeñemos nuestro servicio, es decir, realizar la obra del ministerio, que es la edificación del Cuerpo de Cristo (Ef 4:11-12).
Esos cinco tipos de hombres-dones que fueron dados al Cuerpo de Cristo están dotados del ministerio de la Palabra. Los apóstoles son los enviados. Algunos de estos son enviados a lugares distantes de sus sitios de origen – Norte y Centroamérica, Europa y África –; otros, más cerca – a sus vecinos, a un barrio cercano, etc. Como enviados, necesitamos hablar de la palabra del Señor, como lo hacen los colportores que son enviados para presentar los libros a las personas a fin de que, así como las palabras contenidas en ellos cambiaron su vida, puedan cambiar la vida de otros también.
Los profetas son aquellos que hablan por el Señor (1 Co 14:3-4). Hay algunos que ministran la Palabra y otros que después del mensaje comparten en pequeños grupos lo que han aprendido. Esa práctica de hablar se extiende a los grupos familiares en las casas, en el BooKafé casero y en los grupos de lectura en el BooKafé.
Los evangelistas son aquellos que predican el evangelio y llevan a las personas a invocar el nombre del Señor (2 Ti 4:5). Luego están los pastores y maestros que apacientan a los hermanos y les enseñan a practicar las verdades contenidas en la Biblia; a diferencia de los apóstoles, los profetas y los evangelistas salen de sus ciudades para abrir nuevos frentes, actuando en una esfera menor, en una ciudad.
Los profetas necesitan entregarse especialmente al ministerio de la Palabra, para alentar a los hermanos. Ellos no sólo reciben la Palabra y su comisión, sino que practican lo que recibieron. Ellos deben dedicar un buen tiempo a la oración, a la lectura de la Biblia y a las visitas para que, cuando ministren la Palabra, sepan cómo suplir las diversas necesidades de la iglesia. Una iglesia alentada y feliz, también sirve, ofrenda y practica la Palabra.
A continuación, Pablo dice: “Hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo; para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error” (Ef 4:13-14). Como personas que están siendo preparadas para reinar, necesitamos tener cuidado con los “vientos” de desaliento. Si de alguna manera esos vientos se acercan a nosotros, necesitamos estar firmes y tener la convicción de la visión y comisión que recibimos del Señor. Si aún no estamos fundamentados en la Palabra y en la visión que recibimos, debemos, además de orar, tal vez hasta ayunar y pedirle al Señor que nos dé claridad de Su voluntad.
En los versículos 15 y 16 leemos: “Sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo, de quien todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor”. Cada parte necesita contribuir. Los apóstoles, los profetas, los evangelistas, los pastores y los maestros no fueron dados por Dios para sustituir a los santos, sino para perfeccionarlos.
Generación tras generación, el Señor ha perfeccionado a Sus hijos. Como en una carrera de relevos, Él levanta a los más jóvenes para proseguir con la comisión que le ha confiado a Su pueblo (Sal 135:13; 146:10). ¡Aleluya!
Punto Clave: Dedicar tiempo a la oración, a la lectura de la Palabra y a las visitas.
Pregunta: ¿En qué ha contribuido para que el Cuerpo de Cristo sea edificado?

JUEVES
Leer con oración:
EF 4:18-21;2 P 1:12

"Esto, pues. Digo y requiero en el Señor: que ya no andéis como los otros gentiles, que andan en la vanidad de su mente.”(Ef 4:17)
ANDAR EN LA VERDAD VERSUS ANDAR EN LA VANIDAD DE LA MENTE
Hasta ayer vimos sobre andar en la gracia y su relación con nuestro perfeccionamiento. A medida que ejercitamos nuestro don, recibimos gracia, para que éste llegue a ser un ministerio. El CEPPEV es una herramienta importante para que el don se vuelva un ministerio. En el CEPPEV somos perfeccionados en la Palabra y también en los asuntos prácticos. En Suramérica y en otros continentes existen varios CEPPEVs. Aunque hayamos participado de algunos de ellos, es recomendable volver periódicamente para hacer un “reciclaje”, actualizarnos y renovarnos. Esa es una manera de andar en la gracia para ser perfeccionados y servir al Señor de una manera adecuada.
El segundo tipo de andar es en la verdad. Leamos Efesios 4:17: “Esto, pues, digo y requiero en el Señor: que ya no andéis como los otros gentiles, que andan en la vanidad de su mente”. Vanidad quiere decir hueco o sin contenido. Esto está relacionado a nuestro testimonio. Pablo estaba preocupado por el vivir de los efesios, de la manera cómo ellos estaban andando. Como hijos de Dios no podemos ser como los gentiles, que viven inmoralmente: practican el sexo antes del matrimonio, se casan y se separan por cualquier motivo; ellos no tienen ningún temor, porque no conocen a Dios. El vivir de los gentiles sólo es de apariencia, sin contenido y totalmente desaprobado por Dios.
En cierta ocasión, después de una reunión de la iglesia, una hermana buscó a un cooperador y le dijo: “Pídale a los hermanos responsables que permitan que yo venga a vivir con mi marido al local de reuniones de la iglesia”. El hermano sorprendido le preguntó: “No entiendo… Usted vive en una casa excelente, con piscina, una gran cocina y una sala espaciosa. ¿Por qué le gustaría venir a vivir al local de reuniones?”. Para su sorpresa, ella le respondió: “Es porque en el local de reuniones mi marido es amoroso, humilde y paciente; allí nunca me grita”. Esta historia describe lo que es vivir en la vanidad de la mente, es decir, una vida de apariencia (vs. 18-19). Quien vive así se está engañando a sí mismo. Al Señor no le preocupa nuestro “envoltorio”, es decir, nuestra apariencia en el local de reuniones, lo que le importa es nuestro contenido, lo que tenemos dentro. Él desea que vivamos en la realidad.
Prosigamos con los versículos 20 y 21 donde leemos: “Mas vosotros no habéis aprendido así a Cristo, si en verdad le habéis oído, y habéis sido por él enseñados, conforme a la verdad que está en Jesús”. Juntando estos versículos con el 17, tenemos el andar en la verdad. La palabra verdad puede ser traducida como realidad. Esto refuerza la voluntad del Señor para nosotros, el cual no quiere que vivamos de apariencias, sino en la realidad. Esta es la realidad que el Espíritu nos quiere proporcionar, Él es el Espíritu de realidad, trayendo la realidad de Dios a nosotros (Jn 14:17).
En cuanto a nuestro vivir, andar en la verdad tiene dos aplicaciones. La primera es en el sentido colectivo, y la segunda individualmente. El andar en el sentido colectivo se refiere a practicar la Palabra, a la predicación del evangelio del reino. Sin embargo, este aspecto no se limita a estar hablando del evangelio del reino dentro de un local de reuniones, sino que se extiende a salir a cuidar a las personas nuevas, cuidar a los hermanos que se reúnen con nosotros y a todos los hijos de Dios. En este sentido, vemos la importancia del BooKafé, del colportaje y del perfeccionamiento en el CEPPEV. Con relación a la lectura de los libros en grupos, también necesitamos actualizarnos. Si comparamos esto al mercado financiero, veremos que los especialistas invierten tiempo en su formación, a fin de fundamentar los principios que encabezan sus áreas de conocimiento. No obstante, cuando estos profesionales necesitan tomar decisiones, buscan los periódicos actualizados para saber cómo está el mercado financiero.
En nuestra experiencia, no es muy distinto; necesitamos las verdades esenciales y clásicas, como por ejemplo, ejercitar el espíritu, la Fe, las tres partes del hombre, invocar el nombre del Señor y la economía de Dios. Éstas han llegado a ser nuestro fundamento. Pese a ello, para la dirección actual, necesitamos leer el Alimento Diario, que siempre nos proporciona comida fresca, la palabra actual, la verdad presente (2 P 1:12). Por medio de este devocional no sólo tenemos acceso a las riquezas de la palabra de Dios, sino que también obtenemos una dirección práctica para nuestro vivir y obra, a fin de prepararnos para reinar con Cristo.
Ahora es el momento de poner todo en práctica, así apresuraremos la venida del Señor, predicando el evangelio del reino y usando las herramientas actuales.
Punto Clave: Vivir la realidad y no de apariencias.
Pregunta: ¿Cómo podemos andar en la verdad en el sentido colectivo?

VIERNES
Leer con oración:
Neh 4:6-7, 13, 17; Mt 24:43-44; Ef 4:21-24

““Así como también sabéis de qué modo, como el padre a sus hijos, exhortábamos y consolábamos a cada uno de vosotros, y os encargábamos que anduvieseis como es digno de Dios, que os llamó a su reino y gloria” ”(1 Ts 2:11-12)
CUIDAR LA RETAGUARDIA – NUESTRAS FAMILIAS
Además del aspecto colectivo de nuestro andar, también está el aspecto individual, personal. No sólo debemos practicar la Palabra en el aspecto colectivo, sino también en el individual. En Efesios 4:21-22 leemos: “Si en verdad le habéis oído, y habéis sido por él enseñados, conforme a la verdad que está en Jesús. En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos”. Esos versículos muestran que debemos despojarnos del viejo hombre. Esto se refiere a nuestra vieja manera de vivir en nuestra casa y en los demás aspectos de nuestro día a día.
En el versículo 23, leemos: “Y renovaos en el espíritu de vuestra mente”. Hoy estamos pasando por una transición en nuestra vida de la iglesia con el fin de introducirnos en la próxima etapa que es el reino. Para eso, necesitamos renovar nuestra mente con el Espíritu. Luego, Pablo continúa: “Y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad” (v. 24). Este es el andar en la verdad, aplicado al aspecto individual.
En el Nuevo Testamento, es posible encontrar, en el griego, dos palabras distintas para andar. La primera es peripateo y la segunda es stoicheo. La primera indica el andar individual y la segunda un andar colectivo, como de un ejército cuando marcha. Si las comparamos a ese ejército la vida de la iglesia y la obra requieren que estemos coordinados y andemos en una sola dirección. En la obra, por ejemplo, tenemos varios frentes, tales como: la predicación del evangelio, por medio del BooKafé y del colportaje, en los continentes americano, africano, europeo y asiático.
Para que estos frentes permanezcan saludables, es necesario cuidar la retaguardia. Esto tiene que ver con la vida de la iglesia en donde vivimos. Un soldado bien alimentado y entrenado, con una retaguardia para mantenerlo, puede ir a la guerra y permanecer en el frente de la batalla. De lo contrario, ¿Qué se puede esperar? En la segunda guerra mundial, por ejemplo, Alemania tenía un frente de batalla muy fuerte. Pero, después de algunos años, por haber descuidado la retaguardia, no pudieron sustentar la guerra y la perdieron.
De entre los cuatro aspectos de nuestra retaguardia, uno en especial merece nuestra atención: la familia. En nuestro medio hay testimonios fuertes de familias enteras consagradas a la predicación del evangelio del reino, disponiendo sus casas como lugar de oración, a fin de que las personas sean alcanzadas. Eso sin contar que hoy ya tenemos más de 500 BooKafés en todo el mundo. Frente a este panorama tan positivo, no vamos a esperar que el enemigo de Dios se vaya a quedar de brazos cruzados.
Por lo tanto, no podemos bajar nuestra guardia. En Mateo 24:43-44, el Señor dijo: “Pero sabed esto, que si el padre de familia supiese a qué hora el ladrón habría de venir, velaría, y no dejaría minar su casa. Por tanto, también vosotros estad preparados; porque el Hijo del Hombre vendrá a la hora que no pensáis”. Aunque el contexto de estos versículos se refiere a la segunda venida de Cristo, cuando lo aplicamos al cuidado que un padre debe tener por su familia, podemos decir que si un padre no cuida, el ladrón viene y se mete en la casa, destruyendo su matrimonio, hijos y servicio a Dios.
Hoy, por causa de esa falta de cuidado, el enemigo ha invertido al máximo para dañar a las familias.
Lamentablemente, no son pocos los divorcios, además de los jóvenes involucrados en fornicación. Aparte de eso, hay constantes bajas en las ofrendas para suplir las necesidades en los diversos frentes de la batalla espiritual. Por eso, necesitamos redoblar nuestros cuidados.
Cuando Nehemías comenzó la reconstrucción de los muros de Jerusalén, se necesitaba reparar algunas brechas (4:6-7). Para eso, él usaba a las familias; ellas eran quienes cerraban esas brechas (v. 13). El gran beneficio de esa obra era no dejar que el enemigo entrara por alguna brecha que existiera en la ciudad. De ese modo, las familias con una de las manos hacían la obra de reparación y con la otra sostenían el arma (v. 17). Esas familias sirven como modelo para nosotros: por una parte, necesitamos reunirnos con la familia para orar, leer la Biblia y los libros espirituales; por otra, debemos involucrarla en la predicación del evangelio y cuidado a otros. Si tenemos una vida familiar fuerte y equilibrada, no sólo aseguraremos nuestra propia salud espiritual, sino que también seremos una referencia para ayudar a otras familias.
Estas palabras son para estimularnos a velar, cuidando la retaguardia, y a avanzar de manera saludable y fuerte en la batalla a favor del reino.
Punto Clave: No dejar que la casa sea saqueada por el enemigo.
Pregunta: ¿Qué significa la expresión: con una mano hacían la obra de reparación y con la otra sostenían el arma?

SÁBADO
Leer con oración:
Mt 7:21-23; Hch 16:6-7

““La comunión íntima de Jehová es con los que le temen, y a ellos hará conocer su pacto (…). Mi corazón ha dicho de ti: Buscad mi rostro. Tu rostro buscaré, oh Jehová” ”(Sal 25:14; 27:Cool
CUIDAR LA RETAGUARDIA – NUESTRA INTIMIDAD CON EL SEÑOR
Ayer vimos la importancia de guardar bien la retaguardia para evitar que el enemigo gane ventaja sobre nosotros y comprometa los frentes de batalla, atacando nuestra vida familiar.
Si las familias están en una condición saludable, el número de BooKafés y de colportores puede aumentar. Hoy, el número de BooKafés existentes es bueno, pero no es suficiente para saturar la tierra con el evangelio del reino. El Señor necesita a más obreros, colportores, para llevar la palabra del reino a las personas. Además de los recursos humanos, la obra del Señor también necesita suministro financiero. Nuestras ofrendas deben ir a la par de este crecimiento de la obra. Mientras más familias saludables estén comprometidas con la edificación del Cuerpo de Cristo, más condiciones el Señor tendrá para volver y establecer Su reino.
Mientras estamos realizando la obra de Dios, debemos tener equilibrio entre el crecimiento de vida y el servicio al Señor. En cuanto al crecimiento en vida, necesitamos negarnos a nosotros mismos, nuestra vida del alma, teniendo una íntima comunión con el Señor; necesitamos ejercitar continuamente el espíritu, por medio de invocar el nombre del Señor y leer con oración la Palabra. Y en cuanto al servicio, necesitamos tener el máximo de experiencia posible en servir a las personas, pues en el mundo venidero gobernaremos sobre las personas y naciones.
Al practicar la Palabra en la esfera colectiva, no podemos olvidarnos de la esfera individual. En Mateo 7:21, leemos: “No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos”. Esta palabra no les fue dada a los incrédulos, sino a los que invocaban el nombre del Señor. Sin embargo, les faltaba realidad. Nuestro andar en la verdad o en la realidad no puede ser sin contenido.
Por un lado, no basta decir: “Yo tengo la visión de la voluntad de Dios”, sino que es necesario practicarla. Por otro, hacer las cosas para Dios jamás debe sustituir nuestra intimidad con Él. En Mateo 7:22-23, leemos: “Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad”. A las personas de este versículo les faltó andar en la verdad en el aspecto individual, de tener intimidad con el Señor.
Todos nosotros, los que servimos al Señor, necesitamos tener intimidad con Él. Vimos eso en el ejemplo de Pablo y Silas en su segundo viaje para predicar el evangelio. La intimidad de Pablo con el Señor fue muy importante en esa experiencia, pues sin esa retaguardia de intimidad con el Señor, ciertamente él no habría hecho Su voluntad (Hch 16:6-7).
Detenernos para tener comunión con el Señor, leer la Biblia o los libros espirituales es como detenernos a “afilar el hacha”. Cuando el día termina, aquel que se detiene para afilarla, cortará más árboles que el que se esforzó durante todo el día, sin parar, pero no tuvo la misma eficacia que el primero, pues durante un buen tiempo, realizó su trabajo, con el hacha sin filo.
Igualmente, nosotros necesitamos “afilar nuestra hacha”. Esto significa ir delante del Señor y preguntarle: “Señor ¿Cómo estoy sirviendo? ¿Te agrada esa manera? ¿Está de acuerdo con Tu voluntad?” El Señor necesita conocernos; todo lo que hacemos, ya sea en la esfera de la iglesia, de la obra, o con los hermanos,
debemos hacerlo en comunión con el Señor. Necesitamos tener equilibrio: andar en la verdad en el aspecto colectivo, practicando lo que el Señor está hablando hoy y, en el aspecto individual, tener una retaguardia fuerte delante del Señor. De esta manera, seremos conocidos por Él, y en nuestra obra el número de hermanos va a aumentar, y más hermanos estarán dispuestos a ser perfeccionados en el CEPPEV. Así tendremos más colportores, más ofrendas y más frentes de batalla para propagar el evangelio del reino.
Punto Clave: Hacer la voluntad del Señor y ser conocido por Él.
Pregunta: ¿Qué significa “afilar el hacha” en su servicio al Señor?

DOMINGO
Leer con oración:
Mt 6:9-10, 33; 16:19; Hch 1:3

““Y vi tronos, y se sentaron sobre ellos los que recibieron facultad de juzgar (…) y vivieron y reinaron con Cristo mil años” (Ap 20:4)
LA VIDA DE LA IGLESIA ES PARA PREPARARNOS PARA EL REINO
En los últimos años hemos visto que el enfoque de Dios es el reino y ese debe ser también el enfoque de nuestra vida cristiana (Mt 6:9-10, 33; Hch 1:3). Pero eso no significa que el vivir de la iglesia no sea importante, al contrario, el énfasis del reino revela la verdadera función de la iglesia. En Mateo 16:19 leemos: “Y a ti te daré las llaves del reino de los cielos; y todo lo que atares en la tierra será atado en los cielos; y todo lo que desatares en la tierra será desatado en los cielos”. Sin la iglesia, nadie puede entrar en el reino de los cielos, porque ella tiene las llaves del reino de los cielos. Y en la iglesia es donde somos perfeccionados para entrar en el reino.
Vivir la vida de la iglesia teniendo como meta el reino equivale a tomarla como un lugar adecuado para negar la vida del alma. En el ambiente de la vida de la iglesia, tenemos el espíritu y la gracia suficientes para negarnos a nosotros mismos. En esta esfera, practicamos el mover actual, ejercitamos nuestros dones, adquirimos experiencias, tratando con personas, para ser útiles al Señor en el mundo venidero. La vida de la iglesia, con este enfoque, es el lugar donde somos preparados para reinar.
Una buena ilustración para entender esta dualidad entre la iglesia y el reino es la de un viaje en avión con destino a Miami. Mientras la ciudad de Miami es la meta, el avión es el medio para llegar hasta allá. Los dos son importantes: Miami representa el
reino, y el avión representa la vida de la iglesia. Sin una vida de la iglesia normal, ¿Cómo podemos llegar al reino?
En este contexto, también necesitamos entender la función del BooKafé, que es una herramienta, un instrumento para alcanzar al mayor número posible de personas en la esfera del reino. Sin embargo, esta herramienta necesita mayordomos, colportores, personas que la utilicen de manera adecuada.
El BooKafé junto con el colportaje constituyen dos herramientas muy poderosas. No obstante, éstas no sustituyen a la iglesia. Antiguamente se usaba el serrucho para hacer muebles y cortar todo rectamente, en cambio hoy, un buen carpintero, alguien actualizado, usa la sierra eléctrica, sustituyendo el serrucho, pero no puede sustituir al carpintero. Igualmente, el BooKafé puede sustituir al local de reuniones, pero no puede sustituir a la iglesia. La iglesia es la que usa al BooKafé para suplir vida divina y predicar el evangelio del reino al mayor número de personas.
Esta semana vimos que necesitamos tener una vida de la iglesia equilibrada. Necesitamos la gracia, el ejercicio de los dones, pero también necesitamos la verdad, la realidad. Es cierto que debemos crecer en la vida de Dios, tener contenido, pero también tenemos que realizar la obra de Dios, predicando el evangelio del reino. El reino de los cielos es nuestra meta y la iglesia es el medio, el “avión” que nos lleva hasta esa meta. Ciertamente necesitamos tener un vivir de la iglesia para ser perfeccionados, pero también necesitamos usar herramientas que nos ayuden a apresurar la venida del Señor, como el BooKafé y el colportaje.
Que podamos andar en la gracia, siendo perfeccionados, desarrollando nuestros dones y ministerios. También andar en la verdad, en la realidad, siendo íntimos del Señor, cuidando la retaguardia y sustentando los frentes de batalla a favor del reino.
Punto Clave: Crecer en la vida de Dios y ser perfeccionados en la obra.
Pregunta: ¿Qué relación hay entre la iglesia, el BooKafé y el reino?
Dong Yu Lan. Amados oremos por este santo que se encuentra muy delicado
¡Jesus es el Señor!
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NUESTRA ACTITUD PARA CON LAS VERDADES - SEMANA 7 -
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